"Ultimate X-Men: La Gente del Mañana" (2001): el futuro es ahora
Una de los grandes desafíos de las editoriales es atraer a nuevos lectores. Y en el caso de Marvel, que tiene mitos que arrancaron hace más de 60 años, la tarea es extra al tratar de trasladar esa mitología a un público de generaciones más modernas. Fue por ello que nació, a principios del siglo XXI, la línea Ultimate, consistente en tomar los retablos que forman al Universo Marvel tradicional y trasladarlos a un nuevo universo que partiera de cero. Para ello contarían con toda una batería de nuevas publicaciones, que como decíamos, modernizarían los héroes de la Casa de las Ideas para una audiencia nueva. Una de ellas sería, como puede suponerse, Ultimate X-Men, cuyo primer arco argumental llamado La Gente del Mañana, repasamos a continuación.
La línea Ultimate pasó por un largo proceso de trabajo previo antes de ver la luz. Tanto Bill Jemas, presidente de Marvel y padre del concepto, como Joe Quezada, el Director Editorial de la empresa, tenían claro que el nuevo sello debía asentarse sobre sus dos grandes titanes, los personajes más populares de la editorial: Spider-Man y los X-Men. Gracias a que el guionista Brian Michael Bendis, que se encontraba en un momento dulce, se sumó al proyecto, el reto de reinventar al Hombre Araña pudo superarse de manera sobresaliente. Sin embargo, en la editorial se intuía que era mucho más complicado trasladar el concepto de la Marvel definitiva a los personajes mutantes, cuya naturaleza misma es el cambio, y que ya en su trayectoria regular habían pasado por tantas etapas, que crear algo nuevo no sería fácil.
Como hemos dicho en otras ocasiones, los Hombres-X nacieron en 1963 de la mano de Stan Lee y Jack Kirby. El concepto de los mutantes, seres que adquirían sus habilidades especiales al nacer como consecuencia de una modificación genética, no era extraño dentro de la ciencia ficción, pero el gran patriarca de Marvel le dio una orientación innovadora: los humanos convencionales temían, odiaban y rechazaban estos mutantes al considerarlos como el escalón evolutivo que un día habría de sustituirlos. Frente al discurso de coexistencia pacífica de la que hablaba el telépata Charles Xavier, a través de cinco jóvenes estudiantes con variopintos poderes, se posicionaba Magneto, otro poderoso integrante del Homo Superior, decidido a aplastar a la humanidad en lugar de ayudarla. Tal planteamiento tenía ecos de las diferentes posturas alrededor de la lucha por los derechos civiles de los negros en los Estados Unidos, polarizada durante los primeros años 60 por la figura pacífica y dialogante de Martin Luther King, y por la frentista y radical de Malcolm X.
A decir verdad, la profundidad del mensaje que proponía el cómic nunca llegó a calar entre los lectores —en parte, porque los autores no pusieron demasiado empeño en ello—, de manera que la serie fue decayendo en ventas hasta su práctica desaparición. Fue ya a mediados de la década de los 70, ya con el renacimiento del grupo a través de una formación internacional que incluía personajes como Wolverine, Tormenta, Coloso o Nightcrawler, y mediante las historias complejas a la par que épicas tejidas por el guionista Chris Claremont junto a dibujantes de la talla de Dave Cockrum, John Byrne o John Romita Jr., cuando los mutantes alcanzaron un éxito monumental, que con el paso del tiempo se extendió a toda una franquicia de series, un salto la televisión, y posteriormente a la gran pantalla de cine.
Por lo tanto, en la trayectoria de los Hombres-X habían tenido cabida tantas perspectivas del concepto inicial, que el súper grupo de jóvenes de los inicios poco tenía que ver con el que viera la luz una década después, y este a su vez también se alejaba de las intrincadas tramas propias del cambio de siglo con los héroes repartidos en multitud de grupos y colecciones, cada una con su orientación diferenciada del resto. Así, un espectador que llegara de otro medio, principalmente del cine no tendría la menor idea de cómo acercarse a los cómics de los mutantes.
En la editorial querían evitar por todos los medios este escenario, de manera que antes de que la primera película de los X-Men llegara a las carteleras, comenzaron a trabajar en Ultimate X-Men, lo que como se suponía, no fue nada fácil. El mismo Bendis era quién debía realizar el proyecto, que estaría dibujado por el español Salvador Larroca, pero ambos autores se quedaron por el camino. Luego de darle vueltas al asunto, Bendis estimó que no era capaz de encontrar la voz de los personajes con la misma intensidad con la que se había hecho con la de Spider-Man, por lo que prefirió renunciar antes de llegar a un desenlace desastroso.
En cuanto a Larroca, en el tiempo que pasó hasta que por fin se pudiera poner en marcha la serie se incorporó a otra colección, por lo que también prefirió bajarse del barco. Eso sí, antes de irse dejo un buen grupo de diseños en los que combinaba la estética de cuero negro que se vería en la película, con el tono de los Hombres-X clásicos, que sería utilizado en su mayor parte.
Y así llegó Mark Millar, el más atrevido guionista del panorama estadounidense de por entonces, un escocés que estaba rompiendo con todos los clichés de los superhéroes en las páginas de The Authority, un cómic de Image que había heredado de la mano del polémico Warren Ellis, y que había conseguido llevar incluso un escalón más allá de dónde lo dejó su creador. The Authority era la mezcla perfecta de espectacularidad sin límites, protagonistas de carisma insuperable y tramas audaces con cierto trasfondo político que las hacía relevantes. Parecía haber nacido para escribir Ultimate X-Men, aunque entre su lecturas de cabecera no se encontraban precisamente los mutantes.
Nada más ser fichado por Marvel, puso multitud de ideas encima de la mesa, pero la que en un principio se llevó el visto bueno de los editores se alejaba bastante de lo que cabía esperar. Consistía en que los Hombres-X fueran un grupo de mutantes al servicio del Presidente de los Estados Unidos, que debía combatir la amenaza del terrorista Magneto. El primer número comenzaría con una misión de alto riesgo en Oriente Medio con Jean Grey, Cíclope, la Bestia y Mystique formando parte del grupo, e incluso el espectacular Adam Kubert ya había dibujado unas cuantas páginas.
Pero entonces, llegó el 17 de julio del 2000, con el estreno en cines de X-Men. Aunque ni siquiera el estudio estaba seguro de cómo funcionaría la película, lo hizo excepcionalmente bien: los más de 54 millones de dólares recaudados solo en Estados Unidos durante el primer fin de semana fue el dato que supuso una revolución dentro de la Casa de las Ideas, pero también fue el factor que hizo decidir que los planes que tenía para la colección diferían demasiado del film, y por tanto había que empezar de nuevo.
Millar desechó el enfoque militar para La Gente del Mañana, cambiándolo por uno mucho más intenso. En este nuevo mundo, las autoridades persiguen a todo aquel que tenga algo malo en su ADN. Hay un psicópata aterrador llamado Magneto que quiere reclutar a esos fugitivos para su guerra contra la humanidad, y solo se le oponen un hombre en silla de ruedas, que a su vez ha logrado convencer a un grupo de jóvenes para que se unan a su sueño de paz. El argumento simplifica al máximo décadas de cómics, al tiempo que mantenía una relación con la película allá en lo que fuera necesario, como en el tono inteligente de la narrativa o en la elección de héroes y villanos.
No obstante, Millar también se tomó cuantas libertades estimó oportunas. Frente a la limitación presupuestaria de la cinta, no había desafío demasiado grande para el lápiz de los hermanos Kubert, Adam y Andy. La Gente del Mañana, por lo tanto, ofrecería todo lo que los espectadores habían encontrado en el cine pero también mucho más: gigantescos robots centinelas aplastando las calles de Nueva York, increíbles batallas a lo largo del planeta, giros argumentales completamente inesperados y un Wolverine salvaje, como nunca antes se había visto. El resultado fue un auténtico bombazo desde el momento de su lanzamiento. Si Ultimate Spider-Man había logrado conquistar el corazón de los lectores unos meses antes, Ultimate X-Men pondría ese corazón en un puño, y lo apretaría sin contemplaciones. La gente del mañana estaba aquí, y el mañana ya era hoy.
Como la gran mayoría de las series actuales, y pensando siempre en el tomo recopilatorio, el primer arco de la colección abarcaría las primeras seis entregas recibiendo en conjunto el nombre de The Tomorrow People, o La Gente del Mañana, en nuestro idioma. Como decíamos, en él veríamos como el gobierno estadounidense y mundial se encuentra en una caza de brujas en contra de los mutantes, considerados un peligro para la sociedad y para la humanidad. Para ello cuentan con una flota de gigantescos robots llamados Centinelas, con la capacidad de detectar y destruir a cualquier individuo portador del gen x.
Es en este escenario en que el Profesor Charles Xavier reúne un grupo de jóvenes Homo Superior, con el objetivo de demostrar a la humanidad que no todos los miembros de esa especie tienen por diversión usar a los humanos como sacos de boxeo. En la vereda del frente Magneto, su Hermandad de Mutantes y una fuerte base de seguidores se encuentran decididos a declarar la guerra al Homo Sapiens y tomar la herencia genética que les corresponde por la fuerza.
Como puede suponerse de los párrafos anteriores, el guion de Millar es frenético, con diálogos cortantes y lleno de un humor negro, aunque este último a veces se excede con bromas que a estas alturas serían consideradas algo homofóbicas, quedando un poco pasadas de moda. Los personajes tienen una voz propia y reconocible, siendo la principal diferencia con la versión convencional la alineación del grupo, que mezcla mutantes originales y de la segunda génesis. Por el contrario, en la vereda del frente encontramos a miembros tradicionales de la hermandad, como Quicksilver, Scarlet Wich, Toad, Mastermind, Blob, y pesos pesados como Magneto.
Por supuesto, el cómic es abundante en batallas y escenas de acción magníficamente creadas por los hermanos Andy y Adam Kubert, los que se irán repartiendo el papel de dibujante a lo largo de los distintos números, para ilustrar la historia con impresionantes viñetas llenas de dinamismo y detalles. Los hijos del legendario Joe Kubert realizan un trabajo muy solvente, captando a la perfección lo que Millar quiere expresar en su guion, y el tono más maduro y desenfadado de estos nuevos X-Men, que tenían el difícil reto de resultar duros y recios, sin caer en los efectismos que muy poco antes nos habían enseñado los años noventa.
Finalizando, La Gente del Mañana corresponde a una aventura muy recomendable, como todas las primeras etapas del Universo Ultimate cuya lectura no debería eludir nadie a quien le gusten los cómics de superhéroes, y menos aún los fans de los mutantes, que verán nuevas y emocionantes versiones de sus personajes de toda la vida.