"House of X" / "Powers of X": el hermoso caso de Hickman X
En nuestra web hemos hecho una amplia cobertura al trabajo de Jonathan Hickman en la franquicia mutante. Tenemos reseñas de los números individuales de sus miniseries iniciales y las colecciones regulares que vinieron después, e incluso un resumen de esas dos series limitadas inaugurales. Pero había un espacio por llenar, y es por eso que hoy damos la bienvenida a un nuevo colaborador, que se estrena nada más y nada menos que con una reseña de House of X y Powers of X.
Reseñador invitado: Juan Iván González
La metáfora de los X-Men como grupos discriminados ha sido repetida hasta el cansancio, incluso desde antes que yo naciera. Sin embargo, si las usa el autor correcto, es fuente para historias interesantes, y un poco más serias que lo habitual del género superheroico—pienso en los mejores momentos de Grant Morrison, más que nada—. Por otra parte, también pueden ser simplemente superhéroes divertidos y tener esas dinámicas grupales más equitativas, que para mí los hacen mucho más entretenidos frente a eternas estrellas como Batman o Iron Man, que a la fuerza tienen que ser el centro de todo. Todos los personajes pueden lucirse, y tú puedes escoger a tus favoritos.
Ahora hablaremos de cómo han estado los X-Men en la industria del cómic actual: no tan bien. Por mucho tiempo, hubo un esfuerzo bastante evidente de quitarle relevancia en el Universo Marvel a los mutantes, a favor de los Inhumanos por asuntos de derechos sobre las películas. Se evitó crear nuevos personajes que fueran mutantes, ya que esto automáticamente le daría más personajes a Fox para sus películas, y hasta el 2016 más o menos, la mayoría de las tramas trataron acerca de que los mutantes estaban a punto de extinguirse, y en conflicto contra todo el resto del panteón marveliano. Las historias tenían un tinte nihilista y pesimista, en parte porque no se podían crear nuevos personajes, ni prestar muchas historias que otra compañía pudiese usar.
Afortunadamente, esto comenzó a cambiar luego del evento Inhumans vs. X-Men, y con el paraguas conceptual que surgió a partir de él, llamado ResurrXion. Sin embargo, ni X-Men Gold ni X-Men Blue, ni el posterior relanzamiento de Uncanny X-Men, lograron hacer nada memorable con la franquicia. Y claro, si aquellas no significaron nada más que un interinato mientras llegada lo realmente bueno.
Con la compra de Fox, dueña de los derechos cinematográficos X, por parte de Disney —ahora propietaria de Marvel—, los mutantes volvían a casa, y por tanto era hora de devolverlos a la primera plana. Para conseguir esto, a principios de 2019 se confirmó que la editorial le encargó la tarea a un escritor muy especial. Pero no a cualquiera, sino a uno que se dedicó a leer cada maldito comic de X-Men, labor que pocos seres humanos han hecho. Usando estos conocimientos y su gran habilidad, Jonathan Hickman se dispuso a hacer estelares otras vez a los Hijos del Átomo.
Conocido por su trabajo en las geniales East of West y Black Monday Murders, por ejemplo, y por haber revitalizado a los Avengers hace algunos años, se presentaba como candidato ideal para la tarea en cuestión. Entre otras características, Hickman es un autor que gusta de la ciencia ficción dura, tiene un amor por usar gráficos y esquemas en sus cómics, y sus trabajos cuentan con una planificación milimétrica.
Para traer a los Hombres-X de vuelta a primera división, inspirar nuevas historias y reanimar a los fans, sorpresivamente Marvel decidió cancelar todos las cabeceras X que se publicaban en ese momento. El renacimiento comenzaría solo con dos títulos, ambos escritos por Hickman, y acompañado por los increíbles dibujos de Pepe Larraz, R.B. Silva y Marte Gracia. El resultado fue House of X y Powers of X, dos miniseries “paralelas” cada una de 6 números, las cuales fueron diseñadas para leerse intercaladamente, esencialmente creando una maxiserie de 12 entregas, haciendo en realidad un poco inútil que sean siquiera dos series separadas. Es por ello que hablaremos indistintamente de una y otra.
La dificultad de la tarea no era menor. ¿Cómo hace renacer a un universo ficticio, y cómo creas de nuevo interés en una serie de personajes que han sido elefantes blancos por casi una década? Al preguntarme esto me doy cuenta que no estoy tan alejado de las trampas emocionales de Marvel, y aunque puedo contemplar bastante fríamente sus cómics, e incluso el MCU no me provoca más que las más mínimas reacciones emocionales, me siento feliz, demasiado feliz, de decir que parte de leer a Hickman en los X-Men provoca un sentimiento que solo tiene sentido si creciste con estos personajes, y llevas años esperando verlos “regresar a la gloria”.
Ambas miniseries no solo muestran profundo amor por el mito de los mutantes, sino también un sentido de “los héroes vuelven a casa”. Son 12 números donde todo los demás elementos del Universo Marvel se ven disminuidos y toman palco frente a la gigantesca mitología de los X-Men. Y la verdad es que lo adoré. Me emocioné como niño pequeño, como pensé que ya no se podía, y esa es una de las maravillas de Hickman: entender a la audiencia, el momento por el que pasa la ficción, y saber darles ese sentido de "tu personaje favorito una vez más es temido, amado y apreciado en este universo ficticio, y sé que sentirás algo por ello".
Una sabia decisión fue, también, reconocer el sentido de fracaso constante de los personajes en la ficción, y de la franquicia a nivel creativo, y satisfacer ese deseo de catarsis que se satisface dentro de la historia. House / Powers es una historia de ciencia ficción dura, y aunque es en definitiva una serie con objetivos estratégicos definidos, también resultó dar para mucho más que eso.
La historia de ambas miniseries tienen mil líneas argumentales, pero puede ser resumidas en dos tramas principales. En la primera, el Profesor X, cansado de años y años de pelear por los humanos, se alía con Magneto y decide establecerse en Krakoa, una isla viviente mutante que en el pasado había sido enemiga de los X-Men, para establecer una civilización exclusivamente mutante. No es la primera vez que pasa algo como esto, ya que el mismo Magneto había gobernado la nación de Genosha, que fue destruida por los Sentinels en las páginas de los New X-Men de Grant Morrison, en otro ejemplo de la correspondencia de realidad y texto, ya que tanto los lectores como los personajes saben todo esto.
Sin embargo, el Profesor Xavier está dispuesto a hacer las cosas bien esta vez: buscará el reconocimiento de la ONU para brindar un éxodo seguro a los mutantes de todo el mundo, incluyendo a cada Homo Superior bueno, malo o feo que haya agraciado las hojas de un cómic. Y son muchos. Para impulsar a las naciones de mundo a reconocer la soberanía de Krakoa, utilizará presión económica basada en 3 drogas milagrosas, la mayor exportación krakoana, denegando su acceso a quien no lo haga.
La otra historia es el clásico tropo de la franquicia, el inevitable y terrible futuro donde la ingeniería genética de los X-Men ha llegado a niveles impresionantes y un poderío robótico se cierne sobre el planeta, con solo una pequeña fracción de mutantes jóvenes y de viejos luchando contra ellos, en una batalla dramática por sobrevivir.
Como decíamos, ninguna de estas historias es nueva. En cierta forma, el incluir ambas es reconocer tanto la tendencia que siempre ha tenido la franquicia de crear paraísos seguros y ver cómo se destruyen, como la temática de varias de las historias más emblemáticas de la línea, como Días del Futuro Pasado o la Era de Apocalipsis, de tratar futuros distópicos donde algún mutante se hizo tirano, los humanos crearon holocaustos de mutantes, u otras tramas similares.
La diferencia que tiene para mí esta historia es en su carácter completamente autoconsciente. La trama sabe que no es la primera vez que es narrada. Los personajes ya han intentado conseguir un espacio en el mundo, por todos los medios violentos y pacíficos. Por lo menos, para estos doce volúmenes todo lo que hay son personajes: los mutantes buenos y malos se unen para pelear por sí mismos, sin que los humanos carezcan de razón en querer preocuparse por ello. No quiero meterme en spoilers, pero hay un personaje principal cuyo poder se relaciona con la cualidad cíclica de las historias de los cómics y buena parte de la trama de ambas series recae en cómo romper este ciclo.
Este es solo un ejemplo de la maravilla que son estos episodios. Hickman trae a todos los personajes olvidados que puede, incluyendo villanos genéricos de tiempos más simples, y les da una voz y personalidad que se ajusta a este juego de política y posibilidad. Toca con cuidado temas de política y economía —después de todo, este es el tipo que escribió un cómic sobre economistas magos— y, entre todo, crea una historia moralmente ambigua sobre personas desesperadas tratando de definir su propia identidad como grupo, sin tener por ello que recurrir a hacerlos héroes perfectos.
Detrás de la metáfora de grupos discriminados, los X-Men siempre han tenido implicaciones incómodas en que sus poderes son genéticos. Creo que si vamos a seguir contando historias de estos personajes, lo peor que se puede hacer es no reconocer esta lectura, y lo que se necesita hacer es cuestionar el por qué. Me gusta que Hickman no solo las reconozca, sino que las enfrenta y cuestiona, así como matiza la moralidad de querer crear un mundo solo para “tu” gente. Gracias a esto, nunca los X-Men habían sido tan raros e incómodos, generando críticas de los lectores acerca de la caracterización de los personajes. Pero para mí, eso es lo que eleva aún más la historia.
Hickman no es estúpido: son muchos los momentos donde admite las limitaciones y consecuencias del medio que es el cómic masivo de superhéroes, y el constante ciclo de pelas y resurrecciones. En vez de ignorarlo, encuentra la manera de incluirlo en la historia, para crear personajes que reaccionan en formas más humanas e impredecibles a las situaciones que como lectores vemos en ellos. Todo ello a la vez que se habla de esta búsqueda de identidad y sus minucias morales.
No sé que seguirá que espera en el futuro para los X-Men, a pesar de que ya hay un buen puñado de números publicados de las series regulares que vinieron luego de estas miniseries, agrupadas bajo la denominación Dawn of X. Pero estoy seguro que estos doce números merecen convertirse algún día en un clásico, si es que no lo son desde ya, y que son una lectura que se sostiene por sí misma. Creo que es un terreno fértil para muchos argumentos, aunque no soy tan joven como para creer que eso necesariamente significará buenas historias. Por lo pronto, tenemos una buena miniserie, moralmente ambigua, bellamente dibujada, furiosamente nerd de los X-Men, y con eso estoy feliz.
remos que esta reseña de House of X y Powers of X haya sido de su agrado. Y antes de irte, no dejes de dejarnos tus comentarios e impresiones en el cajón de comentarios.