"X-Men Icons: Cyclops" (2001): en el país de los ciegos
Como ya dijimos en algún artículo anterior, hubo una vez, a principios del presente siglo, en que Marvel se encontró de frente al éxito de una película de imagen real basada en sus personajes: hablamos, como no, de X-Men, de Brian Singer. Para capitalizar dicho suceso, la editorial ideó X-Men Icons, un conjunto de miniseries protagonizadas por mutantes, que aunque estuvieran ambientadas en el universo mutante, pudieran ser leídas y disfrutadas sin la pesada carga de la continuidad, de modo que un lector recién salido del cine, tuviera algo que leer sin llevarse las manos a la cabeza por no entender nada. Estas series limitadas fueron cinco, protagonizadas por Iceman, Nightcrawler, Rogue, Chamber y Cyclops, y esta ultima es la que repasaremos ahora.
Scott Summers es, desde todo punto de vista, una de las piedras angulares sobre las que se cimienta la franquicia mutante. Puede que no sea el Hombre-X más popular ni el más poderoso, pero el hecho de ser el primer estudiante de Xavier, el eterno líder de cualquier equipo donde se encuentre y el referente ineludible a la hora de hablar por los suyos, hacen que no se pueda concebir a los X-Men sin él.
No obstante lo anterior, aunque Scott Summers desde luego que ocupa un lugar importante en las series que narran las desventuras mutantes, casi siempre lo hace compartiendo cámara y páginas con el resto de sus compañeros. O sea, que a pesar que Cyclops sea el líder reconocido y patriarca por principal luego del Profesor-X, casi siempre está a la sombra de algún compañero más carismático o popular, y pocas veces ha protagonizado aventuras en solitario.
Por ello, ya era hora que el miembro más veterano del Instituto Xavier gozara de una miniserie propia. X-Men Icons: Cyclops es una serie limitada de cuatro entregas, publicada en el transcurso del año 2001. En guiones, encontramos a un Brian K. Vaughan que estaba a punto de explotar en la superestrella que es hoy, mientras que el arte estuvo a cargo de Mark Texeira, todo un veterano en las lides del noveno arte.
En esta historia, titulada 'Odisea', el mayor de los hermanos Summers se las tendrá que ver en solitario con Black Tom Cassidy y el Juggernaut en las cercanías de Alaska, con una bestia pocos menos que mitológica en la Savage Land, y con un rencoroso militar en la jungla urbana de Ciudad del Este, Paraguay. Pero como toda peregrinación que se precie, el viaje no es solo físico, sino también es un periplo interior, en el que se reafirma en su posición dentro de los X-Men, y en el sentido de su vida.
A decir verdad, la miniserie no es una joya, pero sí está lo suficientemente bien hecha como para que considere toda la atención del fan mutante promedio. Acá encontramos una versión totalmente reconocible de Scott Summers, siendo una lectura obligatoria para cualquiera que busque escribir historias del personaje de calidad. La ya nombrada trama no es demasiada complicada ni revolucionaria, y por el contrario, es un poco cliché, y un tanto ilógica por las motivaciones del villano: Cyclops intenta irse de vacaciones y termina siendo emboscado por un nuevo y misterioso enemigo llamado Ulysses —los paralelos con la "Odisea" de Homero son muchos y obvios, pero están bien usados y son divertidos—.
Así, Vaughan no está tratando de reinventar la rueda en términos de historia, sino que se enfoca en presentar las cualidades que él ve como los puntos fuertes de Cyclops. Coloca al líder de los X-Men en una variedad de situaciones que le permiten mostrar su inteligencia y resistencia, pero haciendo todo lo posible para crear obstáculos para Cyke que requieran más que un rayo óptico para superarlos.
Por ejemplo, al enfrentarse al Juggernaut y Black Tom Cassidy, Cyclops no trata de demostrar su valentía como lo harían otros héroes yendo tras el objetivo más grande, sino que deja a un lado el ego y se enfoca en Tom, el eslabón más débil, para obtener una ventaja. Cuando lucha contra Ulysses en la Tierra Salvaje, que tiene la capacidad de volverse invisible, corre frente a un T-Rex para que el dinosaurio pueda captar el olor de su oponente y llevarlo directamente a él. En el enfrentamiento final con los matones revestidos de armadura de cuarzo rubí, Scott vuelve a utilizar su entorno y sus alrededores cuando sus poderes no están disponibles.
El Summers de Vaughan no se lamenta, no es inseguro y no busca impresionar a nadie. Utiliza las habilidades y estrategias que ha acumulado durante años de liderar a los X-Men y las emplea con calma y serenidad, citando a Sun Tzu y otros caudillos militares mientras despacha a sus oponentes. Es distante y afable mientras ejecuta sus planes, pareciendo un James Bond superpoderoso, aunque sin el carisma. Sin embargo, el guionista hace que justamente esa falta de carisma sea la que le de el toque especial, ya que distancia a Cyclops del arquetipo típico, haciéndolo más interesante.
En mi opinión, Mark Texeira fue una excelente elección para ilustrar esta serie, ya que su estilo no es el clásico que uno se imagina al pensar en Cyclops, por lo que ayuda a romper cualquier noción preconcebida desde el principio. Mientras que el estereotipo errado de Scott Summers es absolutamente limpio hasta el punto de ser casi estéril, el arte de Texeira es tosco y provocativo, que es exactamente lo que se necesitaba aquí.
En resumen, aunque X-Men Icons: Cyclops, está muy lejos de la calidad de las obras que a día de hoy nos entrega Brian K. Vaughan —¿te suena algo llamado Saga?—, es una miniserie muy recomendable para fans de los mutantes, especialmente del líder los Hombres-X. Es cierto que hasta entonces el personaje era considerado como aburrido por muchos, pero a partir de esta época comenzó una evolución que lo llevó a ser uno de los mutantes más complejos e interesantes. Esta obra no es la responsable de ello, claro, pero dicho camino comenzó en estos tiempos, por lo que estas páginas son buen testimonio de ello.