"The X-Files" (2008) de Wildstorm Studios, y entrevista a Carlos Badilla
Continuamos nuestro repaso a las diferentes etapas que conforman la bibliografía en cómic de The X-Files, la famosa serie de televisión protagonizada por Mulder y Scully, la pareja de agentes del FBI favorita de todos. En esta oportunidad revisaremos la miniserie titulada simplemente The X-Files, de Wildstorm Studios, pero además incluimos una interesante entrevista con el colorista nacional Carlos Badilla, cuyo trabajo podemos apreciar en la mayoría de los números de la obra.
Estamos en el año 2008, y el mundo observa atónito la realización de un deseo largamente anhelado: The X-Files, la famosa serie de televisión que destruyó todos los moldes de audiencia y calidad en los noventa, volvía en gloria y majestad. En efecto, en julio de ese año se estrenaría en los cines de todo el mundo The X-Files: I Want to Believe, segundo largometraje de la serie, que llegaba a las pantallas 6 años después de la novena y última temporada.
Pero el regreso no culminaría ahí. Junto con el film, Mulder y Scully volvían a protagonizar una serie de cómics, esta vez en una nueva casa editorial, Wildstorm Studios. Esta, que años antes había sido comprada por DC Comics, atravesaba por una época en que estaba volcada hacia las franquicias televisivas, tal y como Topps Comics, la primera licenciataria del show creado por Chris Carter, lo hacía en los noventa. De hecho, Wildstorm publicaba, además, cómics de Fringe, Star Trek, Supernatural y Heroes, entre otros.
El nuevo título, llamado simplemente The X-Files, sería una miniserie de 6 entregas, precedida por un #0 publicado cuatro meses antes que el resto de la obra. El principal interés que causó en los fans es que tres de sus números fueron escritos por Frank Spotnitz, verdadera leyenda del show al haber dirigido dos y escrito más de 40 episodios televisivos, incluyendo joyas como "Memento Mori" y "731". El resto de la obra estaría guionizado por otras dos connotadas figuras del noveno arte, como Marv Wolfman —Crisis on Infinite Earths, The New Teen Titans— y Doug Moench —Moon Knight, Shang Chi: Master of Kung Fu—, lo que es una demostración concreta del interés de Wildstorm de entregar un producto de excelencia, y no solo un merchandising de relleno más.
En rigor, la miniserie responde al mismo espíritu episódico de la serie regular de Topps Comics, funcionando como una antología de narraciones nuevas e independientes de su contraparte televisiva. Acá encontraríamos cuatro historias, dos escritas por Spotnitz —"El Intruso" y "Paranoia"—, otra guionizada por Wolfman—"Los Tong de China"— y la última de Moench—"La Musa de Dante"—, en que veríamos a Mulder y Scully enfrentar posesiones, gases experimentales, a las tríadas chinas y una serie desapariciones que parecen guiarlos al inframundo.
Según Spotnitz, este puñado de aventuras debían entenderse como una "temporada perdida", aunque algunos detalles las hacen difícil de situar cronológicamente con exactitud. El mismo Frank da el puntapié inicial en el #0 con "El intruso", un número unitario en que Mulder y Scully deben investigar un caso de aparente posesión por parte de una criatura capaz de saltar de un cuerpo a otro; y siguió con "Paranoia", una historia de dos partes en que los agentes se sumergen en la investigación de un aparente suicidio que podría esconder un caso de experimentación humana y conspiraciones gubernamentales. Acá aparecería el Senador Matheson, amigo de Fox, y que conocimos en un par de capítulos de la caja tonta.
Dos veteranos del cómic y personajes clave en los Marvel y DC de los setenta y ochenta, Marv Wolfman y Doug Moench, se encargan de los dos siguientes historias, de dos capítulos cada una. El primero escribió "Los Tong de China", en que veremos a nuestros protagonistas tras la pista de un asesino relacionado con la secta oriental de los Tong que parece tener la habilidad de desdoblarse. La relación con la mitología china nos recuerda a "Hell Money", aquel episodio de la tercera temporada en que ya se exploró esa hermética cultura. Moench por su parte, prefirió narrar una trama más terrorífica en "La Musa de Dante", que llevará a Mulder a descubrir a unas criaturas que viven en el submundo, y que parecen ser la causa de innumerables desapariciones a través de los años.
La verdad es que al finalizar la lectura nos daremos cuenta que el apartado de guión aprueba con soltura. Los autores logran captar las voces y personalidad de Mulder y Scully con bastante fidelidad, lo que en realidad no es ninguna sorpresa, pues por una parte Spotnitz es uno los colaboradores más aventajados del creador del show Chris Carter, y por otra tanto Moench como Wolfman son escritores con un gran bagaje a sus espaldas, con sobrada trayectoria y una experiencia a toda prueba.
Aunque son historias menos arriesgadas que el trabajo de Stefan Petrucha en la primera mitad de la serie noventera, quien se atrevió incluso a armar una mitología propia, sí aventajan por bastante a los guiones de John Rozum, encargado de la segunda mitad de aquel título de Topps. Sus tramas eran a menudo formulaicas, con una pátina de clasicismo que las hacían planas y poco sorprendentes. El espíritu de estos números no es muy diferente, pero su realización sí lo es, al tener una narración moderna y más dinámica, con Mulder y Scully como verdaderos protagonistas, y no como comparsas en un relato de horror clase b cualquiera, que es lo que sentimos al leer los números de Rozum.
Por tanto, acá nos encontramos con un puñado de aventuras concisas y compactas, muy fieles al espíritu del show, con Spotnitz alzándose un poco sobre sus colegas. Este consideró los cómics como interesantes de escribir porque, después de haber regresado recientemente a los personajes para el escenario del film I Want To Believe, tuvo que revisitarlos durante sus primeros años en la sección de Expedientes X para escribir para esta serie. "Me tomó un poco de tiempo recordar la sensación de The X-Files en esos días", admitió en una entrevista aparecida en el #0 de esta miniserie, "pero luego se volvió muy divertido. Escribir cómics es una de las experiencias más puras que he tenido, no tienes que lidiar con todas las capas que tienes en el proceso de un show de tv o una película. Fue muy satisfactorio, excepto por que terminar la película me ocupó todo el tiempo que tenía para completarlo".
En esa misma entrevista, y respecto del marco temporal en que se desarrolló esta obra, el guionista admitió que "lo emocionante de haberlo ambientado en el pasado, aproximadamente entre las temporadas 2 y 5 de la serie, es que nos permite utilizar muchos personajes geniales de aquellos días, como Walter Skinner, The Cigarette Smoking Man, X, The Lone Gunmen, y así sucesivamente".
En otras declaraciones, esta vez a MTV.com, Spotnitz profundizaría en esto, diciendo que "Fue divertido jugar con esto de nuevo. Algo interesante sobre los cómics, o al menos es lo que creo en mi imaginación, es que están "fuera del tiempo". La situación es como la que encontramos entre las temporadas dos y cinco de la serie, pero sin embargo, visten ropa y utilizan tecnología como la de hoy. No es como si fueran piezas de época, sino como si estuviesen despegados del tiempo. Los miro como si esa fuera la situacion si The X-Files continuara hoy; una especie de universo paralelo al que tenemos en la película".
Incluso el mismo Carter se mostró muy entusiasmado con la idea, a diferencia de la obsesión y celo que él y su equipo de Ten Thirteen —la productora a cargo del show— tenían al revisar el material de Topps, que produjo constantes fricciones con el equipo creativo. En esta oportunidad, en tanto, en una entrevista también aparecida en el #0 de la miniserie, diría que "The X-Files ha demostrado ser un concepto muy flexible, lo que nos ha permitido contar con el talento de magníficos escritores. Los cómics son una oportunidad de expandir esto".
Lamentablemente, el regular desempeño en la taquilla de I Want to Believe, hizo que el proyecto en cómic fuese más corto de lo que hubiésemos querido. No se sabe si el diseño original siempre fue de una miniserie que pudiese alargarse, o de una serie regular recortada por el poco éxito del film, pero lo cierto es que los planes de Spotnitz eran de seguir jugando en los años de gloria del show, con nuevas historias que se centraran en varios elementos mitológicos poco desarrollados en la TV. Y si se hubiese salido con la suya, habríamos tenido guiones de antiguos escritores de The X-Files, así como de algunos nombres destacados en la industria, como Brad Meltzer y Brian K. Vaughan.
“Tenemos algunos escritores de la serie de televisión que han expresado interés como John Shiban y David Amann", agregaría en esa entrevista a MTV.com, "pero todos tienen carreras muy ocupadas en televisión. Mientras tanto, me encantaría ver a otros escritores de cómics renombrados probar suerte en la franquicia. Y eso es lo mejor del noveno arte, eres mucho más libre para explorar, experimentar y hacer todas esas cosas que están ahí afuera".
El apartado artístico corre a cargo del dibujante Brian Denham, quien estuvo presente en las siete entregas de la miniserie. El mayor énfasis del apartado visual es sin duda la búsqueda del fotorrealismo. Denham ofrece una imagen muy fiel a David Duchovny y Gillian Anderson, y de hecho, el cómic parece estructurado para ofrecer varios primeros planos y tomas de frente de los dos protagonistas, como para enfatizar su habilidad para lograr esa similitud. Lamentablemente, esto no le impide fallar en algunas expresiones faciales, y le resta dinamismo a la narración, pues un enfoque tan cargado a los rostros impide que la acción y otros aspectos del lenguaje corporal destaquen.
Es importante destacar el aporte del dueto de coloristas, Kelsey Shannon —números 0 al 2— y sobretodo el chileno Carlos Badilla —números 2 al 6—, quienes son vitales en lograr un resultado bastante fiel tanto a las contrapartes televisivas de Mulder y Scully, como a la atmósfera oscura del show. Las abundantes tintas presentes en las viñetas, y un irisado en base principalmente a tonos opacos entrega un producto muy alineado con el material fuente. El esquema de colores hace mucho énfasis en las fuentes de luz alrededor de los agentes, por ejemplo, con azules y rojos fuertes cuando la escena transcurre cerca de una radiopatrulla. Por tanto, aunque los trazos se aprecian muy convencionales, el coloreado aporta un interesante toque de sofisticación.
Eso sí, en términos de diseño de página, el enfoque artístico es notablemente rígido. La mayoría de las planas adoptan una estructura concreta de tres paneles por página, con divisiones de viñetas más pequeñas dentro de estos paneles, mientras que las otras solo varían el diseño para ofrecer una viñeta extendida que ocupe dos tercios, o el ancho total de la plancha. Este efecto emula de buena manera la imagen de una pantalla de televisión panorámica, recordando el medio en el que se originó el material.
También es interesante la gran cantidad de referencias de los elementos gráficos a su contraparte televisiva, pues en muchas viñetas encontramos easter eggs que nos recuerdan el show madre. Desde las inevitables cajetillas de Morleys hasta el motel Manners, y pasando por las barras de Carbo-bar, los pollos Chaco o los cómics del Great Mutato, en cada esquina podemos encontrar guiños que nos estimularán a estar siempre atentos a todos lo detalles. Los guionistas no se quedan atrás, y también hacen referencias a personajes que ya vimos en el show, como el ya nombrado Senador Matheson, Tom Colton o Industrias Rousch.
Respecto de su trabajo en esta serie, nuestro compatriota Carlos Badilla accedió amablemente a entregarnos unas palabras acerca la experiencia vivida alrededor de la obra.
Cuarto Mundo: ¿Cómo llegaste a trabajar en el título?
Carlos: Fue una mezcla de suerte y el trabajo previo que había hecho en Image Comics, ya que el guionista de una miniserie que había coloreado primero ahí pasó a tomar un cargo editorial en Wildstorm, y como le había gustado mi trabajo en un par de proyectos suyos previos, me invitó cuando el colorista original —N. de la R.: Kelsey Shannon—tuvo que dejar el proyecto.
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CM: ¿Enfocaste el trabajo desde un punto de vista personal, o por indicaciones del editor?
Carlos: Usualmente siempre trato de que sean ambas, pero al final del día hay que tener claro que estás sirviendo la visión del equipo creativo completo, y en esto también pesa de forma importante el editor. En este caso en particular, como había un colorista anterior, la primera indicación fue seguir en lo posible el estilo previo, pero debo admitir que mi habilidad en esa época (ya más de 10 años atrás) no creo que estuviese a la altura. Creo que compensé mi falta de habilidad con entusiasmo y en lo posible con rapidez en completar todo bajo los plazos cortos que teníamos en ese momento.
CM: Muchas veces en las editoriales mainstream el trabajo entre los miembros del equipo artístico es más bien solitario. ¿Tuviste alguna retroalimentación con el dibujante Brian Denham, o la coordinación fue a través del editor?
Carlos: En este caso sí. El editor tenía como costumbre en sus proyectos ponerte en contacto con los otros miembros del equipo creativo, y en mi caso como colorista especialmente con el dibujante, pero en esa época había tanto que hacer y tan rápido que el trabajo no dio a demasiadas posibilidades de ponerse de acuerdo más allá de un ambiente o efecto que se requiriera para una escena específica.
CM: ¿Hubo alguna experiencia especial respecto a este trabajo, o al ser algo más que nada por encargo, sólo fue un proyecto más?
Carlos: Hago lo posible porque lo que pinto no sea solamente “por encargo” y en este caso existía el extra de haber sido fan de la serie cuando recién salió, así que a pesar de que no había gran presión del lado editorial, si existía una presión autoimpuesta por no arruinar mi parte en una franquicia que había formado también mi infancia/adolescencia. El hecho que los capítulos que me tocaran estuviesen escritos por Frank Spotnitz que estaba íntimamente ligado a la serie original, pero además por Marv Wolfman y Doug Moench significó uno de esos casos de rozar con héroes formativos de las viñetas. Fue algo que no pasó desapercibido en su momento, y hasta ahora no deja de tener un toque especial.
CM: ¿Algo más que quisieras comentar de este trabajo?
Carlos: La miniserie fue algo que me tocó colorear mientras trabajaba en otro título en Wildstorm que tuve que dejar a medias porque al mismo tiempo me ofrecieron WildCATS, así que pasé de no tener más que un título que colorear a tener 3 en un mes y eso siento que me cobró un poco la cuenta. Hay paginas que sé que pinté yo pero no recuerdo, incluso es más, hay un capítulo que debido a problemas personales del equipo artístico tuve que pintar la mitad del episodio en un día, lo que al mismo tiempo me mostró que hay mucho que uno se cuestiona innecesariamente y al mismo tiempo es una tarea que espero no tener que repetir para asegurarme de presentar algo remotamente de calidad. Aun así, fue una excelente experiencia y espero poder volver a toparme con Mulder y Scully en las viñetas algún día, sería interesante ver a donde los puedo llevar con toda la experiencia que he acumulado desde entonces.
Concretando, podemos decir que colección 2008 de The X-Files es un ejemplo de una buena adaptación del show a las viñetas. Tenemos historias entretenidas y que captan el espíritu de la serie, y un dibujo que si bien no arriesga en estilo ni en técnica, es arropado por un llamativo e impecable coloreado, dando como resultado un apartado visual muy atractivo.
Sin duda, recomendable para fans, y para todos quienes quieran husmear como se desempeñan Mulder y Scully en las páginas de un cómic.
Para cerrar, les dejamos este video donde hojeamos los cómics que comentamos en este artículo.