Origen editorial de Moon Knight: en el nombre de la luna
La maquinaria de Marvel Studios no descansa, y uno de sus proyectos más atractivos tanto en cine como en televisión es Moon Knight, serie exclusiva de Disney+ programada para ser estrenada en marzo de 2022. Así, nada mejor para empezar a prepararse para aquel momento que, además de leer los cómics, repasar los orígenes editoriales del personaje protagonista, y de como su creador Doug Moench dejó su marca en la Casa de las Ideas. Esta es la historia detrás del mito.
Luna Nueva
Moon Knight es uno de los personajes más sugestivos nacidos en Marvel Comics. Sus raíces surgen de los nuevos horizontes que el cómic superheroico recorrió a partir de los años 70, sumido en la búsqueda de un tipo de lector diferente, más adulto, e interesado en temas crudos, realistas y complejos. Pero nada de eso importaba en un primer momento, cuando el guionista Doug Moench y el dibujante Don Perlin simplemente buscaban un nuevo contrincante que enfrentara a un antihéroe al borde de la desaparición. El veleidoso destino quiso que la vida de ese personaje de emergencia llegara más allá, y se iniciara un camino que le llevaría a protagonizar una de las grandes colecciones de culto de la escena comiquera.
La flexibilización del mecanismo de censura de la Comic Code Authority a comienzos de la década de los 70 permitió que algunos monstruos se tomaran las páginas de los cómics, permitiendo que, entre otros, la versión marveliana del Hombre Lobo obtuviera colección propia, llamada Werewolf At Night. La serie estaba protagonizada por Jack Russell, un humano que se enfrentaba a peligros de toda clase mientras trataba de huir de su maldición. Al cabo de un par de años de existencia, el guionista Doug Moench heredó la cabecera, y junto al dibujante Don Perlin trató de sacarla adelante de un escenario de bajas ventas.
Hacia Werewolf At Night #32, en 1975, Moench se propuso enfrentar al Hombre Lobo con un nuevo enemigo llamado Moonblood, alguien que solo sería un villano a ojos del pobre Russell. En la descripción que le hizo a Perlin, explicaba que Moonblood vestía de negro y plata, con una capucha y el símbolo de una luna ensangrentada. Entre otros elementos añadidos, las armas serían una especie de shuriken, pero con forma de media luna, que encajaría en su cinturón de accesorios.
Mientras Perlin comenzaba a trabajar en el diseño, el Director Editorial Len Wein puso inconvenientes al nombre, pues pensaba que en esa época demasiados personajes de Marvel parecían llevar la palabra "sangre", así que pidió a Moench alguna alternativa. Luego de que este ofreciera una serie de opciones, Wein eligió Moon Knight. Junto a lo del nombre, también cambiaron algunos detalles estéticos,: la luna ensangrentada desaparecía, y Perlin incorporó una capa, cuyos bordes estaba unidos a los puños. Cuando vio el aspecto final, Moench tuvo la intuición que habían dado con algo mucho mayor que un simple personaje de reparto.
Moon Knight regresó unos meses más tarde, en Werewolf #37, aunque como se descubría en la historia, se trataba en realidad de una criatura fantasmal que había copiado su aspecto. Probablemente, Lobo y Luna estaban destinados a chocar en más de alguna ocasión, pero cualquier intención quedó en nada cuando la cabecera del primero fue cancelada apenas un año después.
Cuarto creciente
Tiempo después, Len Wein había cedido su puesto de editor a Marv Wolfman, en una época en que los directores editoriales de Marvel se cambiaban como quien se cambia calcetines. Wolfman, a quién le gustaba el concepto de Moon Knight, estaba buscando personajes con los que alimentar una cabecera antológica llamada Marvel Spotlight, la que sirvió como sustrato para que Moench relanzara su creación, ya no como un antagonista, sino como un auténtico héroe. Ocurrió en Marvel Spotlight #28 y 29, en 1976.
Había llegado el momento de ampliar el trasfondo del personaje, algo que apenas se había esbozado en sus apariciones anteriores. Hacía falta un pasado, una base de operaciones, alguna manera creíble de que consiguiera información, y también alguna especie de superpoder o habilidad que lo diferenciara del resto. En sentido opuesto, se eliminaron algunos elementos primigenios que ahora le parecían poco heroicos, en concreto las manoplas que había utilizado en la batalla contra el licántropo.
En cuanto a la identidad secreta, Moench optó por un recurso insólito, y es que Moon Knight disponía de tres nombres civiles: el del mercenario Marc Spector, el del millonario Steven Grant, y el del taxista Jack Lockley. cada uno de ellos servía para un propósito distinto, lo que abría tremendas posibilidades, pero aún más, el guionista dejaba la puerta abierta a que hubiera más identidades que el lector no llegaba a conocer en ese instante, pero que podrían aparecer más adelante. En realidad, Moench se había visto obligado a semejante ingeniería para conducirlo a terrenos más empáticos para el lector.
Werewolf le había presentado como mercenario, así que el escritor imaginó que aquel hombre que se vendía al mejor postor había llegado a desarrollar una consciencia del bien y el mal, al tiempo que amasaba una inmensa fortuna. Era así como Marc Spector daba paso a Steven Grant, mientras que la personalidad de Jack Lockley le ponía en contacto con lo que ocurría en las calles. Si Moon Knight había pasado de villano a héroe, ¿por qué no llevar esa esquizofrenia a su vida privada?
Alrededor del personaje florecieron también un puñado de secundarios, según el ámbito en que se moviera en cada momento. Como héroe contaba con un ayudante Frenchie, que pilotaba su exclusivo helicóptero; como millonario, disponía de una atractiva novia, Marlene; en su entorno de disfraz urbano estaba Gena, la camarera de un típico bar de taxistas donde también contactaba con Crawley, un vagabundo que hacía las veces de confidente. Inicialmente, se había pensado que ese rol lo jugara un corredor de apuestas, pero en el proceso la idea cambió.
Por supuesto, los dos episodios de Marvel Spotlight no fueron suficientes para que el nuevo justiciero de la noche se ganara una colección propia, pero sí le granjeó apariciones en otros títulos como invitado especial, aunque ninguna de ellas las escribió Moench, ni fueron de su gusto. Especialmente, le desagradó verlo en compañía de Spider-Man, pues aunque el guionista no tenía nada en contra del trepamuros, su objetivo con Moon era hacer algo diametralmente opuesto a lo que estaban acostumbrados los lectores de Marvel, y tales ideas se iban al carajo al ponerlo al lado de Spidey. De hecho, recordaba que oyó decir a alguien que Moon Knight era mucho más realista que el arácnido, afirmación que se le quedó grabada a fuego, hasta hacer de ella una máxima en todos sus guiones. Por tanto, hizo como que aquellos trabajos de otros autores nunca hubiesen existido, y siguió adelante.
Luna llena
Las buenas noticias se hicieron esperar hasta bien entrado 1978, cuando Ralph Macchio, un entregado fan del personaje que ejercía como ayudante de edición de la revista antológica The Hulk!, propició que Spector protagonizara un complemento de dicha revista. Durante el proceso, Macchio también sugirió a Moench algunos cambios de orientación en lo que enemigos se refiere: debían ser más verosímiles que los de otros héroes de la compañía, y también llevó a cabo la que él consideraría su mayor aporte al mito, el cambio de capa. No estaba nada contento con la pequeña de Perlin, y quería que llevara un gran manto que lo cubriera por completo, una tela plateada que ondeara al viento con dramatismo y misterio, que señalara a Moon Knight como una autentica criatura de la noche. Y vaya si lo consiguió.
Spector arribó a The Hulk! en su #12, que presentó arte de Keith Pollock, mientras que la historia incluida en el #13 fue ilustrada por Gene Colan. Por último, y aquí es donde comienza a nacer la verdadera magia, hacia el #14 el editor deseaba un cambio en el aspecto artístico, de tal manera que el dibujo recayera sobre alguien especialmente dotado para las historias oscuras que tanto él como Moench tenían en mente.
Por entonces, llegó a sus manos el portafolios de un veinteañero desconocido llamado Bill Sienkiewicz, y Macchio quedó anonadado por la impresionante calidad de aquellos lápices hiperrealistas muy influenciados por Neal Adams, uno de los gigantes del género. El artista hizo una representación sobresaliente de Moon Knight, con su recién adquirida capa de grandes proporciones, y en seguida se ganó la tarea de ocuparse del serial. Al equipo se unió también el colorista Steve Oliff, que complementaba a la perfección los trazos, con una paleta muy cuidada que daba un aspecto pulp a las páginas.
El aspecto final del cómic estaba por encima de lo que era habitual en aquel entonces, acercándose más hacia las estampas europeas, por lo que no fue extraño que Moon se alzara como un gran éxito en el Viejo Continente. El tono lúgubre de las historias, la autenticidad de los enemigos, casi todos psicópatas depravados, la masculinidad de Steven Grant, la sexualidad manifiesta de Marlene, la atmósfera decadente de los ambientes en que deambulada Jack Lockley: todo contribuía a aquella excepcionalidad a la que Moench siempre apuntaba. Si con The Hulk! Marvel estaba tratando de captar a un público de mayor edad que los lectores habituales de sus cómics, Moonki suponía la herramienta perfecta para hacerlo.
Cuarto menguante
Pese a ello, la fortuna del magazine fue declinando, de modo que terminó por ser cancelado. Una ultima aventura de Spector vio la luz en otra publicación, Marvel Preview, y lo hizo en blanco y negro. El destino del encapotado lunar era incierto, pero nada más alejado de la realidad, pues apenas unos meses después estrenó al fin colección propia, nuevamente con Moench y Sienkiewicz como artífices de la misma. Y con ella, el triunvirato entraría a la historia del noveno arte por la puerta grande, con una serie que está en el pináculo de las colecciones Marvel de todos los tiempos.
Con esto ya tienes las nociones básicas del origen editorial del cruzado lunar. En una próxima oportunidad repasaremos en que consistió la primera serie regular del personaje, pues una obra de tal nivel merece su propio artículo. Salve, Konshu.