"Marvel versus DC" (1996): la madre de todos los crossovers
Un día como cualquier otro, hubo una reunión entre empresarios y agentes de marketing de DC y Marvel Comics. Entre galletas y café, se preguntaban cómo hacer para exprimir aún más las billeteras de sus aficionados. Luego de lanzar por la ventana al ejecutivo que respondió "hacer buenos cómics", vinieron las respuestas serias. "Continuar con los crossovers", dijo uno. "Aumentar la cantidad de personajes de los cruces", comentó otro. "Inventar montones de tie-ins", añadió un tercero. Y como una mágica y desvergonzada alquimia comercial, rodeada de un gran aplauso, nació Marvel versus DC, el más ambicioso crossover que ha existido entre ambas compañías. Tanto, que necesitaremos dos artículos para destriparlo, uno para serie principal, y otro para los títulos derivados. Empecemos.
Desde siempre, los fans más termocéfalos han soñado con ver a sus personajes favoritos enfrentarse a los de la competencia. Los editores lo saben, lo que se vio refrendado con el éxito de productos como Superman vs. The Amazing Spider-Man, Uncanny X-Men and New Teen Titans, o cualquiera de los cruces intereditoriales que se dieron en la década de los setenta, ochenta, y la primera mitad de los noventa. Eso sí, hasta ahora, con la excepción de X-Men/Titans, todos los cruces habían sido de uno contra uno, con un representante de cada editorial. En aquellos, los personajes vivían en un universo único llamado Crossover Earth o Universo-7642, en el que todos podían ir de Gotham a New York, como quien va a comprar pan a la esquina. Aunque había un ligero sentido de continuidad —hubo un par de cómics que se repitieron protagonistas, como el Superman / Spider-Man y el de Bats / Punisher—, no existía una sensación de globalidad.
Sin embargo, había llegado la hora de llevar el concepto más allá. El frenesí del exceso que se vivía en los noventa fue el momento propicio para idear algo más grande y bombástico, y así saciar la sed del fandom que ya no se conformaba con una minúscula batalla entre Bruce Wayne y Frank Castle, y quería un evento que enfrentara a los dos universos por completo. Por ello, en 1996 tuvimos una especie de respuesta en la miniserie Marvel versus DC —o viceversa, dependiendo del número que tengas en la mano—, una miniserie de 4 números que vendría a responder de una vez por todas, cual universo comiquero es mejor. O al menos, eso es lo que se nos vendió.
Para ello, las reglas cambiaron. El crossover anterior, Green Lantern / Silver Surfer, marcó una nueva forma de contar historias entre ambos universos. En el, fue la primera vez en que los protagonistas reconocen que vienen de otros universos, los principales de la Casa de las Ideas y la Distinguida Competencia, y que han pasado de uno a otro mediante una brecha entre realidades. Incluso, en la última viñeta se introduce un elemento que lo hace un prólogo directo de Marvel versus DC. De cierta manera, GL/SS, la miniserie que nos convoca hoy, los cómics de Amalgam y sus secuelas All Access y Unlimited Access forman un bloque independiente del resto de los cruces entre editoriales.
Como dije, esta obra es una miniserie de 4 números, de los cuales los #1 y 3 fueron publicados por los de Burbank —bajo el epíteto DC versus Marvel—, mientras que los #2 y 4 salieron bajo el sello de la Casa de las Ideas, nombrados como Marvel versus DC. Los de DC fueron guionizados por Ron Marz, y los de Marvel por Peter David, mientras que Dan Jurgens y Claudio Castellini se repartieron las labores gráficas de todas las entregas. Su lanzamiento al mercado fue en febrero de 1996, extendiéndose hasta mayo de aquel año.
Y si bien la apuesta fue espectacular, y las editoriales trataron de venderlo como el evento quintaesencial del fin de siglo, el resultado fue tremendamente decepcionante, siendo fallido en casi todos los aspectos que importan, haciendo agua por todas partes. La historia es mediocre y el arte también, lo cual es una lástima si tomamos en cuenta que nunca había habido una historieta así, que cruzaba ambos universos, contrastándolos y enfrentándolos a una escala que tan ambiciosa. Por prejuicio hacia este tipo de productos, era esperable que la historia fuese apenas regular, pero es que hasta en eso nos quedamos cortos.
La historia arranca con una ruptura de los límites de las realidades, con personajes de ambas editoriales desapareciendo de su universo, para aparecer aleatoriamente en el contrario, sin saber mucho que está pasando. La realidad se está resquebrajando a través de esa caja misteriosa que vimos al final de Green Lantern / Silver Surfer, custodiada por un vagabundo del que tampoco sabemos mucho. El vagabundo está bastante desesperado porque la caja se está rompiendo y el evento cósmico es inevitable. Cuando este artefacto termina de explotar, todas las personas de ambos universos ven la historia real del multiverso, con dos seres cósmicos hermanos que representan el todo, pero que fueron separados, cada uno olvidando la existencia del otro. A raíz de algunos desastres cósmicos previos, han recuperado sus conciencias.
El vagabundo le explica a un chico llamado Axel, que porque sí había visto todo esto con él, que los hermanos perdieron partes suyas en el big bang y que estos pedazos, como la caja, a veces contienen enorme poder y pueden crear pasajes entre dimensiones. No solo se presentan en forma de cajas de cartón, sino también en personas, teniendo el vagabundo y Axel —¡que casualidad!— partes de los hermanos en sus almas.
Ya desde acá comienzan las incoherencias, y vemos cosas que sin duda nos hacen levantar las cejas. Por ejemplo, cuando Spider-Man es teleportado a Gotham, es reconocido por el Joker, pues se conocieron en el crossover Spider-Man and Batman. Pero esto es ilógico, puesto que sabemos que todos esos encuentros anteriores transcurren en "otra continuidad", y por tanto, son personajes de realidades alternativas. En esta realidad, es la primera vez que se ven, excepto Silver Surfer y Kyle Rayner.
Tampoco sabemos cuánto tiempo pasaron las realidades entrelazadas antes de que los hermanos despertaran, pero llama la atención lo bien que que han tomado varios personajes el cambio de universo. Kingpin, por ejemplo, ha comprado el Daily Planet —¿sus tarjetas de crédito tiene alcance multiversal?—, donde ahora J.J. Jameson es el editor en jefe. También, vemos que empijamados como Daredevil han seguido en sus actividades heroicas, enfrentando a villanos de la competencia. Todo eso es cuanto menos curioso, pues dudo que tu vida o la mía sigan con tal normalidad si de un momento eres despojado de todo lo que tienes, para aparecer en un planeta diferente.
Este segmento de la obra también nos muestra varios enfrentamientos no oficiales entre los héroes de aquí y allá, la mayoría de las cuales ocurren porque sí. Igual puedo entender, o al menos ignorar, por qué el Capitán América está luchando contra Bane, o Wolverine contra Killer Croc. Pero, ¿qué motivo tiene Gambit para cargar sus cartas contra Nightwing? ¿Ben Reilly no tiene suficientes quebraderos de cabeza entre sus problemas de clones y cambios de universo como para que su principal motivación sea cortejar a Lois Lane? ¿Los personajes que pasaron de un lado a otro llevaban artilugios de Capsule Corp en sus bolsillos, que su preocupación primaria no es saber qué está pasando, o buscar donde vivir? Pero hey, este es un cómic de superhéroes, y quizá esas preguntas sobran.
Como sea, una vez despiertos los hermanos, por alguna razón lo primero que quieren demostrarle al otro es que su universo es mejor, así que deciden hacer una serie de batallas entre los seres superpoderosos de cada tierra. El universo ganador prevalecerá, mientras el perdedor será erradicado para siempre, y si los héroes se rehúsan a luchar, eso significará el fin de todo —cualquier coincidencia con Contest of Champions es solo coincidencia, mal pensados—. Como a las entidades hermanas —que representan cada una a DC y Marvel—, no les importa eliminar a un universo entero pero a la vez son bastante políticamente correctas con la integridad de los luchadores, las peleas serán hasta que un héroe inmovilice o incapacite al otro. Nada de muertes, que aquí no estamos en la línea MAX o DC Black Label.
Las peleas en total serían 11. Para hacer del producto aún más peculiar, y entregar a los lectores una ilusión de importancia y de aquello que llamamos democracia, el resultado de 5 de estas luchas fueron decididas por el público, mediante votaciones abiertas, al más puro estilo de la recordada Una Muerte en la Familia, de Batman. No se podía dejar en manos de los lectores todas las batallas, pues eso significaba depender de eso para avanzar en los guiones —Marz declaró que tuvo que escribir dos finales posibles para cada una—, y porque además podía ocurrir que por razones de popularidad, el resultado de los combates fuese ridículo, cosa que sí ocurrió.
Aunque no destriparemos el resultado de cada pelea por separado, el contador final poco importó. En ninguna parte del guion se menciona al ganador de la guerra, e incluso en la última pelea, de Steve Rogers contra Bruce Wayne, el Capi menciona “Perdí… y con eso tal vez haya condenado a mi universo”, cuando ya antes de ese enfrentamiento se había decidido todo en favor de Marvel, con un marcador de 6 contra 4. Parece que no sólo le robaron la premisa a la mencionada Contest of Champions, sino que también contrataron a los mismos matemáticos, pues ahí ya metieron la pata con el contador final.
Al final, los encuentros fueron los siguientes:
- Thor vs. Shazam
- Quicksilver vs. Flash – Wally West
- Namor vs. Aquaman
- Elektra vs. Catwoman
- Jubilee vs. Robin
- Silver Surfer vs. Green Lantern (Kyle Rayner)
- Wolverine vs. Lobo
- Storm vs. Wonder Woman
- Spider-Man (Ben Reilly) vs. Superboy (Conner Kent)
- Hulk vs. Superman
- Capitán América vs Batman
Como decíamos, para ser un encuentro de tal magnitud, fue muy desilusionante en lo que se refiere al argumento, pero también a la acción, pues los combates se resolvieron de forma muy rápida, casi por compromiso, y no duraban más de algunas cuantas viñetas, a lo más un par de páginas. Además, los héroes nunca mostraron alguna actitud reflexiva o una carga de culpa, a pesar de que con sus acciones decidirían qué universo vive o muere. La excepción es Batman y el Cap, quienes en el último combate, muestran al fin un dejo de cordura.
El otro 'pero' es Access, identidad que adopta Axel como un nuevo héroe creado por las energías de ambos cosmos, y que al intentar salvarlos, termina fusionando a los dos hermanos cósmicos y por ende a los dos universos, dando paso al Universo Amalgam, de donde surgieron los elementos más interesantes de este crossover: los tie-ins. Al juntar estas energías, dio a pie a un universo unificado habitado por seres que son mezclas amalgamadas de los personajes de DC y Marvel, que protagonizaron especiales propios, que revisaremos en un siguiente artículo. El diseño de Access peca de ser muy simple y con poco carisma, además de tener poderes que no quedan bien definidos, y no tener una razón clara detrás de sus acciones. De hecho, no parece haber una justificación para mezclar los universos más allá de las obvias razones comerciales.
Lo anterior sin duda denota las interferencias editoriales en el guion, pues sabemos que tanto Ron Marz como Peter David son bastante competentes en su oficio, especialmente el segundo, a estas alturas catalogado como una leyenda del arte secuencial. Con una generosa bibliografía a sus espaldas, Marz está ligado a fuego a títulos de CrossGen, en que escribió un puñado de las series de ese universo. Para DC, su mayor aporte fue en la franquicia de Linterna Verde, estando ligada a ella por cerca de una década, y creando a Kyle Rayner.
David, en tanto, se ha desempeñado con mayor fertilidad en Marvel, donde anotó una mítica y extensa etapa en Incredible Hulk, y trabajos de culto en X-Factor y diversos títulos arácnidos. Tampoco podemos olvidar su impecable paso por Aquaman, donde además de firmar medio centenar de entregas de la serie regular, también escribió las miniseries The Atlantis Chronicles y Time and Tide.
En una entrada en su blog personal, Ron Marz deja entrever algo del proceso creativo tras el título. "Cuando comenzó Marvel vs. DC, era lo suficientemente secreto como para que muchos ni siquiera supieran que existía", explica. "Nuestra reunión inicial fue en el departamento de [el editor de Marvel] Mark Gruenwald, para que nadie en las oficinas filtrara el proyecto. La idea inicial, que no me entusiasmaba demasiado, era que Peter y yo nos alternaríamos, escribiendo secuencias de ocho páginas a lo largo de los cuatro números. Sentía que Peter y yo somos escritores lo suficientemente diferentes, por lo que alternar secuencias tendría un resultado que tiraría en diferentes direcciones. Igual estuve dispuesto a ser un buen soldado, e intentarlo".
En una entrevista al portal Pop Mytology, agregaría que los guiones de los 4 números, además de ser aprobados por el editor de DC Mike Carlin y Gruenwald, también pasaron por manos de los editores de las líneas de cada personaje, pero que todo fluyó de manera rápida. Respecto de las batallas, diría que "la lista de que hicimos en el apartamento de Mark es más o menos lo que ves en el producto terminado. Cambiamos algunas cosas menores aquí y allá, pero la mayoría de los enfrentamientos fueron bastante obvios. Intentamos ir con cosas que los lectores siempre quisieron ver. Personalmente podría haber preferido Batman vs. Daredevil, por ejemplo, pero Batman vs. Capitán América es realmente la opción más popular. Muchos de los personajes tienen contrapartes claras en el universo contrario. Realmente, lo único que lamento es que no teníamos 500 páginas para contar estas historias".
Su colega Peter David, también en una entrevista a dicho sitio, de igual forma comentó algo de tras bambalinas. "A decir verdad, no sé bien los orígenes del proyecto. Me trajeron a él cuando ya estaba en marcha. Mi conjetura es que fue cocinado por Mike Carlin y Mark Gruenwald. Ambos habían compartido la misma oficina, Mike trabajaba como asistente de Mark mientras éste estaba en Marvel y tenían una gran amistad. Entonces, cuando Mike se fue a DC, bien podría haber sido un proyecto que inventaron los dos".
"Ron y yo nos reunimos con Mark y Mike, y los cuatro elaboramos todo el concepto de la serie", continúa David. "No recuerdo los detalles, aunque es posible que se me ocurriera el concepto de dos hermanos cósmicos jugando una especie de partida de ajedrez galáctico, porque era similar a algo que hice al escribir las novelas de Photon. Ciertamente tenía sentido teniendo en cuenta que era una especie de metacomentario sobre todo el proyecto, ya que dos tipos que eran hermanos en todo menos sangre fueron los que lo encabezaron. Ese puede haber sido ser uno de los mejores días creativos de mi vida. Cuatro hombres adultos discutiendo qué superhéroes iban a ganar las batallas que controlamos. Fue fantástico".
Respecto del arte, hay que decir que también queda al debe. Ni Castellini ni Jurgens alcanzan el nivel al que nos tienen acostumbrados, lo cual es extraño, pues creo que cualquier dibujante se la hubiese jugado al máximo y dado todo de sí por participar en un proyecto con tanta exposición como este. Jurgens, por ejemplo, hace un par de buenos paneles en la primera entrega, pero el resto es bastante mediocre. Respecto de Castellini, me parece que hace un mejor trabajo que su colega, con trazos más dinámicos y estilizados, a pesar que su nivel basal es menor. A ello puede contribuir el entintado de Paul Neary, artista de sobrada experiencia en esas lides.
En la ya nombrada entrada de su blog, Ron Marz confiesa que en un inicio el proyecto le fue ofrecido a José Luis García López, una leyenda del dibujo sin parangón. "A José se le ofreció la mitad de los deberes artísticos de Marvel versus DC, pero según lo que escuché, rechazó el proyecto porque no estaba muy interesado en dibujar una gran pelea de superhéroes. Fue una decepción, porque para mí, ningún otro artista simboliza más a DC que él. Entonces, el trabajo se le ofreció a Dan Jurgens, que es uno de mis amigos más cercanos en los cómics".
"La primera opción por parte de Marvel fue John Romita Jr., quien rechazó el trabajo, al igual que lo hicieron Andy y Adam Kubert. No estoy seguro de si alguien más fue preguntado, pero parecía curioso que Gruenwald no pudiera lograr que algún artista de Marvel se comprometiera con lo que iba a ser un proyecto de alto perfil y ventas. Escuché que algunas facciones dentro de la editorial no estaban tan entusiasmadas ante la perspectiva de un crossover con DC, y desalentaron la participación de un talento artístico de primer nivel, pues pensaban que era más beneficioso para Marvel tener ilustradores como aquellos dibujando sus propias colecciones, sin perder el tiempo. Eso sí, no es algo que pueda confirmar con alguna evidencia directa".
En resumen, podemos establecer que Marvel versus DC fue un proyecto totalmente hijo de su tiempo, con el ímpetu de los noventa de enfocarse más en el marketing que en la calidad, con héroes en poses espectaculares pero muy poca profundidad de historia. A pesar de que a priori los equipos creativos son más que competentes, el resultado final es un producto que no satisface en términos narrativos, artísticos, y ni siquiera efectivistas, pues nos quedamos con las ganas de ver peleas entre los héroes como deben ser.
Como el mismo Marz reconoce, "Marvel versus DC fue en última instancia una gran diversión para trabajar. Fue un proyecto palomitero, lleno de batallas entre superhéroes y momentos de fanservice. Quiero decir, cuando los votos de los fanáticos dictan los resultados de las peleas dentro de la historia, sabes que el objetivo es escribir para la multitud, no un trabajo de alta literatura. Si de algo me arrepiento, es que no haber tenido el doble de páginas para contar nuestra historia".
Continúa sintonizado, pues en el próximo artículo, hablaremos de los especiales de los héroes mezclados, publicados bajo la etiqueta de la editorial imaginaria Amalgam Comics.