"In The Pines" (2021), de Erik Kriek: baladas de muerte y horror
La globalización es un fenómeno que, quiéranlo o no, llegó para quedarse. Una de sus muchas consecuencias en la mezcla de culturas, pues día a día vemos como las tradiciones y costumbres de todo el orbe se superponen unas a otras. Un gran ejemplo de eso lo tenemos en la obra que reseñamos hoy, con una mezcla tan improbable como un artista europeo trabajando sobre historias tradicionales de Estados Unidos. En In The Pines, el artista neerlandés Erik Kriek traduce al cómic inquietantes historias de la tradición oral estadounidense, que son el argumento de cinco murder ballads, viejas canciones que componen una crónica negra transmitida de generación en generación.
Se conoce como murder ballads a un subgénero de la balada que tiene un lugar propio en la música costumbrista norteamericana desde hace décadas. Estas canciones tradicionales tratan sobre crímenes, reales o no, y otros acontecimientos horribles, siendo historias crudas llenas de amores no correspondidos, traiciones, vida y muerte. La estructura de las baladas viene de la tradición anglosajona, en la que las historias se transmitían oralmente entre una población que por lo general era analfabeta. Es una suerte de crónica roja popular, transmitida de generación en generación a través de la música, que ha tenido eco incluso entre los creadores contemporáneos, como Nick Cave.
Cinco de estas canciones son las que han inspirado al dibujante neerlandés Erik Kriek para dar forma a In The Pines, novela gráfica publicada el año 2018. Previamente, Kriek había adaptado cuentos de H.P. Lovecraft en From Beyond & Other Tales, y varias de las piezas aquí presentadas generan una sensación similar de inquietud. El aspecto más interesante del libro es la ágil reinterpretación de Kriek de cada balada, a menudo para incluir dramatismo o tragedia, algo que se aprecia mucho mejor si conocemos las canciones originales. El autor se inspiró en piezas nuevas y antiguas, y las usó como punto de partida para un quinteto de historias gráficas extraordinarias y despiadadas que ocurren en la oscuridad de la Norteamérica profunda.
Las murder ballads se caracterizan por adoptar la perspectiva ya sea del asesino o asesina, de la víctima o de una tercera persona, pero por regla general el culpable acaba pagando su crimen con la propia vida, dejando servido en bandeja el mensaje moralizante. Además, a través de estas historias se obtiene una panorámica de la vida norteamericana en el siglo XIX, donde la violencia, los secretos oscuros, la corrupción y el puritanismo iban de la mano, si bien muchas de ellas tienen su origen en los inmigrantes ingleses que atravesaban el océano en busca de fortuna.
La primera historia, Pretty Polly, se corresponde con una canción que ha sido interpretada por grupos como The Stanley Brothers o The Byrds, pasando por Sandy Denny y Judy Collins, y que narra la historia de un carpintero de ribera que al convertirse en asesino recibe una maldición con la que carga al hacerse de nuevo a la mar. The Long Black Veil, seguramente la balada más famosa de las cinco del libro gracias a Johnny Cash, Nick Cave o The Grateful Dead, tiene una historia mucho más corta y no está basada en ningún hecho ocurrido realmente. La canción fue escrita en 1959 por Marijohn Wilkin y Danny Dill, y ese mismo año fue un éxito country y western de Lefty Frizzell. Los compositores combinaron tres acontecimientos para crear una balada trágica sobre un hombre que, con la soga ya casi al cuello, se niega a hacer pública su coartada: para él, preservar el honor de su amante es más importante que su propia vida.
De la misma forma, Taneytown no está basada en hechos reales, sino que es una creación de Steve Earle, quien también usó la inspiración de la canción para la historia con el mismo título de su libro de cuentos Doghouse Roses. “La premisa de la canción es que hay rednecks y racistas en todas partes, y no solamente en el sur de los Estados Unidos”, afirmó el músico al respecto. Tampoco es una murder ballad tradicional Where the wild roses grow. Nick Cave basó esta canción, que grabó con Kylie Minogue y tuvo mucho éxito, en los acontecimientos relatados en The Willow Garden, la cara B de un single suyo de 1996 que tuvo mucha repercusión. En la versión de Erik Kriek, el asesino es Zachary Smalls, un preso fugado, que pretende hacerse con el dinero que esconde una muchacha.
Por último, Caleb Meyer es una balada escrita por Gillian Welch, una cantante con un elenco de fieles seguidores entre los amantes del género Americana, en la que el hombre que da nombre al relato acaba pagando, como es preceptivo, por sus pecados.
Con un genuino sabor vintage que remite al cómic de terror clásico de los años 70 y 80, en In The Pines el autor ha querido captar el espíritu de estas inquietantes composiciones para infundir en el lector una doble sensación, el escalofrío de los brutales hechos y el placer de las buenas historias. Por su parte, el arte de tiene una curiosa cualidad onírica, con los rasgos de sus personajes hundidos y empapados de miseria. Las viñetas, marcadas en duotono, con formas y colores diferentes según cada relato, contribuyen a dotar a la obra de una estética muy personal.
Las vidas condenadas de los personajes se desarrollan bajo la imponente y hostil naturaleza salvaje del sur de Estados Unidos, siendo el escenario tan protagonista como los personajes, funcionando como elemento unificador de un período en la historia reciente —aunque las temáticas de las canciones estén separadas por siglos— cuando la civilización en ciernes y el mal primordial podrían coexistir uno al lado del otro, y los asesinatos fácilmente podrían quedar sin resolver. Especialmente lograda es la fluidez con la que la mayoría de las historias saltan entre el pasado y el presente, y en ocasiones entre lo auténtico y lo imaginario, indicado por un simple desprendimiento de las viñetas.
A la hora de convertir su talento narrativo en algo mucho más oscuro, Kriek ciertamente está a la altura de la tarea. Sitúa cada fábula en un entorno de pesadilla distinto: las cubiertas tormentosas de un barco, bosques sombreados o barrios marginales llenos de turbas enojadas. Sus negros profundos parecen inspirados en Charles Burns, mientras que sus personajes larguiruchos y con los ojos muy abiertos recuerdan a los asesinos y víctimas de los viejos cómics de terror de EC. Aunque el artista ocasionalmente agrega su propio giro narrativo a algunas de las baladas, y esto tiende a socavar el poder emocional y crudo de los cuentos, esto es una objeción menor. Esta es una colección hermosa y espeluznante, llena de traiciones, venganzas, con una narración visual excepcional.
Todas las canciones están disponibles en una variedad de servicios en línea, por lo que recomiendo escucharlas antes y durante la lectura. De todas formas, no es obligatorio hacerlo, pues aunque un epílogo de Jan Donkers proporciona un contexto muy necesario a cada historia, el trabajo del autor es tan lírico e innato en su estudio de la violencia y la naturaleza humana, que es igual de disfrutable aunque no se cuente una mínima apreciación de los elementos básicos musicales que lo inspiraron.
En resumen, con In The Pines, Erik Kriek se anota una obra muy recomendable, recurriendo a una fuente de inspiración no muy común para un autor europeo, o para nadie que no habite en Norteamérica, como son las canciones tradicionales estadounidenses. En sus páginas, encontramos relatos macabros llenos de hechos horrendos que hablan del reverso oscuro del ser humano, y que además, demuestran que letra y música no son tan diferentes a dibujos y diálogos.