"Captain America: The End" (2020), de Erik Larsen: la última batalla
En 2020, Marvel Comics resucitó, tras más de una década en el congelador, la iniciativa The End, obras destinadas a mostrar la última historia de algunos de sus personajes. Si en su momento los elegidos fueron los X-Men, los Cuatro Fantásticos, Wolverine, Punisher, y otros, en esta oportunidad tuvimos como protagonistas a Venom, Deadpool y Steve Rogers. Por ello, ahora repasamos uno de esos títulos, Captain America: The End.
Gracias a un arma química diseñada por Johan Schmidt, el mundo ha sido transformado y ahora está dirigido por humanos infectados que se han convertido en Red Skulls. La única esperanza para la humanidad es el Capitán América, pero ¿cuánto más puede aguantar Steve Rogers, y cómo podrá ganar cuando se niega a matar a los Cráneos Rojos, debido a que está convencido de que puede haber una cura? Por muy desesperada que sea la situación, el Capi no piensa renunciar a su mantra que la esperanza siempre encuentra un camino, y más aún cuando todavía quedan personas por proteger.
La anterior es la sinopsis de Captain America: The End, especial publicado en febrero de 2020, y que forma parte de la última oleada de unitarios dedicados a contar historias crepusculares de destacados héroes de la editorial. En este caso, hablamos de una obra de 32 páginas, realizada por el veterano Erik Larsen como autor completo, con apoyo de Dono Sánchez-Almara en coloreado, y Joe Caramagna en rotulado.
Lo primero que salta a la vista al acometer la lectura de estas páginas, es la forma elegante en que el escritor y artista Erik Larsen, que no es exactamente un creador conocido por las medias tintas, canaliza al Rey Jack Kirby, creador del Capitán América, entregando una obra de aspecto principalmente retro. No es un estilo que hará gracia en todos los lectores, pero la intención y el amor por el trabajo de Kirby rezuma en cada viñeta. El autor no desperdicia ni un solo panel, y de principio a fin, el ritmo golpea a los lectores con una ferocidad implacable. No es una lectura perfecta, claro está, pero es muy divertida y una bonita reflexión final sobre Steve Rogers.
Como indica la sinopsis, en algún momento en el futuro cercano, Red Skull fue derrotado definitivamente por Steve Rogers, justo cuando estaba a punto de liberar un virus de diseño en New York. El Capi pudo eliminarlo, pero el cambio climático creó un caldo de cultivo perfecto para que el virus mutara en algo mucho peor de lo que Skull había pretendido. Ahora, el patógeno transforma a sus víctimas en autómatas sin raciocinio empeñados en nada más que la destrucción o la conversión. El único héroe que queda para luchar es el Capitán América, tan imparable como siempre y férreo en su fe de que prevalecerá la buena voluntad que restaure el orden y la libertad.
Larsen hace un buen trabajo al representar a un Capi mayor, con un espíritu aún joven, pero cuyo cuerpo comienza a cansarse de la batalla constante. Si vemos sus antecedentes, el autor podría no ser la primera opción de nadie cuando se trata de escribir una historia final del Capitán. Conocido por su rudo Savage Dragon, una recordada etapa en Spider-Man a principios de los 90, y sus propias opiniones sin filtro, muchos asumirían que simplemente no era el hombre adecuado para el trabajo. Pero Larsen es un estudiante entusiasta de Jack Kirby y ocasionalmente a lo largo de los años ha salpicado a Savage Dragon con dosis del estilo del Rey cuando la historia lo requería. El propio estilo de lápiz de Larsen es un cruce entre Kirby y Walt Simonson, pero aquí se inclina deliberadamente hacia las influencias del primero, tanto en estilo como en diseño de página.
Acá, Larsen también escribe como Kirby, y ahí es donde el libro tropieza un poco. El Rey no era conocido por su destreza en la redacción, a menudo con personajes que hablaban de manera similar a los robots, con diálogos bastante intercambiables, o grandes y extraños discursos. Para los lectores de la Edad de Bronce, el diálogo de Kirby tenía un marcado contraste con la verborrea popularizada por Stan Lee en los años 60, siendo un poco menospreciado en ese aspecto.
Pero eso sí, los diálogos de Kirby eran deliberadamente dramáticos. Le encantaba ofrecer grandes ideas y momentos de alto impacto, escribiendo diálogos exagerados que estuviesen a la altura. Entonces, si bien algunos de sus diálogos no encajaban exactamente con el espíritu de los cómics de su era, se adaptaban perfectamente a su trabajo. Por más cursis que puedan ser, si sus discursos se adaptaban al material, no tenían nada de malo.
Dicho todo esto, y como puede suponerse, Larsen arranca las páginas bebiendo directamente del manual de escritura de Kirby, con diálogos que justamente parecen cursis, pero en todas las formas correctas. Esta es una aventura de acción que golpea desde el inicio, y que no se detiene hasta la última página, y el diálogo aporta completamente en eso.
Eso sí, bajo el más mínimo escrutinio, la historia no tiene mucho sentido. Esto se justifica si pensamos que la idea de Larsen más que vender una aventura, es vender un sentimiento: acá da lo mismo si el enemigo es Thanos, Red Skull o Galactus, lo que importa es que Rogers se ponga las botas y luche como siempre lo ha hecho en una desesperada resistencia final. Y si el autor lo consigue con una historia simplista de por medio, eso dice mucho sobre su habilidad.
Como dijimos, el arte de Larsen no será para todos. Aunque su intención sea emular a Kirby, eso no cambia el hecho de que algunos de sus viñetas se ven apresuradas, como si solo hubiera entintado un bosquejo de página y luego esperara que el colorista, Dono Sánchez-Almara, terminara el renderizado. El color, sin embargo, es fácilmente la peor parte del libro. pues sufre el efecto de ser demasiado artificial, habiendo Incluso algunos efectos que hacen que los elementos parezcan metálicos en lugar de naturales. No es que sea un mal trabajo, pero el resultado tiene un brillo extraño que no encaja bien, ni funciona en una obra que emula tiempos pasados.
En resumen, Captain America: The End puede parecer un poco simplista, pero es a propósito. Las páginas son un homenaje total a Jack Kirby, una digna celebración de lo que lo hace el Rey de los Cómics. Más allá de eso, esta es una obra muy divertida y frenética, y aunque su pátina no será para todos, hay formas mucho peores de pasar el tiempo que leyendo la que tal vez sea la última aventura de Steve Rogers.