"Origin" (2016) de Boichi: carne y metal
Año 2048. Japón se ha conectado al continente euroasiático mediante un tren transcontinental. La capital, Tokyo, se ha convertido en un nido de terroristas y criminales. En la oscuridad de la megalópolis una extraña presencia ataca y asesina a la gente sin dejar rastro, una noche tras otra... ¿Qué son esas "cosas que no son humanos" que viven y se esconden en el mundo humano? ¿Y quién es Origin, la persona que se enfrenta a ellos?
La anterior es la sinopsis de Origin, manga de demografía seinen, que corresponde a la más reciente obra en solitario de Boichi, mangaka que se ha convertido en una verdadera estrella en ascenso en la escena del cómic oriental, y que constituye un interesante añadido al catálogo de Panini Comics España. En su tierra natal, el título comenzó a publicarse en el semanario Young Magazine en 2016, y finalizó acumulando un total de 87 capítulos, y 10 tomos recopilatorios.
Como decíamos, Origin nos transporta a un mundo no muy lejano, donde Tokyo se ha convertido en el centro neurálgico de Eurasia gracias a la robótica, pero que al mismo tiempo es caldo de cultivo del crimen organizado. Jin Tanaka trabaja en la empresa artífice de este progreso, pero no es un humano como el resto. Es Origin, el prototipo de los androides más avanzados, cuyos congéneres actualmente están sembrando el caos por las calles, haciéndose pasar por humanos comunes y corrientes. Su objetivo será eliminar esta amenaza mientras aprende a mezclarse con el resto de la población.
A pesar de su título, esta historia no es el inicio de todo, ya que parte de su trasfondo y conceptos llevan asentándose en algunas obras anteriores del autor, en un caso similar al de Saki Okuse, cuya idea de espíritus impuros cruza varios de sus trabajos, como Teizokurei Daydream. Por cierto, al igual que los protagonistas de esta serie, el autor no es lo que parece. En efecto, su verdadero nombre es Mujik Park, y no es japonés, sino que nació en Corea del Sur, pero se hizo hueco en la industria del cómic nipón al trasladarse a la isla como reacción a la censura de su país -¿estamos hablando, por tanto, de un manhwa?-. Desde sus comienzos ya mostró sus cualidades como autor de sci-fi, con la humorística Space Chef Caisar, o la más reflexiva antología bautizada HOTEL. Pero su más que merecida fama no llegó hasta Sun-Ken Rock, una historia de gángsters de 25 tomos ambientada en sus dos hogares, que ha contado con varios spin-offs, como Wallman.
Desde entonces, ha despuntado como uno de los nombres más interesantes del seinen, pero también ha tenido sus escarceos con el shônen, temática en que junto al guionista Riichiro Inagaki creó Dr. Stone, uno de los pilares actuales de la revista Shônen Jump. Asimismo, su trabajo propio no le ha impedido diversificarse, y colaborar en reconocidos títulos de otros autores, como Trigun y Terra Formars. No obstante lo anterior, donde de verdad se ven reflejados su trayectoria y crecimiento es en Origin, su más reciente obra en solitario, que hará las delicias de los devotos del manga y del cómic en general.
Así, la serie de la que hablamos hoy mezcla en un mundo pseudofuturista los dos géneros que mejor maneja Boichi: la mafia y la ciencia ficción. Y si bien su principal atractivo inicial será la gran cantidad de acción que inunda las viñetas, no solo veremos a androides haciendo acrobacias imposibles o practicando las costumbres de las personas, sino que la narración nos meterá en la mente de la máquina y en la manera de interpretar la moral humana. El protagonista, al ser un robot, carece de empatía, pero posee un estricto código de comportamiento con el fin de parecer humano a los ojos del resto, lo que nos recuerda poderosamente a Dexter Morgan, protagónico de la famosa serie de televisión Dexter. Como aquel, nuestro personaje central irá añadiendo diferentes matices a su personalidad a medida que se relaciona más con su entorno.
Si bien podríamos calificar a esta serie en el género cyberpunk, al estilo de Ghost In The Shell, Blame!, o GUNNM: Battle Angel Alita, y buena parte de la narración es llevada por las emociones que puede experimentar una inteligencia artificial con contacto humano, Boichi no parece interesado en profundizar tanto en ese concepto como Masamune Shirow, Tsutomu Nihei u otros autores de otras obras famosas pertenecientes a la temática. Más bien, el surcoreano se focaliza en llevar a cabo lo que mejor sabe hacer, entregando argumentos en que el frenesí y la acción copan todo el protagonismo, y aunque Origin no sea una cabecera del que puedan extraerse profundos mensajes de crítica social o conceptos más cercanos a corrientes filosóficas, sin ninguna duda es una inyección de adrenalina y habilidad artística.
Eso sí la obra es abundante en diálogos internos, inquietudes y pensamientos que retumban en la mente de Jin. Con este recurso el autor consigue humanizar a un personaje carente de alma, pero que no es más que el conducto mediante el cual el autor expone al ser humano, haciendo que podamos empatizar con él. A través de sus pensamientos y acciones reproduce sensaciones como la soledad o las dificultades sociales de cualquiera que se sienta como un desadaptado que sabe que nunca será aceptado ni podrá llevar una vida normal. Sin embargo, quizá en el fondo Tanaka no sea tan distinto de las personas reales, pues los momentos de obligatoria interacción con los humanos están salpicados de humor, no con la intención de hacer mofa del protagonista - no es C3PO-, sino de demostrar su imperfección a pesar de ser una IA tan avanzada, misma "falla" que traemos incorporados los homo sapiens. Como en otras series de la temática, y también de forma inevitable, en la trama se esboza la atención hacia la relación entre la inteligencia artificial y su creador, y por tanto, la relación entre la humanidad y la tecnología.
En el aspecto artístico, y como en otros trabajos de su carrera, en la serie que nos convoca salta a la vista su estilo, que combina elementos tanto del manhwa y manga, reconocible a primera vista. Sus planchas contienen personajes y fondos detallados, rostros de mirada profunda, cuerpos esculturales y peinados imposibles. Destacan sus escenas de acción, no conteniéndose a la hora de mostrar cualquier tipo de violencia, que suelen contener algunos gags que nunca quedan fuera de lugar. En su arte no rehuye de sus orígenes, en que incursionó un poco en el hentai, cosa evidente al apreciar ilustraciones plagadas de mujeres voluptuosas, ángulos explícitos y desnudos que a veces caen en los vicios propios del fanservice.
En efecto, quizá es este apartado el que más llama la atención. Boichi es un artista que presta atención especial al detalle, al realismo y la espectacularidad visual, destacando especialmente en las escenas de acción, en donde predomina la violencia explícita, el dinamismo en los movimientos y una narrativa impecable, que se apoya en líneas cinéticas en su medida justa. Igualmente, sus rostros son muy expresivos, recurriendo incluso a la exageración caricaturesca cuando es preciso, como en las escenas humorísticas, que rompen con la seriedad que campa en la obra. También es de agradecer la utilización en ciertos paneles de acuarelas, que al combinarse con las tintas, genera un efecto sorprendente e interesante, que recuerda al trabajo de, por ejemplo, Tsutomu Takahashi (Sky High, Sidooh).
Finalizando, podemos puntualizar que Boichi presenta una atractiva historia de ciencia ficción, más centrada en la velocidad y acción de las batallas que en ahondar en conceptos más propios del cyberpunk. Sin embargo, sí hay una intención de humanizar al protagonista y mostrarnos el otro lado de las inteligencias artificiales, y por tanto, mostrar la relación entre la humanidad y las máquinas, entre creador y creación. A pesar de cierto exceso de fanservice, de no tener la premisa más original, ni ser el más profundo de los títulos, la dedicación con la que se percibe ha sido concebido hace de Origin un manga que vale la pena leer.