"X-Men: Children Of The Atom" (1999): prehistoria mutante
Cuando Stan Lee y Jack Kirby nos presentaron a los Hombres-X en 1963, apostaron por comenzar su relato en un punto en que los alumnos de Charles Xavier ya formaban parte de su sorprendente escuela. Pero, ¿cómo llegaron a reunirse? ¿Qué acontecimientos llevaron al Profesor a reunir su grupo de mutantes? X-Men: Children Of The Atom, miniserie de la que hablaremos hoy, intentará responder esa y otras preguntas de los albores de la historia de la franquicia mutante.
La capacidad de síntesis narrativa es una de las características fundamentales de la Edad de Plata de los cómics, la era sesentera en que el Universo Marvel vivió su nacimiento y auge. Basta repasar el origen de los principales personajes de la Casa de las Ideas para percibir que bastaban unas pocas páginas para establecer el escenario de la acción, caracterizar al protagonista y su entorno, y relatar el suceso extraordinario que cambiaba su vida para siempre.
Por ejemplo, el debut de Spider-Man consta de apenas 11 páginas, en la, que se explicaba todo lo que era necesario saber sobre Peter Parker. Los 4 Fantásticos viajaron al espacio y fueron alterados por los rayos cósmicos en apenas 13 planchas, las mismas que necesitaron respectivamente Iron Man y Thor para ser presentados en sociedad. Algunos privilegiados como Hulk o The Avengers gozaron de relatos un poco más largos, en torno a las 20 páginas, en que se trataba de poner al corriente al lector de manera inmediata y saltar cuanto antes a la aventura, porque así era la estructura habitual del cómic en aquellos años 60: historias cortas y autoconclusivas, que ocupaban la mitad de un cuadernillo, o a lo sumo la totalidad de sus páginas.
El paso del tiempo y la acumulación de décadas en la trayectoria de los personajes, ha servido también para la proliferación de otro fenómeno, el del revisionismo, que no es más que la actualización de los orígenes de los héroes, para así poner a los nuevos lectores al tanto de cómo empezó todo, con las herramientas del cómic moderno como la narrativa descomprimida, que entra en detalles pasados por alto en su momento, o que simplemente ni siquiera se llegaron a plantear, ante la necesidad de comprimir toda la trama en un espacio reducido.
Algo de ello es lo que tiene X-Men: Children Of The Atom, la obra que reconstruye el nacimiento del famoso equipo de mutantes de Marvel. La mayoría del público se ha acercado a estos en su encarnación moderna la surgida en 1975 con su Segunda Génesis que incluía miembros de multitud de nacionalidades como el canadiense Wolverine, el alemán Nightcrawler o el ruso Coloso. Sin embargo, sabemos que los Hombres-X habían nacido más de una década antes, en 1963, cuando Stan Lee y Jack Kirby concibieron a este quinteto de jóvenes, con habilidades especiales desarrolladas durante la adolescencia, que recibían las enseñanzas de un maestro en silla de ruedas llamado Charles Xavier.
Un repaso detenido de The X-Men #1 permite constatar algunas circunstancias que llama la atención al lector actual. En el comienzo de la historia, el grupo ya estaba formado, y todos sus integrantes masculinos habitaban la mansión del Profesor X. De hecho, Lee y Kirby recurrieron a una técnica narrativa bastante moderna para la época, la de la acción in media res, ya que no desvelan como reclutó Xavier a sus pupilos, ni de donde había salido aquel misterioso individuo en silla de ruedas. El motivo elegido para arrancar el cómic fue la llegada de la única fémina que del equipo, Jean Grey. Bastaron unas viñetas para hacer las presentaciones de cortesía, y explicar la existencia del Homo superior dividido en dos facciones, la que lidera Xavier a favor de la convivencia con los humanos convencionales, y la que lidera Magneto, decidido a subyugarlos.
Durante la misma década de los años sesenta Roy Thomas, el sucesor de Stan Lee en los guiones de la serie, constató que faltaban mucho detalles por explicar. De ahí que a partir de The X-Men #38 se incluyera un pequeño complemento a la historia principal, en los que se desgranaría la procedencia del Profesor X, cómo se habían manifestado los poderes de sus futuros alumnos, y la manera en la que estos fueron reclutados para la causa. El resultado fue lo que extraoficialmente se llamo Orígenes de los X-Men, un conjunto de relatos breves que cronológicamente precedían a la primera aparición del equipo.
Sin embargo, estas historias caerían al vacío del olvido, por dos motivos fundamentales. Primero, se publicaron en el momento en que la colección había entrado en decadencia y contaba con escasas ventas así que pasaron desapercibidas. Segundo, el posterior relanzamiento de la serie, de un contundente éxito comercial, ponía su acento en temas que Thomas había pasado por encima, o que ni siquiera contempló, como el racismo, la soledad adolescente o del papel de los medios de comunicación masivos como generadores de opinión pública. Por tanto aunque los aficionados modernos hubieran tenido acceso a aquellos orígenes, probablemente no hubieran sido de su agrado.
Entre quiénes desconocían el serial de los orígenes se encontraba el guionista Joe Casey, un autor que irrumpió en Marvel a mediados de los años noventa, siendo una de las grandes promesas de esos años. Aunque desarrollaría interesantes proyectos tanto en la Casa de las Ideas como en DC Comics y en Wildstorm, entre los aficionados mutantes está en la memoria la mediocre etapa que el autor acometió en Uncanny X-Men, discutiblemente una de las peores de la historia del grupo, peleando el honor golpe a golpe con Chuck Austen.
Sin embargo, en 1999 Casey formaba parte de la nueva generación de escritores que acababa de irrumpir en la escena con una vasta formación literaria, buen dominio de la técnica narrativa, y habilidad para expresar conceptos añejos con un lavado de cara moderno. Su labor en Cable, colección mutante que reinventó por completo con un tono evidentemente clasicista, le señaló como el hombre propicio para acometer una miniserie que reconstruiría con la sensibilidad del presente, pero sin olvidar el pasado, cuanto había sucedido antes de la primera página de The X-Men #1.
A la empresa se sumaría Steve Rude, legendario dibujante de elegancia portentosa en cuyo estilo refinado brilla con fuerza la influencia de Jack Kirby. Rude, no obstante, no conseguiría completar el proyecto, motivo por el cual Marvel contaría con 2 dibujantes más ambos con un talento equiparable: Paul Smith, que años atrás ya había desarrollado una mítica era dentro de la etapa de Chris claremont en un Uncanny X-Men, y Esad Ribic, croata recién llegado entonces a la industria y que sabría mimetizar el trazo de su colegas, antes de que unos pocos años después se posicionara como una estrella absoluta del dibujo.
A la luz de los números de Casey en Uncanny, el guion que encontramos aquí parece escrito por otra persona. La historia está contada de forma trepidante, mezclando el saborcillo clásico de los años en que supuestamente transcurre la historia, con una narrativa moderna, que me recuerda poderosamente al estilo del Mark Millar de Ultimate X-Men. Aunque no es precisamente un recurso original, la trama se divide en una parte que narra como se van relacionando los personajes, con otra, cuyas páginas están diseñadas en un esquema de 3x3 con las llamadas "viñetas televisivas", que son cuadros de televisión intercalados con fragmentos de noticias y entrevistas que ofrecen información expositiva como contrapunto a la acción, pero que también hacen avanzar la historia a través de ellas. En todo momento, el argumento tiene una solidez que no decae, de principio a fin.
Respecto del arte, poco podemos decir del trabajo de Steve Rude que no se sepa. Su estilo es perfecto para fijar la obra con un estilo clásico, pero con pautas de atemporalidad que logran esquivar, gracias a su gran talento, la trampa de lo retro tan común en este tipo de proyectos. Lamentablemente, tras la salida de Rude nos encontramos con la entrada de Michael Ryan, Paul Smith y un primerizo Esad Ribic. Smith es también un legendario ilustrador, que tuvo su cénit en los ochenta, mientras que aunque a Ribic se le nota la falta de experiencia, ya se le nota el talento en bruto. Como consecuencia, el arte baja de nivel un peldaño, pero logra mantener un nivel muy decente y cierta coherencia visual.
En definitiva, X-Men: Children Of The Atom es más que un ejercicio de nostalgia y arqueología, pues no es solo una revisión del origen de los Hombres-X, sino que de plano cuenta hechos previos a The X-Men #1. Con un guion muy certero de Joe Casey, un arte excelso de Steve Rude y uno muy funcional de sus sucesores, esta historia no es solo para amantes de los mutantes, ya que por como está concebida, es accesible para todo tipo de lector. Es una historia bastante cerrada, que a pesar de no encajar perfectamente con la continuidad, supone un punto de entrada ideal para cualquiera que se quiera adentrar en este mundo, además de ser altamente disfrutable por los lectores de toda la vida de las aventuras de los X-Men.