"Ultimate X-Men: Retorno a Arma X" (2001): pecados del pasado
La mayoría de los músicos dicen que el segundo álbum de cualquier banda es el más difícil. Esto, porque luego de que se haya disipado el factor sorpresa del debut, es hora de demostrar si las primeras impresiones son fruto de una calidad inherente, o solo un destello fugaz. Lo mismo ocurrió con Mark Millar y su Ultimate X-Men, que luego del arco argumental inicial, La Gente del Mañana, debía elegir un tema tanto o más interesante para continuar. Y que mejor que recurrir a la carta bajo la manga que todo escritor de los mutantes tiene: Wolverine y su pasado. Sin más dilación, veamos que encontramos en la saga titulada Retorno a Arma X.
Return to Weapon X —en español Retorno a Arma X— es el segundo arco argumental de Ultimate X-Men, correspondiente a los #7 al 12 de la serie, publicados durante el 2001. Para él, y como decíamos, el guionista Mark Millar se propuso sumergirse en los orígenes de Logan, siguiendo, para bien o para mal, un orden de prioridades marcado por la primera película de los mutantes, X-Men de Bryan Singer. Recordemos que en unos pocos segundos del metraje, Jean Grey conectaba con unos recuerdos ocultos en la mente del canadiense, en una escena que mostraba al personaje sumergido en un tanque acuático, durante la operación en que sus huesos fueron recubiertos por adamantium.
No veíamos mucho más, lo que precisamente acrecentaba la curiosidad de los espectadores que no supieran mucho de los cómics, o del trasfondo del que se descubrió como el más carismático de los Hombres-X. ¿De dónde venía Wolverine? ¿Qué clase de horrores debió soportar para ahora ser un personaje tan hosco y violento? ¿Y por qué no recordaba nada de su pasado? Corría 2001, y los realizadores del filme ya habían decidido que X-Men 2 trataría de responder esas preguntas.
Como siempre, en ese aspecto los aficionados habituales de los cómics tenían ventaja. Porque los escasos fotogramas del tanque acuático de inmediato traían el recuerdo de una historia fundamental, Wolverine: Weapon X, escrita y dibujada por el genial Barry Windsor-Smith en 1991, obra con que quedó parcialmente revelado un misterio que se arrastraba desde hace varios años. Y es que el patriarca Chris Claremont, el que había sido casi el único guionista de las aventuras de Wolverine desde que se había unido a los Hombres-X en la Segunda Génesis, poco después de su debut en Incredible Hulk #180-181 —1974—, estimaba que el principal interés del personaje residía, justamente, en que nadie supiera gran cosa de él, o de su vida previa.
Weapon X resolvió muchas de esas dudas, hasta posicionarse entre las favoritas de los lectores. En sus páginas, ambientadas en un pasado indeterminado, se narraba la manera en que las actividades clandestinas de Logan en Canadá habían llamado la atención del jefe de un proyecto gubernamental secreto llamado, obviamente, Weapon X. Sus agentes le habían secuestrado, para llevarle a un lugar en medio de la nada donde era sometido a los experimentos necesarios para convertirlo en una verdadera máquina de matar.
Con la perspectiva que X-Men 2 narraría la lucha de Wolverine y los Hombres-X contra el renacido proyecto secreto, Millar decidió adelantarse a la jugada, de manera que Retorno a Arma X presentaría su propia versión todo ello. Así, el guionista podría escoger aquellos elementos que le resultaran interesantes, descartar los considerados superfluos, o añadir otros de su propia cosecha. El más interesante de ellos, probablemente, sería el que la organización no sería solo un viejo recuerdo de algún pasado remoto, o una sucia operación clandestina a la que el gobierno le hubiese puesto el candado años atrás.
En el escenario en que transitan los mutantes ultimateados, con una guerra abierta contra el Homo superior que apenas sí había sido evitada por el Profesor Xavier y sus pupilos, la idea de que Arma X estuviera plenamente activo y en funcionamiento resultaba de lo más sugerente, ya que ahondaba en la posición de los portadores del gen x en este nuevo mundo. De cara a la opinión pública, las autoridades los presentaban como amenazas a las que hay que detener, mientras que secreto les utilizaban como armas superhumanas para llevar a cabo actividades clandestinas e ilegales. Era, por tanto, la oportunidad perfecta para dar a conocer algunos de los personajes de importancia capital, que sí o sí tenían que ser incorporados en Ultimate X-Men. En particular, Millar puso el acento en la llegada de dos de los mutantes más queridos por el público.
En orden cronológico, el primero de ellos fue Kurt Wagner, el elfo favorito de todos llamado Nightcrawler. Aquí, nuevamente le ganaba el quién vive a X-Men 2, donde Kurt sería controlado y utilizado por Arma X para atacar la Casa Blanca, en el espectacular arranque de la cinta. Pese a que Nightcrawler fuese uno de los personajes favoritos del público, los productores habían prescindido de él en el primer largometraje, por lo que Millar tampoco estimó incluirlo en la oncena titular de Ultimate X-Men, situación que fue subsanada a la primera oportunidad que tuvo.
El segundo mutante que el escritor quiso agregar fue Rogue, la atractiva mujer-x capaz de absorber la energía y poderes de aquellos con los que entra en contacto físico. Veterana del cosmos mutante desde mediados de los años ochenta, la película había simplificado sus características y alterado radicalmente otras. Por ejemplo, en los cómics, Rogue tiene un pasado como integrante de la Hermandad de Mutantes Diabólicos, fue criada por Mystique, y se encuentra entre la veintena y treintena de edad. Para llevarla al cine, Bryan Singer la dotó de algunos de los aspectos de Kitty Pryde, como su adolescencia y sentimientos filiales con Wolverine. Millar, en tanto, optó por integrarla en Arma X, aunque fuera en contra de su voluntad, lo que enlazaba con el pasado criminal de su contraparte de las viñetas.
En cuanto a los enemigos que formarían parte de la organización, además del cruel Coronel John Wraith y el insensible Dr. Cornelius, que dirigían la agencia, Millar recuperó a varios villanos clásicos, el principal de los cuales fue Sabretooth, el eterno rival de Wolverine que ya había conocido la gloria cinéfila en el primer filme. También encontramos a Juggernaut, excelentemente rediseñado por Adam Kubert. Pero quizá la más sorprendente inclusión de esta historia fuera Nick Fury, el Director de S.H.I.E.L.D., quien realizaría su debut en el Universo Ultimate en Ultimate X-Men #9, con un inesperado y algo polémico cambio en el color de su piel con respecto a lo que tradicionalmente conocíamos en los cómics: nada menos que de raza negra. En el horizonte, ya estaba planeado que el personaje jugaría un papel fundamental en The Ultimates, donde sería dibujado por Bryan Hitch con el aspecto de Samuel L. Jackson, pero mientras tanto el artista Tom Raney, encargado de manera interina de aquel #9, tendría el honor de ilustrar su debut, aunque a tenor del resultado, es más que probable que no tuviese idea de que debía hacerlo parecido al actor de Pulp Fiction.
Con todos esos elementos en la juguera, podemos establecer que el barman Millar creó un cóctel muy efectivo, siguiendo en la misma cresta de la ola cualitativa del debut en la serie. Una vez más, encontramos un guion frenético, emocionante, con giros argumentales y abundantes escenas de impactante y violenta acción, que encajan a la perfección con el tipo de historia que los X-Men se merecen. Además, continúa el desarrollo de los personajes: aunque por el titulo de la aventura podríamos considerarlo el protagonista, no es Wolverine el más mimado, sino que Millar presta incluso más atención al resto de los Hombres-X, quienes obtienen mayor crecimiento y trasfondo, convirtiéndose cada vez más en personajes tridimensionales, capaces de pelear de igual a igual con las versiones tradicionales por el corazón de los fans.
De la misma manera, en el apartado gráfico Adam Kubert es garantía de calidad, regalándonos escenas llenas de acción y dinamismo, con las que plasma el espíritu que Millar intenta contagiar con sus historias. Pero este no es el único dibujante que se encarga de dotar de vida las historias de Millar, pues como dijimos, Tom Raney es el responsable del arte del tercer número, teniendo este el honor de dibujar por primera vez al Fury negro. Raney tiene un trazado bastante similar al de Kubert, aunque un par de peldaños por debajo en el resultado final, provocando que el cambio en el equipo creativo no sea excesivamente disonante. Aunque Raney entrega acabados más detallados que Kubert, siento que le falta un estilo más personal que lo destaque.
En definitiva, con Retorno a Arma X, el mundo de los mutantes definitivos comenzaba a expandirse, a la par que la conclusión de la aventura desvelaba un cliffhanger que presagiaba un hecho que se convirtió en realidad: lo mejor estaba por llegar.