"Uncanny X-Men" (1975) de Claremont, Parte III: Cockrum contraataca
En nuestra revisión cronológica de Uncanny X-Men de Chris Claremont, es hora de recoger los pedazos tras la marcha del dibujante y co-argumentista John Byrne de la colección. Pero el éxodo de tan notable talento, que para cualquier serie pudiera ser el golpe de gracia, no pareció hacer mella en Claremont, quien siguió adelante con las líneas maestras que tenía para los Hijos del Átomo. Y para ello, contaría con el regreso del dibujante que dio el puntapié inicial a la Segunda Génesis del grupo, Dave Cockrum.
A comienzos de los años 80, para todos estaba claro que Chris Claremont era uno de los autores más reconocidos del mundo del cómic estadounidense, y aunque su nombre también aparecía en otros títulos, su Uncanny X-Men era la más aclamada por la crítica y lectores. Sin embargo, la colección sufrió un gran golpe cuando John Byrne, el dibujante con el cual había llevado la serie a cotas de calidad inusitadas, decidió abandonarla. No obstante, Claremont tenía clarísimo lo que quería lograr con sus personajes, y por lo tanto siguió adelante con el mismo ahínco, haciendo de la serie un imperdible mes a mes.
Antes de ir a esta etapa en sí, es importante mencionar otro trabajo que Claremont venía realizando en paralelo a los mutantes, porque más temprano que tarde sería importante para el devenir de Uncanny. Hablamos de Ms. Marvel, protagonizada por Carol Danvers. El guionista se hizo cargo de la colección tras dos números de Gerry Conway, quien planteó un personaje femenino sin demasiado peso ni trasfondo. El proyecto necesitaba de alguien capaz de conseguir que Ms. Marvel fuese de verdad un personaje tridimensional, por lo que el patriarca se tomó muy en serio su trabajo, haciendo que en el transcurso de 20 números Carol se transformara en una mujer fuerte, segura de sí misma y sobre todo, verosímil.
El gran colofón de esta remodelación consistió en dotarla de un nuevo traje, y preparar una serie de aventuras en que los mutantes serían la clave. En una de ellas el contrincante sería Sabretooth y luego veríamos a Deathbird en su primera aparición. La idea para historia final era que llegara la Brotherhood of Evil Mutants, donde sería el debut de Mystique en su verdadera forma, además de presentar a Rogue, una nueva y joven villana con el poder de absorber los recuerdos, habilidades, talentos y personalidad de otro ser humano. Lamentablemente las bajas ventas cortaron de cuajo esos planes, dejándolos inéditos. Para colmo, luego de un corto período en los Avengers, Carol pasaría a desaparecer.
Posteriormente, ya llegaría la oportunidad de que Claremont retomara esos conceptos y al personaje, que se había convertido en uno de sus favoritos. Pero por entonces, su mayor preocupación era el final de la Saga de Fenix Oscura, y posteriormente, la ya nombrada marcha de John Byrne, en Uncanny X-Men #133. Ya en Uncanny #144, el patriarca comenzó a demostrar que había vida más allá de Byrne, y lo hizo con un número muy especial donde Cyclops se erigió como el gran protagonista. El objetivo era profundizar en la psique del mutante por excelencia, para lo que se contó con la presencia de Man-Thing y el demonio D´Spayre, personajes que nuestro guionista conocía muy bien. El primero porque recientemente había escrito los últimos números de su segunda colección, y el segundo porque había sido creado por el propio Claremont y Byrne.
En el intertanto, surgió la excelente noticia de que el dibujante John Cockrum, quien había relanzado a los mutantes en Giant-Size X-Men #1 y que ya acompañó a Claremont en sus comienzos de su trabajo en la colección, estaba preparado para volver, lo que aportó una necesaria estabilidad artística. Con su antiguo colega a los lápices, el guionista escribió una línea argumental de tres partes donde los Hombres-X se enfrentarían al Dr. Doom, en que se recuperó a algunos mutantes que habían permanecido en el banquillo durante algún tiempo, como Iceman, Kaos, Polaris y Sean Cassidy. También fuimos testigos de una demostración de poder completamente impresionante de Storm, dejando claro que Jean Grey no era la única mutante con potencial como para convertirse en una amenaza para todo el mundo, incluidos los suyos.
De forma paralela a su trabajo en Uncanny, Chris recibió la oferta de escribir otra colección protagonizada por una superheroína: Spiderwoman. En este caso se trató de un personaje plenamente establecido, aunque no por ello menos necesitado de un relanzamiento. Con este objetivo, entregó un par de números donde la mujer araña se adentró en el cosmos mutante, resultando en una historia donde Jessica Drew se encontró con Black Tom, Juggernaut, los X-Men y una nueva mutante llamada Syrin. Esta "versión femenina" de Banshee vino a hacer justicia poética, puesto que el propio Roy Thomas confesó que a la hora de crear a Sean Cassidy su idea era que fuese una mujer, pero que una sugerencia de Stan Lee cambió el género del personaje. Ahora, todo volvía a su cauce normal. Tras esta saga, Spiderwoman apareció de inmediato en The X-Men #148, que resultó una gran reunión femenina donde también vimos a Dazzler, Storm, Kitty Pryde y Steve Hunter, quienes serían las primeras en conocer la existencia otro mutante nuevo, Caliban, que tendrá importancia en el futuro.
Tras varios meses con Cockrum en labores artísticas, resultó evidente que Uncanny X-Men seguía en la dirección correcta. Fue entonces cuando Claremont se planteó la revancha de Carol Danvers. Dado que desapareció en The Avengers, nada mejor que esa cabecera para recuperarla. Para ello, recurrieron a The Avengers Annual #10, magníficamente dibujado por Michael Golden. En él, finalmente veríamos el debut de Rogue, todo un acontecimiento en la historia de la franquicia mutante. Para los obsesionados con la continuidad, ese número debe leerse a continuación de Uncanny #149.
Y casi sin darnos cuenta llegamos a Uncanny X-Men #150, número doble que recupera a nada más y nada menos que a Magneto. La última vez que vimos al Amo del Magnetismo fue durante la etapa de Byrne, donde asistimos a historias de gran impacto dramático, necesarias para restaurar su presencia en el Universo Marvel. Sin embargo, como mencionamos en su momento, ya desde entonces Claremont tenía planes más importantes, ya que su idea era dotar a Magneto de la profundidad psicológica necesaria para convertirlo en un personaje tridimensional. Con este objetivo en mente, se hizo un montón de preguntas, acerca de si se trata de un verdadero villano, quién es realmente, de dónde viene y lo más importante, cuáles son sus motivos para actuar a su modo.
Claremont compartió sus reflexiones con Cokrum y su editora Louise Simonson, con los que acabaron de perfilar las líneas maestras de lo que sería el trascendental Uncanny X-men #150, el cómic que cambió para siempre la figura de Magneto en el entorno mutante y marveliano en general. A partir de este número, el señor de magnetismo pasó a ser algo mucho más importante que sólo el gran contrincante de los X, y no es demasiado decir que en estas páginas un surgió el Magneto definitivo, el cual sería una inspiración clave para la versión cinematográfica que posteriormente conocería a todo el mundo.
De forma paralela, Claremont también se ocupó de escribir de UXM Annual #5, de 1981, y en esta ocasión decidió ofrecer una interesante aventura conjunta con Los Fantastic Four, además del retorno de Arcade, quién ya se había encontrado con los mutantes en el Annual #3. Recordemos que el Patriarca ya había combinado el mundo mutante y el del cuarteto fantástico en los comienzos de su carrera, ya que fue el guionista de Giant-Size Fantastic Four #4 de 1975, que fue la primera aparición de Jamie Madrox, Multiple Man.
No obstante el viento a favor, se sabe que los cómics de grupo resultan difíciles para los artistas, y la tensión de dibujar una de estas cabeceras empezó a notarse que Cockrum necesitaba un descanso, por lo que un par de números de Uncanny resultaron de los lápices de Bob Mcleod y Jim Sharman. En ellos el Hellfire Club idea un plan para destruir a nuestros protagonistas, que incluye reclutar a Kitty para la Academia de Massachusetts de la que Emma Frost, la Reina Blanca, es la directora.
En UXM #153, Dave regreso a tiempo del melancólico y encantador "Cuento de hadas de Kitty", una historia que la joven le relata a Illyana, la hermana pequeña de Colossus. En esta, fantasía cada uno de los Hombres-X tiene un personaje correspondiente y un final feliz, incluso Scott y Jean viven felices y comiendo perdices. Los cuatro números siguientes presentan una epopeya de los Starjammers, de esa clase de historia de capa y espada que le encantaba dibujar al artista. Empieza con la llegada a la tierra de Corsair, quien revela que es el largo tiempo desaparecido padre de Scott, y un ataque de los Brood, otra de las creaciones de Claremont y Cockrum. Hay sexo —implícito, eran otros tiempos—, muerte —o casi— y traición tras traición, a medida que descubrimos que los Brood y el almirante de la emperatriz Lilandra están conspirando con Deathbird, la hermana malvada de esta, quién espera asesinarla y subir al trono. Como resultado, Xavier queda en coma.
Luego de un largo rodeo, la historia del Avengers Annual #10 da sus frutos en UXM #158. Carol Danvers y los X-Men luchan contra Rogue y Mística en el Pentágono. Lamentablemente, después de eso Cockrum seguiría durante solo algunos números más en la cabecera, pues luego de tener de invitados a Bill Sienkiewicz y Brent Anderson, Dave abandonaría la serie en el #164. Su trabajo seguía siendo hermoso pero ahora su interés se centraba en otras cosas. Por ejemplo, entre sus muchas innovaciones de principios de los años ochenta, Marvel fundó Epic Comics, una línea para títulos que eran propiedad de su creador. Es así que de ahí comenzó a concentrar sus energías en una creación en que oficiaría de autor completo, y que sería exclusivamente suya. Sabiendo que tendría como colchón las regalías de UXM, dejó la cabecera para dedicarse a novela gráfica The Futurians para Epic.
En este punto, hay que mencionar un detalle que habla del estatus que estaba tomando la franquicia mutante, y que además tendría relación con el arte de Uncanny luego de la marcha de Cockrum. Con la llegada de los años ochenta, en los USA se hizo manifiesto la importancia que estaban adquiriendo las librerías especializadas para el mercado. Para Marvel eso no pasó desapercibido, y es así que crearon productos destinados especialmente a comiquerías. Uno de ellos fue Marvel Fanfare, publicación bimestral, en papel satinado y sin publicidad, editada por Al Milgrom. Gracias a su mayor precio de portada, se contó con un presupuesto que permitía tener a los autores mas renombrados de la época.
Además de aquello, Milgrom aprovechó el espacio para publicar obras que estaban en el archivo de la editorial, muchas de las cuales contaban con sobrada calidad. Y como la X era la franquicia de moda, y ya comenzaba a permear en toda la línea editorial de la Casa de las Ideas, ¿qué mejor que comenzar la colección con una aventura de los Hombres-X, en que también veríamos a Spider-Man y Ka-Zar? La historia constaría de nada menos que cuatro partes, con las dos primeras dibujada por el gran Michael Golden, la tercera por el mismo Cockrum, y la cuarta, por un nuevo artista llamado Paul Smith, cuyo debut había sido precisamente en Marvel Fanfare #1. El trabajo de Smith fue impecable, al igual que el recibimiento de publico y críticos, lo que a la postre, lo llevaría a convertirse en el reemplazo de Cockrum en Uncanny.
Aunque luego de todo lo mencionado más arriba que claro, el nivel literario de Claremont seguía a tope. Ni en estos números, en los Annuals, ni en ninguna de las historias relacionadas a esta etapa hay nada de lo que hoy se conoce como el decompressive storytelling. Todas las entregas, incluso aquellas que forman parte de un argumento mayor, tienen un conflicto interno que se resuelve en el mismo. Todos ellos son la historia de alguien, y a todos los personajes se los menciona por su nombre y se explica su poder; en todos y cada uno de los números hay bocadillos de pensamientos y líricos recuadros de narrador, que presentan el talante y arroja luz sobre los sentimientos de los miembros de los X-Men y subrayan su heroísmo. Son personajes épicos y aun en tiempos fundacionales, por lo que cada acto, diálogo o pensamiento seguían definiendo su personalidad y la forma en que los conocemos hoy. Las locuciones del guionista seguían construyendo, página a página, el entramado de la esquina mutante que tanto amamos.
Como es su marca registrada, el Patriarca no perdió en ningún momento la vista del desarrollo de personajes, dando preponderancia a las féminas. Ahí tenemos, por ejemplo, a Kitty Pryde, creación de John Byrne durante la Saga de Fénix Oscura, y que fue pasando desde ser la mascota, a ser la verdadera alma del grupo. También está Storm, que fue evolucionando no solo en su escala de poder, sino también en su posición dentro del grupo, ya que se convirtió en la líder luego de la marcha de Cyclops. Pero si hablamos de evolución, ninguna se compara a la Illyana Rasputin, dado que en UXM #160 pasaría de niña a adolescente por arte de, literalmente, magia.
Otro personaje que sufrió una transformación visible fue, como ya dijimos, Magneto. Tras lo ocurrido en UXM #150, Claremont decidió mostrarnos un momento crucial de su pasado en UXM #161, lo que nos ayudó a comprender muchas cosas de su psique. Este, además, fue uno de los mejores capítulos de la Saga de los Brood.
Como vemos en este puñado de entregas, Claremont seguía haciendo historia. Aunque ya había dejado atrás la etapa de mayor gloria, en que estuvo acompañado de John Byrne, el regreso de su compinche Dave Cockrum hizo que tuviese el apoyo gráfico necesario para avanzar a paso firme hacia una consolidación que ya tenía ganada. En el horizonte, se encontrará con los lápices de Paul Smith, con quien acometió el regreso de aquel pájaro de fuego que siempre resurge desde las cenizas.