"The Silver Surfer", de Stan Lee (1968): sobre la tabla plateada
La Trilogía de Galactus es quizá la mejor historia que se ha publicado en toda la historia de los Cuatro Fantásticos. Publicada en 1966, no solo es famosa por sus logros literarios, sino que también por el debut de The Silver Surfer, personaje que nació fruto de la imaginación de su padre Jack Kirby. Dos años después, Stan Lee, fascinado por la figura, se la jugaría por lanzar una serie regular del personaje, obra que comentamos a continuación.
La serie llamada The Silver Surfer nació en un contexto excepcional, se presentó como un producto excepcional, y contó con una vida excepcionalmente corta, si la comparamos con otros productos de la época, con los que Stan Lee trataba de desafiar los formatos y convencionalismos que eran habituales en la escena comiquera del momento. Marvel apostaba por crecer, y lo hacía en este caso recurriendo a uno de sus personajes más sugestivos.
Nacido, como dijimos, de la Trilogía de Galactus, en Fantastic Four #48 de 1966, el ser llamado Norrin Radd representó un golpe de genialidad imprevisto, porque no estaba en las líneas argumentales básicas que Jack Kirby y Stan Lee habían proyectado antes que el artista se pusiera manos a la obra en la historia en que los Cuatro Fantásticos se enfrentaban literalmente a Dios, solo que Dios ahora se llamaba Galactus. Silver Surfer surgió de la más pura improvisación del Rey de los Cómics, pero su impacto visual fue tal que nada más verlo, Stanley lo hizo suyo hasta situarlo como uno de sus personajes mimados, un alter ego con el que posicionarse por encima de los meros humanos y opinar sobre los sinsentidos de la existencia.
El surfista plateado estaba aquí para mirarnos desnudos, para decirnos lo que en realidad éramos, cómo ese alienígena que, por no formar parte de nosotros, nos entiende mejor que nadie. Sus soliloquios sobre casi cualquier cosa encajan a la perfección en el estilo literario de Lee, acostumbrado a llenar páginas y páginas con sus extendidos textos.
Después de desafiar a Galactus, Norrin estaba atrapado en la Tierra, incapaz de surcar de nuevo los caminos infinitos del espacio, y obligado por lo tanto a permanecer en un planeta habitado por seres egoístas y belicosos llamados humanos. Así, los motivos del Silver Surfer se transformaban en una filosofía de actitud hacia la vida y cuánto le rodeaba, lo que no terminaba de encajar con el dinamismo desaforado de Kirby, pese a que fue éste quién dibujó una primera aventura en solitario del surfeador, destinada a aparecer en su título propio, pero que finalmente se quedó en solo un complemento de Fantastic Four Annual #5, de 1967.
Marvel no lo tuvo fácil a lo largo de la década de los 60 para expandir su línea de títulos, pero pese a todo consiguió imponerse gracias al ingenio y al talento. El acuerdo de distribución con una empresa ligada a la competencia, DC Comics, limitaba a la cantidad de títulos mensuales que la editorial podía colocar en el mercado, un inconveniente superado con imaginativas fórmulas. Pero hacia 1968 el trato cambió, y eso permitió aumentar el número de lanzamientos.
Captain America y Iron Man, que hasta entonces compartían espacio en Tales Of Suspense, estrenaron cada uno cabecera propia. Lo mismo sucedió con Hulk y Namor que se habían repartido Tales To Astonish. Stan Lee también se arriesgó con un magazine en blanco y negro y gran formato protagonizado por Spider-Man y con otro título, de características también diferentes a los de cualquier otra publicación. Ese fue el caso de The Silver Surfer. Frente a los 12 centavos de un cómic convencional, la colección alcanzaría un precio de 25 centavos, reservado para los anuales. Como éstos, contaba con una mayor longitud de la habitual, cobijando historias largas, próximas a las 40 páginas, junto a un complemento de una docena de planas protagonizada por el Watcher, y una periodicidad bimestral.
Aunque nadie sabía bien si el mercado soportaría semejante producto, Stan puso todo su empeño en que así fuera. De todos los nuevos títulos lanzados por Marvel, decidió escribir únicamente dos, el dedicado al Capitán América y el del surfista. En una jugada polémica, decidió dejar afuera a Kirby, pese a que el había firmado la historia de complemento antes mencionada, y aunque ya tenía dibujadas algunas páginas del que iba a ser el primer número, en el que se narraría el origen de Norrin. En la imaginación de Kirby la historia era completamente distinta a la que tenía pensada Lee, por lo que el guionista recurrió en su lugar a John Buscema, artista con un grafismo muy diferente del que ofrecía El Rey, y que se adaptó mejor al estilo que quería imprimir a la serie, envuelta en la añoranza de un tiempo perdido, el de los paseos por las profundidades del espacio.
Pese no haber estado detrás de su nacimiento, Stan Lee solía mencionar al Surfer como su personaje favorito, y el que mas disfrutaba escribiendo. "Quizás se acerque a lo que podríamos llamar el superhéroe definitivo, quintaesencial" decía en la introducción del primer Marvel Masterworks dedicado a la serie. "La virtud del personaje, la pureza de su alma, la nobleza de sus acciones, el altruismo de sus motivos no tienen parangón a no ser que acudamos a las raíces de la divinidad porque solo quizá en la Sagrada Biblia podamos encontrar una moralidad equiparable".
"Cada vez que me sentaba escribir una de las sagas de Norrin Radd me dejaba llevar y sentía que estaba escribiendo los acontecimientos como si realmente hubiesen ocurrido. Quizás fue un deseo hecho realidad. Quizás fuera porque creo realmente en la filosofía de nuestro cruzado reluciente. Puede que estuviera lo más cerca a mis propias creencias y convecciones. Puede, por encima de todo, que fuera porque con cada palabra que escribía quería que la divinidad innata de este personaje tuviera efectos en algún lector, y puede que pensar de que su profunda moralidad y preocupación por sus semejantes en cierta manera ayudaría a hacer de este un mundo mejor".
Con The Silver Surfer, Stan se propuso de forma consciente ir más allá del mero entretenimiento, y despertar cuestiones mas profundas en el ánimo del lector. Por una curiosa coincidencia, el primer número de la serie llegó a las librerías a mediados de mayo de 1968, coincidiendo con las famosas protestas estudiantiles que se produjeron en Europa, específicamente en París. Quizá pocos cómics representen el zeitgeist del momento en que fueron publicados, mejor que de The Silver Surfer #1.
No sabemos hasta qué punto fueron aceptadas las decisiones con respecto a la colección, de optar por un formato narrativo complejo y desconocido hasta el momento, y de recurrir un dibujante que no era la habitual del personaje. Lo cierto es que la serie no llegó a consolidarse, debido, tal vez, a su precio superior, dentro de un mercado que no estaba acostumbrado a ello.
Así, a partir de The Silver Surfer #8, regresó la tradicional veintena de páginas y la periodicidad mensual, frente a la bimestral que la serie había tenido hasta ese momento. Pese a todo, la cabecera apenas logró sobrevivir un año más, hasta quedarse en dieciocho entregas, la última de las cuales contó con Kirby sustituyendo a Buscema. Acá se planteó un nuevo giro, con una nueva actitud más salvaje de Norrin, pero que resultó en un camino que nunca llegó a desarrollarse.
El personaje estuvo huérfano de serie propia durante las décadas siguientes, hasta que en 1987 Steve Englehart y Marshall Rogers estrenaron un nuevo volumen, que en esta ocasión alcanzó las 146 entregas, publicadas a lo largo de más de una década. Para entonces, el primer volumen ya había alcanzado la categoría de mito, y había sido reivindicado convenientemente por la propia Marvel primero con la colección Fantasy Masterpieces, qué recupero entre 1979 y 1980 los 14 primeros números, aunque omitiendo algunas páginas, y luego mediante su revisión en dos volúmenes de Marvel Masterworks, ambos aparecidos en 1991, con un nuevo color fruto de la época y que no guardaba relación con el original. En 2001, la serie fue de nuevo recopilada, esta vez en blanco y negro en un único tomo de la línea Marvel Essentials. Al fin, en 2010, dentro del relanzamiento de los Marvel Masterworks, que se procedió a la recuperación de los materiales originales, para una nueva edición que compilaría la línea original, contando con la reconstrucción del color primigenio.
Más de cinco décadas después de la publicación de su primer número, The Silver Surfer continúa brillando por su inusitada belleza y profundidad. Una auténtica obra maestra, que ha devenido en toda una pieza de arte pop, y un ejemplo del empuje de Marvel incluso en los años en que todavía estaba constreñida por los límites específicos de sus circunstancias.
Sin duda, una de las grandes obras que Stan Lee a dejado para la posteridad. Ya alejado de las luces y sombras acerca de las verdaderas circunstancias de la creación de muchas de sus criaturas, es innegable que el legado de Stanley sigue más vivo que nunca, y si tienes dudas solo falta que hojees la serie. No te arrepentirás.