"Wolverine: Black, White & Blood" (2020): el rojo es un color lento
Las bases del coloreado en los cómics están dadas mayoritariamente por dos opciones: el blanco y negro, común en historietas antiguas o de temáticas más especiales; y la cuatricromía, presente en la gran mayoría de la producción actual. Pero, ¿qué pasa si llegamos a un punto intermedio, y al blanco y negro le agregamos un color especial, para resaltar algún elemento de la narración? Ahí se ubica Wolverine: Black, White & Blood, miniserie antológica en cuyas páginas solo encontramos tonalidades en negro, blanco y rojo, o dicho de otra forma, sangre.
Tras regresar de su muerte, poco a poco Wolverine está volviendo a ser el personaje sobreexplotado que ha sido desde que Marvel encontró en el una mina de oro. Además de su serie regular, ser miembro fijo de X-Force, apoyo en X-Men. participar del arco del Phoenix en Avengers de Jason Aaron y estar ad portas de la publicación de X Lives y X Deaths of Wolverine, uno de los proyectos más especiales de los últimos tiempos alrededor del canadiense fue Wolverine: Black, White & Blood, serie limitada de 4 entregas, publicada en 2020 que presentó un buen puñado de historias cortas de diversos equipos creativos, pero con el principal objetivo de realzar el arte.
Este fue el primer intento de Marvel de experimentar el formato que solo usa negro, blanco y rojo en sus páginas, y funciona espléndidamente, en especial con un personaje como Wolverine que derrama muchísima sangre. Aunque esta característica del tricolor no es nueva —se me viene a la cabeza el manga de Afro Samurai, por ejemplo—, y las obras en ByN son comunes en la franquicia de Batman, para la Casa de las Ideas no es un terreno muy explorado, por lo que un proyecto así de inmediato llama la atención.
Por supuesto, y al tratarse de una obra con preponderancia hacia la experiencia visual, acá tendremos artistas de la primera línea editorial, con nombres como Adam Kubert, Joshua Cassara, Kev Walker, Declan Shalvey, Jorge Fornés, Khary Randolph, Chris Bachalo, Leonard Kirk, Paulo Siqueira, Salvador Larroca o Jesus Saiz. Lo anterior no significa que las historias no estén a la altura, y entre los escritores se encuentran conocidos de la franquicia mutante de ayer y hoy, y otros que recién realizan sus primeras colaboraciones: Donny Cates, John Ridley, Steven S. DeKnight, Jed MacKay, Saladin Ahmed, Chris Claremont, Matthew Rosenberg, Vita Ayala, Gerry Duggan y Declan Shalvey, que actúa como autor completo.
En total, las cuatro entregas recopilan 12 historias, con tramas pensadas para demostrar porqué Wolvie es el "mejor en lo que hace", y para establecer como el veterano Hombre-X también es capaz de traspasar los límites, al menos en lo que respecta al contenido más maduro y violento, dada su tendencia a emplear la fuerza letal contra sus oponentes. Por supuesto, la invitada de honor es la parte gráfica, pero ambos aspectos creativos se conjugan de buena forma.
Si bien la mayoría de los relatos son bastante parejos, hay algunos más destacables que otros, seguramente por la libertad que tuvieron los dibujantes a la hora de desarrollar su arte. Por ejemplo, la primera historia, de Gerry Duggan y Adam Kubert con colores de Frank Martin, se centra en los días en que Wolverine era solo Weapon X, para lo cual Kubert usa unos excelentes diseños de página, como aquellas splash pages con contienen juegos de 32 y 20 paneles, respectivamente, que además son una forma genial de ralentizar la historia, acelerarla con un toque y volver a bajar el ritmo.
También sobresale la historia realizada en solitario por Declan Shalvey, que aunque es más conocido como artista, también se aplica como guionista. Shalvey lleva a Logan hacia esos páramos montañosos que tan bien le vienen, pasa salvar a un inocente de un acto terrible. Hay varios momentos de tensión intensa, que me recordaron la interpretación del personaje por parte de Hugh Jackman.
Para los nostálgicos, en el listado de autores no podía faltar el aporte del patriarca mutante, Chris Claremont, quien se reúne con su compinche de X-Treme X-Men, Salvador Larroca. Ambos llevan al canadiense a su segundo hogar, Madripoor, donde lo vemos con su identidad de Patch, compartiendo cámara con Kitty Pryde. Acá, Kitty es tan protagonista como Logan, por lo que se rompe un poco el molde estético para resaltar con rojo su vestimenta, y no sólo la sangre. Lo mismo ocurre con algunos fondos o el cielo del escenario, lo que se repetirá en otros capítulos más adelante.
La nostalgia se repite en el relato de Vita Ayala y Greg Land , con un enfrentamiento entre Logan y Dientes de Sable, éste usando su traje clásico del cuello de piel. Sin embargo, acá nos encontramos con un punto bajo, pues aunque el entorno nevado maximiza el efecto de las salpicaduras de sangre que adorna cada página, el arte de Land no está a la altura. Sabemos que el estadounidense no es un dibujante demasiado dotado, pero la falta de color y efectos digitales hace que se lo noten aún mas las costuras y los calcos de poses y expresiones faciales. Nos podemos preguntar a quien se le ocurrió recurrir a sus servicios para un proyecto de este tipo, o más aún, porque siguen contratándolo, pero esa es una pregunta por ahora sin respuesta. Eso sí, la historia es sólida, y al ser solo algunas páginas, el arte se puede superar rápidamente.
Afortunadamente, el resto de la obra retoma la calidad, con relatos de John Ridley y Jorge Fornés —Wolvie en japón, con peleas al estilo del cine clásico, con un arte excelso—; Donny Cates y Chris Bachalo —Logan en un bar, ¿qué podría salir mal?—; Jed MacKay y Jesús Saiz —el enano y Magik en excursión a Marte—, entre otros.
Como curiosidad, hay que mencionar que esta obra, luego de su publicación en grapas, fue recopilada en Estados Unidos en un tomo en formato Treasury, que es un volumen en tapa blanda, de tamaño tabloide de 23,4 x 33 cm., características ya utilizadas en la edición de X-Men: Grand Design, por ejemplo, y que debido a su gran tamaño, es perfecto para disfrutar de una obra con tanta preponderancia en lo visual como esta. Panini Cómics España hizo lo propio, utilizando estas mismas medidas para su versión en español del titulo.
Al final, con la antología Wolverine: Black, White & Blood, Logan tiene rienda suelta para abrirse paso entre su competencia en las estanterías, con creadores reconocidos tejiendo historias cortas independientes, protagonizadas por el mutante favorito de los fanáticos. El coloreado blanco y negro le deja toda la libertad para teñir con sangre todos los detalles que quiera. Pero además, es una excelente manera de experimentar con diversos estilos, ya que presenta diferentes aspectos artísticos y narrativos. Se trata de excelentes historias tanto de acción como otras más significativas, sin perder de vista ese corazón envuelto en un pecho de adamantium.