"Green River Killer" (2011), de Jeff Jensen y Jonathan Case: caza humana
En plena década de los ochenta, el horror se apoderó de los suburbios de Seattle, Estados Unidos. Uno tras otro, se sucedían los hallazgos de decenas de cadáveres de prostitutas, por lo que la máxima prioridad de la policía era la captura del Asesino de Green River, como era conocido el perpetrador de esa pesadilla. 20 años después, el principal detective asignado al caso, Tom Jensen, al fin tiene un sospechoso confirmado, lo que decantará en una perturbadora e inquietante batalla entre el bien y el mal. Eso, y el relato definitivo del asesino en serie más prolífico de Estados Unidos, es lo que nos presenta Green River Killer: A True Detective Story, interesante novela gráfica que repasamos a continuación.
Green River Killer: A True Detective Story, conocida en español como El Asesino de Green River, es una brillante obra, publicada en formato de novela gráfica el año 2015, por la editorial Dark Horse. Sus autores, el periodista de espectáculos y escritor Jeff Jensen —X-Factor— y el dibujante Jonathan Case, narran la caza de más de 20 años del asesino de Green River, femicida que acabó con la vida de al menos 48 mujeres en el área de Seattle, durante los años 80.
Todo ello se condensa en el detective Tom Jensen —nada menos que el padre del autor—, que ya en los 90 se convirtió en el único agente asignado al caso. Dos décadas después, con la ayuda de la tecnología del ADN, Jensen y sus colegas detectives finalmente tuvieron las pruebas para acusar como perpetrador a Gary Leon Ridgway, por lo que lo someterían a un agotador interrogatorio de 188 días, en un esfuerzo por conocer sus secretos más guardados y oscuros.
La historia arranca con un prólogo, ambientado en 1965, en el que nos narra la primera felonía de Ridgway, apuñalar a un niño, donde con solo una frase se caracteriza de inmediato la psicopatía del asesino: “Solo quería saber qué se siente al matar a alguien”, dice. Sin embargo, una vez que esta escena se completa, la atención se centra principalmente en Jensen, sus antecedentes y los detalles del caso, en un relato espantoso y convincente al mismo tiempo.
La mezcla de misterio, intriga, adicción, asesinatos, detectives, policías, pruebas, jurados, victimas y asesinos podría remitirnos a una novela negra cualquiera, un género que engancha a sus lectores a través de una trama con suspenso, sorpresas y métodos que nos permite jugar un papel de investigador analizando actos, objetos y conversaciones vitales para resolver el caso. Pero en estas páginas circulamos por un carril distinto, pues no hay ningún misterio instrumental: al saber de antemano quien es el asesino, todo el peso de la trama está en la narración y el drama, aspectos en las que sale bien parada.
Este tipo de obras habitualmente apuntan a relatos más intimistas y pausados, pero Jensen es capaz de mezclar aquello con un ritmo rápido y caracterizaciones atractivas. A esto contribuye sin duda el arte de Jonathan Case, realizado completamente en blanco y negro, sin grises, algo que, a pesar de la dificultad que presenta, el dibujante utiliza de manera inteligente para recrear a la perfección el ambiente que exige la historia.
Aunque su estilo es sencillo y no demasiado recargado en trazos, sí pone el acento en detalles importantes que vuelven muy entrañables a los personajes. Las expresiones faciales y lenguaje corporal se muestran con fuerza, al punto de no necesitar explicar con textos qué sienten los protagonistas, y cuándo.
Por lo mismo, es que los asesinatos en sí y la violencia no tienen lugar en el arte de estas páginas. Aunque hay algunas escenas escabrosas, inevitables cuando se muestran los escenarios de los crímenes, quienes busquen gore se irán decepcionados. Eso es porque los femicidios no son los protagonistas de la historia, tampoco las victimas, y ni siquiera en demasía el asesino: la figura central es el detective Jensen, y una investigación que vemos siempre a través de su prisma. Las secuencias dramáticas entregan todo el impacto que una historia así necesita.
Como decíamos, ya que desde el primer momento conocemos la identidad del asesino, el relato no engaña, pues no posee misterio o giro argumental alguno. Aún así logra atrapar al lector, una muestra patente de la habilidad del escritor, a través de alejarse de la pauta clásica de la novela policial, enfocando la historia desde la fuerza de los personajes, especialmente su padre, al que sitúa en el centro de la historia tanto en su faceta como detective, como en el aspecto de su desarrollo vital a través del trabajo duro e implicación personal en el caso.
Al respecto, en una entrevista al la web de Diamond Comics, el escritor declaró que "No quiero pintar a mi padre como un cazador de asesinos en serie obsesionado y melancólico estereotipado. Al contrario: en general, hizo un buen trabajo al convencernos a todos en la familia de que su trabajo era solo eso: "trabajo". Un trabajo impersonal e insignificante. Pero no fue hasta más tarde, después de que atraparon a Gary Leon Ridgway y mi padre finalmente me habló sobre su experiencia, que nos dimos cuenta de lo personal y significativo que era este caso para él".
"Debido a que mi padre no hablaba mucho sobre el caso, tuve que investigar bastante para escribir la novela gráfica", continúa Jensen. "Entrevisté a mi padre repetida y extensamente. Tenía transcripciones de todas las entrevistas que los detectives hicieron con Ridgway. Visité las escenas del crimen y la oficina de mi padre, donde Ridgway fue detenido y entrevistado. Consulté libros que se habían escrito sobre el caso. En el otoño de 2003 y principios de 2004, entrevisté a varios de los colegas de mi padre, así como a uno de los abogados de Ridgway, con el propósito de escribir un artículo de revista sobre mi padre. El artículo no llegó a aprobarse, pero las entrevistas me sirvieron mucho para escribir la obra".
No obstante lo anterior, en estas planchas también encontramos una mirada íntima dentro de la mente del asesino, acerca de por qué seleccionó a las víctimas que eligió y el impacto que tuvo este caso en el padre del autor, las familias de las víctimas y otros. Lo único que no tenemos, es la respuesta a ¿Por qué? ¿Qué motiva a alguien a quitarle la vida a otra persona? Para ser justos, no es el objetivo de esta obra realizar un análisis académico de esta cuestión, y quizá nunca tengamos esa respuesta, a pesar del empeño de la psiquiatría y de otras ciencias de la conducta. Cerca del final del libro, el autor aborda este tema y dice que su padre “nunca obtuvo una respuesta satisfactoria al 'por qué'" del asesino de Green River. Quizá Gary Ridgway fue incapaz de dar una.
Concluyendo, Green River Killer es una de las mejores obras del género negro publicadas en los últimos años, logrando el premio Eisner del 2012 a la Mejor Obra Basada en Hechos Reales y logrando el reconocimiento de personalidades como Stephen King, Damon Lindelof, Ed Brubaker y Brian K. Vaughan. Si te gusta la novela gráfica, si te gusta la novela negra, si te interesan los casos policiales o las historias basadas en hechos reales, debes leer este cómic. Es una puerta a la mente del asesino que no te dejará indiferente.