"New Fantastic Four #1" (2022): la llegada de Alan Robinson a Marvel
Para quienes están mínimamente familiarizados con los comics de superhéroes, saben que la nostalgia vende. En el caso de Marvel, parece estar sumida en una fiebre del refrito, con un vendaval de historias pasadas que vuelven a las estanterías. Desde Maestro hasta X-Men Legends, los escritores se han sumergido en evocadoras tramas de antaño, tanto para reencantar a los fanáticos más antiguos como para captar lectores nuevos en el proceso. A esa categoría es la que pertenece el número que comentamos hoy, New Fantastic Four #1, que además de contar con los siempre efectivos textos de Peter David, le lleva el arte del gran dibujante nacional Alan Robinson, quien debuta en la Casa de las Ideas por la puerta grande.
Hubo una vez, a principios de la década de los noventa, en plena etapa de Walter Simonson, en que los Cuatro Fantásticos fueron secuestrados. Para intervenir y tratar de llenar el espacio que dejó la primera familia, se organizó un grupo único e improbable de héroes, entre los que contamos a Spider-Man, Wolverine, Ghost Rider y Hulk, en su personalidad de Joe Fixit. Entre Fantastic Four #347 y 349, estos Nuevos FF protagonizaron la cabecera, viviendo una que otra aventura aunque, claro no tuvieran mucho espacio, ni un efecto duradero en la continuidad. Sin embargo, por alguna razón, la alineación caló hondo en la memoria colectiva de los fans, llegando a tener sus propias tarjetas coleccionables, guiños en videojuegos y algunas reimpresiones de esos números. Así que, en el contexto que ya nombramos en el primer párrafo, ¿por qué no traer a ese variopinto grupo de regreso?
La historia se sitúa en las calles de Las Vegas, donde el Padre John Priest ayuda a una comunidad de vagabundos que viven en las alcantarillas. Desafortunadamente, muchos de los residentes han comenzado a seguir a un hombre que predica un peligroso discurso de odio. Después de darse cuenta de que el hombre puede ser más de lo que cree, y mucho más peligroso, el Padre Priest buscará la ayuda de los New Fantastic Four.
Para ponernos en tono, hay que establecer que el argumento toma lugar poco tiempo después de lo ocurrido en esos números de Fantastic Four, y por lo tanto, quienes quieran una descripción detallada de como se reunió el grupo tendrán que remitirse a aquellos. Parece ser que el guionista Peter David no quiere perder el entusiasmo ni usar el tiempo en esos detalles tan nimios, para saltar directamente a la acción, aprovechando el mismo torbellino de energía que tenía la historia original, ese sentido de la maravilla —sense of wonder, dirían los puristas— que obliga a los New Fantastic Four a volver a la acción sin que entiendan demasiado el cómo o el por qué. El uso del humor y las bromas de David establecen desde el principio un ritmo rápido, lo que queda ejemplificado con el tira y afloja entre Spider-Man y el Buitre, demostrándose que es una lectura rápida, no demasiado profunda.
Es esa energía estrafalaria, la del "¿por qué no?" que a veces producen este tipo de crossovers es justamente lo que promete este primer número: algo memorable, aunque un poco ridículo en el buen sentido de la palabra. Tanto, que incluso los propios personajes son conscientes de lo extravagante que es la situación. Por ello, es que la aunque la premisa no es alucinante ni busca marcar un punto y aparte en el medio comiquero, es exitosa en presentar rápidamente al elenco, encontrando un enfoque casi trivial para reunir a la banda.
Así, David ofrece una historia tranquila y alegre, que involucra a demonios, diálogos cómicos mezclados con escenas menores de acción que enriquecen la narración, y ese mencionado tono casi cursi, que en realidad es bastante refrescante. No es una lectura que ofrezca algún desafío mental, sino un escape simple, divertido y entretenido. Desde ese punto de vista, es un título que cualquiera puede leer, seguir, entender y del que extraer más de alguna sonrisa. Tomando en cuenta que es un producto destinado exclusivamente a la diversión, y en una época que todo se nos vende como "épico", "profundo" o "impactante" —y que pocas cosas lo son realmente—, no podemos pedir más.
Dejando de lado lo anterior, vamos a lo realmente importante: el arte de Alan Robinson. Si bien el dibujante local lleva tiempo trabajando para editoriales de la tierra del Tío Sam, en editoriales como Dark Horse —Star Wars— o IDW —V-Wars, Back to the Future, Terminator—, es la primera vez que destina sus lápices a Marvel, teniendo que retratar a nada menos que a cuatro de los personajes más famosos de la editorial. En palabras al sitio web SuperGeek, Robinson aseguró que "Trabajar en una serie con Peter Parker es un sueño cumplido, y sobre todo con personajes tan emblemáticos para el mundo del cómic. Cada nueva página se transforma en un desafío que tomo con la responsabilidad y alegría que supone un proyecto como éste". La idea la redondeó en una entrevista a ADN Radio, donde enfatizó que "es super entretenido dibujar esos personajes tan temperamentales, porque tienen interacciones graciosas. Me gusta Hulk, es de mis vengadores favoritos, entonces estoy fascinado dibujando y a veces, cuando estoy trabajando, me llega el pensamiento y digo ‘estoy dibujando los personajes que me gustan’, lo estoy haciendo bien".
Antes de cualquier consideración, en estas páginas Robinson hace un gran trabajo. Por una dulce casualidad, o por buen ojo del editor, el estilo del ilustrador penquista tiene tintes similares al de Arthur Adams —dibujante de los ya nombrados Fantastic Four #347 al 349—, lo que le permite canalizar la mirada icónica de aquel artista sobre los personajes, pero sin caer en el cliché de clonar sus trazos, aunque sobra decir que esto no es necesario en absoluto. Algún lector despistado que hojee someramente la obra, podría pensar que el arte solo aspira a celebrar a Adams, pero basta una mirada un poco más atenta para darnos cuenta de que Robinson entrega unas ilustraciones limpias y meticulosas, mucho más trabajadas y de mayor calidad que las que habitualmente encontramos en estos 'cómics homenajes'.
Fiel a su estilo, Alan nos entrega una sensación clásica, pero aderezada con un aspecto moderno y actualizado. Ayudado con una agradable paleta de colores de Mike Spicer, maneja perfectamente el flujo de las situaciones y el movimiento, lo que hace que el cómic se lea como si fuera una sitcom, con personajes expresivos y detallados que ayudan mucho a la narración. Destaca especialmente Joe Fixit, pues su tamaño gigantesco empequeñece en comparación a los otros héroes, lo que hace que su mera presencia le de un aspecto amenazante. Además, no se puede dejar de mencionar como el estilo recuerda a los cómics de la primera mitad de los noventa, —afortunadamente sin el exceso de musculo o poses anatómicamente imposibles— momento desde el cual esta alineación ha sido arrancada. Todo lo anterior, aúna el axioma que se cumple en todo buen cómic: el arte acompaña perfectamente al guion.
Con todo, podemos concluir que New Fantastic Four #1 es un número muy divertido de leer, con personajes bien establecidos incluso si no se tiene noción de la aparición original del equipo, lo que nos permite saltar directamente a la historia, sin tener que perder tiempo investigando antecedentes previos. Si bien la trama puede parecer liviana y sin mayores pretensiones, aquí hay suficientes antecedentes, tanto en arte como en guion, de que la obra se convertirá en una que no molestará en nuestros libreros. El episodio es muy fácil de leer, reviviendo sin estrés una época en la historia del cómic donde las historias tenían poco peso y se creaban simplemente para entretener, y no para cambiar la vida.
Si estás buscando una lectura que no agobie con una continuidad enrevesada, que no haga promesas más allá de su propia simplicidad y que ofrezca algo divertido y consciente de sí mismo, este cómic es para ti. Y si además podemos apoyar a nuestro compatriota Alan Robinson, y disfrutar su gran trabajo, esos $4,99 son una buena inversión.