Los Héroes Más Poderosos de Marvel: X-Men
Los Hijos del Átomo no pueden estar ausentes de cualquier colección marveliana que se precie. Es por eso que hoy nos toca hablar de los asombrosos Hombres-X, aquellos miembros del Homo Superior que defienden un mundo que los odia y los teme. Veamos, entonces, lo que nos depara el tomo Los Héroes Más Poderosos de Marvel: X-Men.
LOS HÉROES MÁS PODEROSOS DE MARVEL: X-MEN
Contenido: X-Men: Season One y God Loves, Man Kills
Guion: Dennis Hopeless, Chris Claremont
Dibujo: Jamie McKelvie, Brent Anderson
El tomo de hoy de la colección "roja" de Salvat no se va por las ramas, y derechamente es un imprescindible. Como siempre, tenemos una mixtura de material clásico y moderno, representados por X-Men: Season One de Dennis Hopeless en guión y Jamie McKelvie dibujo, y por el inmortal clásico God Loves, Man Kills, de la dupla formada por Chris Claremont y Brent Anderson, respectivamente.
X-Men: Season One forma parte de una iniciativa de Marvel tras la cual se agrupó un puñado de novelas gráficas, destinadas a revivir los inicios de los personajes o grupos más famosos de la editorial, vistos a través de una óptica más moderna. En este caso, hablamos de una obra de aproximadamente 130 páginas, publicada en 2012. Al ser una reinterpretación del pasado, la historia no se desvía mayormente de las aventuras de los 5 estudiantes originales del profesor Charles Xavier, presentados por Stan Lee y Jack Kirby en la Edad de Plata, aunque con varias actualizaciones cosméticas, ambientales y lingüísticas propias de la narración comiquera actual.
El guion de Dennis Hopeless es bastante coherente. Siempre siendo una versión optimizada de los primeros números de The X-Men, la narración es desde el punto de vista de Jean Grey, la única integrante femenina del equipo original. Por tanto, veremos la llegada inicial de la pelirroja a la escuela de Xavier, la tensión romántica entre ella y los cuatro chicos restantes del equipo, y varias de las primeras batallas con Magneto, la Hermandad de Mutantes y otros villanos.
Hopeless da en el clavo en la representación de los personajes que más importan. Los Hombres-X del guionista son, en su mayor parte, entrañables y creíbles, mientras que Xavier y Magneto son fríos, distantes y hasta maquiavélicos, tal y como eran en los sesenta. Eso sí, se siente cansadora la rivalidad entre Bobby, Warren, Hank y Scott, pero eso no es falla del guionista, si no que ahora, a la luz del tiempo y de conocer a esos personajes, esa competencia por conseguir la atención de Jean parece demasiado ingenua y hasta ridícula.
Por esto, es que estás páginas tienen poco atractivo para fans versados en la franquicia. Sin embargo, tampoco funciona completamente para lectores novatos, ya que en varios pasajes la narración se siente inconexa. Hopeless, al intentar darle dinamismo a la trama, omite algunos de los principales ritmos de la historia, simplemente aludiendo a algunos eventos y sin molestarse en proporcionar a la mayoría de los villanos las presentaciones adecuadas. Además, la obra tiene una conclusión extrañamente abierta, que de hecho puede dejar a los lectores preguntándose qué leer a continuación, dejándolos un poco a la deriva en una franquicia bastante engorrosa.
En el apartado artístico, Jamie McKelvie hace un gran trabajo, siempre recurriendo a su estilo característico. El británico, conocido por sus trabajos en Phonogram, Young Avengers y The Wicked + The Divine, entre otros, tiene un talento especial para plasmar personajes limpios y expresivos que se sienten vivos, sin agobiar demasiado con líneas o detalles innecesarios. Los personajes se ven y se visten como adolescentes y no como superpersonas genéricas o modelos de pasarela intensamente atractivas. Los colores vibrantes de Matt Wilson contribuyen al acabado de un arte muy agradable para vista.
No obstante lo anterior, la verdadera guinda de la torta nos la ofrecen el patriarca mutante Chris Claremont, compinchado con Brent Anderson, en God Loves, Man Kills, la inmortal novela gráfica publicada en 1982. Por entonces, no había ningún cómic más popular que Uncanny X-Men, y Marvel consideró una apuesta coherente el capitalizar esa fama a través de la publicación de una novela gráfica, lo que además permitiría apoyar ese formato, el más cuidado del que disponía la Casa de las Ideas en aquel entonces. Dicha intención se plasmaría en una de las mejores obras de los mutantes en particular, y del cómic en general.
En primera instancia, el editor Jim Shooter se aproximó al legendario artista Neal Adams, responsable de una corta pero significativa etapa en The X-Men para que se encargara del proyecto, pero a cambio de unas condiciones contractuales que a la postre no pudo mantener. Chris Claremont, el guionista que finalmente asumiría la escritura, se acercó a Brent Anderson para que subiese a bordo, después que este hubiese rechazado la posibilidad de tomar un trabajo mensual en Uncanny X-Men. Anderson se encontraba en un período de evolución de su estilo, que se volvía cada vez más realista, adecuado para el momento que atravesaba el cómic de superhéroes, que se aventuraba en la búsqueda de un público nuevo, más adulto.
La historia también sufriría una transformación, pues Magneto ya no moría según la idea inicial, sino que actuaba en paralelo a los Hombres-X, hasta que las circunstancias lo obligaban a hacer un frente común contra el racismo hacia los mutantes encarnado por William Stryker y sus siniestros comandos de la muerte.
El tema elegido para God Loves, Man Kills es el racismo, que ha marcado la dirección de la serie desde entonces. Este solía formar parte del subtexto de las aventuras de los pupilos de Xavier, pero hasta entonces no había cobrado un protagonismo tan significativo y escalofriante como acá. La historia toma la metáfora de los prejuicios anti-mutantes y lo hace explícito, pues la alegoría pasaba ahora a primer término con toda la crudeza de, por ejemplo, el asesinato un par de niños en sus primeras páginas, en un movimiento bastante osado para su época. La historia está tan bien pensada y escrita que ha envejecido muy bien, pues de alguna manera, la política del argumento se siente tan relevante hoy como en el día en que fue publicada.
La obra cuenta la historia de una figura religiosa conservadora, un tele-evangelizador de nombre Reverendo William Stryker, que usa astutamente la retórica e interpretaciones bíblicas fundamentalistas para unir al público contra las parias del tipo Homo Superior. Llama la atención de manera notable que Stryker cree sinceramente que los mutantes son malvados, que sus habilidades sobrehumanas no son sólo peligrosas, sino el trabajo del diablo real. Por tanto, no es falso en su cruzada, la que siente moralmente correcta al ser el trabajo de Dios. Stryker está obligado por sus convicciones religiosas a erradicar a los mutantes por el bien del planeta.
Así, Claremont salpicó el título con un auténtico debate alrededor de la intolerancia, el odio y la maldad humana, con abundancia de imágenes destinadas a grabarse en el inconsciente de los lectores, y siempre restringidas al terreno de lo verosímil, a pesar de lo increíble de los poderes de sus protagonistas.
A pesar que el villano de esta historia no tiene superpoderes y no puede enfrentarse físicamente a ninguno de los X-Men, Stryker es quizás el enemigo más peligroso al que el equipo se ha enfrentado alguna vez, porque su lucha es política y sus armas son la supuesta superioridad moral y miedo. El éxito de Stryker no depende de vencer a Colossus en una pelea a puñetazos, sino que su mayor victoria es influir en el público. Esto hace que el conflicto no sólo tenga una base sorprendentemente madura, si no también plausiblemente aterradora y actual.
Quizá la descripción más acertada de God Loves, Man Kills sea que es un cómic maduro. Fácilmente la esta historia podría ser más atractiva para los adultos que a los más jóvenes o aquellos lectores que gusten de la pirotecnia y liviandad más habitual en el fandom de superhéroes. Su tono es oscuro, aunque de una manera más temática que en relación a la violencia excesiva o la sangre derramada, de la que también hay, por supuesto. Las ideas presentadas sobre prejuicio, fe, moralidad, responsabilidad, control de las masas son legítimamente estimulantes, y dado que el conflicto principal de la historia es más ideológico que físico, incluso vemos un giro decisivo en la batalla final que ni siquiera viene de un personaje central.
El apartado visual, como dijimos, es trabajo de Brent Anderson, un artista de estilo diferente al que podíamos encontrar en Uncanny X-Men en ese momento, cuya impronta es menos de superhéroes y más de realismo cotidiano. El arte le da a la obra una sensación única, diferenciándola y poniéndola con los pies en la tierra. Eso sí, algunas de las páginas de Anderson son difíciles de seguir, con algunas extrañas transiciones entre paneles.
En general, es muy fácil decir lo que está sucediendo de una escena a la siguiente, pero hay un par de momentos en que las cosas se ponen un poco complicadas, viñetas que se llenan demasiado de acción y requieren un esfuerzo considerable para descifrar lo que realmente sucedió en medio del caos. A pesar de estos defectos menores, el arte es bastante bueno en general y se siente bien adaptado a esta historia en particular, en especial gracias al entintado abundante de Anderson, y los colores en su mayoría opacos de Steve Oliff.
Para concluir, y volviendo a los primeros párrafos de este texto, podemos asegurar que Los Héroes Más Poderosos de Marvel: X-Men, es uno de los ineludibles de la colección. Con God Loves, Man Kills ya nos damos sobradamente por pagados, pero si además le agregamos X-Men: Season One que, aunque irregular, sirve para tener una nueva óptica de los inicios del grupo, tenemos un volumen redondo.