"Civil War: X-Men" (2006): gen neutral
Entre el genocidio de Genosha, el Día-M y la diezma, los problemas no faltaban para los mutantes a mediados de la década de los 2000, y la Guerra Civil no haría sino sumar a sus preocupaciones. Mientras los líderes del Instituto Xavier anuncian públicamente su neutralidad en el conflicto, uno de los Hombres-X, Bishop, decide tomar el camino contrario. Su decisión afectará las relaciones de los X-Men con la Oficina Nacional de Emergencias, que cuida a los refugiados de la diezma que acampan en el Instituto Xavier, y producirá un cisma dentro del grupo de mutantes. Todo eso y más en Civil War: X-Men, serie que repasamos a continuación.
Civil War: X-Men es, como su nombre lo indica, la implicación de los mutantes en el gran evento marveliano del 2006, quizá el macrocruce más mediático de la editorial. La obra corresponde a una serie limitada de 4 entregas, con David Hine en guiones y Yannick Paquette en dibujos. La miniserie cumple una doble función: ser tie-in del evento, y servir como ultima parada del trabajo de Hine en la franquicia mutie, que está conformado por las series previas District X, Mutopia X y X-Men: The 198.
Por mucho tiempo, y desde que la franquicia explotó en los ochenta, los mutantes habían vivido en la endogamia. El rincón-x creció tanto y tan explosivamente, que los llevó a crear un subuniverso particular que tenía sus propias reglas. La situación llegó hasta tal punto que los Hombres-X solo se cruzarían en los años 90 con el resto de los héroes para verlos morir aparentemente en la batalla contra Onslaught, transportados durante una temporada al universo alternativo de Heroes Reborn.
Sin embargo, Civil War, el gran evento con el que Joe Quesada y Mark Millar redefinieron a la Marvel del nuevo siglo, no está centrado en los mutantes, sino en esos personajes que habían perdido durante todos estos años su caché en beneficio de Wolverine y compañía. La guerra civil desplaza el eje de importancia, y para hacerlo se vale del recelo y la desconfianza hacia los héroes, argumentos que han sido moneda común en las historias de los Hijos del Átomo, tradicionalmente más cercanas a la sociología del mundo real que las aventuras cósmicas y escapistas vividas de forma habitual por los Avengers.
La idea misma de la saga nace de un concepto que ya había sido tratado en las colecciones-x, pero que no había encontrado concreción definitiva hasta poco antes de la Guerra Civil. El senador Robert Kelly paseó su Acta de Registro de Mutantes por los cómics de la franquicia durante buena parte de los años 80. En aquel entonces, Chris Claremont utilizaba el tema como una metáfora de las medidas legislativas lanzadas por ciertos partidos conservadores de cara a controlar algunas minorías marginadas. Claremont exponía también el apocalíptico futuro del que había venido Rachel Grey como consecuencia a largo plazo de la aplicación de semejantes leyes.
Sin embargo, el Acta de Registro de Mutantes se perdió camino de la votación, o entre las decenas de cabos sueltos dejados a lo largo de las últimas décadas en las colecciones mutantes. Tuvo que llegar el Día -M para que el registro se hiciera realidad, de forma aterradora. La raza mutante ha sido diezmada —solo quedan 198 en el mundo—, y como son realmente una especie en peligro de extinción, el gobierno prefiere tenerlos controlados.
La participación en Dinastía de M tanto de los X-Men como de los New Avengers servía para recuperar una cierta conexión entre estos dos grupos. Las consecuencias de la saga devolvían además la sinergia de tiempos pasados entre los personajes, pero también servía para adelantar y hacer a los mutantes partícipes del mundo peligroso e imprevisible que nos dejara Civil War. Mientras el resto de los héroes se debatían a favor y en contra del registro, para los mutantes ya se había dictado sentencia: la Oficina Nacional de Emergencias tiene catalogados a los únicos 198 que han conservado sus poderes tras el Día-M. Los jardines del Instituto Xavier son campos de refugiados vigilados por enormes Sentinels, "por su propio bien", como dice el enlace humano-mutante Valerie Cooper.
Después de todo el dolor padecido por los mutantes en los últimos tiempos, cuando Tony Stark se reúne con Emma Frost para conocer la posición oficial de los X-Men ante la guerra civil, estos se declaran neutrales. Lucas Bishop, sin embargo, no está de acuerdo con esta posición, y de ahí parte el argumento de esta miniserie, que enlaza lo ocurrido en Decimation con Civil War, y que, como dijimos, a su vez constituye un capítulo más de los trabajos desarrollados por David Hine alrededor de Bishop, los antiguos residentes del Barrio Mutante y los 198. Así, estas paginas son secuela directa de X-Men: The 198, que a su vez continúa las tramas de District X y Mutopia X.
A pesar de llevar el título de Civil War, lo que sin duda corresponde a un gran reclamo comercial, la trama aporta poco o nada a la historia principal del gran evento. En las páginas de la colección núcleo, Bishop se dirigía a Iron Man mostrándose favorable a su bando, y acá se explica mejor esa alianza, pues la verdadera relación de Bishop con el gobierno de Estados Unidos es a través de la Oficina Nacional de Emergencias y su enlace Valerie Cooper.
Cuando Domino y Shatterstar liberan a los miembros de los 198 de la Escuela de Xavier, los Hombres-X originales Cyclops, Iceman, Angel y Beast se lanzan en su búsqueda, en un intento de alcanzarlos antes que sean capturados por Bishop y su equipo, entre los que encontramos a Micromax y Saber. Desafortunadamente para los X-Men, hay una serpiente en la hierba en la forma del General Lazer, que quiere ver a los mutantes destruidos de una vez por todas.
Por entonces, el nombre de David Hine estaba íntimamente ligado a los mutantes. Desde que se hizo cargo de la serie District X, en Marvel le han ido encargando varios trabajos relacionados con los crossovers de turno dándole la oportunidad de crear una historia que pudo alargar hasta los tiempos de guerra civil. En la Dinastía de M hizo Mutopía X y en Diezmados, X-Men: The 198. En realidad, ya dijimos que esta obra no es más que una continuación de lo que ya leímos en esta última, pues aunque intenta usar personajes de mayor renombre, seguimos teniendo a los malos de turno, John Dee y el General Lazer para darle fluidez a una historia río en la que se sigue cuestionando lo adecuado que puede resultar que los mutantes estén recluidos en las proximidades de la Mansión.
A pesar que esta vez sí que tenemos a Cyclops, Beast y compañía robando cámara, dejando entrever un dejo de rebeldía en los miembros originales de la Escuela de Xavier frente al bando pro-registro, y que se producirá la inevitable batalla entre los mutantes rebeldes y los Sentinels, acá no encontraremos mucho más. Eso se debe a que realmente Civil War no fue hecha pensando en un papel relevante para los X-Men, y su participación corresponde más que nada a saldar la deuda de publicar algo que los relacione al evento.
Por ello, es que la historia es funcional y divertida solo si estás al tanto del trabajo anterior de Hine. Por otra parte, si solo te interesa como tie-in del evento de turno, podrías sentirte perdido y confuso por personajes y tramas que arrastran un bagaje insoslayable. Quizá por lo mismo, es que varios de los Hombres-X actúan fuera de lugar o con una dirección poco definida, e incluso Bishop, estrella de series anteriores de Hine, se siente bastante neutralizado.
Lo peor, es que hay poco espacio para desarrollar con mayor profundidad cualquiera de las opiniones particulares de los protagonistas acerca de la Guerra Civil o el tema de seguridad versus libertad, lo que es particularmente doloroso en una franquicia que tiene sus bases en asuntos relacionados a los derechos civiles. Siento que le faltó valentía o ideas al guionista y a la editorial para hacer un estudio que fuese trascendente en la cronología del rincón mutante.
En los dibujos tenemos a un Yanick Paquette al que aún le faltaban páginas para explotar en el artista que entregó trabajos de antología en la década pasada, como en Batman Inc. o Swamp Thing. Aquí, su trabajo no es un gran derroche gráfico y su retrato trastocado de algunos personajes no fue de mi agrado. Donde sí acertó fue en el guiño a los trajes de la época de Morrison que usan los cuatro protagonistas, aunque no se sabe si fue idea de Paquette o del propio Hine, que heredó muchas ideas del excéntrico guionista para sus primeros trabajos en la línea mutante.
En general, podemos decir que Civil War: X-Men es un cómic que cumple, siempre que seas fan del miniuniverso creado por Hine, o al menos hayas leído su trabajo continuo a lo largo de esos años en Marvel, plasmado en District X, Mutopia X y X-Men The 198. Por el contrario, si sólo quieres leer algo relacionado con la Guerra Civil, no te lo recomiendo, pues el impacto de estos hechos en el evento es nulo.