"Los Ángeles de Auschwitz" (2020): esperanza en el infierno
La Segunda Guerra Mundial, y en particular el holocausto de los campos de concentración, ha sido una fuente inagotable para obras del noveno arte, no solo de narraciones de tinte bélico, sino también para aquellas que narran la miseria tras la tragedia. Este último aspecto es quizá el más interesante, y es el que más raigambre tiene en los cómics europeos, seguramente por la cercanía emocional que sus pueblos tienen con la tragedia. A esta demografía corresponde Los Ángeles de Auschwitz, titulo que repasamos a continuación.
¿Dónde están los ángeles cuando más se les necesita? Esa es la pregunta que bien podría haberse hecho Moshe Rubinstein, el protagonista de esta historia, cuando el destino lo arrojó al infierno del infame campo de concentración de Auschwitz. Un lugar sin esperanza en el que, sin embargo, la fe en esas criaturas aladas que le habían fascinado desde niño no dejó de asistirle hasta el final. A veces, como comprobará el lector, con resultados casi milagrosos.
Los Ángeles de Auschwitz es una novela gráfica de 80 páginas, a todo color. La obra del escritor belga Stephen Desberg y su coterráneo artista Emilio Van der Zuiden, que mira de frente al horror nazi, yendo más allá de las historias convencionales sobre el tristemente célebre campo de muerte.
Como sabemos, el holocausto judío en la II Guerra Mundial es una de las grandes tragedias de la humanidad, denunciada por supervivientes, historiadores y creadores de diversas disciplinas, que regresan al tema una y otra vez para tratar de entender las causas que hicieron posible tanta crueldad. Tanto es así, que se podría decir que el nazismo y sus atrocidades se han convertido en un subgénero del cómic, que ha abordado el asunto desde diversas perspectivas. Sus representantes son tantos que sería imposible nombrarlos todos, pero como ejemplo, ahí tenemos al Maus de Art Spiegelman, Auschwitz de Pascal Croci, Yo, René Tardi, de J. Tardi, y un largo etcétera.
A ellos viene a sumarse esta obra, una historia en viñetas que va más allá de las tramas convencionales acerca del más famoso campo de concentración, pero que desde luego no ahorra detalles sobre las durísimas condiciones en las que vivieron, y con frecuencia murieron, los prisioneros judíos. Maltrato, humillación, hambre, hacinamiento, asesinatos a sangre fría, son el pan de cada día para las almas desgraciadas que aspiran apenas a mantenerse con vida.
Los Ángeles de Auschwitz narra la historia de un judío perteneciente a una familia de Cracovia que se ve arrancado de su pacífica existencia burguesa y arrojado al pozo sin fondo de Auschwitz. Para mantener viva la esperanza, se aferra a una vieja creencia infantil que logra infundir entre sus compañeros de infortunio y también entre sus captores: cree en la existencia de los ángeles, aquellos seres celestiales que velan por nosotros y nos ayudan en los trances difíciles. Gracias a eso, encontrará una grieta en la maquinaria criminal de las SS: el despiadado Karsten, el obersturmbannführer del campo, el mismo que somete a los prisioneros a todo tipo de sevicias, también cree en los ángeles. Ello va a provocar situaciones incontrolables, y una historia conmovedora que abarca varias generaciones, en la que ángeles y demonios van de la mano, con un desenlace sorprendente.
Esto lleva al desarrollo de una trama en la que entran en juego la vergüenza por los actos cometidos, el amor a la familia, el odio y la crueldad. Cada uno de estos elementos va encajando a la perfección en una historia muy sencilla que no busca sorprender mediante la originalidad, sino dejar huella al mostrarnos una visión diferente de un horror que ya hemos visto muchas veces. Por mérito propio, es muy destacable el epílogo, que hasta puede servir como historia independiente, donde se cierran los cabos sueltos, y nos deja ver otra visión del conflicto, una más alejada de ese horror.
Stephen Desberg relata en la introducción de Los Ángeles de Auschwitz que fue una visita al campo de concentración lo que le inspiró esta obra, que reserva al lector un cierre inesperado. “Quise imaginar la historia de un hombre que logra dar un vuelco al sufrimiento, cambiar su dolor físico por una victoria psicológica. Me cuesta mucho mostrar mis emociones y tuve que enfrentarme al significado de todos esos dolores mudos, de todos esos gritos contenidos, de esa danza macabra, de ese canto magníficamente inmundo que es Auschwitz. Como si fuera necesario y no ingenuo buscar otra salida, darle esperanza”, afirma.
Por su parte, los lápices de Emilio Van del Zueden abordan la historia con sobriedad, a sabiendas de que lo que se cuenta es lo bastante duro como para no necesitar énfasis. El dibujo, colorido y algo alegre, intenta representar ese rasgo de esperanza que es el que mueve la trama durante todas las páginas. Así, muy bien apoyado en los colores de Fabien Alquier, el dibujante insiste en subrayar la humanidad de los personajes, incluso de los menos compasivos. El resultado logra superar el reto de aportar una nueva mirada a los ríos de tinta vertidos sobre aquel triste episodio, el encuentro de las víctimas y los verdugos reunidos bajo el cielo de plomizo de Auschwitz.
Para terminar, y aunque trata un tema ya bastante manoseado, Los Ángeles de Auschwitz es lo suficientemente original para que su lectura merezca la pena. Quizá una extensión mayor le hubiese venido bien para desarrollar un poco más a los personajes, pero aun así, la historia queda lo suficientemente bien cerrada como para que valga la pena hojearla. Pese a que no es una obra redonda, es recomendable tanto por su calidad narrativa y artística, como por la posibilidad que nos brinda de acercarnos de una óptica un poco distinta a una historia que no debemos olvidar jamás.