"El Pequeño Libro de la Ecología" (2021): páginas verdes
El medioambiente es sin duda uno de las grandes preocupaciones del mundo moderno. Su concepto, y el de la ecología, han sido usados, tergiversados y manoseados por todo tipo de sectores sociales, políticos y económicos, en aras de asumir los desafíos que nos espera como humanidad. Parte de ello es lo que relata El Pequeño Libro de la Ecología, obra franco-belga que repasamos a continuación, y que narra en viñetas siglos de historia de defensa del medio ambiente, desde el descubrimiento de la agricultura al vertido masivo de mascarillas quirúrgicas al mar, desenrollando el hilo de la relación entre el hombre y la naturaleza. En tiempos de evidente urgencia climática y ecológica, este libro llega en el momento en que abordar este tema es más necesario que nunca.
Una historia tan larga como la propia humanidad. Así es el recorrido que el guionista y dibujante francés Hervé Bourhis propone en Le Petit livre de l’écologie, obra publicada el año 2021 en su Francia natal. Una aventura de siglos y siglos de duración, en la que el ser humano, en aras del progreso, ha puesto tanto empeño en destruir su entorno como en reparar sus propios desastres. Todo ello resumido en viñetas, a modo tanto de recorrido panorámico, como de una invitación a la reflexión.
Bourhis, conocido por los lectores por otros títulos de divulgación como El pequeño libro de los Beatles y El pequeño libro del rock, se aparta esta vez de su demostrada melomanía para narrar los retos y las luchas de la ecología desde que los primeros seres humanos dejaron de ser cazadores-recolectores para descubrir la agricultura, allá por el año 10.000 AC, hasta el vertido masivo de mascarillas quirúrgicas como consecuencia de la pandemia del covid-19, que ascienden a 7500 toneladas según las últimas estimaciones, en el más reciente atentado contra los océanos perpetrado por el hombre.
El autor reconoce que la motivación que le llevó a emprender este trabajo fue “bastante egoísta, para obtener respuestas a las preguntas que tenía. Escribo mis libros sobre todo para entender un tema”, ha dicho en declaraciones al portal Natura-Sciences. "Por ejemplo", continúa, "hablamos mucho sobre el movimiento vegano, pero ¿de dónde viene? De hecho, es muy viejo, y yo no lo sabía. Ya había tomado notas porque son temas que me han trabajado durante varios años, llevo años acumulando documentación casi sin querer. Este enfoque de investigación es natural para mí porque escribo mis libros para aprender".
Así, El pequeño libro de la ecología pone de manifiesto que la protección de los animales es tan antigua como la cultura misma, pero que no pareció inmutarse con la extinción de especies como el dodo, el moa o la vaca marina del pacífico; revela que conceptos tan vigentes como cambio climático, efecto invernadero, bien común u obsolescencia programada tienen orígenes remotos en el tiempo, y explica el nacimiento de otros como huella de carbono, agujero de la capa de ozono o colapso de civilizaciones.
También se recuerda que las epidemias o las especies invasoras no son cosa reciente, y que algunas de las mayores catástrofes ecológicas de la Historia vinieron de la mano de los grandes conflictos bélicos, de la I Guerra Mundial a las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, sin olvidar otros lamentables hitos como la explosión de la central nuclear de Chernóbil, el secado del mar de Aral o Fukushima.
De esta manera, descubrimos que el nacimiento de la palabra ecología data de 1866, mientras por las páginas del volumen desfilan figuras como el emperador indio Ashoka, creador de los primeros edictos para la protección de los animales, Darwin, el buzo Jacques Cousteau, la estudiosa de los gorilas Dian Fossey o la activista Greta Thunberg, junto a otros menos conocidos como el prefecto Eugène Poubelle, que dió nombre a la basura en lengua francesa por imponer el uso de cubos con tapa, el filósofo alemán Ernst Haeckel, inventor del propio término Ecología.
Centrándose principalmente en los últimos 150 años, este libro, presentado en forma de sucesión de viñetas, mezcla hábilmente la Gran Historia y la anécdota, dándonos la oportunidad de aprender mucho sobre el tema y desmentir ciertas afirmaciones erróneas que hemos escuchado cada vez con mayor frecuencia en los últimos años. Todo ello con un lenguaje literario y gráfico dinámico y liviano, entregando conceptos de forma más lúdica que académica, pero sin perder la vista de los datos concretos.
Por ejemplo, en la potente iconografía que acompaña este viaje conviven el famoso sticker de "¿Poder nuclear? ¡No, gracias!" y la oveja Dolly, estrellas del rock como Neil Young o Michael Jackson y el boom de los productos biodegradables, reciclables y reciclados. El propio Bourhis asegura ser el primer sorprendido por la gran cantidad de referencias que ha encontrado en el proceso de elaboración de su libro. “No soy un experto, no soy un científico”, asegura. “Solo soy un escritor de cómics que siente curiosidad por lo que me apasiona”.
Así es como a lo largo de las páginas, se fortalecerán las convicciones de los lectores más ecologistas mientras que los demás verán tambalearse sus taras. Porque nada mejor que un repaso cronológico de los hechos para combatir la desinformación y cuestionar la confianza que podemos depositar en quienes nos dicen que todo está bien, cuando muchos hechos alarmantes han sido probados durante décadas. Porque si nos sorprende que la conciencia sobre el problema ecológico haya sido sea tan lenta, no olvidemos que la respuesta de los industriales en términos de propaganda —greenwashing y falsos estudios— es contemporánea a la denuncia de la devastación causada por estas mismas industrias.
En definitiva, El Pequeño Libro de la Ecología es un álbum para atesorar, compartir, leer y releer a lo largo de las épocas. Es un útil recordatorio de todo lo que se ha hecho para sensibilizar al público sobre la causa medioambiental, pero también de todo lo que se ha hecho para imponer nuestra modo de vida en un planeta que no tiene la capacidad de absorberlo. Un libro que denuncia la hipocresía pero que también demuestra que afortunadamente hay gente que lleva muchos años retomando el tema para concienciar y evitar lo peor.