"Mystique" (2003), de Vaughan y McKeever: más de lo que ves
La mutante metamorfa llamada Mystique siempre ha sido un personaje fascinante, aunque a ciencia cierta sepamos muy poco de ella. Muchos dudan de su edad, e incluso de su verdadero género, siendo lo único seguro que esta inteligente y despiadada mujer, conocida por algunos como Raven Darkholme, está irremediablemente ligada a los X-Men. Madre natural de Nightcrawler y adoptiva de Rogue, ha vivido peligrosamente durante más años de los que recuerda, aunque en sus comienzos editoriales siempre estuviera comprometida con su interés personal o el lado más radical de la causa del Homo Superior, a veces recomponiendo la Brotherhood of Evil Mutants antes ligada a Magneto, o perpetrando ataques terroristas contra el gobierno de los Estados Unidos, en el que también estaba infiltrada. En un momento dado, logró incluso el perdón presidencial para ella y los suyos, reconvertidos como el grupo estatal conocido como Freedom Force.
De nuevo en la clandestinidad, tras varios intentos no demasiado serios de rehabilitarse, e incapaz de superar la muerte de su compañera/amante Destiny, por entonces Raven era una de las personas más perseguidas por las fuerzas del orden, que la buscaban por el asesinato del candidato a la presidencia Graydon Creed, que además era hijo de la propia Raven y de Sabretooth. Creada por el patriarca Chris Claremont para la serie Ms. Marvel, rápidamente recaló en Uncanny X-Men, donde lleva casi 40 años reinventándose a sí misma, demostrando que su capacidad para mostrarse siempre diferente va mucho más allá de lo meramente estético. Además de lo anterior, logró cierta notoriedad en la era mutante de Krakoa, nuevamente con Destiny a su lado.
Es por ello que luego de protagonizar una miniserie junto a Sabretooth, era cosa de tiempo que consiguiese una colección propia, que es justamente de la que hablaremos ahora. Mystique fue una serie regular que contó con Brian K. Vaughan y Sean McKeever en guiones, y Jorge Lucas, Michael Ryan y Manuel García en dibujos. Publicada a partir del año 2003, finalmente solo alcanzó a completar 24 entregas, las que sin embargo se sienten como una historia cerrada, con un inicio, un nudo y un desenlace definido.
La trama arranca cuando Charles Xavier y el mutante cheyenne Forge, conscientes de la capacidad de infiltración y sigilo de Raven, la reclutan para realizar una serie de trabajos sucios y misiones encubiertas demasiado peligrosas y políticamente comprometidas como para ser ejecutadas por los Hombres-X más conocidos, aunque siempre relacionadas con mutantes. De hecho, en esta guerra secreta, Xavier ya ha perdido a una agente de campo, y de cara a poner en peligro a otra, prefiere que sea alguien desechable y que no pueda ser conectada con él. Por supuesto, Raven solo aceptará a cambio de una buena oferta, y aun así, el altruismo y el juego limpio no estará en su vocabulario —no te fíes de ella, siempre miente—, debiendo desempeñarse en un escenario lleno de sorpresas, peligros y traiciones.
No obstante, en el desarrollo de sus misiones la azulada fémina no estará sola, sino que contará con un conjunto de artilugios de alta tecnología cortesía de Forge, otro agente de campo que actuará como coordinador llamado Shortpack, y un par de otros personajes nuevos que serán sus oponentes, como Shepard o el Quiet Man. Eventualmente, también harán apariciones otros personajes de la franquicia, con importancia variable en las tramas, como Fantomex, Rogue y Wolverine.
Como decíamos, tras el procesador de texto pasaron dos escritores. El primero fue Brian K. Vaughan, quien dio el puntapié inicial a la serie y se mantuvo hasta el #13. Por entonces, Vaughan ya venía mostrando su solidez, con proyectos como Ultimate X-Men o Runaways para Marvel, o Y The Last Man para DC. En esas 13 entregas, realizó 3 arcos argumentales, en los que estableció el tono y quid de la colección, esto es, peligrosas misiones de alto espionaje, al estilo del mejor James Bond, la serie de TV Alias o las novelas de Le Carré. Su sucesor fue Sean McKeever, escritor que en esa época se prodigaba más que nada en títulos de corte juvenil, principalmente en aquellos publicados en la línea Tsunami de Marvel. No obstante el relevo, ambos autores estuvieron bien coordinados, de modo que apenas se notó el cambio, dotando a la serie de una coherencia narrativa de principio a fin.
Aunque Mystique se lanzó en una época en que tuvo que competir con varias otras cabeceras dedicadas a mujeres-x —como Rogue o Emma Frost—, logró distinguirse con una escritura inteligente y con gran atención en la interna de los personajes, uno de los sellos de identidad de Vaughan. Las tramas no son tan innovadoras, involucrando elementos esperables en cualquier trama de espías, como parajes exóticos, artilugios de alta tecnología, romance y disparos, pero el guionista hizo un gran trabajo explorando realmente los poderes de cambio de forma de Mystique. Ya sea escondiendo armas dentro de su cuerpo, haciendo crecer brazos y cabezas adicionales, o incluso usando el baño de hombres, las habilidades de Raven son llevadas al límite.
Además del impacto que ha tenido su trabajo en la industria, lo que más llama la atención del todos los trabajos de Vaughan es la fuerza de su estilo. Aunque Y The Last Man, Ex Machina, Saga, We Stand on Guard, Paper Girls o Runaways son libros muy diferentes, todos tienen inequívocamente la esencia del escritor. Como es lógico, cada una de sus obras ha visto avanzar su estilo, pero sus instintos como narrador ya eran notables desde sus primeros trabajos. Además de ser un maestro del cliffhanger, siempre entrega personajes matizados, únicos y diversos, con motivaciones y perspectivas con las que nos involucra desde el principio, todo sazonado con un ritmo muy intenso y atingente.
En este caso, la caracterización de Mystique está bien, y aunque no sea totalmente consistente con la forma en que ha sido retratada a lo largo de los años, es algo que podemos soslayar. Eso sí, al principio es un poco molesto al insistir demasiado en mostrar que la protagonista tiene corazón y es una persona decente, mientras ella no para de repetir a quien se le cruce por delante que no es una buena persona. Definitivamente esas frases no eran necesarias, pues quienes llevamos años en la franquicia la conocemos, y los recién llegados no necesitaban más que ver sus acciones, siempre al filo entre la bondad y la maldad. Raven es convincente, siendo esa antiheroína que no se disculpa y que se atreve a decir lo que los mutantes "buenos" no dirán: que los mutantes son mejores que los humanos. El guionista explora las metáforas inherentes a las series de los X-Men sin apoyarse demasiado en las historias clásicas de la franquicia, incursionando también ligeramente en la psicología del terrorismo, la apropiación cultural, la política de género y la idea de las pérdidas aceptables en las guerras.
Eso sí, por momentos todo el asunto de la 'agente de Xavier' parece solo una forma de hacer que el personaje pase bajo una luz comprensiva y para ponerla junto con Forge. La relación de Raven con él es uno de los aspectos más divertidos de la obra, más aun si se ha leído la etapa de X-Factor de cuando fueron compañeros de equipo. Acá se comportan antagónicos, violentos, juguetones y respetuosos entre sí, con Vaughan interpretando con la nota correcta su historia romántica.
El segmento de McKeever —números 14 al 24— se une al de Vaughan como un lego, siguiendo el esquema de misiones ocultas, subtramas de agentes dobles, y sobre todo ello, haciendo suya la ambición del personaje, que retuerce y tergiversa todo para llevarlo a su terreno. También, los secundarios terminarían de desarrollarse: se revelan los secretos de los villanos, descubrimos que Shortpack es un tipo bastante más duro y peligroso de lo que parecía, y Xavier, como siempre ha sido aunque muchos lo nieguen, continúa como el manipulador que siempre fue.
Su trabajo comienza con el arco argumental 'The Unnatural', en el que Raven debe de destapar las horrorosas prácticas cometidas por una corporación de productos estéticos que está experimentado con mutantes para crear sus productos milagrosos. Pese a lo poco original de la trama, la historia resulta muy entretenida, no dejando de resultar un espejo de la realidad, en que algunos villanos no dejan de ser empresarios de traje y corbata que están dispuestos a todo con tal de ganar más dinero, llegando a no considerar seres humanos a los mutantes que utilizan como auténticas cobayas. Tras un interesante número de transición, arranca 'Quiet', saga con la que cierra la colección, y en el que Mystique tendrá que elegir dónde está su lealtad una vez que el misterioso Shepard y su amo, aún más misterioso, le pongan entre la espada y la pared, obligándola a tomar una decisión final.
Con respecto al apartado artístico, este también está repartido, entre Jorge Lucas, Michael Ryan y Manuel García. Lucas inicia la serie, seguido Ryan, ambos con un estilo de superhéroes más moderno y sofisticado que la media. Eso sí, me parece que muchas veces prestan más atención a la forma que al fondo, porque siendo dibujos correctos, proporcionados y bien diseñados, pecan de ser algo estáticos, especialmente a la hora de las escenas de acción.
Poco antes del ecuador de la serie recibimos a Manuel García, con un trabajo más oscuro, pesado y detallado que sus predecesores, pero también más dinámico y fluido. Esto se siente bastante en sintonía con el in crescendo de la colección, que a medida que avanza, aumenta en espectacularidad, adrenalina y acción. De todas maneras, los tres artistas consiguen mantener una uniformidad en el aspecto gráfico de los distintos números, por lo que no se siente como un baile de dibujantes. De esa manera, en base a planos impresionantes, mujeres voluptuosas y villanos de mala cara, el arte de la cabecera es lo suficientemente divertido, alegre y cinético como para vender las grandes escenas de acción.
En definitiva, Mystique no es un cómic que se proponga cambiar vidas, pero hará pasar un rato muy divertido. Una conjunción de buenos artistas y escritores logran que la primera serie en solitario de Raven sea digna de ocupar un lugar de tu biblioteca mutante, si bien tampoco se gana un sitial de honor. Aun así, al igual que si te encontraras de frente con nuestra protagonista, esta es una colección que tomas o dejas bajo tu propio riesgo.