Héroes y Villanos - Batman: Mi principio... y mi probable fin
Seguimos poniéndonos al día con la colección Héroes y Villanos de DC, editada por Salvat. Hoy nos toca otro tomo dedicado a Batman, pero uno muy singular. Porque el cruzado encapotado moderno tiene una muy clara atmósfera de misterio y seriedad en sus historias, pero hubo un tiempo que esto no fue así. Un tiempo donde Batman era mas juguetón y hasta inocente. Además, Alan Davis dibuja.
BATMAN: MI PRINCIPIO... Y MI PROBABLE FIN
Contenido: Detective Comics #569-574 USA.
Guion: Mike W. Barr
Arte: Alan Davis, Terry Beatty, Carmine Infantino, E. R. Cruz, Dick Sprang, Paul Neary, Al Vey, Dick Giordano
Mucho se habla del otro Alan, y de la invasión británica que supuso un cambio en la línea editorial de DC. Moore, Grant Morrison, Jamie Delano y un largo etcétera de guionistas que dieron un toque mas sofisticado a Superman y compañía. Pero poco se habla de que esta llamada invasión se inicio no con guionistas, si no con dibujantes. Gente como Brian Bolland, Dave Gibbons, Brian Talbot y por supuesto Alan Davis fueron los primeros en aterrizar en U.S.A. Davis comparte el currículum de la mayoría de artista británicos de aquella época: había trabajado en diferentes revistas de poca denominación editadas por Dez Skinn -como Marvel UK- hasta que llegó Warrior y 2000 A.D. Davis demostró una buena capacidad para estructurar páginas y un excelente dominio de la figura, lo que sumado a su constante trabajo le genero un excelente portafolio que fue notado por DC.
Davis fue contratado por Dick Giordano en 1985, cuando este fue enviado por DC en búsqueda de sangre nueva al Reino Unido. Davis quedo a cargo de la colección Batman and the Outsiders, con guiones de Mike W. Barr y tinta de su compatriota Paul Neary. El talento creativo del grupo dio una buena impresión y al año siguiente fueron a parar nada menos que a Detective Comics. La época no podía ser mejor para el tándem creativo, pues en paralelo a su trabajo ocurría una gran reestructuración en la editorial: Crisis on Infinite Earts. Eran hacer borrón y cuenta nueva, destilar lo mejor de épocas pasadas y darle un nuevo toque de pintura a un personaje que llevaba 50 años editándose.
Para su mala suerte, la tendencia fue hacia otra dirección. Un estilo de historia mas oscura, urbana y lúgubre, notablemente ejecutada por un Frank Miller en estado de gracia con su Batman Year One. En cambio, lo de Barr, Davis y Neary era una refinación del Batman del cómic pretérito y su contrapartida televisiva de los sesenta.
Es muy fácil tomarse demasiado en serio un cómic sobre un hombre disfrazado de murciélago gigante. Es muy fácil quedar atrapado en cuestiones como el realismo psicológico y la verosimilitud y las preocupaciones contemporáneas. Pero también es bueno, de vez en cuando, recordar a los lectores que el mundo de Batman debe ser absurdo por naturaleza. Eso no desmerece a Batman en modo alguno, ni descarta la idea de que pueda haber buenas historias de Batman con fundamento. Sólo sugiere que un tipo de historia de Batman no debería considerarse objetivamente superior a otra.
Uno de los puntos fuertes de Batman es su versatilidad. No existe un verdadero Batman. Por supuesto, ciertos elementos son escenciales -como la capa y la capucha-, pero Batman puede existir en un amplio espectro. Puede ser Adam West, Michael Keaton o Christian Bale, y cada uno puede reclamar perfectamente el título. Lo mejor del Detective Comics de Barr y Davis es que parece un esfuerzo consciente por afirmar esta idea, un empeño por mostrar una versión de Batman que contrasta con el vigilante urbano que Miller había ilustrado.
Barr y Davis parecen bastante comprometidos en utilizar la iconografía de la edad de plata: el uso de elementos gigantes como bolas de billar o trampas mortales demasiado elaboradas. También hay un buen numero de juegos de palabras que recuerdan al show del mencionado Adam West. Robin exhala un ferviente "¡Santo Guttenberg, Batman! ¡Vamos!" Pero Batman no está tan entusiasmado. "No tan rápido, Robin", comenta, deteniendo a su joven compañero. Agarra a Jason por los hombros y le advierte con severidad: "¡No vuelvas a hacer eso!".
Pero lejos de ser un ejercicio de nostalgia, los autores elevan el conjunto atrayendo elementos de otras épocas. Así dan testigo el rescate de personajes como olvidados como Doctor Moon o Leslie Thompkins, quien será clave las aventuras de personaje. Todo esto tiene un maravilloso sentido de la diversión. El Joker se esconde en una gran colección de juguetes y tiene un “Joker-mobile”. El Mad Hatter lanza al aire sombreros voladores con sierras mortales.
En el número aniversario incluido dentro del cómic, Batman debe resolver un misterio que lo lleva a Inglaterra, donde circulan diferentes detectives de DC. Aparecen Samuel Bradley -un detective clásico sin poderes-, Elongated Man -el que se estira y cada vez que deduce algo mueve su nariz-, Batman por supuesto y al final se encuentran con el original Sherlock Holmes. Es un número maravilloso en que los autores no recuerdan que el "Detective" antes del "Cómics" está por algo.
Barr y Davis tampoco olvidan ciertos elementos reflexivos dentro Batman. El Robin de estos números es el polémico Jason Todd, un personaje que nunca fue aceptado por los fans de esta época. Hay algo muy entrañable en la relación entre Bruce y Jason. Mientras el dúo resuelve los problemas que plantean los criminales de la ciudad, Bruce nunca pierde de vista el hecho de que está tratando con un niño. Este es un Batman que conoce bien a ciertas personas de Gotham. "Hola, Rhonda", saluda a una mujer en un bar de mala muerte. "¿No te metes en problemas? Una conversación posterior con Robin sugiere que Rhonda es una prostituta, aunque Batman es demasiado caballero para decirlo. "Es una dama, amigo".
En "Mi principio... y mi probable fin" la historia final y que da nombre este tomo, Jason resulta herido durante un enfrentamiento con el Mad Hatter. Bruce lo lleva con Leslie Thompkins, con la esperanza de que ella pueda ayudarlo. En su lucha por estabilizar al niño, Thompkins reflexiona: "Sabes, me recuerda a ti...". Tal vez esto podría interpretarse como un augurio del posterior desarrollo del personaje de Jason Todd, sugiriendo que Todd no funcionaba bien como Robin porque se parecía demasiado a Bruce. Jason no era un Robin obediente que se quedaba en una esquina y dejaba trabajar a Batman tranquilo. Era metete y bueno para meterse en problemas, que a menudo Batman tenía que resolver.
Era un niño ¿Qué esperaban? Barr le da vuelta a la idea de tener a un niño combatiendo criminales peligrosos, saltando de techo en techo esperando que nunca nadie saliera herido. ¿No es acaso absurdo? Esta etapa de Detective Comics fue publicada un año antes de la muerte de Todd perpetrada por la editorial. En el clímax de Fear for Sale, donde combaten a Scarecrow, Batman evoca que el miedo más terrible que podía concebir es la muerte de Jason Todd. Prácticamente parece un presagio.
Este tomo ofrece un Batman que en perspectiva parece olvidado. Lleno de ideas juguetonas, con una lógica flexible pero siempre comprometido en entretener al lector. Nos recuerda que el personaje es oro, lo que implica que su maleabilidad es parte del paquete. También parece hacer ver que dentro de toda esta liviandad, si se tiene buen ojo, se puede reflexionar sobre lo absurdo que es tener un hombre vestido de murciélago, sin hacerlo ver como una estupidez. Puede que la etapa de Barr y Davis en Detective Comics fuera una etapa corta, pero también se convirtió en un auténtico clásico.