"X-Men Icons: Chamber" (2002): estudios superiores
Después de varios artículos especialmente dedicados, llegamos a la última miniserie de la línea X-Men Icons, obras de principios de los 2000 destinadas a explotar la popularidad de la película X-Men de Bryan Singer, y a entregar a quienes salían del cine cómics que profundizaran más en los personajes, aunque sin la pesada carga de la continuidad. Dentro de ellas, encontramos las dedicadas a Cyclops, Iceman, Rogue, Nightcrawler. La última de ellas, X-Men Icons: Chamber, es la que repasaremos a continuación.
X-Men Icons: Chamber fue una serie limitada de cuatro entregas, con guiones del creador de Saga, Brian K. Vaughan —que se repite el plato luego de X-Men Icons: Cyclops—, dibujos de Lee Ferguson y portadas de Chris Bachalo, que a diferencia de sus compañeras, fue publicada durante el año 2002. También llama la atención el protagonista, Jonothon Starsmore, pues hasta ahora todas trataban de personajes con tirón comercial y que además aparecían en la película. Sin embargo este personaje, ex-miembro de la popular serie noventera Generation-X, y miembro de Uncanny X-Men en la poco célebre etapa de Joe Casey, es poco conocido para el gran público.
Las dosis de melodrama inyectadas en las colecciones mutantes son casi una marca de la casa. Sin embargo, si miramos el aspecto de los Hombres-X, a veces cuesta creerse tanto llanto e incomprensión. Si Storm, Jean Grey, Cyclops o Angel se presentaran frente a nosotros, probablemente miedo y odio no es lo que nos provocarían. Aunque estamos frente a una serie de individuos dotados de poderes que en algunos casos suponen una verdadera maldición, no es algo que notaríamos a simple vista, obnubilados por la piel de ébano de Ororo, las curvas de Jean o el aspecto de adonis de Warren.
Aunque hay excepciones, como Nightcrawler o Beast, parece que el gen-x, además de habilidades sobrehumanas, también provee de un físico escultural. Fue recién en los noventa en que las mutaciones tuvieron impacto físico en nuestros protagonistas, en particular en Generation-X, colección en la que conocimos, entre otros a Jono. Chamber sí es un mutante al que sus poderes le han provocado serios problemas de aspecto, luego que la primera manifestación de estos le destrozara la cara.
Quizá por su aspecto misterioso y personalidad distante, es que de todas formas varias chicas se han sentido atraídas por él: primero fue Paige Guthrie, cuando ambos eran compañeros en Generation-X, y luego fue la cantante Sugar Kane, motivo de un incidente que llevaría a Jono a las filas de los ya nombrados Uncanny X-Men de Casey. Quizá, si esa etapa hubiese tenido un mejor resultado, el personaje habría ganado popularidad, pero la verdad es que aún perteneciendo a la plana mayor de los Hombres-X, sigue siendo un mutante más de nicho.
Probablemente por eso, porque el personaje no genera mucho hype, es sorprendente el provecho que ha sabido sacarle Brian Vaughan, comprobándose el axioma que no hay personajes malos o poco interesantes, solo guionistas que no explotan su potencial. Para empezar, en estas páginas comprobaremos sus acentuadas y algo olvidadas raíces británicas, a través de los comentarios de personajes secundarios o del protagonista mismo. También vemos, sin resultar molesto, su situación cotidiana y lo que no puede hacer por culpa de sus poderes, como comer o respirar. En definitiva, en Chamber descubrimos a un joven con un poder mutante muy escandaloso y complicado de ocultar, que está muy bien tratado en la serie.
La miniserie trata de Jono infiltrándose en la Universidad Empire State para descubrir quién realizó un atentado contra unos estudiantes mutantes, que resultaron asesinados. Esa universidad está en un plan piloto que acepta a los mutantes, y además les entrega becas por tener sus habilidades, lo que nos lleva a un caso insólito en una miniserie-x, que trata de manera realista y contemporánea este nuevo enfoque en la inclusión mutante, sin resultar monótono y repetitivo. Es similar a lo que por esa misma época hacía Morrison en New X-Men, una actualización de este complejo universo.
En ese ambiente, conoceremos a varios personajes secundarios en la serie, bastante interesantes, como Amber, Gigi o Walter. Aunque algunos no alcanzan a huir de los clichés de personajes universitarios, todos ellos conformarán un buen elenco de apoyo, que conduce la historia y acompaña a Chamber a situarse en un escenario nuevo y hostil.
En cuanto al dibujo, la mejor definición que se me ocurre es peculiar. Lee Ferguson ejecuta un estilo muy indie, que le viene muy bien a una historia. Como pueden ver en las imágenes que acompañan a este texto, el arte tiene un parecido al de Jae Lee, con ese estilo barroco que entrega misterio, elegancia y algo de oscuridad. Por otra parte, Jono está muy bien caracterizado, recordándonos al Chamber que dibujaba el mismo Chris Bachalo cuando estaba en los primeros números de Generation-X.
También se puede destacar el trabajo del colorista José Villarrubia, quien utiliza una gran cantidad de texturas que contribuyen a enriquecer el ambiente. El coloreado digital compagina en especial con el poder de bio-plasma de Chamber, pero además entrega una capa de suciedad que da a la obra cierto regusto de depresión que siempre viene bien cuando se trata de narraciones relativas a esos sucios muties, odiados y temidos.
Con todo lo anterior, podemos decir que X-Men Icons: Chamber, es quizá la mejor miniserie de las publicadas en la línea. Aún a kilómetros del mejor Vaughan, es una miniserie muy aceptable, que nos ofrece una manera distinta de ver el problema mutante, un trato muy decente del protagonista, secundarios aceptables y un argumento atrayente. El arte acompaña de forma adecuada los compases de la historia, y el conjunto guion-dibujo nos entrega una aventura recomendable para quienes gusten de los X-Men, Generation-X o de los personajes de segunda línea de la franquicia.