"Colossus: Bloodline" (2005): herencia consanguínea
Ya en anteriores oportunidades hemos analizado el trabajo del guionista David Hine en la franquicia mutante, quien creó una macrohistoria a través de un puñado de series regulares y limitadas. Hoy analizamos otro de sus obras para Marvel, pero que narra una trama independiente. Con ustedes, Colossus: Bloodline.
Colossus: Bloodline es una miniserie de cinco números, publicada el 2005, protagonizada por Peter Rasputin, el poderoso mutante ruso capaz de transformar su carne en acero orgánico. Fue escrita, como dijimos, por David Hine, con dibujos de Jorge Lucas, y portadas de Chris Bachalo, correspondiendo a una de las pocas aventuras en solitario del armatoste ruso.
Peter Rasputin ha sido durante años un mutante sin demasiada suerte, tanto en lo referente a su existencia en el Universo Marvel como a nivel de proyectos editoriales en que ha estado vinculado. Como ya sabe todo el mundo, Coloso debutó formando parte de la denominada Segunda Génesis de los Hombres-X, siendo uno de los personajes creados por Dave Cockrum y Len Wein que integrarían lo que por entonces se conoció como los Nuevos X-Men. Lo que no sabe mucha gente es que el plan inicial de Wein era convertir a Coloso en el personaje central de la alineación, incluso por delante de Nightcrawler que era el preferido de Cockrum. Sin embargo, esta idea murió antes de nacer, puesto que tras la marcha de Wein, el nuevo guionista, Chris Claremont, decidió centrar su atención en Storm.
En los siguientes años, la situación no cambió demasiado, puesto que John Byrne situó a Wolverine como su personaje preferido, lo que significó que casi todos los mutantes de la Segunda Génesis tuvieran su desarrollo, excepto, claro, Peter, quien continuó siendo poco más que el estereotipo del grande y fuerte del grupo. Curiosamente, con la llegada de Kitty Pryde, el ruso comenzaría a ganar cierta importancia, más aun cuando a finales de los noventa contó con un serial publicado en Marvel Comics Presents, sustituyendo a Wolverine como personaje ancla de dicha publicación.
Con el tiempo, la vida del camarada Rasputin seguiría dando vaivenes, pues a la muerte de su hermana Illyiana habría que sumar la de su familia, masacrada en la Madre Rusia. Formaría parte del equipo oro protagonista de Uncanny X-Men a partir de 1991, se convertiría en un Acolyte, el grupo formado por los seguidores de Magneto, se incorporó a Excalibur, y protagonizó un one-shot con su compañera Meggan, hasta que alguien tuvo la idea de mezclar a Peter con la trama centrada en el Legacy Virus, que resultó en la muerte del personaje.
Pero como en los cómics nadie, excepto el Tío Ben, se mantiene bajo tierra mucho tiempo, Joss Wheddon lo recuperaría en Astonishing X-Men, hasta el punto de ser uno de los puntos fundamentales de la primera saga de dicha serie. Pero el trabajo de Wheddon fue más una restitución que un simple renacimiento, y en pocos números se puso de manifiesto que el gigante metálico había vuelto para convertirse en un gran personaje del Universo Marvel. Como tal, solo era cosa de tiempo que Rasputin tuviera la oportunidad de protagonizar su propia serie limitada.
Colossus: Bloodline nos muestra a un Peter solitario y distante, que no se reconoce a sí mismo, con un lado salvaje que se ha descontrolado un par de veces. En esas condiciones viajará a Rusia, para responder a un llamado de auxilio de su prima Larisa, su único familiar vivo además de un tío. Todos sus parientes han sido asesinados de manera misteriosa, y la investigación les llevará a descubrir algo relativo a sus antepasados que le ha puesto como objetivo. La trama revelará el parentesco de Peter con el mítico Grigori Rasputin, el Monje Loco, y lo llevará a encontrarse con un oscuro villano de los X-Men. Porque cuando de legados de sangre, genética y ADN se trata, siempre hay algo Siniestro cerca...
Para poner los puntos sobres las íes desde el principio, hay que reconocer que, aunque profundiza un poco sobre el nuevo estatus del personaje tras su resurrección, no es que esta miniserie sea un gran aporte. No está mal escrita ni es aburrida, pero David Hine intenta sorprender al lector con un par de giros argumentales que dejan mas bien fríos e indiferentes. Relacionar las raíces de Peter al legendario monje Rasputin parece muy forzado y artificial, algo pensado más en exprimir el apellido que en darle profundidad a la figura. Porque si algo necesita el personaje es que alguien lo defina por sí mismo, y no como accesorio de alguien más: novio de Kitty, Acólito de Magneto, hermano de Magik, y ahora, descendiente de Rasputin.
La trama peca de plana, con un aporte escueto al transfondo del personaje más que indicar que tiene un ancestro famoso. Desde ese punto de vista, la aventura pudo formar parte de un arco cualquiera de Uncanny, de no ser porque bebe mucho de la miniserie The Further Adventures of Cyclops and Phoenix, o lo que es lo mismo, del origen de Mr. Sinister, quien para variar está detrás de manipulaciones genéticas de familias mutantes importantes, como los Summers. Pero ademas de lo primero, la historia no significa ninguna evolución para Coloso —sin spoilear, basta con ver la ultima viñeta para darnos cuenta que ese Peter es el mismo que el de la primera—, no entrega algún elemento que afecte su caracterización futura ni agrega algún elemento que sea considerado importante para su cronología.
De la misma manera, el dibujo de Jorge Lucas es adecuado para una historia oscura como esta, porque aunque falla en las escenas de acción, acá no hay muchas de esas. Su entintado masivo contribuye a dotar las páginas de un tono lúgubre que nos pone rápidamente en ambiente, pero se extrañan algunos matices, puesto que hay escenas más tranquilas y hogareñas que si hubiesen sido retratadas de forma más liviana, hubiesen provocado un contrapunto que permitiría brillar de mejor manera a los momentos de horror.
Para concluir, podemos decir que Colossus: Bloodline es una serie de buenas intenciones, pero que se queda a medio camino. Está bien escrita y dibujada, y se deja leer, pero en general, aporta poco a la cronología global de Peter, lo que es un pecado irredimible para una obra dedicada en exclusiva a el. Sin duda, son de agradecer estos proyectos centrados en personajes específicos, pero siempre y cuando signifiquen un punto de inflexión para el protagonista, y en una época en que el dinero y el tiempo son bienes escasos, es lo mínimo que se puede pedir.