"Ghost Money" (2008): fabricando al enemigo
Londres, noviembre de 2028. En plena avalancha de gente durante un atentado, una exótica y desconocida mujer llamada Chamza salva a Lindsey. Envuelta en misterio, la multimillonaria Chamza disfruta recorriendo el mundo de incógnito en su jet suborbital. Pero, mientras una serie de sangrientos atentados despierta los viejos demonios del 11-S, Lindsey toma poco a poco conciencia de las sombras que envuelven a su nueva amiga. Sospechosa de financiar la campaña de atentados que azota el planeta, Chamza es estrechamente vigilada por E.E.U.U., mientras Lindsey hace de comodín en la violenta partida que se juega a su alrededor, sin imaginarse los riesgos que será capaz de asumir por amor hacia esa mujer llena de secretos. Ese es básicamente el argumento de Ghost Money, excelente obra europea que repasamos a continuación, donde los talentos de Thierry Smolderen y Dominique Bertail se suman para denunciar, en clave futurista, las manipulaciones de la administración estadounidense en su guerra contra el terrorismo.
Hasta ahora, la mayoría de los cómics europeos han abordado los atentados del 11 de septiembre del 2001, y la consiguiente cruzada estadounidense contra el terrorismo islámico, en un tono más bien realista. Al menos hasta que el escritor Thierry Smolderen y el artista Dominique Bertail decidieron imaginar un futuro no demasiado lejano –unas dos décadas después de la caída de las Torres Gemelas, o sea, más o menos nuestro presente– en el que se libra una guerra secreta más relacionada con la fiebre del oro que con la lucha por la libertad. El resultado fue Ghost Money.
Tras el bullado golpe de Al Qaeda, los servicios secretos han adquirido carta blanca para secuestrar y torturar a sospechosos de todo el mundo. Uno de esos desgraciados es Haddad, el presunto banquero de Bin Laden, que muere durante un interrogatorio sin revelar dónde está el dinero especulativo que generaron los atentados de septiembre de 2001. Veinte años después, dos mujeres se encuentran en un Londres convulso. La complicidad surge de inmediato entre Chamza y Lindsey, trabando una amistad en la que se abren paso otros sentimientos.
La primera, una joven millonaria, viaja a cualquier parte del mundo en pocos minutos y se relaciona con círculos exclusivos de los que nadie parece saber demasiado. La segunda, en tanto, comenzará a plantearse preguntas. ¿Quién es su nueva amiga? ¿De dónde proviene su fortuna? ¿Juega algún papel en el agitado escenario internacional? Lindsey irá descubriendo las respuestas a estas y otras interrogantes en una compleja intriga qué la obligara a desplazarse por todo el mundo, y que la llevará a revelar alguna que otra verdad incomoda sobre Chamza y sobre sí misma.
Además de lo anterior, el lector descubrirá así la existencia del Emirato de las Luces: para muchos, una nueva conjura terrorista; para otros, una gran esperanza para el mundo. Mientras tanto, el veterano de guerra Kendricks trabaja al servicio de la nueva administración neoconservadora de los E.E.U.U., y ya sea por experiencia o prejuicios, no parece ver al citado movimiento con la mayor de las simpatías.
Crítico, ensayista y guionista de una veintena de series, el belga Thierry Smolderen —1954— es una figura capital en el programa de la bande dessinée contemporánea. A principios de los 90, su asociación con el joven dibujante suizo Enrico Marini lo catapultó al firmamento de la historieta gracias especialmente al vigoroso thriller de aventura y ciencia ficción Gypsi. La llegada del siglo XXI lo encontró en plena forma, y de nuevo en el ámbito de la ciencia ficción produjo, entre otros títulos, la excelente obra de la que hablamos ahora.
La primera entrega, de un total de cinco álbums, de Ghost Money vio la luz en 2008, poco antes de que Barack Obama fuera elegido como nuevo inquilino de la Casa Blanca. Sin embargo, los autores de esta audaz novela gráfica sabían que la era Bush no había hecho más que empezar. Conforme desarrollaban la trama a lo largo de los siguientes ocho años, la fantasía se cruzaba con las noticias de los periódicos, condicionando un guion que proyecta sobre el telón de fondo de un futuro inquietantemente cercano, algunas de las incertidumbres de nuestro tiempo: la crisis económica, la brecha creciente entre ricos y pobres, los mecanismos de vigilancia global, los abusos de la banca internacional y los atropellos el nombre de la lucha contraterrorista.
Tras haber colaborado con éxito en L'Enfer des Pelgram, estos dos grandes autores de la historieta francobelga vuelven a aliarse en esta búsqueda de un tesoro teñido de sangre, que seduce por su imaginación y su ritmo de thriller, pero que también brinda una lectura actual y realista. “A través del tema del dinero fantasma queríamos hablar de este legado: de los espejismos y las mentiras de la administración imperial estadounidense, de sus trucos retorcidos, sus manipulaciones, sus improvisaciones y sus fracasos estrepitosos”, explicaban los autores en una entrevista a la web Sceneario.
"Como muchas personas", dijo Smolderen en otras declaraciones, esta vez al sitio Actuabd.com, "experimenté el 11 de septiembre en el modo de drama absoluto, pero en lo que a mí respecta, también fue espectacular y romántico. Sin mencionar los rumores de conspiración y las preguntas que surgieron, me recordó a un evento de dimensión comparable a la que viví cuando tenía ocho años: el asesinato de JFK , que generó muchos libros, novelas, películas, influyó en el espionaje, etc. Desde un principio supe que estos atentados del 11 de septiembre involucraban tanto la imaginación que sería un excelente caldo de cultivo para hacer ficción".
Así, el guionista logra mantener la tensión narrativa a lo largo de 300 páginas, con momentos no aptos para cardíacos, donde además de urdir una trama apasionante, hace de los personajes uno de los elementos más destacados. Especial es también es el tratamiento de los antagonistas, tanto o más desarrollados y complejos que los protagonistas.
Por un lado, una joven e idealista londinense, y una riquísima heredera que le abrirá los ojos y le mostrará el mundo de los que verdaderamente toman las decisiones, y al frente, un think thank privado formado por veteranos de la guerra de Irak, siempre bajo el paraguas del gobierno norteamericano, que entablará una cuestionable guerra secreta más relacionada con la caza de la fortuna de la joven heredera que con la presunta lucha contra el terrorismo y por la libertad que supuestamente debería guiar sus pasos. Un juego del gato y del ratón que les llevará a recorrer el mundo en un apasionante thriller con ramificaciones inesperadas y un buen puñado de situaciones límite que no nos dejarán levantar la vista de las páginas.
Por su parte, Bertail recrea un paisaje del siglo XXI al mismo tiempo familiar y asombroso, en el que las conspiraciones no se fraguan en oscuros sótanos tipo The X-Files como antaño, sino bañadas por la luz blanca y cegadora de la impunidad a simple vista. El arte se destaca por su versatilidad, adaptándose y mezclando diversos estilos y géneros dramáticos, así como a entornos completamente variados. Resalta principalmente las splash pages, dedicadas a la presentación de ambientes y escenarios muy imaginativos, donde se denotan capacidades creativas innegables, y gran detallismo y minuciosidad. Tampoco se quedan atrás las escenas de acción, además de dotar con pocos trazos de mucha personalidad a los personajes.
Eso sí, la portada de la edición en español de Norma Editorial podría confundirnos respecto de la temática central del libro, o inducirnos a esperar algo que no es. De hecho, en la cubierta vemos el interior de un transbordador espacial en órbita sobre la Tierra, sobre un fondo blanco inmaculado que nos recuerda inevitablemente a los grandes clásicos de la ciencia ficción. A raíz de eso, podríamos esperar que el tomo fuese acerca de aventuras espaciales en lo más recóndito de la galaxia, pero como dijimos, aunque tiene algún elemento de ciencia ficción cercana, Ghost Money es ante todo un thriller dolorosamente realista.
Con todo lo dicho anteriormente, creo que queda en claro que Ghost Money es una lectura altamente recomendable. En un tiempo tan rabioso como el actual, en el que la posverdad y las fake news se han convertido en elementos comunes de nuestro día a día, apoderándose de los espacios de discusión, la obra de Smolderen y Bertail se convierte en un cómic no solo interesante y divertido, sino también necesario. Y es que, incluso con las licencias artísticas propias de cualquier obra de ¿ficción? como esta, seguramente nos hará ver con otros ojos, o al menos cuestionarnos, algunas certezas que teníamos respecto del funcionamiento del mundo.