"Heartstopper" (2016): historia de dos chicos
En nuestra época actual, ya perdimos la cuenta de cuantas obras audiovisuales, ya sea de cine o televisión, están basadas en cómics. Ese es justamente la base de Heartstopper, último gran éxito de la plataforma de streaming Netflix, que a pesar de llevar apenas poco más de un mes en pantalla, ha generado todos los comentarios positivos habidos y por haber tanto del público como de la crítica especializada. Es hora, entonces, de analizar el origen del fenómeno, que se encuentra en un puñado de novelas graficas LGBTQ+, de la autora Alice Oseman.
Heartstopper es una serie de hasta ahora, cuatro novelas gráficas —con una quinta parte y final programada para 2023—, nacidas de la imaginación, la pluma y el tablero de dibujo de la creadora inglesa Alice Oseman, que actúa como autora completa, en guion y dibujo. La obra comenzó a serializarse en formato de webcómic a través de plataformas como Tumblr y Tapas en septiembre de 2016, donde ganó popularidad rápidamente, lo que llevó a la artista a realizar una campaña en Kickstarter para recaudar fondos para la publicación en formato físico. Finalmente, los derechos fueron adquiridos por la editorial Hachette, que bajo su división Hodder Children's Group, publicó el primer volumen en febrero de 2019. La versión más fehaciente de como llegó a publicarse la da propia historietista aquí.
La premisa de la historia no puede ser más sencilla: un chico conoce a otro, y se enamoran. Sin embargo, una vez más no hay mejor descripción que la de la propia creadora: "Nick y Charlie son los mejores amigos. Nick sabe que Charlie es gay, y Charlie está seguro de que Nick no lo es. Pero el amor funciona de formas sorprendentes, y Nick está descubriendo todo tipo de cosas sobre sus amigos, su familia y sobre sí mismo. Heartstopper trata sobre la amistad, la lealtad y las enfermedades mentales. Abarca todas las pequeñas historias de las vidas de Nick y Charlie que juntas forman algo más grande, que nos habla a todos y a cada uno de nosotros".
Charlie Spring ha tenido un año malo en la escuela, pero al menos el bullying ha terminado. Es abiertamente gay, desde que lo delataron el año anterior, pero la mayoría de los otros estudiantes de la escuela lo aceptaron y siguieron adelante. Charlie tiene una relación secreta con un chico llamado Ben, que está saliendo públicamente con una chica, y que lo trata horriblemente. Entonces Charlie conoce a Nick Nelson, un jugador de rugby que está un curso más adelantado en la escuela, pero cuando se les asignan asientos uno al lado del otro en clase, rápidamente se hacen amigos. Charlie comienza a enamorarse de Nick, y sabe que se merece algo mejor, pero no es fácil asumirlo, ya que no cree que tenga alguna posibilidad.
Sin embargo, Nick siente más por Charlie de lo que podría imaginarse el otro chico, pero para él será un camino aun más largo, pues deberá descubrirse a sí mismo, llegar a un acuerdo con quién es realmente, y definir qué es lo que siente por el chico que lo hace tan feliz. Charlie sabe quién es, y cree saber quién es Nick, pero están por vivir muchas sorpresas, descubriendo así la amistad, la familia y la lealtad.
Pero no es solo la relación de Charlie y Nick —que nacieron como personajes secundarios en la novela debut de Oseman, Solitaire—lo que hace que Heartstopper pise tan fuerte como lo hace. Todo el grupo de personajes de acompañamiento se desarrolla maravillosamente, cada uno con su propia personalidad y relaciones interesantes que Alice nos invita a descubrir. Con Tao y Elle, observamos de cerca cómo se construye y se desarrolla una relación de amigos a amantes, mientras que la relación de Tara y Darcy es increíblemente tierna y dulce. También hay antagonistas odiosos, como Ben y Harry, cuyos rasgos manipuladores y homofobia están escritos de una manera groseramente realista. Cada personaje se siente como alguien con quien realmente te hubieras encontrado en tu escuela, y sin olvidar a la madre de Nick, Sarah, que lo apoya, y su adorable perro Nellie.
Heartstopper aborda de manera crucial las relaciones LGBTQ+ en adolescentes, con sensibilidad y positividad. A Nick se le da el tiempo y el espacio para llegar a un acuerdo con su sexualidad en sus propios terrenos. La relación entre él y Charlie enfrentará adversidades y dificultades, pero Oseman describe la capacidad de enfrentar y superar estas cosas con una sensibilidad realmente maravillosa.
Debido a que el objetivo de la obra es el público juvenil, la mejor forma de definirla es a través de su dulzura, pero siempre realista, lo que se nota en el aspecto gráfico, y el desarrollo de la historia. Partiendo por las portadas, es obvio que la autora quiso darle a sus protagonistas un aspecto tierno e inocente, y a través de sus acciones llevarnos a esa magia del primer amor. Lo mejor es que sí lo consigue, llenando además nuestro corazón de buenos sentimientos ante dos jóvenes que se están descubriendo a sí mismos, y sus sentimientos.
Sin duda, los lectores adolescentes pueden identificarse con las situaciones, mientras los más viejos del lugar podemos rememorar las tribulaciones que todos hemos tenido a la hora de afrontar el crecimiento y eso que llaman vida, con el desafío de formar lazos en la escuela y fuera de ella, hacer amigos, definir sentimientos y autoaceptarnos.
Sumado a lo anterior, los libros son exitosos en el tratamiento de la homosexualidad. En tiempos en que todo parece ofender y las sensibilidades están a flor de piel, no siempre es fácil encontrar una voz potente para comunicar lo que se quiere. Heartstopper, no obstante, tiene un manejo muy respetuoso, pero sin miedo, del tema gay, sin caer en caricaturas facilistas ni ningún tipo propaganda. En ese sentido, Oseman sortea con elegancia y oficio las inevitables reacciones furibundas de ese vetusto y acéfalo sector homofóbico, que en esta oportunidad no pueden enarbolar su clásica frasecita de la 'inclusión forzada' o 'solo es propaganda de la agenda LGTBQ+': acá todo es orgánico, natural, normal y realista.
Pero además de las angustias del crecimiento y las tribulaciones internas, los chicos también tendrán que enfrentarse al que quizá sea el mayor flagelo de salud de la actualidad: las enfermedades mentales. El cuarto tomo se centra en una de las subdivisiones de aquellas, los trastornos alimenticios, como el que sufre Charlie debido a su obsesión por no comer, haciendo que estemos ante los pasajes más serios y maduros de la saga. Al igual que los otros tópicos de la obra, Oseman aborda este tema de buena manera, con asertividad, siendo fácil sentirse identificado, ya sea que tengas ese problema u otra patología mental.
Con todo, el mensaje que transmite es muy bueno e importante: el amor y la voluntad no lo soluciona todo, siendo imprescindible que la persona que sufra alguna enfermedad mental pida ayuda a un profesional que le pueda tratar adecuadamente. En ese sentido, se alinea de cierta manera con otras obras que buscan concientizar y visibilizar esas patologías, como Agallas, Cara o cruz, o un largo etcétera. Heartstopper no es tan descriptiva, analítica ni enciclopédica como aquellas, porque claramente no es su objetivo, pero el tratamiento de este tema es lo suficientemente inspirador como para servir de palanca para que quienes sufren una condición similar se animen a pedir ayuda. La autora se enfoca en la curación y la importancia de buscar apoyo de una manera edificante, y que resuena muy profundamente.
Pero por supuesto, ninguna novela gráfica estaría completa sin un apartado artístico acorde a la historia. En eso, Oseman también es muy competente, con un dibujo sencillo pero muy expresivo, que transita entre la caricatura y el manga. El resultado es una estética muy acogedora y entrañable, principalmente cuidada a la hora de plasmar unos rostros que logran transmitir todas las emociones que los personajes sienten viñeta a viñeta.
El arte está realizado en blanco, negro y tonos de gris, y aunque hubiésemos esperado algo más colorido tratándose de una publicación para publico joven, no es algo que se extrañe, pues el cómic no necesita más elementos para convencernos de lo que autora quiere contar: simplemente a través de las expresiones faciales de los personajes, se le da mucha vida a la historia, desde el humor y ese sentimiento de mariposas románticas, hasta la tristeza y el desamor. Las viñetas se dispersan por cada página, bailando a través de los puntos cruciales de la trama, sumándose a la magia que es leer Heartstopper.
También debemos mencionar que al final de cada tomo hay abundantes extras, consistentes en notas de la autora —que suman mucho a la historia—, fichas de personajes, extractos de los diarios de los protagonistas, bocetos, comentarios acerca del diseño de personajes y explicaciones acerca de sus métodos de trabajo. Además, desde el volumen 2 en adelante, encontramos minicómics enfocados en Tara y Darcy, Tao y Ellie, y los profesores. Todo ello contribuye a enriquecer más el entorno de nuestros chicos, y redondear de mejor manera la historia.
En resumen, leer Heartstopper es una experiencia verdaderamente única y especial. Siempre es agradable ver una representación tan sana y genuina de las relaciones LGBTQ+, pero aún sin esos elementos, esta es una historia muy hermosa y atrapante por derecho propio. Alice Oseman nos entrega una obra tierna, romántica y conmovedora, que sin duda pondrá más de una sonrisa en tu rostro. Fue un placer seguir a los personajes página a página a través de su autodescubrimiento y aceptación, pues siempre encontramos algún detalle que nos hicieron sentirnos identificados. Porque al final del día, y tenga la forma que tenga, el amor es amor.