"Kraken" (2018), de Pagani y Cannucciari: donde habita el monstruo
Por el volumen de publicaciones, y la calidad de sus autores, el mercado del comic italiano es una fuente constante de sorpresas. Una de ellas es Kraken, obra firmada por la espléndida dupla del guionista Emiliano Pagani y el dibujante Bruno Cannucciari. Aunque ambos ya habían tenido colaboraciones puntuales, esta es su primera novela gráfica, que consta de 100 páginas en blanco, negro y grises, donde los autores coquetean con los tópicos del horror sobrenatural y el terror psicológico para reforzar uno de esos mensajes que nunca pasan de moda: los monstruos no están entre nosotros, sino que somos nosotros.
No hay hombre de mar que no haya oído hablar de él. Y que no lo tema. El Kraken, esa suerte de cefalópodo, crustáceo o medusa gigante capaz de abatir y arrastrar hacia las profundidades a grandes navíos, ya aparecía en la primera edición del Systema naturae de Linneo, en el siglo XVIII. Y Alfred Tennyson le dedicó un célebre poema, que a su vez inspiró a Julio Verne para escribir sus 20.000 leguas de viaje submarino. En esta novela gráfica, en cambio, el Kraken parece existir tan solo en la cabeza de un niño, Damien, único superviviente de un terrible naufragio. Obsesionado con encontrar al monstruo que acabó con la vida de su padre y de su hermano y darle caza, el pequeño recurre a Serge Dougarry, un viejo presentador de programas de televisión sobre misterios, para que le ayude en su empresa.
Serge Dougarry es una especie de Fox Mulder venido a menos. Antaño era el conductor de un programa televisivo dedicado al esoterismo, a la zoología fantástica y lo paranormal, que levantó su carrera sobre el axioma de "quiero creer". Pero sus días de gloria en la caja tonta acabaron hace tiempo, y hoy sobrelleva como puede el peso del despido, del divorcio y del fracaso, envuelto en una nube de alcohol y autocompasión.
Eso hasta que buen día, el pequeño Damien se presenta en su casa armado con un impermeable y un arpón. Damien es el único superviviente de un accidente marítimo que acabó con una tripulación entera, incluido su hermano y padre. Desde entonces, está obsesionado con dar caza al mítico Kraken, criatura monstruosa que según los mitos, habita el lecho marino. Para descubrir la verdad sobre el caso, Serge acompañará al niño a la pequeña localidad costera de Selalgues, donde se encontrarán con una comunidad hostil, cuya flota pesquera pasa sus horas más bajas. El pueblo se haya atemorizado por una serie de naufragios misteriosos, ahogamientos inexplicables y espantosos crímenes, que lleva a los vecinos a refugiarse en todo tipo de prejuicios y supersticiones, viéndose arrastrarlos hacia una espiral de fanatismo y violencia de consecuencias impredecibles.
¿Quién, o qué, se esconde tras esos sucesos? ¿Se trata de casualidades, o hay algún patrón oculto? Todo eso, y más, en un relato que parecía de carácter fantástico. pero que se torna, en poco tiempo, un thriller vibrante y sobrecogedor. Hoy, como siempre, la verdad está allá afuera.
Así, Kraken es un cómic trepidante, que pone en la juguera las supersticiones marinas y la difícil convivencia de un pueblo costero. El texto de Pagani sabe cómo cargar progresivamente esa tensión, bebiendo tanto de los cuentos clásicos sobre criaturas sobrenaturales como de historias de mayor profundidad psicológica y sociológica, sin perder en ningún momento el ritmo. Su fórmula es jugar con la idea de tradición que maneja el lector, a quien considera conservador por naturaleza. “En la fase de escritura traté de mantenerme lo más apegado a la realidad posible, tanto en los diálogos, como en las acciones”, comentaba el guionista en una muy recomendable entrevista para la web italiana Fumettologica. “Porque el miedo a los monstruos se supera, pero el miedo a la vida real, no”.
Lo que más puede destacarse en estas paginas, es sin duda la atmósfera que exudan. En momentos, la obra me recuerda mucho a los trabajos del guionista Jeff Lemire, con su amor por esos poblados perdidos en medio de la nada. El escenario acá es un pueblo con un nivel cultural muy bajo, de gente trabajadora y esforzada, pero que arrastran un legado del que es difícil escapar. Eso convierte a su población en individuos cerrados de mente, pero muy unidos, que verán la llegada del famoso reportero como un obstáculo en su día a día, que no les gustará lo más mínimo. Por supuesto, para esto hay una buena razón, y rápidamente se deja entrever que hay mucho escondido bajo la alfombra, y que no todo es como parece.
El dibujo de Cannucciari, por su parte, está excelentemente logrado, siendo fundamental para lograr esa atmósfera. El arte es realizado en blanco, negro, y diferentes tonos de un verde grisáceo, y debido a su tonalidad, participa también de esa introspección. El arte se divide claramente en dos visiones: las escenas más mundanas se retratan a través de una galería de retratos limpios y claros, de cierta línea caricaturesca, con rostros de expresiones marcadas y buen lenguaje corporal. Pero esa luminosidad desaparece en las escenas oníricas, o en los pasajes en que la trama se vuelve más opresiva, ya que acá aparecen las acuarelas y un trazo más lírico. Lo mismo ocurre en las escenas marítimas, donde además encontramos splash pages con ángulos muy marcados, que convierten los barcos y las criaturas marinas en figuras imponentes que contrastan mucho con las escenas de diálogos en tierra firme.
La dupla deja claro que el mar juega en una liga aparte, y visualmente queda muy marcada la diferencia de estilo entre ambas localizaciones. Igualmente para algunas escenas de flashback el dibujo pasa a lápiz, marcando muy bien el cambio de línea temporal. En definitiva, estamos ante un dibujo que utiliza de forma eficiente los recursos a su disposición, y que sabe brindar al propio mar ese manto de peligro contra el que los pescadores se juegan la vida a diario. El resultado son ilustraciones deslumbrantes, en esa zona alucinante que se halla entre la realidad y la ensoñación.
En definitiva, Kraken es una obra de terror psicológico, que juega con el lector al sembrar la duda acerca de qué es lo real acerca de la criatura mitológica marina, y que nos invita a adentrarnos a la resolución del misterio. El guion logra mantener la tensión y transmitir sus ideas, arropado con un dibujo acertado, dueño de un estilo cambiante que sabe dar cuerpo a la propia atmósfera en la que desarrolla la historia, y que posee un puñado de recursos bien utilizados que juegan en pos del argumento. La trama tal vez no sea una obra maestra de la originalidad, pero el viaje se disfruta igualmente y te deja con buen sabor de boca.
Con todo ello, los autores logran encontrar el monstruo no en inaccesibles cuevas submarinas ni en las profundidades abisales, sino en la turbia conciencia de los hombres. Y nos recuerdan que, como dicen varios personajes de esta historia, “en el fondo, si crees en algo, ese algo existe de verdad”.