"Laura Kinney: Wolverine" #01 (2024): snikt!
Garras retráctiles, sentidos, fuerza y agilidad aumentadas, factor de curación. Creada a partir del ADN de Wolverine, fue diseñada para ser un arma llamada X-23. Pero con la ayuda de sus amigos y el ejemplo de Logan, ella eligió convertirse en algo más. Ahora, ella es Laura Kinney: Wolverine, y es la mejor en lo que hace. Y lo que hace, es ayudar a los mutantes que lo necesitan.
Como ya dijimos en artículos anteriores de nuestra exhaustiva cobertura a From The Ashes, el relanzamiento mutante post Krakoa, si algo bueno podemos decir de esta era es que ha permitido a muchos personajes brillar en series y miniseries individuales. Ahora le toca el turno a Laura, mutante que bajos los alias X-23 o Wolverine, no es ajena a contar con cabecera propia.
Los hechos de esta serie nacen a partir de los narrado en NYX, donde nuestra protagonista comparte cámara con otros jóvenes como Ms. Marvel, Sophie Cuckoo, Anole o Prodigy, entre otros. Así, las primeras páginas de Laura Kinney: Wolverine #1 presentan a Laura y la vida que ha construido para sí misma. Se ha hecho amiga de varios otros mutantes mientras intentan vivir vidas normales, lejos de los X-Men más militantes. El problema es que la joven nunca se ha sentido del todo cómoda con lo normal, ni tampoco le ha resultado fácil decir “no” cuando alguien necesitaba ayuda. Su sentido de la justicia la lleva a Dubái para resolver un caso de tráfico de mutantes, donde las cosas pueden no ser tan sencillas como se podría suponer, y donde sus instintos asesinos se pondrán a prueba.
Cualquiera que haya leído un cómic de Wolverine, ya sea de Logan o de Laura Kinney, se encontrará en un territorio familiar aquí. Erica Schultz, la escritora, no intenta reinventar la rueda con su guion, pero no tiene por qué hacerlo. La fórmula está bien probada en este punto. Tome un lugar exótico. Agregue algo de intriga y una situación en la que la violencia puntual podría resolver el problema. Mezcle con un mutante molesto con garras afiladas y observe cómo se desarrolla la diversión. Sin embargo, Schultz va un paso más allá, mostrando el lado más suave de Laura en medio de la acción.
“No puedo salvarlos a todos, pero lo intentaré sin dudarlo”. Esa frase, pronunciada por Laura en las primeras páginas, es una declaración de intenciones tanto para la propia protagonista como para el número en su conjunto. También es muy apropiada en el contexto de la historia del personaje: Laura estaba destinada a ser solo un arma hasta que los X-Men la acogieron. Ahora, tras la caída de Krakoa, se siente atraída a proteger a otros mutantes perdidos cuando uno de ellos acude a ella y a sus compañeros mutantes jóvenes en busca de ayuda.
La idea de que Laura ayude a otros mutantes que se encuentran en situaciones similares a la suya es una idea efectiva, y Schultz logra plasmarla con eficiencia. Escribe a Wolvie como una fuerza de la naturaleza inquebrantable y destructiva, pero con un propósito singular. Sin embargo, el elemento de la personalidad que Schultz más destaca es su franqueza, como cuando se le acerca una chica mutante que puede percibir su don, e inmediatamente se pone a la defensiva, o cuando vuelve de una misión en e inmediatamente se lanza a solucionar otra crisis. Esto ayuda a que la trama siga avanzando, pero también muestra cómo las experiencias de Laura la han moldeado. Ya sea que seas un recién llegado al mundo de los X-Men o un fanático de toda la vida, es genial ver a una escritora que puede explicar todo lo bueno de un personaje en su primer número.
Aunque el paquete general de Laura Kinney: Wolverine #1 es bastante bueno, no logra definir por completo cuál es la intención del título. Este número se centra en el tráfico de mutantes —que ya se vio en Psylocke # 1 del mes pasado—, pero luego, en las páginas finales, plantea una pelea con Elektra, que no se relaciona particularmente con ese tema, y que además es presa del inevitable cliché del conflicto vacío entre héroes.
No creo que todos los cómics nuevos deban tratar sobre algo, pero ayuda a diferenciar el producto del resto de la línea. En una escena, Laura hace referencia a su época como trabajadora sexual —en la NYX original—, y si bien se relaciona con la historia principal, se deja un poco de lado en lugar de profundizar en ella. Esto podría retomarse más adelante, pero eso está por verse. Laura es popular, pero no al grado en que lo es el otro Wolverine, y con el estado actual de la industria, no hay espacio para divagar ni irse por las ramas con un título que ya de por sí está en desventaja.
Respecto al arte, la historia está ilustrada hábilmente por Giada Belviso. La sangre fluye libremente, como era de esperar, pero sin embargo, hay una sensación de profundidad en el arte que va más allá de las vísceras. Esto se desarrolla aún más con el espléndido coloreado de Rachelle Rosenberg.
Dicho esto, Laura Kinney: Wolverine #1 merece la pena echarle un vistazo, especialmente para los fans del personaje. Shultz plantea algunas buenas ideas, apoyadas por el arte de Giada Belviso. Las escenas de lucha aquí son fantásticas, al igual que los momentos más pequeños que requieren que Belviso transmita las complejas emociones del personaje. En general, este libro tiene potencial, pero creo que falta un poco de fuelle para alcanzarlo.
Los fanáticos de Wolverine y NYX disfrutarán de esta nueva serie de Laura Kinney. Está llena de acción intensa, pero tiene un corazón fuerte debajo de todo. También servirá como un excelente punto de entrada para los nuevos lectores que aún no han descubierto por qué Laura es la mejor en lo que hace.