"La Carretera" (2024), de Manu Larcenet: en tierras yermas
El apocalipsis ha llegado. Debido a una catástrofe indeterminada, el mundo está devastado, cubierto de cenizas y cadáveres. Entre los supervivientes se encuentran un padre y su hijo que caminan por una carretera empujando un carro de la compra lleno de objetos varios que podrían serles útiles en su viaje. Bajo la lluvia y la nieve, pasando frío, avanzan hacia las costas del sur con un nudo en el estómago: unas hordas de salvajes caníbales campan por esas tierras. ¿Sobrevivirán a su periplo?.
Esta es la premisa de La Carretera, novela gráfica del francés Manu Larcenet, que actúa como autor completo. Tras habernos entregado El informe de Brodeck, Larcenet vuelve a adaptar un clásico de la literatura, en este caso la novela homónima de Cormac McCarthy, publicada en 2006. En este álbum, el autor logra creador una adaptación muy fiel, pero al mismo tiempo, original. Prestando su trazo a las letras del novelista, e ilustrando los silencios de la historia, Larcenet ha hecho suyo el universo oscuro y fascinante del libro de McCarthy. Partiendo de una novela de culto, ha creado un álbum intenso y desgarrador, de una belleza sobrecogedora, que está llamado a ser uno de los grandes exponentes del cómic europeo moderno.
La Carretera —The Road, en el original— es, como decíamos, una novela posapocalíptica del estadounidense Cormac McCarthy, editada en 2006. Éxito de crítica y público en todo el mundo, fue galardonada con el premio Pulitzer de ficción en 2007, el premio Ignotus y el premio James Tait Black. Es la historia de la búsqueda imposible de un mundo perdido para siempre, por parte de un padre y un hijo que deben enfrentarse a la violencia y la barbarie.
Como telón de fondo, la descripción emotiva y sobria del vínculo que los une, forjado por la obligación de sobrevivir y el deseo de perpetuar la memoria de un mundo desaparecido. En medio de un paisaje hostil que transcurre bajo sus frágiles pies, los dos personajes continúan inexorablemente su camino. El lector desconoce de dónde vienen, solo sabe que se dirigen a lo desconocido. Así, La carretera es un monumento de la literatura moderna estadounidense, e indiscutiblemente una de las novelas de culto de principios del siglo XXI. En 2009, fue adaptada al cine por el director John Hillcoat, con Viggo Mortensen en el papel protagonista.
La Carretera es una obra oscura, glacial, con largos silencios y diálogos más que escuetos. Todo es muerte y enfermedad, debido a la polución del aire y la escasez de alimentos que lleva a muchos sobrevivientes a comportarse como salvajes, y de hecho, además de cadáveres, lo más habitual de estos yermos son bandidos, saqueadores, asesinos y caníbales que vagan sembrando el caos, y tratando a los que no son de los suyos como ganado sin cordura. Sin embargo, como suele suceder en este tipo de historias, ante toda esa gigantesca tragedia sobresale el indestructible amor paternofilial de los protagonistas —recordando poderosamente al manga Lobo Solitario y su cachorro—, su espíritu de sacrificio y su lucha por seguir aferrados al bien y no caer en el lado oscuro. La obra concentra buena parte de las inquietudes de un autor interesado por los sueños y su interpretación, y preocupado por la fragilidad de la humanidad y su posible destrucción.
Larcenet —Issy-les-Moulineaux, Francia, 1969—es un artista de dilatada trayectoria. Licenciado en Artes Aplicadas, debutó profesionalmente en 1994 en las páginas de la revista Fluide Glacial, donde crea diversas historietas que fueron recopiladas dos años más tarde en su primer álbum. Luego de colaborar para el semanario Spirou, en 1997 funda su propia editorial: Les Rêveurs de Runes, en la que se autoedita sus proyectos más personales y experimentales. En el 2000 colabora con Lewis Trondheim en su célebre saga La Mazmorra, ilustrando diversos álbumes. El mismo año entra en la editorial Dargaud, para cuya colección Poisson Pilote produce Los mundos intermedios, Les cosmonautes du futur, Le retour a la Terre y La légende de Robin des Bois. La publicación de Los combates cotidianos en 2003 le vale el Premio al Mejor Álbum del Salón de Angoulême de 2004.
Aunque puede parecer que trabajar sobre una obra "ajena" y ya realizada podría ser apostar a lo seguro, la verdad es que el desafío que asumió Larcenet no es menor. La novela original puede calificarse como perfecta, sin situaciones sobrantes, y con su versión cinematográfica, que convirtió con éxito a imágenes las páginas de pesadilla, así que agregar algo nuevo o no quedar al debe en alcanzar la excelencia del material fuente pudo asustar a cualquiera. Sin embargo, el autor logró llevar a los personajes de McCarthy a un nuevo nivel expresivo, a lo largo de algunas de las viñetas mas impresionantes del último tiempo.
De hecho, al ver estas paginas y compararlas con sus otros trabajos, salta a la vista la versatilidad de Larcenet, siendo capaz de pasar del surrealismo delirante a la sobriedad, oscuridad y realismo, logrando en todos esos estilos el éxito, como quién se cambia de calcetines. Dice el autor, en el pack de prensa liberado por Norma Editorial, quienes traen la obra al idioma de Cervantes, que se vio atraído a imaginar esta nueva versión debido a "El ritmo lento y la ausencia de escenas de acción hollywoodienses. No hay un arco narrativo clásico, sino más bien una sucesión de escenas, algunas de ellas muy contemplativas. Escenas que se suceden, que se alargan hasta la siguiente. La historia avanza de una manera casi impresionista. El ambiente y el paisaje enlazan las escenas y les dan una unidad".
El estilo gráfico es de un dibujo clásico, alejado de la caricatura. Aunque el autor confiesa que en primera instancia pensó en que el grafismo fuese en blanco y negro, finalmente se decantó por los grises cromáticos, como una forma de suavizar el dibujo sin desvirtuarlo, con un uso muy parco del color. "Soy mi propio colorista", dice Larcenet, "y creo que utilicé catorce sombras de gris —¡debería pensar en escribir una novela!— y algunas de las mejores páginas del álbum se las debo a esos grises cromáticos". Con La Carretera, el autor nos vuelve un poco a ese mundo sin esperanza, oscuro, frío y duro que ya había ilustrado en Blast o en la adaptación de El informe de Brodeck.
"Creo que he sido totalmente fiel a la novela y a su autor, aunque por supuesto el dibujo es otro lenguaje y tuve que hacer concesiones", añade. "Por ejemplo, en la novela se intercambian muy pocas miradas. Porque los dos personajes avanzan sin cesar, porque hablan poco, porque hay ceniza, porque van enmascarados... Me pareció importante utilizar sus miradas para expresar ese vínculo tan fuerte entre padre e hijo y la emoción que emana de él. Del mismo modo, en ese mundo sin vida también encontré la manera de colar algunos animales, sin alterar la historia, como verá el lector. Y los pájaros que introduje son una ocasión de rendir homenaje a Sempé, un dibujante virtuoso que me hizo entender que no hace falta dibujarlo todo, que el dibujo, o el esbozo, puede conformarse con sugerir. Terminar este álbum fue muy difícil, agobiante y doloroso. Llegué a pasarme un día entero con una viñeta de 5 x2 cm. Me perdí por momentos en ese mundo despiadado que había creado".
Aunque es sabido que McCarthy era de carácter reservado y solitario, alejado de las luces y la vida publica, Larcenet se comunicó con él para contarle de la adaptación de La Carretera, aunque contar con su beneplácito no necesariamente le facilitó las cosas. "En La Carretera había un universo sin vida, de paisajes apocalípticos, rotos, sucios, mugrientos incluso, y sobre todo muertos. Un escenario sin naturaleza, sin hojas, sin animales. Tuve miedo de no conseguir aguantar hasta el final porque toda esa frialdad me superaba.
"Por otro lado, hacer un álbum sin acción y con muy pocos diálogos es todo un reto. Cuando el autor de la novela describe un paisaje en un cuarto de página, yo a veces necesito tres o cuatro para transmitir la misma impresión. Es un libro lleno de silencios, y el dibujo debe de ser lo suficientemente interesante como para que el lector siga leyendo sin que necesariamente haya palabras que lo acompañen. Que los lectores lean mi dibujo como un texto es mi manera de ilustrar los silencios de la novela. No hay narrador, el dibujo narra. No hay diálogos, el dibujo habla. El grafismo y la estética deben retener al lector" añade.
Siguiendo con esa lógica, el autor lamenta no haber podido no haber podido enviarle este álbum a Cormac, quien falleció en 2023. "Hice algo más que leer La Carretera. Me acompañó todos los días –y bastantes noches– durante dos años. Leí su novela y espero haberla entendido como a él le hubiera gustado. Le escribí, vio mis primeras páginas, pero desgraciadamente nos dejó antes de que el álbum estuviera terminado. Aunque era un escritor muy reservado, me habría encantado conocer su opinión, hablar con él. Su muerte me deja una sensación incompleta y espero que mi álbum sea recibido como un homenaje a un grandísimo escritor".
Finalmente, no podemos dejar de recomendar La Carretera a todos los que sean asiduos al comic europeo, o a quienes se acerquen por primera vez a dicha demografía. Por supuesto, también a quienes leyeron la novela o vieron la película, y quieran un acercamiento desde otro arte a la historia.