"Carta Blanca" (2020), de Jordi Lafebre: el tiempo al revés
Es de conocimiento público que el mundo del noveno arte abarca mucho más allá que las capas y poderes. El abanico de temáticas que se prestan para las viñetas es inabarcable, y como tal, siempre es bueno mirar más allá de nuestra nariz y descubrir historias que nos roben el corazón. Hablo, por ejemplo, de las obras que provienen de Europa, que muchas veces pasan desapercibidas al lado de Batman y compañía. A esa categoría corresponde Carta Blanca, entrañable novela gráfica que nos presenta una historia de amor compleja y preciosa, narrada de forma muy especial, literalmente de final a principio.
En efecto, Carta Blanca es una novela gráfica magistralmente narrada por el barcelonés Jordi Lafebre, quien debuta como autor completo, efectuando el guion, los lápices y parte del coloreado. Este se graduó como ilustrador y diseñador gráfico en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, y posteriormente se especializó como historietista en la escuela Joso. Su carrera arrancó el 2001, cuando comenzó a publicar en publicaciones como Nobanda, Penthouse Comix y Wet Comix, para luego saltar al mercado franco-belga, donde ha trabajado en la revista Spirou, La anciana que nunca jugó al tenis y otros relatos que sientan bien, Lydie, y muchas otras.
Carta Blanca acuna en sus planas una historia de amor preciosa, un romance de los que, literalmente, desafían el tiempo y el espacio. ¿Puede el tiempo correr en sentido inverso, o dicho de otra forma, podemos viajar hacia atrás a través de él? Es una cuestión que ha devanado los sesos de los físicos y científicos en general, e inspirado a muchos poetas, cineastas y creadores. Y ese es el objeto de la tesis doctoral que Zeno, uno de nuestros protagonistas, trata de culminar desde hace décadas. Los mismos años que lleva comunicándose de forma intermitente con Ana, su amor de juventud, con el que mantiene contacto telefónico y postal a pesar de que las vidas de uno y otra han tomado caminos muy distintos.
Zeno es el encargado de una vieja librería, después de haber recorrido el mundo y haber cosechado conquistas en cada puerto donde recalaba. Ana, casada y madre de una hija, fue la alcaldesa de la ciudad hasta su jubilación. La vida, que ha pasado por ellos y les ha permitido tener las experiencias que eligieron, finalmente les ha reunido. Cómo ha sido la senda recorrida por estos personajes, cuáles fueron sus encuentros y desencuentros, es precisamente lo que cuentan estas 152 páginas de pura emoción.
"La obra nace de mi amor por las comedias románticas", declararía Lafebre en una entrevista para la revista promocional Descubre, de Norma Editorial, "un género que tanto en cine como en literatura está muy presente, pero que en cómic es más escaso. Me apetecía mucho contar relación amorosa complicada, creíble, y con un ligero toque de comedia. ¡ha sido todo un reto!".
Pero lo más curioso es la forma en que está contada la historia, que va en sentido inverso, desde el presente hacia el pasado, desandando todos los pasos hasta llegar al big bang de esta historia de amor, que sin duda está entre las más entrañables del cómic. Una peripecia que va viajando desde ese pequeño poblado provinciano a los más lejanos confines, y que recuerda al lector que no hay circunstancia, por adversa que parezca, que pueda separar a dos corazones unidos por una misma pasión.
Las historias donde el tiempo avanza en dirección contraria a la que dictan las agujas del reloj, no son muy comunes. Películas comos Memento de Christopher Nolan, y relatos como Regreso a la Semilla de Alejo Carpentier, o Tiempo de Pasaje de J.G. Ballard son la excepción, y no la regla. No obstante, de nada sirve la forma si el fondo no está a la altura, y sin duda, la escritura de Lafebre si lo está.
Lo mejor de esto, es que el autor y la obra tienen una razón de peso para estructurarse así, la que se explica en las propias páginas. Tiene muchísimo sentido cómo está explicado y, además, es parte fundamental de que la obra al completo funcione tan bien como lo hace, completando una experiencia lectora redonda.
Las planchas nos entregan un relato muy potente, despojado de todo amaneramiento o cursilería. Los personajes de Carta Blanca se sienten vivos, enormemente humanos, naturales e incluso contradictorios. Aunque son arrastrados por los hilos invisibles del destino, toman sus decisiones, aciertan, se equivocan, pero siempre se resisten a renunciar a sus sueños. Y no menos vivos nos parecen los personajes que acompañan esta aventura: Giuseppe, Claudia, o la asistente Edna, entre otros.
En lo referido al aspecto gráfico, lo que el artista plasma en el papel solo puede calificarse de belleza. Toda la experiencia y estilo del autor que disfrutamos en títulos como Lydie o La Mondaine se reproducen aquí amplificadas, con un catálogo de emociones abrumador en cada uno de los rostros que dibuja, y un pulso que no conoce el desfallecimiento. Aunque el trazo es muy detallado, los personajes no se sienten recargados, y no pierden en ningún momento una dinámica que hace la lectura liviana, aunque el tema a tratar sea profundo, o sea una escena dramática.
En resumen, Carta Blanca es una obra redonda, recomendable para todo el mundo, más si eres un romántico empedernido. Es imposible terminar la lectura sin enamorarse de Ana, Zeno y de su destino trenzado. En su primer trabajo como autor completo, Lafebre anota un triple: armar con sencillez una historia compleja, presentarnos una galería inolvidable de personajes, y hacernos disfrutar una historia y arte de las que dejan huella.