Héroes y Villanos - Crisis Infinita: La guerra Rann-Thanagar
Volvemos a nuestro camino a la Crisis Infinita, esta vez con la historia de una guerra espacial en esta colección Héroes y Villanos.
CRISIS INFINITA: LA GUERRA RANN-THANAGAR
Contenido: Hawkman (Vol. 4) 46 y Rann-Thanagar War 1 al 6
Guion: Dave Gibbons, Justin Gray, Jimmy Palmiotti,
Arte: Ivan Reis, Joe Prado, Ron Randall, Art Thibert (lápices), Marc Campos, Ron Randall, WaldenWong (tintas), John Kalisz, Sno Cone (color), Nick J. Napolitano, Travis Lanham (letrista)
El brillo de las galaxias lejanas, dada la inmensa distancia del espacio, y la limitada velocidad máxima permitida en este, nos llega con muchisimos años de distancia. En algunos casos, estrellas y planetas que ya no existen, para nosotros todavía son una luz en el cielo nocturno, ignorantes de su desaparición. Y así, gracias a la distancia, Rann y Thanagar y este tomo recién aparecen aquí. Pero su brillo, honestamente es escaso. Si fue una estrella, allá en la constelación de la Crisis Infinita en los 2000s, esa luz no me está llegando de la forma que lo hizo hace casi dos décadas. Seré honesto, ni en su contemporaneidad se sintió un producto fuerte. Solo que ahora es infumable.
Primero el contexto. La Guerra Rann Thannagar es parte de las 4 miniseries que formaban parte del camino a la Crisis Infinita, es decir, una serie de eventos que llevan al gran evento editorial. Esta en particular tenía varios elementos que podrían servirle a la hora de destacar. Por ejemplo, contar con un Green Lantern en portada implica más del presupuesto que se podía permitir Gail Simone en Villanos Unidos. Es como si gritara relevancia la portada del primer número. Por otro lado, la tradición cósmica de DC ofrece posibilidades de nexos múltiples con la Liga de la Justicia, así como un a priori, fácil enganche en un género más populoso que la magia de Día de Venganza, o los secundarios del ya mencionado Villanos Unidos. Y las proporciones de esta mini-serie dan para harto: una guerra cósmica entre dos pueblos, con una serie de razas y planetas aliados y rivales. Y dado que la Crisis Infinita en sí es un evento de naturaleza cósmica, tiene sentido que el conflicto a más alta escala sea uno de los que más aporte.
El contexto de la guerra es fácil de explicar. Un planeta, Thanagar, afronta una casi certera destrucción, por lo que su población termina como refugiada en el planeta de Rann, hogar de su afamado defensor terrícola, Adam Strange. Sin embargo, las tensiones surgen rápidamente como en todo proceso de migración masiva. Hasta ahí bien, y es rápidamente explicado. Sin embargo, la historia toma unos curiosos derroteros en una secta galáctica centrada en la muerte, una serie de aparentes cambios de bando de alguno de los personajes con Hawk en el nombre, y unos Green Lantern rebotando más que el Rayo Zeta de Strange. Y no es que sea particularmente complejo el relato, sino que más bien, pierde fuerza rápidamente, y honestamente deja de interesarte y lo peor: deja de ser memorable. De cada una de las series previas a la Crisis Infinita puedo rescatar momentos, instantes, elementos. OMAC, a pesar de su rápido declive, logra tener grandes momentos en casi todos sus números. Villanos Unidos pareciera ser la menos relevante, pero cada diálogo es tan divertido y profundiza en personajes tanto oscuros, que rápidamente se gana tu corazón. Dia de Venganza a su vez, logra lo mismo, que te importen su variopinto grupo de personajes. En cambio aquí, tenemos a Kyle Rayner, Adam Strange, Hawkman, Hawkwoman, Kilowog, etc. Ninguno logra importarme, y casi que en páginas quería que ganaran rápido los malos para que la historia viviera un justo final. Ahora que lo hojeo, maldición, tiene a los hombres Omega también, y aún así no logra repuntar. He allí una crítica a la labor de Dave Gibbons, escala rápidamente el conflicto, pero no llegamos a sentir mucho a menos que ya tengamos afección por algunos de estos de antemano. Y no, la serie no ayuda.
Miento. Hay algo memorable, y que no es para nada menor. Ivan Reis. El hombre es la única razón de por qué esta mini-serie podría ser de interés. Cada episodio, postura, está hecho con cariño, trabajo y dedicación. Es un espectáculo, y por momentos, uno podría darse por pagado y decir "no entendí mucho, pero mira qué buen dibujo". Y es que, siento que Reis (apoyado por Joe Prado en los últimos números) levanta las expectativas e interés, pero se siente insuficiente. Como el dulce sabor de algún tipo de caramelo, en que sabes que no te está alimentando. Con el caramelo, al menos no hay expectativas de tanto más. Y aún así, hay un dejo de saturación por momentos. Las exigencias de más explosiones, de más muertos, de más gigantes y más pelos en el pecho de Hawkman, pone al lector en modo sobrecarga. Es decir, incluso lo mejor del tomo sufre y se va afectando por la naturaleza misma de la historia.
Y es que esta guerra tiene elementos que permitirían una discusión relevante en nuestro presente: fanatismos, ambición, carreras armamentistas, antropocentrismo, etc. Y si bien estarán estos titulares en una que otra viñeta (y en la poco sutil forma en que el villano principal se alimenta y alza la muerte creciendo de tamaño), no va más allá que ideas sin desarrollo o cuestionamiento. Es solo trama andando, y honestamente, es hasta aburrido intentar seguirle el rastro.
Para agregar insultos, el final y por ende el encaje con la Crisis misma, no pasa de ser un evento sacado de la nada. En otras palabras, si había que llegar a este punto para los efectos cósmicos, en donde por momentos la guerra pareció no tener injerencia alguna, te hace pensar en la necesidad misma de la serie. Uno no puede dejar de sentir que leyó tanto para que solo las últimas páginas entreguen un enganche al macro evento, y además es un enganche fuera de contexto. Ni los protagonistas saben por qué pasa lo que pasa. Menos uno.
La portada pertenece a la serie de Hawkman, y es una especie de prólogo. No lo había leído antes. Y fue una decepción. Me recuerda todo lo desagradable de esta época en los cómics de DC. Época a la que le tengo cariño, pero que también ha mostrado sus años.
Y quizás por eso, dentro de otras muchas cosas de la vida personal, es que, después de haber leído esta mini-serie, ni ganas daban de escribir al respecto. Y cuando uno quiere tirar mala onda, con alergia primaveral, los resultados tampoco son auspiciosos. Ya sentía lejana esta lectura, y tuve que volver a acercarme para poder terminar estas pocas líneas. Y aún así, prefiero la lejanía. A varios años luz de distancia de las historias y relatos que no nos sumen.