Captain America: paralelismos con la sociopolítica estadounidense Parte I
Ah, los prejuicios. En el mundo del cómic de superhéroes, pocos personajes son más presa de ellos que Steve Rogers, también conocido como Captain America. Comúnmente, el público general o que lo conoce poco lo asocia con el nacionalismo estadounidense acéfalo, ése del orgullo nacionalista, la idealización de la figura militar y la aparente ignorancia de su propia hipocresía como defensores de las libertades individuales.
Pero basta con acercarse un poco para descubrir que es mucho más que un soldado con la bandera de USA como uniforme y, de hecho, ha sido un constante crítico de las decisiones gubernamentales cuando éstas han estado en conflicto con los ideales que busca defender, llegando incluso a abandonar en varias ocasiones su identidad superheroica como forma de criticar y desvincularse de lo que el gobierno de turno representa.
Creado por Joe Simon y Jack Kirby, el personaje nació en 1940 para ser el símbolo de los EE.UU. contra la creciente amenaza que suponía el régimen nazi. Ya en su primera portada, vemos al héroe dándole un golpe al mismísimo Hitler. A partir de ese momento, Steve Rogers iniciaría una brillante carrera llena de aventuras que le llevarían a convertirse en el enemigo número uno del Reich durante la Segunda Guerra Mundial.
Desde entonces, el personaje se ha caracterizado por su vinculación a la realidad político-social que en cada momento atraviesa el país que simboliza. Los resultados de tales paralelismos han sido lógicamente desiguales; no obstante, cuando el guionista de turno sabía manejar la situación, el cómic finalmente desarrollado ganaba en calidad y trascendencia futura.
A continuación vamos a repasar la historia del Capitán, para ver cómo los acontecimientos de su país han afectado, influido y determinado su trayectoria a través de las distintas décadas.
Años Cuarenta
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Capitán América fue lo que tenía que ser, esto es, un gran héroe patriota símbolo de los EE.UU. e incansable luchador antinazi. En definitiva, él fue un hijo de su tiempo, uno que estuvo sumido en un conflicto bélico de proporciones realmente inconmensurables. Evidentemente, todo ello se reflejó en sus cómics y, número tras número, el Centinela de la Libertad se enfrentó a villanos como Red Skull, que personificaba el poder del Tercer Reich.
La primera prueba de fuego para el personaje la tuvimos al acabar la guerra. En ese momento, los superhéroes se quedaron 'sin trabajo', por eso Rogers volvió a casa para convertirse en un profesor de escuela y combatir a asesinos y mafiosos de todo tipo. Con el ánimo nacionalista en una pendiente descendente y la pérdida de interés de parte de los lectores, algunos meses después la colección fue cancelada en su número 75, terminando así toda una época.
Años Cincuenta
En 1954, el título Captain America fue objeto de una pequeña continuación que tan sólo duró tres números. Sin embargo, fueron suficientes para verlo en acción con entusiasmo inusitado contra la temida amenaza comunista, que había convertido en paranoicos a muchos estadounidenses. Eran los oscuros tiempos del senador MacArthur y su terrible caza de brujas, en este caso, de brujas comunistas. No hay duda de que este es uno de los períodos más oscuros de la historia reciente de los Estados Unidos, el cual tuvo su directo reflejo en la corta recuperación de la colección de Steve Rogers.
Años Sesenta
A mediados de los años sesenta, el héroe de las barras y las estrellas volvió para formar parte de la naciente Era Marvel de los cómics. Los encargados de su regreso fueron Stan Lee y Jack Kirby, quienes mostraron a un Capitán América directamente conectado con el que vimos durante la WWII. Por eso, en los primeros años de la década recibiría muchas historias ocurridas durante esa época. Poco a poco esta situación cambiaría, para mostrar a un personaje distinto, puesto que los tiempos también eran distintos.
De la mano de Lee y Kirby, el personaje ya no era el fanático obtuso que vimos en los cincuenta, sino que todo lo contrario, ahora nos encontramos con un Rogers tridimensional, que tenía capacidad para reflexionar sobre sí mismo y sobre lo que representaba. Eso fue así hasta que en 1967 sufrió su primera crisis de identidad, la cual le llevó a abandonar su carrera como superhéroe. Steve Rogers quería saber quién era él en realidad.
El período de introspección personal fue sumamente efectivo. A partir de ese momento, el Capitán América evolucionó positivamente y se acomodó los tiempos que vivía su país; hablamos específicamente del auge de la lucha de los derechos civiles de las minorías y los movimientos contra la discriminación racial. Este cambio se vio reflejado con la aparición de un superhéroe negro, The Falcon, con el que rápidamente formaría un sólido equipo.
Sam Wilson es un personaje que representa la tenacidad del hombre de raza negra, que logra superar un destino supuestamente prefijado por la sociedad en que le ha tocado vivir, evolucionando rápidamente desde un sidekick como cualquier otro a un compañero que demostró estar a la altura del la leyenda del Vengador Estrellado, relacionándose de igual a igual con él. Tal acontecimiento incluso se cimentaría en la propia portada de sus cómics, pues a partir de 1971 la colección se conocería por el nombre de Captain America and The Falcon. No cabía duda de que Rogers estaba entrando en una nueva era mucho más brillante.
Todo este cambio estuvo muy bien, pero algo no encajaba. Era difícil pensar que este Centinela de la Libertad de finales de los años sesenta fuera ese mismo personaje que en los cincuenta se enfrentó desaforadamente a la omnipresente amenaza comunista. ¿Qué estaba pasando, en qué momento tuvo lugar el cambio? Los años setenta tenían la respuesta.
Años Setenta
Los primeros años de esta década se convirtieron en una época marcada por el revisionismo político del pasado de los Estados Unidos. Tras la Segunda Guerra habían ocurrido muchas cosas, y era el momento de parar, dar un paso atrás, observar con cierta perspectiva y preguntarse por todo lo sucedido en las últimas décadas. Como es de suponer, tal circunstancia tuvo su exacta proyección en un personaje como nuestro héroe, que simboliza el pasado reciente, el presente y el futuro de un país como los EE.UU.
El encargado de marcar tal proyección fue Steve Englehart, un guionista que supo aclarar con gran maestría uno de los puntos más oscuros de la vida del usuario del escudo. Según el guión de Englehart, el 'héroe' de los cincuenta no fue más que un profesor de escuela fanático, que adoptó la identidad de su gran ídolo, pero que al final acabó enloquecido y viendo enemigos de los Estados Unidos por todos los sitios, presa de una especie de esquizofrenia paranoide.
Finalmente, ambos capitanes se enfrentaron en una lucha donde se puso de manifiesto la nefasta naturaleza del doble de los cincuenta. Rogers salió vencedor, aunque más que celebrar, lo que hizo fue reflexionar sobre lo sucedido. De alguna forma, y gracias al Capitoste Americano, se comenzaba a poner en evidencia a uno de los episodios más infames de la historia del país del norte.
Uno de los hechos más convulsos para la sociedad norteamericana de la época fue la polarización en torno a la Guerra de Vietnam, y el Capi puso su granito de arena al apoyar a los Objetores de Conciencia. En Captain America #163, Steve y Peggy Carter se encuentran con un veterano de Vietnam llamado Dave Cox, un ex prisionero de guerra que perdió el brazo en el conflicto, quien se había convertido en un objetor de conciencia después de lo que había vivido.
A pesar de que son atacados por el Escuadrón Serpiente, Dave dice que no volverá a recurrir a la violencia otra vez, y que aunque guarda un arma, esta es solo testimonial, soportando la tortura a la que es sometido por los villanos. Aunque Peggy no entiende bien su actitud, ni cómo soportó la tortura, Rogers le explica que solo porque sea un objetor de conciencia, eso no lo convierte en un cobarde.
Poco después estalló el Caso Watergate, el gran escándalo del gobierno presidido por Richard Nixon. Evidentemente, un acontecimiento de tales características debería tener su perfecto reflejo en esta colección. Para conseguirlo, Englehart se inspiró en la famosa Seven Days in May de John Frankenheimer y la fusionó con los oscuros acontecimientos que ocurrieron en la Casa Blanca. El resultado final fue la mítica y legendaria Saga del Imperio Secreto, una de las historias cumbre del cómic Marvel. En ella se plantea un intento de golpe de estado, llevado a cabo por una misteriosa organización que paralelamente trata de arruinar la imagen pública del Capi.
La Saga del Imperio Secreto es un relato perfecto que nos muestra a un Steve enfrentado a su propio país y que finalmente sería testigo de una sorpresa imposible de prever: el número uno de la organización golpista era ni más ni menos que el propio presidente de los Estados Unidos, o sea, una representación de Nixon, quien al ser desenmascarado se suicidaría ante los ojos de Rogers.
Estos hechos, más la imagen negativa que tenía la opinión pública acerca de la Guerra de Vietnam, desencadenan una serie de consecuencias terribles para la sociedad gringa. De repente, la fachada de perfección que tenía el sueño americano se vino abajo, la era del desencanto había empezado y el romanticismo de otras décadas no podía seguir subsistiendo. En ese momento, Steve se preguntó si una figura simbólica como el Capitán América debía seguir existiendo en los Estados Unidos de los años setenta y finalmente decidió que su identidad pública debía desaparecer a partir de ese momento. El héroe del caso alado dejó de existir y entonces nació Nomad, el aventurero sin patria.
Rogers tuvo una trayectoria más bien corta personificando a Nomad, y tan sólo unos meses después, las circunstancias le convencieron que lo más coherente era volver al uniforme rayado, pero lo importante es que el personaje había cambiado. Los hechos acontecidos le habían hecho reflexionar sobre su posición e ideales frente a la realidad pura y dura de su país. Fue algo muy importante, pues Steve se había convertido en un personaje cada vez más denso e independiente.
El siguiente gran acontecimiento que estuvo ligado a la trayectoria del Capi fue la celebración del bicentenario de los Estados Unidos. En 1976 se cumplían 200 años desde su fundación y el héroe americano por excelencia participaría de tal evento. Además, ello adquirió un trasfondo especial, debido a que el propio Jack Kirby se encargaría de la colección del personaje durante ese tiempo, ahora como guionista y dibujante.
Más aún, El Rey acabaría realizando un cómic especial, del doble de extensión normal, titulado Captain America's Bicentennial Battles, donde el Cap realizaría un viaje en el tiempo por la historia de su país, visitando épocas tan importantes como la independencia, la Gran Depresión o la Primera Guerra Mundial, incluso llegando al futuro, siendo testigo de un enfrentamiento entre bandas anónimas que luchaban en la Luna. De todas formas, el enfoque que Kirby le dio distaba del visto con anterioridad, volviéndose un personaje menos complejo.
Hasta acá llegamos con esta primera parte de repaso por la historia del Cap. En una próxima oportunidad, veremos qué hechos de la historia de las décadas del ochenta en adelante se vieron reflejadas en colección con más hamburguesas y salsa barbecue por cm² del panorama superheroico.