"Batman: Contagion" (1996) Parte II: contactos primarios
- Esto va a ser feo, ¿cierto?
Detective Comics #695
- No si lo podemos impedir antes.
- ¿Y si no podemos?
- No me hagas pensar eso ahora.
Continuamos con nuestra revisión de "Contagion", contingente saga que se desarrolló en las cabeceras de la línea Batman por allá por los noventa. Luego de repasar el puntapié inicial en Batman: Shadow of the Bat #048, hoy corresponde contarles acerca de Detective Comics #695, el segundo capítulo de la historia.
DETECTIVE COMICS #695
Guion: Chuck Dixon
Dibujo: Tommy Lee Edwards
Tintas: Scott Hanna
Color: Gloria Vásquez
Rotulado: John Constanza
Portada: Rodolfo Damaggio, Bill Sienkiewicz
Segundo capítulo de la historia, y la trama aumenta en tensión. La verdad es que aunque seguimos con el estilo grotesco, el dibujo de Tommy Lee Edwards es mucho mejor que el de Vince Giarrano del primer capítulo. Esto porque goza de mayor misterio, donde la falta de detalles no pasa por desprolijidad sino por una decisión especifica de qué remarcar y qué no. Me imagino que harto de esto es también responsabilidad del resto del equipo artístico, ya sea de las tintas de Scott Hanna, o del color de Gloria Vásquez, mucho más vívido en un contexto bastante oscuro, como era este Batman de mediados de los noventa.
Hay que destacar, además, que la historia transcurre en invierno, con harta nieve y la consiguiente escasa luminosidad que entrega esa temporada, aunando condiciones perfectas para esparcir el virus. Ahora, ¿me gusta el arte? En rigor, no. El dibujante tiene un asunto con los labios y las proporciones son curiosas en varios momentos. Y sin embargo no puedo negar que funciona, que me integra a la historia más que alejarme de ella.
¿En qué estamos en la trama? Por lejos, el mejor momento es saber que Daniel Maris llegó a encerrarse a Babylon Towers sin darse cuenta que estaba enfermo. Así que vemos a todos los millonarios preocupados porque en vez de saberse a resguardo, ahora se sienten en total peligro. La enfermedad de Maris juega mucho con la sombra y manifiesta un estado medio de su progresión, que goza más de lo excesivamente grotesco que en las etapas finales del primer número.
Por supuesto, Batman y Robin escuchan esta conversación y empiezan a indagar la única posibilidad de salvación, el paciente que se salvó y que por tanto posee anticuerpos en su sangre contra el microorganismo. Mientras tanto, vemos que el piloto de Maris y su familia empiezan a vivir los efectos de la enfermedad en una secuencia perturbante y sutil. Definitivamente este número maneja mucho mejor la tensión que el anterior, y el matrimonio entre historia y dibujo es más fluido y terroríficamente bello.
Por tanto, el conflicto presente es conseguir al paciente inmune antes que lo haga el bajo mundo, contactados por los millonarios de las Baylon Towers, cuyo objetivo es obtener una cura exclusivamente para ellos, o al menos antes que el resto de la ciudad. Lamentablemente, eso no muy distinto a algunos gobernantes que buscaron exclusividad de potenciales curas para sacar réditos políticos en nuestra actualidad.
Robin toma un primer acercamiento que nos permitirá bandejear el próximo capítulo hacia su colección propia, y se encuentra no con quien espera sino con alguien conocido, lo que sube las apuestas para el resto de la historia. Sin embargo, lo más interesante es el diálogo que tiene Tim Drake junto al siempre fiel Alfred Pennyworth, en donde el primero comenta las dificultades de mentirle a su padre, y agrega que su situación es distinta que la de Bruce porque él sí tiene una familia real. Rápidamente se corrige, intentando decir que no era su intención ofender, y Alfred le responde que no lo tomó como una ofensa. Un pequeño diálogo brillante e incómodo, que espero que no quedé ahí solamente.
Manténganse sintonizados para ver cómo sigue la historia, en el siguiente capítulo correspondiente a Robin #27. ¡Lávense las manos!