"The X-Men" (1963) de Stan Lee y Jack Kirby: llámalos mutantes
En nuestra web somos fans de los mutantes. Algunos más que otros, es cierto, pero eso se refleja en una innumerable cantidad de entradas relacionadas a los Hijos del Átomo, con información, reseñas y guías de lectura. Sin embargo, no podemos ser un sitio que se precie si no tenemos una nota respecto a la serie primigenia, aquella que lo inició todo: The X-Men de Stan Lee y Jack Kirby.
Primera Génesis
Los X-Men son hoy en día una de las franquicias más famosas de la industria superheroica de origen estadounidense. Lo que hoy conocemos por cosmos mutante nacería como una de las varias series que la por entonces recién bautizada Marvel Comics tenía en su catálogo, sin que nada hiciera presagiar que se tratara de algo especial o demasiado novedoso. Su nacimiento sería consecuencia de una serie de situaciones que intentaremos aunar a continuación.
Desde hacía un tiempo atrás, cuando la editorial aún se llamaba Timely Publications, Stanley Lieber, más conocido como Stan "The Man" Lee, era el Director Editorial, Director Artístico y principal guionista de la casa. De su cabeza habían surgido conceptos como Spider-Man, por lo que tenía una especial relación profesional con Martin Goodman, propietario de la empresa. Aunque las malas lenguas dicen que Lee no lo hacía nada de mal, Goodman se caracterizaba por copiar de forma casi compulsiva, todo aquello que tuviera éxito en otras editoriales. Se supone que Stan se sentía incómodo con tal proceder, y trató de todas maneras de incluir sus propias ideas para sus cómics.
Por ello, cuando a principios de 1961 su jefe le propuso que hiciera una copia más o menos evidente de la Justice League of America, el grupo que reunía a los personajes más importantes de National Periodical, futura DC Comics, Stan presentó a los Fantastic Four, un cuarteto familiar que obtenían sus increíbles poderes tras un viaje espacial en el que fueron expuestos a los rayos cósmicos. Para visualizar este planteamiento, Lee trabajó con Jack "The King" Kirby, el dibujante más indicado para el proyecto, dado su talento como narrador y su gran imaginación. Fantastic Four fue lanzada, sin demasiadas esperanzas, en 1961, siendo un éxito inmediato. Con ello, la Era Marvel había comenzado.
Pasados un par de años, la situación se repitió. Cuando Goodman decidió publicar una nueva colección de grupo, no dudó en decirle clara y contundentemente a The Man que deseaba una copia de Los 4 Fantásticos. Respecto de esto, el propio Jack Kirby comentaría, irónico, que “Martin está progresando, ha pasado de imitar los éxitos ajenos a imitar los suyos propios”. Nuevamente, Lee haría lo que le pedían, pero dándole un giro de su cosecha, haciendo lo que realmente le apetecía. Así fue como empezó a pensar en el supuesto calco de los Richards.
Para ello, se concentró en el origen de los poderes del futuro grupo. Hasta entonces ya había utilizado los rayos cósmicos y los rayos gamma como fuentes de origen, así que su idea inicial fue presentar a personajes que no lograran sus poderes por medio de un accidente o experimento, sino que los tuviesen desde su nacimiento. Esto le llevó a pensar en las mutaciones, un concepto común en la ciencia ficción de su época, y por tanto, bautizó a la serie como The Mutants. Sin embargo, Goodman rechazó el nombre, por pensar que nadie entendería qué son los mutantes.
Rápidamente, buscó una alternativa. The X-Men surgió debido a que como los protagonistas tenían un poder extra, quiso usar la letra X como elemento clave del título. Inesperadamente, Goodman dio su visto bueno, a pesar de que si creía que la gente la gente no entendería 'Los Mutantes', probablemente menos entenderían 'Los Hombres-X'. Seguramente pensó que el público picaría por el misterio porque, eso sí, The X-Men era mucho más sugerente.
Una vez más, Lee trabajó con El Rey Jack Kirby para realizar el primer número de The X-Men, publicado el 12 de julio de 1963, aunque con fecha de cubierta de septiembre porque como sabemos, es la fecha en que las tiendas debían devolver los ejemplares no vendidos. Para seguir las directrices de su superior, en la portada también se indicaba: “In the sensational Fantastic Four style!”, un eslogan que no hace falta traducir, aunque en realidad los lectores se encontrarían con algo muy distinto.
Dentro de la escuela de Xavier
Hablando del cómic en sí, The X-Men presentaba una escuela muy singular, comandada por el Profesor Charles Xavier o Profesor-X, un poderoso telépata, donde vivían alumnos tan especiales como Cyclops (Scott Summers), capaz de lanzar poderosos rayos ópticos; Iceman (Bobby Drake), con la habilidad de transformar su cuerpo en hielo y manejar las bajas temperaturas; Angel (Warren Worthington III), hábil volador gracias a un par de angelicales alas en su espalda; Beast (Hank McCoy), de cuerpo simiesco, con fuerza y agilidad sobrehumana. Todos ellos tratan de conocer y ejercitar sus poderes en la Danger Room, una gran habitación repleta de artefactos de entrenamiento, que exigía al máximo el uso de sus habilidades. Esto, dicho sea de paso, fue idea de Kirby.
En este primer número se incorporó la primera mujer del grupo, Jean Grey, adoptando el nombre de Marvel Girl, quedando de esta forma el quinteto original de estudiantes de Xavier. Hay que indicar que a pesar de la juventud de todos ellos, Stan Lee no quiso darlos a conocer como los X-Teens o los X-Kids ya que, independiente de su edad, serían conocidos como Hombres-X desde el principio. De aquí surgirían algunos análisis posteriores que miraban con suspicacia los actos del Profesor, al poner a adolescentes en la primera línea de batalla.
Cada uno de lo estudiantes tenían sus personalidades definidas, en las que Lee hacía mucho hincapié con sus interminables textos de apoyo y diálogos. Esa caracterización era mínima y llena de clichés: Cyclops es tímido, melancólico y huraño; Marvel Girl, anhelante y seria; Bobby Drake es impulsivo y chistoso; el Angel, arrogante y frívolo; y solo se le otorgó algo de estilo a Hank McCoy, ya que fue dotado de un vocabulario llamativo y pomposo al cabo de un par de números. En el libro Son of Origins of Marvel Comics, Lee diría que cayó en cuenta que la bestia era demasiado parecida a The Thing de los 4F, así que cambió su forma de hablar para volverlo el más elocuente del grupo.
Sin duda la idea más novedosa de Lee y Kirby, aunque en realidad fue más explorada por los autores que vinieron después, es la idea de evolución. Los protagonistas son el siguiente paso evolutivo de la humanidad, los mutantes, que desarrollan habilidades sobrenaturales variadas con la llegada de la pubertad. Esto le permitió al guionista no tener que inventar más orígenes para los personajes nuevos, que vendrían de la nada con diferentes poderes con la simple excusa de la genética. Perezoso.
Otro de los aspectos que hicieron de The X-Men un título indiscutiblemente original fue la tendencia de Stan y de Marvel a reflejar acontecimientos o movimientos culturales de su tiempo. En el primer número, sin ir más lejos, encontramos ecos de la Crisis de los Misiles de Cuba, teniendo a Magneto y al Profesor-X como dos rivales irreconciliables. De este modo, se nos presenta la gran némesis del mito de los X-Men, el llamado Amo del Magnetismo. Ambos formaban una dualidad, pues si bien perseguían el objetivo común de que los mutantes dejaran de ser unos marginados, cada uno tenía métodos radicalmente distintos. El Profesor Xavier quería que el Homo Superior conviviera con los Sapiens en armonía, mientras que Magneto deseaba imponerse al resto de la humanidad. Propiciando un paralelismo con Martin Luther King y Malcom X —que fue notado por observadores externos, nunca estuvo en la cabeza de Lee—, ambos serian las dos caras de una misma moneda.
Universo-X
Tras el primer número, el joven quinteto se enfrentó a dos nuevos mutantes: Vanisher y Blob. El primero no era otra cosa que un ladrón de poca monta, pero con un poder muy especial que puso en jaque a los pupilos de Xavier. Blob, por su parte, era literalmente hablando una rareza de circo, que lograba quitarse de encima su complejo para dominar a quienes antes le habían despreciado. De esta forma se comenzaba a perfilar el cosmos mutante del Universo Marvel, que se vio aún más abultado cuando Magneto regresó en el #004, esta vez acompañado por su propio grupo, conocido como la Brotherhood of Evil Mutants. Se trataba de una formación compuesta por Mastermind, Toad, Scarlet Witch y Quicksilver. Estos dos últimos, como sabemos, no tardarían en convertirse en grandes protagonistas del Universo Marvel tras su paso a la cabecera de The Avengers.
La Hermandad de Mutantes Diabólicos era, sin duda alguna, los anti X-Men. Sin embargo, la simetría no era total, porque el número de componentes del grupo liderado por Magneto contaba con un integrante menos. Aunque esto puede parecer sin importancia, lo cierto es que el hecho de que la Hermandad contara solo con cuatro componentes de campo respondía a un planteamiento creativo que sería el punto de partida de varias historias. El gran objetivo del reverso oscuro de los X no era otro que tratar de buscar su quinto componente. Esto fue lo que ocurrió en The X-Men #006 con Namor, en el #007 con el ya mencionado Blob y en el #008 con Unus. En el primero, Lee contó con Sub-Mariner, uno de los grandes personajes de la época Timely que ya había rescatado para la cabecera de los 4F, y en esta oportunidad se revelaba que era un mutante. En la siguiente historia, el guionista trajo a un personaje ya conocido, mientras que en la tercera se preocupó de presentamos a uno nuevo.
Al respecto, en el ya mencionado Son of Origins of Marvel, Stan reconocería que "tan pronto hablé de la premisa básica con Jack, nos pusimos manos a la obra. Decidimos crear dos grupos de mutantes, uno bueno y uno malo. Uno se encargaría eternamente de subyugar a la humanidad, y el otro lucharía sin descanso para protegerla. Cuanto más lo hablábamos, más me gustaba".
Por cierto, un dato curioso, o indignante, depende del punto de vista, lo encontramos en una viñeta de The X-Men #003, en que en un bocadillo de pensamiento se ponía de manifiesto que el Profesor Xavier estaba enamorado de Jean Grey —¡una adolescente!— y que esta situación era motivo de un cierto grado de tormento emocional. Sin embargo, este posible planteamiento jamás tuvo continuidad, se dice que por la mala memoria de Lee, dada la importante cantidad de trabajo que tenía en la época. En su lugar, optó por hacer que Scott Summers y Warren Worthington III rivalizaran por el amor de la encantadora pelirroja.
Adiós, Hermandad, que la fuerza te acompañe
Tras una presencia tan continua de Magneto y su Hermandad en las páginas de la serie, Lee decidió que el grupo de Xavier se encontrara con otros personajes del Universo Marvel. Y dado que el quinteto mutante se había enfrentado a Los 4 Fantásticos en Fantastic Four #028, el guionista ideó que pocos meses después se encontrarán con los Avengers. Esto último tendría lugar en The X-Men #009. En el siguiente número llegaría Ka-Zar, un hombre de la selva que tenía como mascota a Zabu, un enorme tigre dientes de sable capaz de intimidar a cualquiera. Pero incluso más importante que estos personajes fue la presentación de la Savage Land, a la postre uno de los grandes marcos de acción del Universo Marvel.
A estas alturas, Lee ya había pensado en la posible conexión entre el Profesor-X y Magneto, y de hecho, cada vez que escribía los diálogos, lo primero que se le venía a la cabeza era que ambos debían ser hermanos. Sin embargo, este fue otro de esos planteamientos que jamás llegaría a fructificar. Así, en 1965, todo cambio en el título mutante. Lo primero fue el desmantelamiento de La Hermandad del cabeza de cubo en The X-Men #011, para lo que decidió volver a poner en práctica la búsqueda del “quinto elemento”, aunque esta vez, la banda de Magneto trataba de integrar en sus filas a un ser divino, The Stranger, un sujeto realmente especial que hizo honor a su nombre hasta el punto de conseguir que las bases de la colección saltaran por los aires en unas pocas páginas.
En realidad, el gran objetivo de Stan no fue otro que poner en práctica una gran remodelación en el Universo Marvel. Por una parte señalaba el final de lo que podríamos determinar como primera etapa de The X-Men, al tiempo que Quicksilver y Scarlet Witch se incorporaban a las filas de los Avengers para comenzar una nueva era en The Avengers. Tras estos cambios, Lee decidió acometer el tema del hermano de Xavier, aunque a estas alturas ya había abandonado su idea primigenia, de forma que la solución al enigma no sería ni un mutante ni tampoco un hermano, aunque sí algo parecido. En lugar de Magneto, optó por el Juggernaut, un imparable gigante con armadura cuya llegada daría lugar a la revelación del origen secreto del Profesor-X.
La despedida de Lee y Kirby
Para compensar la característica vertiente dramática de la colección, Lee y Kirby hicieron eco de uno de los grandes movimientos culturales de la época: la Generación Beat. De ahí que no dudaran en ofrecer una parodia tan ácida como divertida de este movimiento cultural cada vez que Hank y Bobby visitaban el Café A-Go-Go de Greenwich Village. En su pequeño escenario, Bernard el Poeta no dejaba de recitar sus versos, junto a sus colaboradores, mientras el resto de los beatnik del lugar disfrutaban del momento cultural con toda la intensidad posible.
No obstante, el mundo que estaba más allá del Café era susceptible de una temible radicalización. Esto fue lo que ocurrió cuando un fanático, el Dr. Bolivar Trask, logró convencer a la sociedad estadounidense de que el Homo Superior eran la mayor amenaza de su tiempo, hecho que quedaría patente en un elocuente artículo del Daily Globe, que cumplía a la perfección con el objetivo de manipular la percepción de la opinión pública con respecto a los mutantes. Esto sólo sería el principio de un proyecto mucho mayor, porque para hacer frente a la amenaza, el obsesivo Trask creó a los Sentinels, una serie de robots gigantes especializados en la caza y captura de mutantes. De esta forma se instauró la maldición mutante, y a partir de entonces, ya nada volvería a ser igual. Con esta historia, los autores convertían a los mutantes en una metáfora de las minorías perseguidas y execradas de Estados Unidos.
A continuación llegaría el inesperado retorno de Magneto en The X-Men #017, que significó la salida de Jack Kirby en los dibujos, a los que llegaría como reemplazo Werner Roth. Lo significativo es que Lee también decidió que su trabajo en la cabecera no duraría mucho más, siendo su último número el #019. En sus páginas podemos ver uno de los planteamientos preferidos del guionista, hacer que un grupo se enfrente a un ser que tenga los poderes de todos y cada uno de los componentes de la formación. El primero de estos seres tan especiales fue el Super-Skrull, un alienígena con el poder combinado de Los Cuatro Fantásticos, además de los que eran propios de la raza Skrull. Tres años después de la aparición de aquel, Lee decidió que los Hombres-X también deberían contar con un contrincante que combinara los poderes del quinteto y así nació el Mimic, otro de los no-mutantes con un papel relativamente importante en la colección.
Leyendo entre líneas y las razones del adiós
Además de la sobrecarga de trabajo, otra de las razones que se esgrimen para la salida de Lee del título es que no había logrado hacer de The X-Men un éxito rotundo. Al igual que gran parte de la humanidad del Universo Marvel, el gran público no le dio el favor por completo a los mutantes. En realidad, parecía que el equipo había sido concebido y ejecutado con menos imaginación de la que solían hacer gala Stan y Jack. El dibujo parecía ser apresurado y cada entrega parecía ser otra pelea entre mutantes buenos y malos. Al lado de Fantastic Four, The Avengers, The Mighty Thor o Captain America, Cyclops, Magneto y el resto de los Homo Superior parecían, en realidad, inferiores.
En la tan cacareada Edad de Plata, legiones de lectores consideraban que las hazañas del equipo de héroes adolescentes del Profe-X eran del montón, ya que el cómic comenzó con una larga racha de entregas bimestrales, y nunca estuvo muy arriba en las ventas. Las convenciones que volverían a aparecer una y otra vez en la cabecera fueron ya evidentes desde el primer número: adolescentes inquietos, que se enfrentan a los problemas y alegrías de su edad; algo de camorra, y ponerse a prueba en la Sala de Peligro; un mentor severo e irascible que les ordena sin ningún sentido del humor que lleven las cosas al límite y que reprende a los que no dan todo; jóvenes que intentan infructuosamente llamar la atención de la única chica del lugar; y por último, librar la inevitable batalla por salvar el mundo.
Sin embargo tambien, allí, entre líneas, había un potente subtexto que le daría a la cabecera una profunda relevancia a la que pocos cómics se acercarían. Aunque no se explota adecuadamente hasta la segunda encarnación de la cabecera, y quién sabe siquiera si estaba planteado desde el principio, Stan y Jack introdujeron el concepto de superhéroes adolescentes como una alegoría del temor del teenager estadounidense promedio a no encajar, a ser distinto, que caía como anillo al dedo. En general, los mutantes pueden servir como metáfora para cualquier segmento de la humanidad que sea víctima de los prejuicios y la opresión por motivos de raza, religión, género o cualquier otro motivo.
A la luz de la trilogía de los Sentinels desarrollada entre los #014-016 —para algunos un punto de inflexión en el Universo Marvel, en que se añaden capas de complejidad a lo que hasta entonces eran historias de héroes amados derrotando a villanos odiados— cabe preguntarse: Lee y Kirby, antes Lieber y Kurtzberg, ambos judíos, ¿hacían alusión al Holocausto al representar la difícil situación mutante? Dado lo que sabemos de la creación del Captain America por parte de Kirby, podemos asumir que sí.
Independiente de alegorías o subtextos, estas historias son las convencionales de los superhéroes Marvel de los sesenta, es decir, algo bastante divertido y naive, y parecía que ambos disfrutaban de lo que hacían. Los creadores mantuvieron la historia en marcha, formando gradualmente una continuidad que, aunque llevaba a alguna parte, avanzaba muy lento. Y ningún argumento discurría más lento que el romance entre Scott y Jean, que vivía exclusivamente dentro de los límites de sus respectivos bocadillos de pensamiento y jamás se expresó en voz alta. Como dije, afortunadamente, se dejó de lado el enamoramiento del Profe por Jean, que de eso no sabríamos nada hasta 30 años después.
Como ocurre con muchísimas de las colaboraciones de Kirby y Lee en los cincuenta y sesenta, cuesta distinguir quién hizo qué en lo relativo a la trama en cualquiera de las historias individuales. Stan afirmaba que se le ocurrían los conceptos generales de la cabecera, aunque también reconocía que algunas ideas fueron en exclusiva del artista. En alguna ocasión, aseguró que "cuando Jack entregó la primera historia, empezaba con todos los integrantes luchando en un lugar que llamaban la Danger Room, donde se entrenaban. Eso fue su idea. Y fue un inicio de lo más genial, porque comenzaba de inmediato con acción y mostrando todas sus habilidades".
Y no puedo terminar este escrito sin nombrar la añeja polémica que sugiere que Lee en realidad plagió a la Doom Patrol de DC para crear a nuestros queridos mutantes. Pero me referiré a ella cuando llegue el momento de analizar la breve etapa de Arnold Drake —creador de la Patrulla Condenada— en esta misma serie, así que tengan paciencia.
Hasta acá el repaso de The X-Men de Stan Lee y Jack Kirby. Ya sin sus padres creativos, la serie seguiría adelante, y a partir del #020 estaría a cargo de un nuevo equipo creativo, formado por Roy Thomas en guiones y Werner Roth en dibujos. Pero de esa etapa, en que los mutantes intentaría desesperadamente agarrar vuelo, hablaremos en algún articulo futuro. Hasta entonces.