Todo "Sin City" #07 - Hell and Back
Llegamos a la última historia compilada en el segundo tomo integral de Sin City y en cierta forma, se siente como una despedida. Frank Miller crea un relato más extenso de lo habitual, con una crónica de amor, crimen y muchas balaceras, pero también con un reducido impacto. Así es Hell And Back.
La historia sigue a Wallace, un pintor que en algún momento fue héroe de guerra y que ahora vive al justo económicamente. Paseando en su auto por la costa ve a una mujer y la salva de suicidarse. Consigue que la recién salvada le diga su nombre: Esther. Wallace nunca logra sacarle el por qué de su decisión de suicidarse, pero a ella le gusta su arte y los dos salen a tomar una copa. Rápidamente hay una conexión entre ambos, pero antes de poder consolidarla, dos hombres les tienden una emboscada, drogan a Wallace y secuestran a Esther.
Wallace localiza el apartamento de Esther a través de su casera, que había tomado su dirección. Encuentra el apartamento ocupado por otra mujer, Delia, que dice ser la compañera de piso de Esther. Pero todos sabemos quien es Delia en realidad, la asesina que se acuesta con sus objetivos antes de matarlos. Uno de los personajes más desagradables creados por Miller.
Delia y Wallace son atacados por Manute, que ahora trabaja para El Coronel, el líder de una asociación de asesinos con la que Miller ha jugueteado en varias historias cortas. Comienzan a aparecer personajes recurrentes dentro de la ciudad, a los cuales Miller nunca dio un final en historias anteriores. Wallace abate a Manute con dificultad y lo arroja por una ventana. Un francotirador ataca a la pareja y Wallace, lo mata disparándole a través de la mira de su rifle. En medio de toda esta acción, Delia intenta seducir a Wallace constantemente y sin éxito. Esto hace que toda la secuencia se sienta de alguna forma empantanada y que la historia no avance o sea entretenida para el lector. Delia es un personaje horriblemente aburrido y un mal cliché, y Miller parece no darse cuenta de ello.
Mientras tanto, Wallace y Delia son perseguidos por más asesinos, de los que él también se deshace fácilmente. Wallace se encuentra más tarde con un viejo compañero de guerra llamado simplemente el Capitán, dando entender que es parte de su pasado como héroe de guerra. El Capitán le presta un auto nuevo a Wallace, para que continúe su huida hasta que encuentre respuestas sobre el estado de su amada Esther, el fugaz amor que parece le ha dado sentido a su vida.
Wallace y Delia se alojan en el Motel Last Hope y el exmilitar esposa a la cama a Delia, quien lo percibe como un juego erótico. Wallace sabe que no pudo haber sido la compañera de piso de Esther, porque su ropa habría tenido el olor de los cigarrillos de Esther. La carrera de Wallace continúa hasta que es drogado por uno de sus perseguidores. Se despierta en los pozos de alquitrán de Santa Yolanda y ve a Delia y otros dos personajes preparándose para deshacerse de su coche en los pozos. Uno de ellos le da una gran dosis de algo y él se desmaya en un sueño vívido. Esta es la secuencia por la que es más recordado este comic, es una alucinación a color –coloreada por nada menos que Lynn Varley, la señora de Miller en esa época- y que involucra una serie de cameos que parecen estar cerca del corazón del autor. Hablo de personajes bien variados que van desde Olaff, el Capitán América, Harry Callahan o el rey Leonidas. Por supuesto que el mal gusto de Miller también se cuela, mostrando el culo de Wonder Woman y otros personajes femeninos en poses eróticas.
Dentro del mismo sueño se relata que el Capitán ha luchado por liberar a Wallace de sus captores: Delia, otra mujer llamada Maxine y un corpulento ayudante simplemente llamado Gordo. En el rescate, las heridas del Capitán resultan mortales y Wallace, aún drogado, balea a Delia para hacerle saber a su ayudante que necesita al antídoto para sus alucinaciones.
Ninguno de los involucrados sale vivo de la situación, salvo por Wallace, donde se empieza a entender porque Miller lo colocó como héroe de guerra en un principio. Delia ha muerto con una bala en la nuca, algo que podría resultar cruel, si el personaje no fueran tan plano. A modo de cortos insertos durante todos estos incidentes se empieza a dar pista del por qué del secuestro de Esther y quiénes son los involucrados. Hay un detective de la policía que parece estar en la nómina de la mafia y que hace lo posible por disuadir a Wallace de su investigación y Esther parece estar captura en el experimento de un cruel doctor del tipo fraudulento.
El Coronel empieza a apretar alrededor de Wallace, asignándole a Mariah como nueva asesina, amenazando al hijo del detective para que corte a Wallace lo antes posible y asesinado al doctor que secuestró a Esther. La trama empieza a enredarse más de lo necesario, más que nada por la repetición que hace Miller de elementos que siempre están en cada historia de Sin City. El protagonista en plan todo o nada, las mujeres pobremente representadas y poco ingeniosas escenas de acción.
Al final Wallace se enfrenta a Liebowitz, el detective corrupto, en su apartamento e intenta que se una a su lucha. Wallace descubre que el Coronel dirige en realidad una red de tráfico de esclavos y extracción de órganos y le explica cómo lanzó un asalto en solitario a la fábrica y se deshizo sigilosamente de todos los guardias. Descubrió todas las atrocidades y se enfrentó a El Coronel, Mariah y una gran cantidad de guardias fuertemente armados. Consiguió escapar, pero desgraciadamente no puede salvar a nadie. Wallace ahora es Elektra.
El Coronel, cansado por lidiar con nuestro protagonista, llama a Wallace y le dice que Esther está retenida en la temida granja de la familia Roark. Tras la muerte de Kevin y Roark jr, la granja lleva mucho tiempo abandonada. A su llegada encuentra a Esther, pero es atacado por un helicóptero de ataque. Pero Wallace iba un paso por delante y había pedido ayuda a Jerry quien se revela como otro miembro del pasado militar del protagonista, y que además era pareja del Capitán. Este tipo de inclusión suena forzada, pero al menos no son un cliché de mal gusto, es solo un cliché. Eso es un avance.
Jerry, en lo alto de la colina con una gruesa artillería, hace estallar el helicóptero. Wallace sobrevive a los disparos del mini cañón porque llevaba un chaleco antibalas. Para entonces, la policía ha asaltado la fábrica del Coronel y lo ha capturado. Por supuesto el Coronel amenaza a Detective Liebowitz una vez más y éste le dispara en la cabeza. Parece que la propuesta de Wallace cayó en buen saco. Le dice al resto de la policía que "hagan desaparecer al cabrón". Al final, la fábrica era otro negocio más de la organización Wallenquist, que no ve ningún beneficio en la venganza y deja la situación como está. Esther y Wallace se marchan en un cadillac, buscando una vida mejor lejos de Sin City.
Hasta ahora, Hell And Back es la última historia que Miller ha sacado de Sin City. Trata de ser un canto del cisne y en cierta forma lo es, pero también es una historia alargada al máximo, con poca innovación y secuencias aburridas. Wallace es un personaje con poca personalidad, sin mucho fondo o carisma, muy lejos del Marv o el Hartigan de las primeras historias. Incluso Dwight, con su moral cuestionable podría sostener una historia relativamente bien dentro de los límites.
Wallace se enamora de Esther en una secuencia cortísima que tiene poco de romanticismo. Es más la perspectiva de un hombre solitario que habla con una mujer por primera vez. Esther tampoco es un personaje tridimensional y Miller nunca intenta darle mucha profundidad. Es la damisela en apuros de turno. Ni siquiera lo monólogos interiores están muy inspirados y varias veces se limitan a relatar la acción sin la poesía peleonera que Miller le inyectaba a sus personajes.
Incluso la trama global, el escabroso descubrimiento del tráfico de personas, no se siente lo serio que debería ser. Lo más destacado es la secuencia de Wallace drogado, pero que Miller boicotea con diálogos de mal gusto y paneles cuestionables. Me hubiera gustado que esta ultima historia dentro de la ciudad del pecado me gustara más, pero me cuesta hablar de ella en buenos términos. Sin bien las primeras historias dentro de Sin City no son perfectas, tiene fuerza y pasión, Miller hablando desde las entrañas en diálogos explosivos y personajes memorables.
A medida que empecé a avanzar en esta retrospectiva, vi como la calidad de las historias empezaron a decaer. Curiosamente, las compiladas en este segundo tomo integral son las peores con mucha ventaja. Se siente un Miller cansado y aburrido, incapaz de innovar y simplemente negándose a tratar de cambiar la formula. En cierta medida lo entiendo, son historias basadas en sus queridos libros e historietas de serie negra, a las que Miller reverencia como si fueran sagradas. Pienso que acá debió salir el Miller contreras del que hablaba en la primera entrada. Uno con la ambición de dar vuelta y deconstruir su tan amado género negro. Incluso podría haber invitado a otros autores para jugar con su propuesta.
Pero Frank Miller no es de esos autores. Es más bien un tipo que reverencia algo y nunca cambia de parecer, como sus propios personajes. Al menos firmó todas sus historias como autor solitario y en cierta forma, acepta las críticas como una piedra acepta los embates del mar. Pero no hay nada heroico en eso. Es más admirable adaptarse a los cambios, como adaptarse es la característica definitoria del ser humano. También cae la posibilidad que la naturaleza subversiva de Miller lo haya traicionado. Que le hayan dicho que moviera un poco las cosas dentro de su ciudad y este simplemente se negó.
Las últimas páginas del integral están dedicadas a las portadas de cada saga de Sin City, maravillosamente coloreadas por Lynn Varley, de la que se habla poco en esta obra, a pesar que contribuye con el color en la primera impresión que tiene el lector: la portada. El resto son un compilado de diferentes bocetos y viñetas que deja ver un poco el proceso de Miller para abordar el estilo grafico de Sin City, que sigue siendo algo único dentro del comic norteamericano.
¿Será lo último de Frank Miller dentro de Sin City? Apostaría lo contrario, pero es verdad que la salud de Miller ya no es lo que era en esos años. Me gustaría que volviera, pero que volviera en plena forma. Con sus monólogos milenarios, con la tripa hablando. Por ahora, Hell and Back se siente más como un adiós y creo que era un adiós necesario. Tanto para el autor como para nosotros, los lectores. Mucha suerte Frank.