Héroes y Villanos - Starman: Los Pecados del Padre
Esta semana, en la maravillosa Colección de héroes y villanos de Salvat, tenemos el comienzo de la mejor etapa del personaje de Starman ¿Recuerdan a Starman? Probablemente no, pero aquí siempre tratamos de hacer todo el trabajo y les ofrecemos un pequeño resumen de todo para afrontar este cómic. Vamos allá.
STARMAN: LOS PECADOS DEL PADRE
Contenido: Starman vol.2 #0-6 USA.
Guion: James Robinson
Arte: Tony Harris, Teddy Kristiansen, Kim Hagen, Bjarne Hansen, Christian Hojgaard, Wade Von Grawbadger
Seguramente, lo primero que se les viene a la mente al escuchar el nombre de Starman sea la famosa canción de David Bowie. Pero antes de ser una de las mejores interpretaciones del cantautor ingles, Starman fue un personaje de DC. Un superhéroe.
En 1941, el escritor Gardner Fox y el dibujante Jack Burnley crearon al Starman original, un astrólogo que había creado “la barra gravitatoria” –que después sería rebautizada como “la barra cósmica”- y que se dedicaba a combatir el crimen. Bajo un traje rojo y amarillo con casco estaba Theodore Knight, quien a pesar de no tener la popularidad de Superman, pudo sobrevivir a los vaivenes del inicio caótico del cómic superheroico apareciendo en diversas colecciones, incluso llegando a ser parte de la Justice Society of America.
Para los años cincuenta, el personaje se perdería en el olvido, a pesar de los intentos de insuflar nueva sabia al mismo. Incluso Bruce Wayne asumiría el manto de la estrella brevemente, en Detective Comics #247 (septiembre de 1957), utilizando variantes de su equipo habitual, pero con un motivo de estrella en lugar de un murciélago, debido a que había sido hipnotizado para que le dieran miedo los murciélagos en la creencia de que esto le incapacitaría para ser un héroe. Así de locos deberían ser todos los cómics de superhéroes.
En los sesenta aparecería por un solo numero -Detective Comics #286- un villano llamado Star-Man, un personaje que poseía una ligera superfuerza y la capacidad de manipular la gravedad gracias a su emblema y una hebilla que poseía. Batman lo arrestaría y nunca mas lo veríamos salir de prisión.
En marzo de 1976, aparecería Mikaal Tomas, un alienígena que viajó a la Tierra para ayudar a conquistarla, pero que se volvió contra su pueblo guerrero en defensa de la raza humana. Gerry Conway le dio el nombre de Starman porque simplemente le gustaba como sonaba y en esa época nadie lo estaba usando en el universo DC. La historia del extraterrestre benévolo que llega a la Tierra para salvar el planeta de la destrucción, es una situación muy similar a la descrita por la canción de Bowie, hecho que sería notado por James Robinson en el futuro.
Saltamos a 1980, Paul Levitz y Steve Ditko crean al Principe Gavyn en Adventure Comics #467. Es un príncipe mimado, rubio y vividor del imperio alienígena del planeta Kranaltine, que tras casi ser asesinado por su hermana mayor, descubre que tiene la capacidad mutante de absorber y procesar la radiación estelar. Entonces le dan unos brazaletes y un bastón que le permiten canalizar y controlar la energía de su cuerpo, lo que le permite volar y lanzar ráfagas de energía. Guiado por el sabio alienígena M'ntorr, Gavyn pasa de ser una persona arrogante y egocéntrica a un noble y afable héroe decidido a proteger la vida y acabar con la opresión. El personaje se perdería entre las bajas del mega crossover Crisis on Infinite Earths.
Ocupando la misma década que el Principe Gavyn, Roger Stern y Tom Lyle crearían a Will Payton, siendo el primer Starman con colección propia. Payton adquirió sus poderes de vuelo, superfuerza, la capacidad de alterar su apariencia y disparar rayos de energía desde sus manos tras ser alcanzado por un rayo de energía procedente de un satélite espacial. Este personaje se salvaría de la purga de la gran crisis gracias a su modesta popularidad. Pero ya llevamos cinco Starmen y ni siquiera hemos cambiado de siglo.
¡Llegamos a los noventa! En el numero 26 del Starman protagonizado por Will Payton aparecería otro Starman, vestido con el traje clásico de los años cuarenta. Aquí se revela al mundo que Theodore Knight había tenido un hijo llamado David y que él había heredado el manto y la barra cósmica del Starman original.
Al fin llegamos al Starman que nos interesa. En el evento Zero Hour: Crisis in Time se revela con más detalle –y en un par de viñetas- como había sido el traspaso del manto de Starman dentro de la familia Knight. Zero Hour fue un evento para aclarar los enredos temporales que tenia DC y que no habian sido corregidos por la Crisis anterior. En este caso, los miembros de la Justice Society of America seguían relativamente jóvenes a pesar que habían pasado cincuenta años desde su aparición.
Como eran más prescindibles que; digamos Superman, Batman o Wonder Woman; casi todos los miembros de la Sociedad envejecieron a la edad que deberían tener en esa época. Todo gracias a lo absurdo que pueden llegar a ser los cómics norteamericanos.
Starman –Ted Knight- fue uno de los que sobrevivió al abrupto paso del tiempo, revelando que tenia dos hijos: el mencionado David y Jack, su hermano menor. David es el que se queda con la barra y la capa, dejando claro que Jack no quiere tener nada que ver con el temita de ser justiciero.
Aquí es donde parte el volumen dos de Starman, y que nos llega el primer arco gracias a Salvat, en un tomo con sus primeros siete números.
James Robinson debe ser uno de los guionista menos reconocidos de esa segunda ola de artista que llegaron de Inglaterra. Lamentablemente, le tocó codearse con pesos pesados como Grant Morrison, Jamie Delano o Garth Ennis, pero Robinson ha demostrado estar a la altura de cualquier reto que las editoriales grandes le han impuesto.
En el caso de su Starman, Robinson decide crear y atar todos los mitos creados alrededor del nombre de Starman –sea dentro o fuera de la ficción-, ayudar a dar continuidad a la gran cantidad de personajes que comparten este nombre dentro del universo DC y crear una historia centrada en la humanidad de su personaje, luchando por mantener un balance entre su vida y sus obligaciones como vigilante.
No voy a revelar datos precisos de estos primeros siete números, pero la barra cósmica salta de David, quien quiere ser Starman, a su hermano Jack, el hijo que nunca ha conectado con los intereses de ser un justiciero que su padre y hermano tienen.
Jack Knight es el protagonista de esta historia, un coleccionista empedernido que está constantemente cazando alguna pieza estrafalaria para su tienda. Pero todo se da vueltas cuando el caos sacude a Opal City. Robinson hace una jugada interesante de entrada al darle protagonismo a la propia ciudad del héroe. Opal City no es ni Gotham ni Metrópolis. Es una ciudad relativamente normal, suficientemente movida para que un héroe como Starman la pueda vigilar sin mayores exabruptos.
Pero la escalada de violencia la pondrá casi al nivel de Gotham City, dejando una anarquía en la que Jack Knight tendrá que luchar para sobrevivir. El guion de Robinson crea dinámicas muy humanas dentro de la historia, sobre todo en esta familia de solo hombres.
Hay una complicidad padre/hijo entre Ted y David, ya que ambos han compartido el rol de Starman en la ciudad, una complicidad que no comparten con Jack, lo que crea tensiones sin resolver entre ellos. Por su parte, Jack se ha aislado en su negocio de antigüedades y coleccionismo, una vida que convenientemente no comparte con su padre ni su hermano, aumentando su sentimiento de soledad.
Por supuesto, detrás de toda la seguidilla de crímenes en Opal City esta detrás un villano y su familia, que están atados al mito pasado de Starman, y que Robinson usa como espejo a la familia Knight. Otra jugada interesante en el guion, que el escritor adorna con una prosa en que demuestra que comparte ese interés por el pasado, al igual que su protagonista.
Por supuesto, al final Jack logra estar a la altura del reto que el destino le ha impuesto, pero habrá perdidas, algunas muy dolorosas como para olvidarse. La humanidad Robinson imprime al relato se siente natural, a pesar de estar leyendo una historia de un tipo disfrazado que sale por la noche a combatir el crimen.
Además de esta saga de inicio, hay dos números que sirven como extra complementario a la historia principal presentada en este tomo. El primero simplemente es una conversación entre hermanos que sirve para limar asperezas acumuladas durante una vida. Un ejercicio de comunicación irreal, que nos apunta a la importancia de expresar nuestros verdaderos sentimientos con nuestros cercanos y que ellos hagan lo mismo.
La segunda historia involucra a Shade, un personaje secundario que posee el don de la inmortalidad y que en estas paginas comparte una historia junto a Oscar Wilde, en un relato de terror que bebe mucho de los clásicos de la literatura “pulp” del siglo pasado.
Ambos números complementarios sirven con un excelente muestrario de los que tiene guardado la colección de Starman guionizada por Robinson. Una relación entre escritor y personaje muy similar a la que desarrollaron Alan Moore y Swamp Thing o Neil Gaiman y Sandman. Es decir, una reinvención del mito, un ajuste literario al mismo y a su ubicación en un universo que comparten historia y fantasía por partes iguales.
Pero son mas de ochenta números en su totalidad. Una colección que es difícil de seguir en el papel porque las reediciones de no son tan generosas con Starman, como lo son con Watchmen o The Killing Joke. No se edita en español hace ya un buen tiempo. Por eso creo que este tomo es indispensable para lanzar una señal al cielo.
Dejar claro en el firmamento que el público tiene hambre de estas historias sofisticadas que pueden ser para cualquiera. Porque son universales, la condición humana es universal y deberíamos darle prioridad a historias que traten de ella. No importa que su protagonista se vista con un pijama de color fuerte y salga de noche a combatir el crimen, al final lo que queda es el ser humano.
Un indispensable de esta colección. Y ni siquiera hablé del excelente dibujo de Tony Harrys y Wade Von Grawbadger. Ahora me siento culpable. Mi única forma de redención es volver a recomendar este tomo, cómprenlo sin miedo porque es una excelente historia. Y si quieren seguir, el formato digital es su mejor opción, hasta que las editoriales vuelvan a sacar Starman. Hasta que vean que James Robinson y compañía se sacaron uno de los mejores cómics de superheroes de los noventa. Puede que no suene como la gran cosa. Pero lo es. Como decía la canción...
Hay un Starman esperando en el cielo
Le gustaría venir a conocernos
Pero cree que nos volaría la cabeza