"Inhumans" (1998), de Jenkins y Lee: poniendo la otra mejilla
Hay un puñado de obras del noveno arte de las que poco se puede decir a estas alturas, cómics de tal excelencia de los que parece que se ha escrito todo. Pero por lo mismo, son tópicos ineludibles para cualquier medio que se dedique a la difusión de la historieta. Uno de ellos es Marvel Knights' Inhumans, de Paul Jenkins y Jae Lee, que repasamos a continuación. ¿Es este el regreso de la añorada por nadie sección Caballeros de la Mesa Marvel? Sólo el tiempo lo dirá.
Inhumans es una maxiserie de 12 entregas, que vio la luz en 1998. Obra de los ya nombrados Paul Jenkins en guiones y Jae Lee en dibujos, fue una de las puntas de lanza de la línea Marvel Knights, iniciativa que buscaba dar un revulsivo a una editorial que a fines del siglo pasado se encontraba moribunda en cifras y talento, a través de la publicación de un puñado de series protagonizadas por personajes que no pasaban por sus mejores momentos, con total libertad para sus autores. Así, el trabajo de creadores de la talla de Kevin Smith, Joe Quesada o Christopher Priest, entre otros, demostró que había llegado el momento de escribir historias inteligentes y arriesgadas, con proyectos que aportasen prestigio a la editorial e insuflasen nueva vida a personajes que estaban en la más absoluta intrascendencia
Inhumans sería una de las cuatro series que se publicaron el primer año de Marvel Knights, y se convertiría en una de las mejores historias que jamás se ha escrito sobre aquellos personajes; un ambicioso proyecto en el cual no solo darían a esta disfuncional raza/familia el protagonismo que muchas veces le fue esquivo, sino que también de una forma muy inteligente consiguieron hacernos ver qué se siente al ser inhumano y porque actúan de la forma en que lo hacen. En definitiva, consiguieron la tarea de hacernos empatizar con los personajes hasta el punto de verlos más humanos que a nosotros mismos.
Que de las manos de ambos creadores surgiera una obra maestra no fue fruto de la casualidad, pues aunque este fue el proyecto que los lanzó al estrellato, los dos habían dado muestras de su altísimo potencial. Jenkins, por ejemplo, ya había demostrado su buen hacer en trabajos como Hellblazer, para el sello Vertigo de DC Comics o la miniserie Werewolf At Night en la que junto al artista Leonardo Manco, evidenció que las historias más adultas también podía tener su espacio dentro de la Marvel de la época.
Por su parte la trayectoria de Lee también habla por sí sola, aunque en su caso haya sido un autor de proyectos no demasiado extensos. Por entonces, había dejado un muy buen sabor de boca en el Namor de John Byrne, para luego dar el salto a Image, donde se encargaría de varias miniseries entre las que estaban WildC.A.T.S. Trilogy o Hellshock. El dibujante estaría algunos años a caballo entre Image y Marvel, hasta que le llegó la oportunidad de dibujar la presente maxiserie, que le otorgaría el reconocimiento y el favor de público y crítica.
Aunque la historia es disfrutable por sí sola, es importante poner en contexto a estos extraños personajes que nacieron de la mano de Stan Lee y Jack Kirby, en los primeros años de Fantastic Four. Sería Medusa, la esposa del rey de los inhumanos, Blackagar Boltagon, alias Black Bolt, la primera de su especie en mostrarse, tras ser enviada por Maximus el loco, lunático hermano y principal antagonista del rey, al mundo exterior después de haberle borrado la memoria. Black Bolt, acompañado de su consejo real encarnado en Karnak, Gorgon, Crystal y Triton, salieron en su búsqueda, develándose así su sociedad secreta tras ser descubiertos por los Cuatro Fantásticos.
Pero ¿de dónde habían surgido estos extraños seres? ¿Por qué motivo preferían mantenerse en el más absoluto anonimato? Su origen se encuentra en la raza extraterrestre de los Kree, quienes en una primera visita a la Tierra varios siglos atrás transformarían a un grupo de humanos en una suerte de avanzadilla de su imperio, mutándolos mediante el uso de las Nieblas Terrígenas. Debido a dicha transformación, que en muchos casos conllevó una deformación corporal, optaron por permanecer escondidos en una ciudad de una isla del Pacífico que llamarían Attilan.
Este no sería su único emplazamiento, pues cuál nómadas, optaban por trasladarse cada vez que su secreto quedase comprometido, o su civilización corriese peligro, trasladando de esta forma Attilan del Pacífico al Himalaya y posteriormente a la Luna. Con unas fuertes creencias hacia su pasado y un respeto casi religioso hacia el legado Kree y las terrígenas, se construye este inmenso relato destinado a hacernos ver qué significa ser un inhumano.
Más allá de ser una sociedad apartada y clandestina, la familia gobernante de la raza inhumana es solo eso, una familia. De alguna manera, en el lapso de la obra, Jenkins equilibra espectacularmente la dinámica familiar con la intriga política interna y externa de los inhumanos. Desde el primer número, el guionista captura perfectamente el tono confiado pero ceremonioso de Black Bolt sin que el personaje pronuncie una sola palabra. Medusa es la mujer fuerte detrás del gran hombre, Gorgon es el impetuoso guerrero ansioso por la acción, Triton es el alma compasiva que lucha por comprender las mitades contradictorias de la guerra y la paz de la humanidad, y Crystal y Karnak son los sabios consejeros para Blackagar.
Pero además de eso, Inhumans se trata de mucho más que los lazos de sangre que unen, ya que explora la estructura de clases, la capacidad del hombre para la codicia y la destrucción, y la durabilidad de la confianza. En cada faceta, desde la narrativa hasta el conflicto y la caracterización, Jenkins superpone todos los aspectos de la historia de una manera que requiere un análisis más profundo para comprender completamente el alcance de la epopeya.
No solo se trata de una historia sobre la familia real, sino también sobre la próxima generación de niños a punto de sufrir la terrigénesis. Son miedos, ansiedades y aspiraciones que se basan en una lógica natural que todo niño tiene, la de defraudar a sus padres. Debido al énfasis que se pone en la terrigénesis y lo impredecible de la misma, surge una especie de sistema de castas en el que los inhumanos con mutaciones útiles o más maravillosas son exaltados y celebrados, mientras que aquellos con mutaciones menores, inútiles, como un brazo extra o dedos alargados, son tratados como indeseables, rechazados y aislados.
Finalmente, están los Alfa Primitivos, esclavos genéticamente deficientes destinados a trabajar sin cesar para mantener al núcleo de Attilan funcionando. A través de los seis niños que pasan por la terrigénesis, Jenkins comprime los temas de la lucha de clases, la vanidad, la herencia y el honor a medida que cada uno emerge como un ser completamente diferente. Para los que salen hermosos, hay alabanzas y alegrías sin fin, pero para los que salen deformes o deficientes, no hay más que vergüenza y desprecio. No importa cuán evolucionados puedan parecer los inhumans, parece que su mantra que "De la diversidad viene la igualdad" también es condicional.
Desde el comienzo, los lectores se ven inmediatamente empujados a una genocracia regida férreamente por la genealogía y la expresión fenotípica. Por ello, es que la pregunta de dónde y cómo encajar es la crisis que enfrentan los inhumanos recientemente mutados. Aunque en rigor están muy brevemente involucrados en la historia, Jenkins da un giro poco convencional al presentar la sociedad inhumana a través de los ojos de los personajes nuevos en lugar de los establecidos.
La familia real, sin embargo, se enfrenta a una amenaza mucho más terrible ya que Maximus el Loco, está haciendo intentos por usurpar el trono instigando simultáneamente una revuelta entre los Alfa Primitivos, y exacerbando una invasión de Attilan por parte de milicias humanas. La forma en que el escritor retrata a Maximus no es como un loco absoluto, sino como un hombre alterado que ve el mundo desde un punto de vista al revés. Es absurdo sin duda, pero también peligrosamente carismático; una fuerza que debe manejarse con mucha delicadeza.
De esta forma, Maximus refleja la crisis a la que se enfrentan Black Bolt y su familia, ya que no pueden enfrentarse a las fuerzas humanas invasoras o a los primitivos por la fuerza, sino que deben guiar con cuidado a su gente de forma que neutralicen ambas amenazas sin hacerles daño, y poder mantener su status aislacionista. Así es como Inhumans se convierte en algo más que el estereotípico cómic de superhéroes, ya que esta crisis no se puede resolver golpeando y pateando al malo. Se necesita astucia, ingenio y política.
Respecto del tratamiento de los personajes, todos están bien equilibrados, con su momento para brillar, excepto Crystal, que es prácticamente ignorada. Eso sí, los dos que más destacan son Medusa y Triton. Medusa es la mujer fuerte detrás del gran hombre, pero es delicada y llena de dudas, debido su pesado destino. A pesar del vínculo íntimo e inquebrantable que comparte con Black Bolt, sus monólogos internos revelan constantemente un miedo a la distancia entre ambos, ya que aunque actúa como su intérprete, teme que él le oculte cosas, o que ella no sepa lo que está completamente en su corazón y en su cabeza. Para ser una inhumana, tiene sentimientos muy humanos con los que cualquiera puede empatizar.
Uno de los mejores números de la maxiserie tiene lugar lejos de la violencia que azota a Attilan, y es un flashback que relata el primer encuentro de Triton con la humanidad, del día en que se hundió el Lusitania y logró salvar a un niño pequeño de los restos. Entre los escombros y los cuerpos destrozados que cubrían el océano, Triton fue testigo del sacrificio del abuelo del niño para salvar a su nieto, lo que dejó al inhumano desconcertado, preguntándose cuál era el verdadero rostro de la humanidad: ¿Es el que codicia la violencia y la superioridad a través de la destrucción, o es el acto desinteresado de heroísmo y compasión?
Esta es obviamente la forma en que Jenkins busca explorar nuestra condición humana a través de la inhumana, porque en última instancia, ese es el verdadero propósito de Inhumans, rectificar todas las facetas contrastantes de la humanidad y descubrir si somos criaturas nobles capaces de una maravillosa belleza y unidad, o seres cínicos, codiciosos y engañosos que se esfuerzan por eliminar cualquier cosa que sea remotamente diferente.
Una de las críticas que pudiéramos achacar a Inhumans es que el final es un poco anticlimático desde el punto de vista de la acción, aunque degradarla solo por eso sería algo simplista e ignoraría por completo el subtexto emocional que impregna toda la maxiserie. Terminar la historia con una batalla desatada es lo que representa Gorgon, líder del ejército inhumano, un cliché de sangre caliente que enfrenta los problemas viejas e inaplicables soluciones violentas.
Por el contrario, Black Bolt representa lo mejor que la (in)humanidad tiene para ofrecer; es un ser que ha integrado sus emociones y razón en sí mismo donde una no supera a la otra. No lo traiciona la fría lógica, ni lo invade una emoción incontrolable; es comedido y preciso. Como tal, Black Bolt mira tanto a Maximus como a la humanidad con lástima, porque ve el abismo cada vez mayor de lo que son en comparación con lo que podrían ser, y es por eso que no castiga con violencia, teniendo simpatía donde otros tendrían desprecio.
Por su parte, Jae Lee es el hombre perfecto para dar vida a los monstruos más ignorados de Marvel, ya que su arte elegante y misterioso retrata perfectamente a los protagonistas. Por entonces, su arte ya no era tan tosco ni extravagante como lo era a principios de los 90, pero conserva su característica abstracción. Y no solo eso, sino que el dibujante se asegura que los lectores no necesiten que Black Bolt hable, ya que pueden entender perfectamente al personaje con solo mirarlo a los ojos. Desde la lástima hasta el amor y las dudas, las imágenes de Lee hacen posible que incluso aquel personaje mudo sea enormemente expresivo. Inhumans era un proyecto que ningún otro artista debería haber tocado y, afortunadamente, Marvel estuvo de acuerdo.
En resumen, Marvel Knights' Inhumans es una obra imprescindible. Utilizando a los inhumanos como espejo, Jenkins y Lee proyectan lo mejor y lo peor que la humanidad tiene para ofrecer. Al igual que los humanos, los Inhumanos intentan enmascarar una sociedad dividida y llena de prejuicios bajo un velo de igualdad y tolerancia. Son capaces de un gran desprecio, y a veces parece que su apoyo y amor son condicionales, pero también son capaces de una gran simpatía y confianza. A pesar de tener un poder tremendo, los inhumans todavía pelean en la mesa, se insultan y se gastan bromas como lo haría cualquier familia, porque al final del día, eso es lo que son. Aunque pueden ser Inhumanos, Paul Jenkins y Jae Lee demuestran que, para bien o para mal, son mucho más humanos que cualquiera de nosotros.