"Giant-Size X-Men" #1 (1975): Segunda Génesis
A principios de la década de 1970, la primera serie mutante, The X-Men, había muerto editorialmente hablando. La que hoy es quizá la franquicia más famosa de Marvel tenía solo una colección regular, que tras su número 66, el último en contener material nuevo, solo contenía reediciones de números antiguos. Pero como todo final es también la oportunidad de volver a comenzar, un inquieto editor, con el apoyo de un imaginativo artista, y la pequeña ayuda de un guionista que luego vería la fama absoluta, sacaría del congelador a los personajes y añadiría unos nuevos, creando el caldo de cultivo del que los Hombres-X renacerían. Eso veremos ahora, en nuestro repaso a Giant-Size X-Men #1, la famosa Segunda Génesis mutante.
Desde las cenizas
Quienes no han leído nuestro repaso de The X-Men y las diferentes etapas que la conformaron, o los lectores más jóvenes, quizá no sepan que en sus primeros tiempos, los Hombres-X, creados por Jack Kirby y Stan Lee, no fueron precisamente un éxito. Además del ya nombrado binomio, otros creativos pasaron por sus páginas, como Roy Thomas, Gary Friedrich, Arnold Drake y Neal Adams, y aunque sus resultados artísticos fueron dispares, no lograron ganarse el favor del público, y hacer de los mutantes un grupo popular y con buenas ventas.
Por ello, y aunque en el sentido creativo tuvieron un espectacular repunte con la etapa de Roy Thomas y Neal Adams, a principios de los años setenta, en el #66, se decidió dejar de publicar historias nuevas, y dedicarse a las reediciones. En aquella entrega, los Hijos del Átomo lidiaron con el impactante regreso del Profesor-X, mientras luchaban contra el Increíble Hulk. Así, sería el último cómic nuevo de X-Men en más de cinco años, pues como decíamos, Marvel lo agregó al grupo de un puñado de colecciones de menores ventas en que solo se publicaban reimpresiones.
A pesar de aquello, Roy Thomas, uno de los nombres más importantes en la primera etapa de la colección, y que ahora ostentaba el puesto de Director Editorial, nunca dejó de bregar por que los mutantes volvieran a la carga, casi desde el mismo momento en que el concepto entró en hibernación. Thomas vió su oportunidad cuando el Presidente de Marvel Comics, Al Landau, sugirió que sería buena idea tener un grupo que contara con una serie de héroes de diversas nacionalidades, lo que podría facilitar la venta de sus productos en el extranjero.
Aunque la idea gustó incluso a Stan Lee, no resultó de inmediato, y tuvieron que pasar un par de años hasta que se hizo realidad, en el transcurso de los cuales Mike Friedrich, a quien Thomas había pensado inicialmente asignarle el encargo, dejó de trabajar en Marvel y el mismo Roy dimitió de su puesto a la cabeza de la editorial. En esta labor fue reemplazado por el también escritor Len Wein, quien finalmente se hizo cargo del proyecto. Para lanzarlo, utilizó un formato que ya estaba practicando con diversas series, el llamado Giant-Size, o lo que es lo mismo, entregas trimestrales con un mayor número de páginas que un cómic convencional.
Nacido en 1948, Len Wein fue un autor cuya suerte ha sido un poco ingrata, pues aunque estuvo ahí para dar vida a dos conceptos fundamentales en la historia del noveno arte norteamericano, no siempre ha recibido la atención que merece. Hablamos, como no, de estos nuevos X-Men para Marvel, y Swamp Thing, para DC Comics. Trabajando en las dos grandes como guionista y editor, por sus textos pasaron una gran cantidad de personajes, aunque su estilo clásico auguraba que los derroteros por donde correrían las aventuras de los mutantes serían muy distintas a como finalmente fueron. Por azares del destino, y circunstancias que repasaremos más adelante, el co-creador de personajes como Nightcrawler y compañía apenas tuvo contacto con ellos.
Desde el comienzo, el dibujante elegido por Thomas fue Dave Cockrum, artista que había alcanzado gran notoriedad por su labor en Legion of Super-Heroes de DC Comics, donde destacó por sus imaginativos diseños de personaje, y la elegancia y atractivo con la que retrataba a las protagonistas femeninas. Cockrum había dejado esa editorial debido a un conflicto con Carmine Infantino, quien no quiso devolverle los originales de Superboy #200, trabajo al que había tomado especial cariño, y a que además el mismo Infantino no permitió que trabajara en Marvel y en DC al mismo tiempo. Como sea, el nativo de Pendleton, y su cuaderno de bocetos, estaba listo para cambiar el mundo.
A mí, mis nuevos X-Men
Así, en 1975, vio la luz Giant-Size X-Men #1 cuya carta de presentación fue una de las mejores portadas de la historia del cómic norteamericano, efectuada por Gil Kane. En ella, los nuevos integrantes del equipo rompían el papel, la cuarta pared, mientras que el toque definitivo lo dio el mismo Cockrum, que completó la ilustración con una panorámica de fondo con los componentes originales del grupo, mirando atónitos como esta tropa de recién llegados acaparaba la atención. Con solo una imagen, se dejaba en claro que los nuevos chicos venían a romper los moldes, y dejar atrás el pasado, lo que era refrendado por la una etiqueta que indicaba "New! Deadly Genesis!".
Con la perspectiva del tiempo, y el diario del lunes en la mano, podríamos decir que esa cubierta presagiaba muchas cosas. Por ejemplo, y como lo refrenda la ya nombrada etiqueta, es que esta época sería mucho más peligrosa para los héroes, siendo vulnerables y susceptibles de caer en batalla. Así mismo, los protagonistas avanzaban hacia el lector, acercándose hacia nuestro plano para situarse en un lugar mucho más cercano al mundo real. Por último, ese papel figurado no sería la única barrera que los mutantes atravesarían, pues como sabemos hoy, su marcha ha llegado a libros, videojuegos, animación y películas. Lo que conocemos con la verdadera franquicia mutante, nació en esa portada.
La trama del número ya es por todos conocida. Respondiendo a una señal de Cerebro, Cyclops, Marvel Girl, Iceman, Beast y Angel, los cinco estudiantes originales, acuden a una isla del Pacífico del Sur llamada Krakoa, sólo para descubrir que la alarma de aparición de un poder mutante emergente provenía de la propia isla, como entidad consciente. A duras penas, Scott consigue salir con vida de la isla para alertar al Profesor, que se vio obligado a reunir nuevos Hombres-X, que fuesen en ayuda del malogrado equipo. Como resultado, en sus páginas asistiríamos a un desfile de personajes nuevos y reciclados, que hacían realidad la intención "internacional" del título, y que en un futuro cercano se convertirían en los más populares de la franquicia, la editorial, y el mundo del cómic en general.
Entre ellos encontraríamos a Wolverine, creación de Wein que había debutado meses antes en The Incredible Hulk #181, proveniente de Canadá; Kurt Wagner, el elfo teleportador alemán; Sean Cassidy, Banshee, residente estadounidense pero irlandés hasta la médula; Ororo Munroe, antaño adorada como diosa del trueno en Kenya, que adopta el nombre código Storm; el honorable Shiro Yoshida, Sunfire, representante de Japón; Piotr Rasputin, la poderosa masa de acero ruso apodado Colossus; y John Proudstar, un orgulloso nativo norteamericano natural de Arizona.
Del equipo original, en principio solo se mantuvo a Cyclops, ya que los autores creían que era mejor empezar casi de cero para generar mejores ventas. Es verdad que sobre todo se le mantuvo por ser el líder clásico, pero es que además Cockrum le había diseñado un uniforme y visor nuevos que hubiese sido delito no utilizar. Pero no todos los nuevos miembros del grupo que acompañarían a Scott Summers serían precisamente nuevos. De los tiempos de Roy Thomas en la serie rescataron al antihéroe japonés Sunfire y al irlandés Banshee, que habían comenzado como adversarios del grupo para terminar siendo aliados.
Shiro Yoshida fue introducido en The X-Men #64, por Roy Thomas y Don Heck, quienes nos presentaron al primer mutante nipón, hijo de una madre que había sido victima de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima. Su uniforme, que recuerda el emblema del sol naciente, arropa a un poderoso héroe capaz de manejar llamaradas solares. En tanto Sean Cassidy, apodado Banshee, se enfrentó al equipo en The X-Men #28, aunque en aquel entonces se encontraba bajo poder mental de la infame organización Factor Three. Fue creado por Thomas, y el artista Werner Roth.
Además, como dijimos, el ahora omnipresente Wolverine había sido creado por el propio Wein en las páginas de The Incredible Hulk por sugerencia de Roy Thomas, quien pensaba que era una vergüenza que Marvel no tuviese más héroes canadienses cuando sus vecinos eran uno de sus mercados más importantes. Thomas creía que la personalidad del personaje debía obedecer al animal del mismo nombre, cuyo pequeño tamaño es inversamente proporcional a su ferocidad. Esta descripción fue capitalizada por John Romita, entonces Director Artístico de Marvel, que realizó el diseño a partir de una foto de un auténtico carcayú, con una máscara de aspecto felino, unas rayas atigradas, y garras metálicas que surgían del dorso de la mano. Cockrum cambió ligeramente la máscara de Romita, inspirado en lo hecho por Kane en la cubierta, pero mantuvo el resto.
En gran medida, los personajes nuevos surgieron directamente desde el cuaderno de bocetos de Cockrum —tal y como él mismo explica en esta entrevista—, con las correspondientes matizaciones de Wein. Nightcrawler, por ejemplo, había sido creado por el artista cuando, siendo miembro de la marina, se encontraba de servicio en Guam. Cuenta la leyenda que una noche de aburrimiento junto a su mujer, idearon una serie de personajes que utilizaría posteriormente. En este caso, el artista intentaría introducir a Nightcrawler como parte de un equipo derivado de Legion of Super-Heroes, pero fue rechazado por el editor. Posteriormente, sería perfecto para el heterodoxo grupo que se quería formar. El mismo Cockrum aportaría sus poderes, uniforme y nombre, mas no su personalidad ni origen.
El único fichaje femenino nuevo sería Storm, una voluptuosa africana que podía manipular el clima a voluntad, que había alcanzado el estatus de diosa entre los suyos. La jinete de los vientos sería fruto de una fusión de varios personajes aportados también por Cockrum: Typhoon, un tipo que domina la lluvia y el viento; Quetzal, una joven con alas en sus brazos, y Black Cat, una adolescente capaz de transformarse en gato. Poderes, aspecto y fisonomía, respectivamente, darían origen a Ororo.
Directamente desde la Madre Rusia, llegaría Colossus, el héroe que ocupaba el mayor espacio en la portada, en directa relación al papel preponderante que inicialmente tenían pensado los autores para él, similar al de Ben Grimm en Fantastic Four. Su diseño, nuevamente proveniente de descartes de trabajos anteriores de Cockrum, resalta por su brillo y altivez. Piotr sería una especie de gigante de buen corazón, ataviado con un uniforme de colores simples, cuyo nombre homenajea a Pedro el Grande y al consejero zarista Rasputín.
El último de los componentes del grupo sería Thunderbird, un indígena nativo dotado de fuerza, rapidez y resistencia sobrehumanas. Su diseño también surgió de propuestas anteriores del dibujante, aunque su uniforme fue modificado una vez el personaje fue aprobado. Su inclusión se decidió por sobre la de Vampyre, un supervelocista de fuerte carácter que resultaba un tanto reiterativo ante la presencia de Wolverine y el mismo Thunderbird.
Por cierto, y aunque no aparecen en la portada, en la aventura también encontramos a dos mutantes que habían visto la luz con anterioridad. Hablamos de Alex Summers, de nombre clave Kaos, y Lorna Dane, alias Polaris. Alex, el hermano de Scott, fue creado por Arnold Drake y Don Heck para debutar en The X-Men #54, en 1969. Polaris, en tanto, fue creado por el mismo Drake y Jim Steranko, y apareció por primera vez en 1968 en The X-Men #49.
Giant-Size X-Men, al escenario
Con el proceso de desarrollo completo, los autores se pusieron manos a la obra para presentar estos nuevos Hijos del Átomo al mundo. Como mencioné más arriba, para entonces Thomas había renunciado al puesto de Editor en Jefe, que entregó a Len Wein y su mejor amigo, Marv Wolfman. Wein estaba a cargo de la línea de cómics en color, mientras que Wolfman velaba por las revistas en blanco y negro. Giant-Size X-Men debutaría menos de un año después de que Wein asumiera su nuevo trabajo, saliendo al mundo a la búsqueda de lectores
Establecidos los personajes principales, el argumento de aquel relato iniciático seguiría una estructura tradicional en cuanto a lo que podemos esperar de un cómic de origen. En la primera parte, Charles reúne al nuevo equipo; en el nudo de la trama se nos presenta la amenaza a la que hay que hacer frente; y en la recta final, se produce el enfrentamiento. Para un impacto adecuado, se hacía necesario un enemigo imponente, uno que hubiese derrotado a los cinco originales con facilidad, y representara un reto formidable para los recién llegados.
La idea inicial de Wein era recurrir a un grupo de dioses aztecas como adversarios, pero Cockrum, que opinaba que esa opción era horrenda, ofreció la alternativa que acabaría triunfando. Es llamativo que la fisiología y fisonomía de Krakoa pueda interpretarse como una versión gigantesca de Swamp Thing, aquella creación del mismo Wein y Bernie Wrightson para la Distinguida Competencia. Como sea, la amenaza era tal, que al dueto le costó pensar en la forma de vencerla. La solución llegó de la mano de cierto ayudante del buen Len, un tal Chris Claremont, un joven inglés con buenas ideas y una particular sensibilidad literaria, a quien ya había recurrido en algunos encargos puntuales.
Cambio en el equipo
Aunque no fue un éxito apabullante de esos que hacen historia, los resultados comerciales fueron alentadores. Por ello, se decidió abandonar el proyecto inicial de que estos X-Men se publicaran a lo largo de una serie de Giant-Sizes trimestrales, y otorgarles una colección regular. El inconveniente es que Wein estaba tan exigido por su posición de Editor en Jefe, que tenía tiempo para escribir solo una serie regular, en este caso, The Incredible Hulk, por lo que la nueva cadencia hizo que fuera imposible mantenerse como guionista-X. Wein ya había definido el argumento, y Cockrum ya comenzado a trabajar en el segundo número de Giant-Size X-Men, cuando se decidió que la serie sería cedida a un escritor sustituto, un movimiento que cambiaría la historia del cómic de superhéroes para siempre.
Como el mismo Wein declaró en una interesantísima conversación con The Comics Journal, "cuando era editor en jefe, escribía solo Hulk. No creo que haya habido un editor allí arriba, incluido Roy, que pudiese mantener ese trabajo increíblemente complicado, y al mismo tiempo escribir más de un libro al mes. Así que estaba haciendo Hulk, y había hecho el primer número de Giant-Size X-Men, pero lo dejé cuando parecía que iba a mantener el trabajo de editor. De todos modos, un mes después me encontré otra vez escribiendo a tiempo completo, cosas como Thor y Spider-Man, porque no había más alternativa en aquel tiempo".
En paralelo, Marvel había optado por prescindir del formato Giant-Size, por lo que había que buscar una alternativa para el correcto desarrollo del proyecto. Se optó entonces por retomar la numeración de la cabecera original, destinada a reediciones desde The X-Men #66, y que dejaría de albergarlas en The X-Men #93. La historia que estaba prevista en un principio para el segundo número gigante, pasó de esta forma a dividirse en dos partes, que serían repartidas entre The X-Men #94 y 95. A éste último, Cockrum añadió un splash-page especial para disimular el corte, además de rehacer una que otra plancha más, para que la división en dos números tuviera una cantidad de páginas equivalente.
En cuanto a la vacante de guionista, Wein eligió al ya mencionado Chris Claremont, que tendría que añadir los diálogos a esos dos episodios dibujados por Cockrum. El nuevo escritor trabajó lo mejor que pudo sobre un argumento que no era suyo, pero más allá de eso, notó que no estaba de acuerdo con el rumbo que Wein tenía ideado para los personajes y la serie, en particular aquellos que tenían que ver con la caracterización de los miembros del equipo. Aquí estaría la simiente del camino que finalmente llevaría los mutantes a la gloria, una vez que ya hubiesen adquirido el apelativo de Uncanny X-Men.
En resumen, podemos decir que Giant-Size X-Men #1 es un número de esos que hicieron historia. Muchas otras obras del noveno arte pueden decir eso, pero pocas veces es tan cierto como acá. Es cierto que el concepto sería explotado completamente por otros autores y que la gloria no llegaría de forma instantánea, pero si Stan Lee y Jack Kirby plantaron la semilla de lo que es hoy la franquicia mutante, entonces Len Wein y Dave Cockrum agregaron el fertilizante que hizo que las criaturas tomaran nuevos bríos.
Haría falta la llegada de un jardinero que lograra darle belleza y raíces profundas a un jardín que pasaba de tímidos matorrales, a transformarse en una frondosa arboleda. Como pueden suponer, ese hombre fue Chris Claremont, y de su vida y obra en la serie hablaremos en un articulo próximo. Nos vemos allá.