"Captain America" (2018), de Ta-Nehisi Coates: abanderado abandonado
Hace algunos meses, pudimos disfrutar del último número de la etapa del escritor Ta-Nehisi Coates en Captain America, una entrega que fue muy distinta de lo que solemos encontrar cuando un autor finaliza su andadura en un titulo bandera como este. Por una parte, el guionista dejó de la lado la acción, para dar paso a conversaciones muy interesantes, a debates que emulan constantemente al mundo real actual y sus problemas, e incluso que se atreve a citar a otros escritores contingentes, que resultan en una potente diatriba contra el ascenso del fascismo, la propaganda y la ignorancia, todo lo que está a la orden del día en multitud de países, incluido el nuestro.
Y por otra parte, también fue diferente por la falta de promoción desde Marvel de esta entrega en particular, y el abandono de la etapa en general. Cuando se acerca el fin de una era, las editoriales no pierden la oportunidad de anunciarla con bombos y platillos, pero sin embargo, por razones que solo podemos especular, en esta ocasión ocurrió todo lo contrario, y creo que de no haber seguido la serie, jamás me hubiese enterado.
El guionista se hizo cargo de la colección en 2018, luego del gran trabajo realizado por Nick Spencer, quien llevó dos colecciones al unisono —Captain America: Steve Rogers y Captain America: Sam Wilson—, que desembocaron en el evento Secret Empire, y una breve y poco inspirada etapa interina a cargo de Mark Waid.
Ta-Nehisi Coates es un periodista y escritor muy valorado en Estados Unidos, especialista en temas sociales y políticos, ideas que utilizó de excelente manera en Black Panther, serie que escribió por cerca de cincuenta entregas y que recibió una excelente recepción de fans y critica especializada. Coates siempre ha demostrado un cierto activismo político liberal, que ofrece un contrapunto muy interesante al de Nick Spencer, autor que, como ya dijimos, se encargara de la última gran etapa del personaje y que ha sido ligado al partido republicano.
Aunque ambos realizan guiones muy cargados a los elementos sociopolíticos estadounidenses y mundiales — en su momento, analizamos los elementos usados por Spencer aquí—, ninguno de los dos utiliza al Capi como un monigote para expresar sus ideas, sino que hicieron bien su trabajo al imbuir al personaje de cierta neutralidad explicada, aunque es imposible no captar un trasfondo en algunas sus historias. La senda que toma el guionista rompe un poco con los esquemas de escribas anteriores, que optaron por tomar caminos propios, como hicieran Rick Remender o Ed Brubaker. Coates, en cambio, parte de lo sucedido en Secret Empire, retomando el tema de la desconfianza pero desde otra perspectiva mucho más directa.
El final de Imperio Secreto puso a Steve Rogers contra las cuerdas: un hombre con su misma cara había conquistado Estados Unidos comandando HYDRA, la organización terrorista opuesta a todos los ideales del Capi. Aunque los héroes, con el Capitán América de verdad entre ellos, salvaron la situación, todo el país sigue identificando al héroe con aquel villano.
Por tanto, más que contar una historia aislada del Capi, Coates viene a continuar con la vida de Rogers, y para ello, tratará de buscar una explicación a todo. Y es que la etapa iniciaba precisamente explicando cosas que Spencer se había dejado en el tintero, como el auge del fascismo en Estados Unidos, representado aquí por HYDRA, que el anterior escritor había soslayado. Este arranque le sirvió muy bien al guionista para hacer que el Capitán América, además de acción y emoción, tuviera una pizca de reflexión.
Para ser concisos, el run de Coates fue excelente, sabiendo ser continuista y agregar sus propios elementos a partes iguales. Aunando engranajes de por aquí y por acá, conformó una historia con identidad propia, sabiendo jugar con los personajes secundarios, y atreviéndose con temas complicados, obteniendo muy buenos resultados a la hora de expresar un sentir y una realidad.
El guionista lleva a Steve en una posición muy incómoda. Los ciudadanos ya no lo admiran como antes, y el gobierno no quiere que ande por ahí luchando de manera independiente, pero tampoco lo envían a ninguna misión. Por otra parte, los villanos que aparecen dicen luchar contra unos Estados Unidos que los dejó tirados en favor de HYDRA y que quieren recuperar unos supuestos valores tradicionales para el país, y también soldados manipulados por empresas privadas, pero con la misma bandera pintada de los USA en la cara.
La historia es muy potente para el personaje, y la elección de ir transparentando continuamente sus pensamientos es perfecta, especialmente cuando vemos a un Rogers confundido ante su nuevo estatus, con muchas dudas. Muy reveladora es la escena en la que habla con un hombre en un pueblo, y este le cuenta como HYDRA les devolvía los empleos, reabría las escuelas en los pueblos y mantenía a raya a los que hacían el lugar inseguro. Es muy simbólica por todo lo que contiene, justificando lo que pasó y la postura de muchos estados, a la par que lo vincula al mundo real en el que vivimos, con peligrosas organizaciones en auge. Steve lo entiende y empatiza con todo, y aunque evidentemente no lo comparte, eso hace que la obra crezca. El Capitán América piensa, duda y se explica a unos niveles mayores de lo habitual, lo cual hace que, independientemente de que estemos de acuerdo con él o no, el lector también piense.
Otro punto fuerte de la serie son los secundarios y los personajes que se pasean por estas páginas. Acá veremos a Bucky, Sam Wilson, Thaddeus Ross y hasta Pantera Negra. También son especialmente importantes las mujeres incorporadas en la trama, en particular las integrantes de Las Hijas de la Libertad, entre las que encontramos a Sharon Carter. Con ella, Steve sigue su romance, sin importar su avanzada edad debido a lo ocurrido en etapas pasadas, tema que se trata sin tapujos.
La selección de villanos es igual de potente, pues además de nuevas versiones en serie de Nuke o la participación de Taskmaster, el pasado regresa en la forma de la mujer de Aleksander Lukin , quien comanda un peligroso cónclave llamado la Élite del Poder. Escarbar en el pasado le da sustancia y un toque clásico a la narración, pero además busca innovar, presentando a antagonistas poco probables como la mutante Selene.
No obstante lo anterior, hay que nombrar lo malo de la etapa, y eso es sin duda el dibujo. Coates comenzó acompañado de Leinil Francis Yu, dibujante que puede no ser plato de buen gusto para todos, pero que sin duda cumple con su cometido. Luego, vinieron unos interinos de excelente ralea, como Adam Kubert o Daniel Acuña. Pero la debacle comenzaría con la llegada de Jason Masters, Bob Quinn y Leonard Kirk, quienes llevaron el apartado artístico cuesta abajo, sin lograr retomar el rumbo.
Si bien el nivel de estos últimos tres es paupérrimo —bueno, en realidad Kirk salva la plata—, cabe la pregunta de hasta qué punto el resultado no es también responsabilidad del editor y, sobretodo, de la editorial. Si el guión se sabía ambicioso y relevante, ¿por qué Marvel decidió no apostar por él? ¿Por qué no definir un equipo artístico fijo, o al menos, con artistas competentes, que hicieran los honores al argumento y a las fabulosas portadas de Alex Ross? Aunque sólo podemos conjeturar al respecto, también hay que establecer que la serie fue dejada de lado no solo en este apartado, sino que también en el aspecto comunicacional y publicitario, pues poco y nada se hizo para atraer las miradas del publico hacia el titulo. Sospechoso.
Con todo lo anterior, queda demostrado que en el cómic, el dibujo no es la mitad y el guion la otra mitad, sino que es un trabajo en equipo en el que si una parte no funciona todo cae, y que además, debe haber un compromiso editorial. Eso hace que las buenísimas ideas de Coates y sus grandes diálogos se queden en nada, por culpa de una falta absoluta de compromiso de Marvel. De hecho, estoy seguro que de haber tenido más apoyo, ahora se hablaría de esta serie a la par de joyas actuales como Daredevil de Zdarsky o Inmortal Hulk de Cates.
En resumen, podemos establecer que Captain America de Ta-Nehisi Coates es una muy buena etapa, si es que logramos hacer ojos ciegos al baile de dibujantes, que transitan entre la funcionalidad, y el absoluto desastre. El derroche de ideas del guionista, y su firme intención de convertir la serie del Capi en una lectura contingente y relevante, logra poner al protagonista en una posición muy reflexiva y critica del mundo que le rodea, lo que nos salpica como lectores, y entrega al buen capitán un nuevo capitulo en su biografía que está a la altura que el personaje merece.
Además, la etapa está siendo publicada por Panini Latinoamérica, por lo que gracias al buen hacer de los chicos de Panini Chile, podemos acceder a ella a un precio bastante conveniente. Ya están disponibles los dos primeros recopilatorios, titulados Invierno En Estados Unidos y Capitán de la Nada, y sin duda, mas temprano que tarde llegará el resto.