"Muties" (2002), de Karl Bollers: relatos del homo inferior
Charles Xavier tenía un sueño noble, uno en que humanos y mutantes convivían felices compartiendo esta bola de barro. En algunos momentos se ha dado por vencido, y en otros, ha aceptado la superioridad de los portadores del Gen-X como herederos naturales de la Tierra. Sin embargo, el principal mote que tienen los muties es el de ser "odiados y temidos". Eso puede no ser un problema si tienes el cuerpo de un fisicoculturista, tecnología de millones de dólares a tu disposición, un poder nivel omega, o compañeros y profesores que te enseñen a usar tus dones.
Pero toda luz genera sombras. Entonces, ¿qué pasa con aquellos adolescentes que ya de por sí son rechazados o están en posición de vulnerabilidad, para los que el ser mutante sí que significa una verdadera maldición? ¿Aquellos que realmente son marginados y rechazados por una sociedad que odia a los que son diferentes? Ellos son los protagonistas de Muties, miniserie antológica escrita por Karl Bollers, que explora la vida de los mutantes realmente temidos y odiados.
Muties es una serie limitada de seis números, publicada en al año 2002. Se trata de una serie antológica, en que cada número se presenta una historia independiente acerca de adolescentes que atraviesan por el traumático momento de descubrir que pertenecen a la raza del Homo Superior. La idea es mostrar el sufrimiento cotidiano de los mutantes, que están lejos del alcance de los X-Men y el Profesor X. Como dije, está escrita por Karl Bollers, con un equipo artístico distinto para cada entrega.
La primera historia es "Changeling", dibujada por Salgood Sam, y pintada por Peter Ferguson. Jared es un niño que sufre acoso tanto físico como mental por sus compañeros y su padre. Una de sus pocas amigas es Kate, una linda y popular chica de la que Jared está enamorado. Una desilusión amorosa, el cúmulo de rabia y sufrimiento acumulado, y una sospecha fundada de ser mutante servirán como caldo de cultivo para que se decida a realizar un acto desesperado, que cambiará su vida para siempre.
Luego pasamos a "Toy Soldiers", ilustrada por Patrick Spaziante. En esta historia viajamos a Japón para conocer a Seiji, un novato telekinético que vive aterrorizado por su padrastro, quien gusta de golpear brutalmente a su madre. Si bien su imaginación sirve como refugio frente al sufrimiento exterior, la realidad lo golpeará de manera irreversible cuando se vea obligado a dejar de ser un espectador, y hacer frente al abuso para defender a su madre.
El #3 nos presenta los trazos de Dean Haspiel, quien ejerce el arte de "Arrested Development". Acá conoceremos la historia del adolescente Riek, que descubre que puede ralentizar el mundo cada vez que logra que los latidos de su propio corazón vayan más lento. El protagonista vive en la tumultuosa Uganda, donde los secuestros por el ejército revolucionario ocurren con frecuencia, y la violencia de la guerra civil es inquietantemente común. Cuando Riek y sus compañeros son capturados, deberá asumir su poder y elegir si salvar las vidas de sus amigos y rehenes, o simplemente negarse a hacer lo que más odia: matar.
Pasando el ecuador de la obra, nos llega "Love, Jisa", con arte de Trent Kaniuga. Las calurosas noches de la favelas de Río de Janeiro son el marco de una historia escrita desde la perspectiva de un humano normal. Este número se centra en Jisa, una niña que vive con su estricta familia católica, pero que ignora sus creencias y se involucra con Laolo, un delincuente del que cree estar enamorada. Sin embargo, cuando su familia la expulsa de la casa, y realmente necesita a Laolo, descubre que él no es lo que ella creía. Angustiada, embarazada y sola, Jisa se vuelve hacia su única amiga, una mujer encantadora y amorosa con una densidad y fuerza corporal inusual.
El penúltimo número corresponde a "Third Eye Blind", que nos introduce al mundo de Ankhi, una joven mutante, que es absorbida por el terrorífico y adictivo mundo de las drogas. Su naturaleza Homo Superior la ha dotado de un tercer ojo, situado en el centro de su frente, que le da algunos poderes únicos. Huir de ese submundo es difícil, y a veces, crees que has saltado de la olla solo para caer en el sartén. El dibujo es del inglés Charles Adlard (The X-Files, X-Men: Hellfire Club, The Walking Dead).
La última historia de esta miniserie, "The Patriot Game", nos lleva a Irlanda del Norte. Liam, un mutante con la capacidad de hacer estallar las cosas, es arrastrado involuntariamente a la agitación y al terrorismo que ha asolado a esa nación durante muchos años. Liam intentará resistirse con todas sus fuerzas, disgustado y detestando a los terroristas que simplemente quieren usar sus poderes mutantes para su propio beneficio. El arte y diseño está a cargo de Salmgood Sam.
Como queda claro al leer lo anteriormente indicado, Muties escarba en la miseria, en las personas comunes y corrientes que (sobre)viven día a día con miedo al cambio y a su entorno. Son historias tremendamente emocionales, que sin duda nos tocarán el corazón en mas de una oportunidad. Bollers escribe con gran belleza lírica, y consigue que nos encariñemos con los protagonistas, a pesar de que solo nos acompañan durante una veintena de páginas. Lamentablemente, ya podrás intuir que la mayoría de las historias llevan una gran carga dramática y de tristeza, lo que de cierta manera nos anticipa el desenlace de ellas. Aunque uno de los números rompe el molde entregando una brisa de esperanza, ya de antemano sabemos que el destino de los protagonistas no será muy halagüeño.
Esto tiende a lastrar un poco la narración, pues aunque obviamente la intención de Bollers es escribir acerca de la angustia y sufrimiento, quizá debió dejar espacio también a otros sentimientos, mal que mal, el crisol de emociones humanas es muy amplio. Esto también hubiese hecho menos predecible el discurrir de las historias, invitando al lector a seguir con más interés el destino de Jared y el resto de protagonistas.
De todas maneras, lo que más llama la atención es el arte, y el espíritu experimental que posee. Ninguno de los artistas que acá participan podrían tildarse de convencionales, a excepcion quizá de Charles Adlard. Como decíamos, el primer y sexto número están ilustrados por Salgood Sam, pero de no indicarlo en los créditos, dificilmente nos hubiesemos dado cuenta. En efecto, el estilo que utiliza en ambos es tan distinto, que cuesta identificarlos como obras del mismo perpetrador.
Probablemente esto se deba a los acabados, pues el primero está pintado, literalmente, por Peter Ferguson, mientras que el sexto está coloreado por Bernie Mireault. En este último, no podemos dejar de nombrar el notable rotulado de A. J. Duric, responsable en gran parte de la personalidad que destilan estas páginas. Como sea, ambos son grandes ejemplos de las grandes cosas que se obtienen cuando a los autores se les da oportunidad de experimentar.
En la segunda entrega contamos con la presencia de Patrick Spaziante, quien utiliza un estilo similar al manga, sin duda como homenaje a la ubicación geográfica de la historia. Aún en eso no es del todo convencional, pues presta un detalle casi obsesivo a los juguetes que forman parte de la narración. En el número 3, Dean Haspiel captura perfectamente el espíritu de la historia, con un estilo muy personal que ocasionalmente denota la influencia de Jack Kirby, pero que recuerda mayormente a los trazos de Bruce Timm o Darwyn Cooke. El coloreado de Matt Madden, efectuado de forma minimalista pero muy potente, termina de delimitar una historia que, como todas, es desgarradora.
Un poco más normal es el arte de Trent Kaniuga para "Love, Jisa". Acá ya nos encontramos con personajes más estilizados y musculosos, propios de cómics de superhéroes. La ambientación y el coloreado de J. D. Smith transmite en todo momento la temperatura y los ritmos cadenciosos de la noche carioca. Por último, el quinto número incluye el arte de Charles Adlard, que también luce convencional al lado de sus otros colegas. Siempre fiel a su manejo maestro de las luces y sombras, se le ve especialmente inspirado, entregando viñetas y personajes más detallados de los que le vemos habitualmente, aunque es probable es que esto se deba al coloreado del mismo Smith. De todas formas, tanto Kaniuga como Adlard cumplen con creces.
Para finalizar, y sin querer hacer comparaciones, debo decir que Muties es lo más "Vertigo" —hablando de aquel sello adulto de DC Comics—, que he leído en Marvel. Las historias de Karl Bollers apelan a la angustia, al horror de la realidad, y al pesar que sienten los verdaderos marginados de la sociedad. Compinchado con un ramillete de artistas que entregan una impronta muy experimental a las ilustraciones, la miniserie es una verdadera joyita en el catálogo de la editorial, siempre que busques algo más allá de los superhéroes en mallas.
Aunque con algunos detalles, mal que mal nada es perfecto, el guionista se encarga de robarnos el corazón, y luego estrujarlo al conocer el destino aciago de un grupo de personajes que se hacen querer. ¿Creías que los Morlocks lo pasan mal por su condición de mutantes? Entonces debes leer Muties, quizá tu visión cambie.