Todo Hellboy 01 - Seed of Destruction
Vamos a revisar todos los integrales de Hellboy editados hasta el día de hoy. Esa es la premisa de esta serie de entradas. Porque Hellboy lleva ya mucho tiempo en el mundo del cómic, más de treinta años, lo que me hace sentir más viejo que cualquier cosa. Un personaje que ha saltado de su medio y ha tenido videojuegos y películas. Algo que es meritorio porque es un personaje al ciento por ciento original. Mike Mignola lo creó desde cero, con obvias influencias de Lovecraft, pero es un personaje relativamente nuevo. Sin una gran editorial diciéndole que servía y que no. Pero todo parte con una semilla.
Dividida en cuatro capítulos, Seed of Destruction inicia en 1944, en medio de la Segunda Guerra Mundial. El informe de misión habla de que Hitler ha enviado a un extraño grupo a Inglaterra. No se sabe muy bien con que propósito, pero ya es malo que un grupo de nazis estén en tu tierra, por lo que uno organizado es aún peor.
Las cosas se vuelven aun más extrañas cuando se hace notar quienes son los enviados a investigar la situación. Un grupo militar acompañados de tres individuos pertenecientes a La Sociedad Paranormal Británica. El Profesor Malcom Frost –especialista paranormal-, Cynthia Eden-Jones –destacada médium británica- y Trevor Bruttenholm un joven experto en ocultismo. Este último personaje será clave en el futuro.
Según la médium del grupo, un evento terrible tendrá lugar en una iglesia local en ruinas de East Bromwich en las Midlands inglesas; un proyecto apocalíptico orquestado por los nazis, que podría presagiar el fin del mundo. Sin embargo, el rito real se lleva a cabo en la isla Tarmagant, una pequeña isla frente a la costa de Escocia. Los nazis han instalado una serie de extrañas máquinas alrededor de un círculo de piedra, en cuyo centro se encuentra el legendario psíquico ruso Grigori Rasputín. Me gusta la idea de que son nazis y estúpidos, que no saben muy bien que están haciendo.
El objetivo de Rasputín, armado con unos poderosos guanteletes, es invocar a los Ogdru Jahad, dioses antiguos descritos como bestias “despreocupadas” y “heraldos de la pestilencia”, lo que las distingue como entidades amorales y peligrosas. Todo muy a lo Lovecraft.
Aunque los Ogdru Jahad no son convocados, un demonio de piel roja con apariencia de niño aparece en la Iglesia de East Bromwich, y pronto es apodado como “Hellboy” por el profesor Bruttenholm. A esto se le llama el incidente Hellboy, un hito importante dentro del universo del personaje. El “nacimiento” de Hellboy es atestiguado por el profesor Frost –cuya primera reacción es hacer que le disparen al demonio-, la médium Eden-Jones, un joven Bruttenholm –quien protege al muchacho infernal- y el grupo de comandos aliados liderados por un superhéroe llamado The Torch of Liberty.
The Torch of Liberty me da la oportunidad de hablar del otro origen de Hellboy: su inicio editorial. Verán, Hellboy: Seed of Destruction fue editado bajo el sello Legend. Legend fue un sello de cómics de Dark Horse Comics creado en 1994 por Frank Miller y John Byrne para dar cabida a proyectos de creadores y motivar las ideas originales en el panorama norteamericano. El sello logró seducir a varios importantes autores, destacando Art Adams, Paul Chadwick, Dave Gibbons, Geof Darrow, Mike Allred, Walter Simonson y nuestro principal interés, Mike Mignola.
Mignola venía de dibujar diversos proyectos, saltando entre Marvel y DC sin nunca quedarse mucho tiempo en cada colección a la que aportaba. Esto se debía a dos grandes razones. A Mignola no le interesaban los superhéroes, lo suyo eran historias de terror, ambientadas en pueblos antiguos de épocas distantes, con mausoleos góticos y la luz de la luna envolviéndolo todo. La otra razón era que el público gringo no conectaba con el estilo grafico de Mignola. Así es, un cuento de tiempos pretéritos, el lector norteamericano de superhéroes tiene pésimo gusto.
La idea de un sello por y para creadores atrajo al buen Mike, que venía gestando la idea de Hellboy desde hacía ya varios años. Su mayor pero era su inseguridad al abordar un proyecto como autor completo, es decir, ser escritor y dibujante. Para ayudarlo, aparece John Byrne, que es el creador de Torch of Liberty y uno de los veteranos en esto de ser autor completo. Byrne ayudaría con los diálogos en este primera aventura de Hellboy y de paso ambos acordarían el usar Torch of Liberty como ancla entre sus creaciones.
En los primeros días del sello Legend, John Byrne -Next Men, Danger Unlimited-, Art Adams -Monkeyman y O'Brien- y Mignola planearon que sus creaciones existieran en un universo compartido. Es por eso que Torch of Liberty de Byrne –y de Danger Unlimited- aparece en Hellboy: Seed of Destruction #1 y Hellboy aparece en un flashback en Danger Unlimited junto a Torch y otros héroes. Para mala fortuna de Byrne, Danger Unlimited no tuvo buena acogida en el público y finalizó rápidamente a los cuatro números. Como Torch of Liberty es propiedad de Byrne y este no tiene la intensión de utilizarlo, Mignola decidió reemplazarlo suavemente con un personaje llamado Lobster Johnson, de quien hablaremos cuando corresponda.
Volvamos a Seed of Destruction. Ahora estamos en 1994, en la residencia privada en New York de un Bruttenholm ahora mucho mayor, que está contando el incidente del nacimiento de Hellboy, cuando el propio demonio entra en la oficina. Se revela que Bruttenholm ha estado desaparecido durante más de un año, después de haber sido parte de una expedición polar. Le cuenta a Hellboy la historia de su reciente desaparición, informándole de su viaje al círculo polar ártico con los tres herederos Cavendish y un hombre llamado Sven Olafssen, un reconocido explorador del Ártico.
El grupo entró en una cueva en la cima del mundo, que tenía una extraña estatua lovecraftiana de una criatura con tentáculos y un humano meditando a sus pies. Cuando Bruttenholm tocó la reliquia, pareció cobrar vida y apenas puede recordar los acontecimientos que siguieron. Antes de que pueda continuar, es interrumpido por una plaga de ranas y sale corriendo de la oficina, dándole a su hijo adoptivo sus últimas palabras: “¡Sálvate!”.
Pero antes de que Hellboy pueda reaccionar, Bruttenholm es asesinado por un enorme monstruo rana, dejándolo con marcas en forma de agujeros alrededor de su cadáver seco. La criatura intenta matar a Hellboy, pero éste demuestra ser demasiado fuerte para el monstruo y puede dispararle mientras intenta escapar. Después de matar a la criatura, Hellboy telefonea al director de la Agencia para la Investigación y Defensa Paranormal, informándole de la muerte de Bruttenholm.
Las pistas dejadas por Bruttenholm dirigen las investigaciones hacia la familia Cavendish. Hellboy, junto con sus colegas Liz Sherman y Abe Sapien viajan a la mansión Cavendish ubicada en una pequeña isla en el centro del lago Talutah, en el norte del estado de New York. Hablemos un poco de los acompañantes de Hellboy. Elizabeth “Liz” Sherman es una mujer humana pirocinética y agente de campo de la Oficina de Investigación. A los once años, destruyó una manzana entera y mató a treinta y dos personas, incluidos sus padres y su hermano menor. Desde entonces, ha estado bajo la tutela de la Oficina, luchando contra las fuerzas del mal y aprendiendo a vivir con sus habilidades.
Abraham “Abe” Sapien es otro agente de campo de la Oficina. Abe es un hombre anfibio humanoide, descubierto en un sótano de Washington, DC en noviembre de 1978, el día que asesinaron a Lincon. Abe ha estado con la Oficina desde entonces, mientras se esfuerza por descubrir la verdad sobre su identidad. Abe y Liz serán acompañantes en varias futuras aventuras de Hellboy, además de ser personajes que más han durado en la colección del personaje.
En la mansión Cavedish, el trió de personajes son recibidos por la heredera de la familia Cavedish, Lady Emma Cavendish. Ya una anciana, Emma les explica a sus invitados que es la heredera final de la familia Cavendish, ya que aparentemente sus hijos murieron en su expedición con Bruttenholm. Sus hijos no fueron los primeros de la línea Cavendish en intentar encontrar la cueva, ya que todos los varones durante generaciones han muerto intentando encontrarla. La práctica comenzó con un marinero llamado Elihu Cavendish, un caballero y ballenero que había viajado por el mundo y escuchado historias exóticas en numerosos puertos. Básicamente, la obsesión del patriarca de la familia se transformó en una maldición generacional.
Pero algo parece estar fuera de lugar. El mayordomo que recibió a los investigadores se parece mucho a Sven Olafson, el explorador del Ártico que supuestamente había muerto durante la expedición de Bruttenholm y los hermanos Cavendish. Antes de poder seguir esa línea de investigación, Hellboy y Liz son atacados nuevamente por monstruos ranas. Con Liz desaparecida y Abe investigando el lago adyacente a la mansión, Hellboy busca respuestas con Emma Cavendish, pero se encuentra al monje loco que parece estar manipulando todo desde las sombras: el ruso Grigori Rasputín.
Rasputín es un tipo críptico que no habla claro ni da pistan concretas. Habla de que él es el que había convocado a Hellboy desde el vacío, y también que el destino de Hellboy es ayudarlo a destruir el mundo. Parece ser que Rasputín tiene los Ogdru Jahad de su parte, porque un enorme tentáculo se lleva a Hellboy a la oscuridad.
Por otro lado, las pericias de Abe han revelado lo innombrable. Los monstruos ranas en realidad son los herederos de Cavendish, que de alguna forma han sido convertidos en esas criaturas anfibias. Al aventurarse más, Abe descubre el cuerpo de Elihu Cavendish, colocado en una silla parecida a un trono y con un arpón en la mano. La inquietante figura parece quedar grabada en la mente del investigador paranormal.
De vuelta con Hellboy, Rasputín explica que su plan se remonta desde mucho antes del nacimiento del demonio rojo. Después de haber sido asesinado por un grupo de nobles en 1916 y su cuerpo arrojado al río Neva, Rasputín fue resucitado por Ogdru Jahad y abandonó Rusia en busca de consuelo en un pueblo italiano, adquiriendo reputación como profeta del apocalipsis. Pronto recibió la visita de Heinrich Himmler, quien lo llevó a Alemania para encabezar uno de los diversos y desesperados proyectos apocalípticos Adolf Hitler.
Aunque Rasputín sabía que Hitler estaba condenado al fracaso, también sabía que podía utilizar el dinero, las mentes científicas y los recursos tecnológicos del Tercer Reich para ampliar sus ambiciones. Cuando el proyecto fracasó, Rasputín se dirigió hacia el norte y recibió una visión de Sadu-Hem, la estatua-criatura encontrada por Bruttenholm, que ahora se encuentra en el templo debajo de la mansión Cavendish. Atrajo a Hellboy para ser parte del ritual que liberará a estos dioses antiguos de sus prisiones de roca y cristal.
Pero la jugada de Rasputín es más ingeniosa de lo que Hellboy puede prever. El monje loco hizo que Olafssen –convertido en monstruo rana- capturara a Liz, y ahora planea canalizar sus poderes a través de él mismo y hacia Sadu-Hem, quien a su vez usará esta energía para desbloquear los capullos de cristal de los Ogdru Jahad.
Pero, antes de completar el hechizo, Abe atraviesa a Rasputín en el pecho con un enorme arpón. Abe está bajo la posesión de un vengativo Elihu Cavendish, quien ha visto como Rasputín ha usado la obsesión familiar para sus fines, terminando la línea de sangre de los Cavedish para siempre. Con la concentración del monje rota, el poder de fuego de Liz se vuelve incontrolable, friendo a Sadu-Hem y provocando que la caverna colapse. Abe despierta del control de Cavendish y salta hacia adelante para salvar a Liz, escapando de las ruinas colapsadas.
En un último esfuerzo, Rasputín Intenta chantajear al demonio, afirmando que si lo matan, Hellboy nunca sabrá su verdadero propósito. Hellboy rompe el cráneo de Rasputín con su gigantesca mano derecha y sale corriendo. Ya ha salvo, se detiene a ver por última vez a ver la mansión Cavendish, que se hunde en el lago. Abe y Liz intentan interrogarlo sobre lo que sucedió en la cueva, así como sobre la identidad del mago, pero Hellboy se muestra reacio a informarles.
Esta primera aventura no esta tan refinada como se quisiera, pero logra introducirte al mundo de Hellboy de forma impecable. Mete una serie de conceptos atractivos dentro de la cultura popular, como nazis esotéricos, agencias paranormales secretas, influencias del escritor H.P. Lovecraft o el mismísimo Rasputín. Y atrapa rápidamente el interés del lector a pesar de sufrir ciertos bajones de ritmo producto de la exposición. En cierta medida, Seed of Destruction es todo un éxito al momento de establecer el tono de las futuras aventuras del personaje.
También tiene a su favor que es una historia relativamente corta –cuatro números estadounidenses- lo que le da mucho mérito por la cantidad de conceptos que introduce por página. Ayuda también que varios puntos clave de la trama que usa Mignola no son desconocidos en la cultura popular. El esoterismo de los nazis y la búsqueda de soluciones paranormales se pueden rastrear en películas, libros o videojuegos. Las referencias de Lovecraft a razas que mezclan hombres y peces –o anfibios en este caso- están bien documentadas, y el homenaje a las Montañas de la Locura es bastante eficaz.
El mérito es que la historia usa estos homenajes y referencias no como puntos vacíos; son parte importantes dentro del relato que Mignola quiere contar. Son elementos que lo hacen avanzar, reservando pequeñas sorpresas dentro. Otro punto a favor es que Mignola al fin está dibujando a gusto. Atrás queda la modernidad que representaban los superhéroes –atenuada por sus incursiones en la colección de Batman- y que vengan las iglesias en ruinas, los templos ocultos bajo tierra y mansiones malditas.
Hellboy es una explosión gráfica que es única en su tipo. Los personajes de Mignola obedecen a sus propias proporciones, lo mismo la luz que adorna cada viñeta. No hay nada realista en la tecnología que acompaña los rituales nazis, ni física que soporte estas extrañas ruinas donde estos rituales paganos son realizados. En 1994, esto era refrescante a más no poder. Y creo que en el presente aun lo es, porque es uno diseño artístico que evoca la atemporalidad.
Si bien no es un comienzo perfecto, sufre de problemas de exposición a ratos, es un muy buen comienzo. Es una buena base, con personajes modélicos, ambientación a punto y lo más importante: mucho potencial para crear más historias. Qué buen cómic. Y eso que ni mencioné a los extraterrestres que aparecen.
Nos vemos pronto.