"The 9/11 Report: A Graphic Adaptation" (2006): a la sombra de las Torres Gemelas
Casi 20 años han pasado desde el atentado a las Torres Gemelas del 9/11, impactante hecho que inició este siglo, y que de cierta manera cambió la historia del mundo. A pesar de que jamás se acabará la discusión acerca de si realmente fue obra del intelecto de Al-Qaeda, o un ataque de bandera falsa, lo cierto es que ríos y ríos de tinta se han utilizado para poder explicar lo sucedido, sus implicancias y consecuencias.
Uno de esos documentos es el informe emitido por la Comisión Nacional de Ataques Terroristas contra los Estados Unidos —también conocida como la Comisión 9/11—, una organización independiente creada por el Congreso y el presidente George W. Bush, a fines de 2002. Su objetivo fue realizar una revisión completa de las circunstancias que rodearon los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, incluida la preparación previa, el camino seguido por los terroristas y examinar la efectividad de la respuesta inmediata a los ataques.
La comisión pasó casi tres años reuniendo pruebas y datos, antes de emitir el informe. Su versión impresa ha vendido millones de copias, pero sus casi 600 páginas son algo voluminosas y densas para el lector promedio. En un intento de acercar los contenidos del escrito a un público mayor, es que los reputados autores Sid Jacobson en guiones y Ernie Colón en dibujos, lo adaptaron a un formato de novela gráfica, de manera muy amena y didáctica. El resultado fue un cómic de 130 páginas en tamaño digest, publicado en 2006, y que narra la historia de la mayor tragedia de Estados Unidos en tiempos de paz.
En el prólogo del cómic, el presidente y el vicepresidente de la Comisión del 9/11, Thomas Kean y Lee Hamilton respectivamente, estipulan que "el objetivo de la comisión era contar la historia del 9/11 de una manera comprensible para los estadounidenses. Sentíamos que uno de los acontecimientos más trágicos e importantes de la historia de nuestro país tenía que ser accesible para todos", a la par que agradecen la lealtad con la que se ha cuidado la adaptación. Kean ha reconocido que su primera reacción al conocer la idea no fue precisamente positiva, pero cambió al ver el resultado final.
Para ser franco, el primer cuarto de la obra es el más llamativo e interesante. El libro, casi enciclopédico, comienza con una línea de tiempo de los cuatro aviones secuestrados, —narrado en un novedoso set de páginas desplegables—, lo que permite una comprensión muy clara de cuándo fue secuestrada cada aeronave, y cómo el gobierno se fue enterando de la cadena de hechos. De cierta manera sorprende ver la demora en la respuesta y la ineficacia de las aerolíneas y las agencias de seguridad, y como los protocolos se diluyeron bajo una montaña de burocracia. En específico, hay un par de omisiones de una de las líneas aéreas que pudo evitar que al menos uno o dos de los aviones fueran raptados. También, tenemos bastantes cuadros de texto que incluyen citas del informe oficial, además de gráficos, mapas y esquemas.
A partir de ahí, los autores se mueven a través de este libro en un viaje de frustración e incredulidad, mientras la Comisión detalla la permeabilidad de la seguridad aérea de los Estados Unidos en 2001, la respuesta caótica y mal equipada a los ataques, y cómo Osama Bin Laden anunció su intención, a través de una fatwa muy publicitada en febrero de 1998, que pedía el asesinato de estadounidenses como "el deber individual de cada musulmán". También, traza el ascenso de Al Qaeda y Bin Laden, rastrea las raíces del terrorismo moderno hasta la invasión soviética de Afganistán a fines de la década de 1970, e ilustra cómo el bombardeo del World Trade Center en 1993 debió haber sido una luz roja de alarma, junto con los bombardeos del USS Cole y las embajadas de los Estados Unidos en Nairobi y Dar Es Salaam.
Jacobson, —creador de Richie Rich para Harvey Comics—, y Colón, que ha trabajado para Marvel y DC Comics, nos dan la tragedia del 9/11 en una forma más digerible, con un resultado apasionante e informativo. Una ventaja significativa que tiene el formato de cómic es que permite organizar los hechos de forma más pedagógica, jugando con el diseño de viñetas para expresar sus ideas de forma más clara. Como cualquier obra de naturaleza expositiva, es doloroso ver algunas escenas, como las de las azafatas y pilotos apuñalados; pero en manos de los ilustradores, también es una obra de arte instructivo.
Las imágenes ayudan a humanizar el informe original, dada la falta de emociones de cualquier documento de esa naturaleza. Si bien muchas de las ilustraciones de los secuestros y los eventos posteriores tienen solo una base mínima de referencia, es más fácil digerir la gran cantidad de información cuando se puede visualizar. Se lee más como un ensayo ilustrado que como una narrativa fluida y coherente, pero esto es porque el Informe tenía la intención de ser lo más objetivo posible. El momento más emocionalmente cargado de la obra llega al final, cuando se ilustran los heroicos esfuerzos de los Departamentos de Bomberos y Policía de Nueva York en los momentos posteriores al ataque.
Eso sí, en varios pasajes el diálogo se siente torpe o amateur, lo que es extraño si consideramos la experiencia en cómics de Jacobson. Por ejemplo, cuando el presidente Bush se entera del primer avión estrellado contra la torre norte del World Trade Center, su reacción es decir "¡Oh, no! ¡Debe haber sido un error del piloto!". De ahí que el uso excesivo de signos de exclamación y el diálogo antinatural es el mayor fracaso narrativo de la obra, que le resta seriedad al paquete completo. Si bien por la impronta expositiva de la obra los diálogos necesitan ser concisos, la selección de palabras sigue siendo importante para transmitir adecuadamente las emociones del momento.
El estilo de los dibujos de Colon está en sintonía con el modelo clásico estadounidense, ágil y colorido. Sin comparar directamente con el informe real, en la parte gráfica existe cierta sospecha sobre la objetividad de los autores. Un informe como este debe entregarse con la mayor objetividad posible, sin intentar evocar emociones o prejuicios más allá de lo que representan los hechos. Aquí es donde esta adaptación hace justamente eso: presenta visualmente ciertos sesgos.
Lo que intento decir es que, en promedio, cualquier lector podría identificar a los "buenos" y los "malos" basándose únicamente en los bocetos faciales. Esto va más allá de identificar personajes árabes versus estadounidenses, sino que resuena en la oscura, melancólica y, a veces, siniestra apariencia de muchos de los terroristas, en contraste con la mirada profunda, penetrante y decidida de aquellos que confían en la seguridad estadounidense. Existen otras sutilezas en la presentación de los personajes que pueden manchar la opinión de los lectores sobre la naturaleza de los actores, lo que hasta cierto punto convierte este libro más en una narración que en un informe y, al hacerlo, toma una interpretación liberal del término "adaptación".
Acerca de este tópico, en una entrevista al portal The Comic Journal, Colón, tristemente fallecido el año pasado, diría que "fue difícil. Las personas tienen puntos de vista sólidos sobre cómo se representan los diferentes grupos en los cómics, y algunas personas han criticado cómo retratamos a los árabes en la obra. Por otro lado, he pasado mucho tiempo investigando este tema y he visto cientos o miles de imágenes. Por ejemplo, los árabes pastún tienen barba y una túnica, y eso es un hecho. He tratado de mantenerme alejado de los estereotipos, pero algunas culturas tienen reglas estrictas sobre cosas como el vello facial y la ropa. Es difícil respetar estas reglas sin ser acusado de reciclar estereotipos".
Por otra parte, las ilustraciones proporcionan detalles que se escapan en la lectura del informe, como la altura de los secuestradores: que fueran bajos parece irrelevante cuando se lee en el documento oficial, pero es inquietante al verlo en el cómic porque refuerza su capacidad para pasar inadvertidos. Sus facciones se ajustan a las pocas fotografías conocidas, con los detalles nombrados en los párrafos anteriores. Otros personajes están dibujados con mayor o menor similitud. Por ejemplo, la representación de Condoleezza Rice, entonces consejera de Seguridad Nacional, es fotográfica, pero el presidente George W. Bush no es especialmente fiel al original.
La página final es la única adición al informe original. Este documento es un resumen de las calificaciones obtenidas por las instituciones del gobierno en cada ítem de seguridad, emitido por la Comisión en diciembre de 2005. Aquí se denuncia de forma fehaciente una falla casi completa por parte del gobierno de adherirse adecuadamente a las recomendaciones de la Comisión. Suponemos que eso es cara a la opinión pública, pues en el interior, es innegable que la paranoia gubernamental del país del norte se ha acrecentado, más ahora en los polémicos tiempos de Trump.
Respecto de la génesis del proyecto, según Colón, la idea fue suya. En la mencionada entrevista, indicó que todo nació a partir de la densidad del texto original: "compré el informe cuando salió por primera vez, pero no pude pasar la página 50. No podía hacer un seguimiento de los nombres, y pensé que debería ser más claro. Llamé a Sid, le planteé la idea de convertir esto en un cómic, y enseguida dijo que sí. También recaudó fondos para apoyar nuestro trabajo de un productor llamado Roger Burlage, que está en el negocio del cine. Burlage inmediatamente puso el dinero, solo tomó un par de días. Nunca he estado involucrado con un proyecto que pasó tan rápido de la etapa de idea a la etapa de ejecución".
"Algunos críticos han sugerido que nuestro libro fue el primero de su tipo", continúa, "lo que definitivamente no es el caso. Los cómics educativos y no ficticios son parte de la historia del medio. Fue un libro interesante para trabajar, y estoy encantado de que haya encontrado una audiencia, pero no fue especialmente innovador en términos de lo que pueden hacer los cómics. Es un medio fluido y plástico que se puede usar para contar muchos tipos diferentes de historias, incluidas historias reales".
Dado lo anteriormente explicado, no esperes encontrar una historia desgarradora y emotiva que profundice en la vida de las víctimas o los terroristas. El objetivo del informe es reunir y difundir los hechos, no generar una respuesta emocional, por lo que crear historias afectivas a partir del informe y los eventos del 11 de septiembre seguirá siendo el deber de los cineastas y otros artistas de obras literarias o audiovisuales.
A pesar de algunos pasos en falso, The 9/11 Report: A Graphic Adaptation arroja luz de manera didáctica y amena sobre cómo los terroristas concibieron y llevaron a cabo sus planes, cual fue la cadena de hechos que terminaron con las Torres en el suelo, ofreciendo recomendaciones claras sobre cómo prevenir futuros ataques, y cómo debería prepararse tanto la población como las agencias de seguridad en caso de que falle la prevención.
Aunque es una lectura algo árida, con algunas líneas cursis de diálogo y un arte que en algunos momentos es algo sesgado, la obra, ya sea en forma de libro o novela gráfica, es una lectura esencial para todos quienes quieran comprender mejor la tragedia, o al menos la versión oficial que existe. Sid Jacobson y Ernie Colón efectuaron un buen trabajo a partir del material fuente, entregando un ejemplo adecuado como debería ser un ensayo ilustrado, de forma sobria y respetuosa. Eso sí, de ti dependerá decidir si estamos frente a una obra real, o de ficción.