"X-Men: The 198": llamas de revolución
Siempre se ha dicho que los mutantes, como el siguiente paso en la evolución humana, estaban destinados a heredar el planeta. Sin embargo, después del Día-M, todo cambió. Gracias a 3 palabras dichas por Scarlet Witch, ahora solo un puñado mutantes lo siguen siendo y conservan sus poderes. Quienes estaban llamados a dar el siguiente paso en la escala evolutiva viven ahora presas del miedo, y de aquellos que quieren eliminarlos para siempre. El único lugar seguro para esos 198 es el Instituto Xavier de Enseñanza Superior. Pero el ultimo refugio, puede ser también la peor de la cárceles.
Hoy, repasamos X-Men: The 198, quizá el más oscuro y controvertido cómic de la franquicia publicado en la era de Diezmados.
X-Men: The 198 es una miniserie de cinco entregas, publicada en 1996. Corresponde al tercer capitulo en la macrohistoria del guionista David Hine en la franquicia mutante, luego de District X, Mutopia X, y previa a Civil War: X-Men. De hecho, el escritor logra con habilidad mezclar esta especie de secuela de las dos primeras, al tiempo que enmarca su trama en el día después de House Of M, en el estatus denominado Decimation. Los dibujos corren a cargo de Jim Muniz, con espectaculares portadas de Juan Doe.
¿Dónde estabas tú en el Día-M? No es extraño que esta serie limitada, que analiza una arista de las repercusiones del más inesperado holocausto mutante, comience con esta pregunta. El final de Dinastía de M descolocó a lectores y personajes, pero también a algunos guionistas. Entre ellos está David Hine, quien en las páginas de District X había aprovechado todos los elementos dejados por New X-Men de Grant Morrison para crear algo nuevo y diferente a cualquier otra cosa que pudiera haberse visto en la franquicia-X.
Partiendo de la anunciada extinción de la raza humana en cuestión de cinco generaciones, Hine se había hecho fuerte en el microuniverso del Barrio Mutante, una parábola del tiempo que nos han tocado vivir, en el que los grupos sociales se organizan en torno a determinadas locaciones urbanas. Así, en District X y en su secuela Mutopia X, el escriba presenta un grupo de mutantes con poderes extraños y fascinantes, aunque poco útiles para un grupo de superhéroes, con situaciones más propias del underground estadounidense que del cómic superheroico convencional, acercándose en estilo más al Black Hole de Charles Burns que a los Hombres-X a los que estamos acostumbrados.
Y entonces llega el Día-M y todo cambia. Nueve de cada diez mutantes han dejado de serlo. Entre las víctimas están, por supuesto, muchos de los inquilinos del instituto Instituto Xavier. Pero no nos engañemos, sabemos que ni Wolverine ni Cyclops u otro mutante de primera línea ha sido golpeado por el destino, y si lo hizo, que no tendrá efectos permanentes. Más bien, la gran mayoría de las víctimas vive en el anonimato: individuos incluidos en los millares de mutantes destinados a heredar la Tierra, que ahora no tienen en sus manos sino cenizas de lo que pudo haber sido; o que formaban parte en gran medida del conjunto de freaks procedentes del Barrio Mutante. Y sí, han perdido sus poderes, pero no por ello David Hine dejara de contar su historia.
De esta forma X-Men: The 198, que se erige en secuela semi-oficial de District X, adquiere una doble lectura. Por un lado, de cara a los fans que se vean atraídos por la obra ante su comunión con el argumento de Decimation, da a conocer el destino de un grupo de mutantes que piden refugio en el Instituto Xavier. Se asume que luego del genocidio de Genosha y el Día-M, solo quedan 198 mutantes activos en el mundo, muchos de los cuales llegarán a los jardines de la mansión, a un campo de refugiados improvisado que es vigilado y protegido por la agencia gubernamental O*N*E, Sentinels incluidos.
Por otra parte, los lectores fieles de District X y Mutopia X tendrán la oportunidad de descubrir la suerte de sus protagonistas, o más bien el siguiente paso en su devenir, ya que la posterior Civil War: X-Men, la miniserie que enlaza a los mutantes con el gran crossover Marvel del año 2007, vino a añadir un escalón más a la escalera construida por Hine.
El escritor inglés a conseguido que nos interesemos por el destino de una comedora de insectos y por un patriota con tentáculos en el pecho; por un gurú todopoderoso que insiste en olvidarse los zapatos y por una bailarina exótica largo tiempo olvidada; y al mismo tiempo, es capaz de encajar en su discurso tanto los grandes acontecimientos ajenos cómo las pequeñas historias tejidas por otros, porque es evidente que alguien que conoce un dato tan olvidado como la relación entre Empath y Magma, o que rescata a Erg o a Arclight, ha estudiado los personajes con los que le ha tocado trabajar, y no se ha limitado como otros a leer su ficha en el Oficial Handbook of Marvel Universe.
No obstante, resaltar los méritos de Hine como enciclopedista del universo con el que trabaja, y hábil constructor de la continuidad sería quedarse en la superficie, en lo que es exigible a cualquier profesional. El escritor da un paso más allá y eso es lo que hace su trabajo relevante: utiliza con precisión las metáforas, un juego que debería ser imprescindible en todo buen cómic mutante, y aprovecha para invocar la llama de la revolución, para orquestar un discurso político qué se adelanta a Civil War y, en cierta forma, marca a diezmados como un claro antecedente de la guerra qué es desde ya inevitable.
"'The 198 originalmente iba a ser una miniserie protagonizada por Mr. M, y presentaría a muchos de los personajes de esa serie", declaró Hine en una entrevista en CBR.com. "Esa miniserie nunca sucedió, pero estaba claro que después de la aniquilación en House of M habrían varios mutantes secundarios que quedarían olvidados, y surgió el concepto de The 198. El discurso original de Mr. M trataba la forma en que los mutantes supervivientes, que no eran miembros de los equipos X, afrontarían las consecuencias. Algunos de esas ideas fueron muy pertinentes en esta miniserie".
De esta manera X-Men: The 198 corresponde a una parábola mutante que aborda la pérdida de los derechos civiles en tiempos de terror —la clásica dicotomía de seguridad versus libertad— y la radicalización de los marginados ante la opresión de los poderosos. Marvel siempre se ha caracterizado por presentar en sus viñetas un reflejo del mundo real, y ver el campo de refugiados en que se ha convertido el Instituto Xavier recuerda dolorosamente a las imágenes que vemos en las noticias de como el gobierno estadounidense "cuida" el bienestar de los que han llegado a sus puertas buscando asilo. La misma Kitty Pryde compara la situación con los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial. Y es que al parecer las cosas no han cambiado tanto en más de medio siglo.
En el apartado artístico, tenemos el trabajo de JIm Muniz, quien entrega dibujos que cumplen con el tono de la historia. Aunque los rostros pudieron tener un mejor acabado, su trazo realista permite que la trama se mantenga siempre bien enfocada, sin caer en parafernalia o efectismos inútiles. Lo anterior se ve reforzado por el entintado de Kevin Conrad y el color de Matt Milla, quienes logran un acabado opaco y opresivo, tal y como los hechos que se relatan. Pero lo más destacable son las brillantes portadas del puertoriqueño Juan Doe, hechas bajo la estética de panfletos contestatarios. El diseño y composición de las imágenes nos evoca inmediatamente el tono del interior, siendo cada una de ellas una pequeña obra digna de cualquier galería de arte.
En conclusión, esta miniserie es muy recomendable, tanto para quienes ya venían siguiendo el trabajo de Hine en la franquicia, como para quienes quieran curiosear en las consecuencias para algunos mutantes secundarios de Día-M. El argumento también entrega conceptos sociopolíticos muy interesantes, que se reflejan en la contingencia actual, por lo que va un paso más allá de un cómic común de superhéroes.