"Darkseid vs. Galactus: The Hunger" (1995): apetito de titanes
Seguimos en nuestra honorable misión de repasar los crossovers que han reunido a los miembros de los panteones superheroicos de DC y Marvel Comics. Pero hoy es un caso especial, pues no seremos testigos del enfrentamiento entre héroes, sino entre verdaderas entidades cósmicas, que muchos considerarían como villanos. Veamos qué se trae entre manos Darkseid vs. Galactus: The Hunger, del gran John Byrne.
En efecto, tras cruces que incluyen a seres más pedestres, como Superman vs. The Amazing Spider-Man, Batman vs. Hulk, X-Men and New Teen Titans, y Batman/Punisher, llega la hora que dos de los miembros más poderosos de ambas compañías se enfrenten, de la mano de un autor cuya huella en el mundo del noveno arte es casi tan monumental como el poder que ostentan los protagonistas. Darkseid vs. Galactus: The Hunger, es un one-shot, publicado en el formato acostumbrado de de este tipo de crossovers —prestige de 48 páginas—, de la leyenda comiquera John Byrne, actuando como autor completo en guion y dibujo.
Como siempre, cualquiera podría descartar estos cruces como rellenos no canónicos hechos con el único propósito de obtener dinero rápido de aquellos fanáticos que pasan noches enteras discutiendo si Hulk realmente podría derrotar a Superman. Sin embargo, siempre me han parecido bastante agradables, entregando algo grandilocuente y esperanzador en historias que nos recuerdan que todos somos parte de la cultura del cómic, y de un deseo de que nuestros personajes favoritos puedan interactuar más a menudo, ayudando a sanar esas barreras artificiales que nos rodean por alguna ilógica y antigua necesidad tribal. Pero en esta oportunidad, encontramos algo más que solo eso.
La historia no puede ser más simple, y de seguro, más de alguien ya se la ha imaginado. En búsqueda de mundos que sirvan para aplacar el hambre constante de su señor Galactus, Silver Surfer se topa con el mundo de los New Gods. Sin embargo New Genesis, al recibir una advertencia de The Source, ocultó su mundo dejando que el planeta de Darkseid, Apokolips, se las arregle solo frente al ansia de Alberto El Hambriento Galactus.
A pesar de que el gigante púrpura se encuentra en el estado más débil que ha estado en eones, sigue siendo una gran amenaza para el mundo controlado por el Dios Oscuro. ¿Puede el poder de Darkseid hacer retroceder a Galactus? ¿Quién será el guerrero más fuerte, Orion o Silver Surfer? ¿Y cómo sabe Darkseid tanto sobre Galactus y Surfer? Estas preguntas son respondidas, excepto la última, en este especial, uno de los mejores que existen de Marvel vs. DC.
Byrne, viejo zorro, sabe que a este título llegarán lectores que poco saben de la mitología de los New Gods —sacrílegos, la palabra de su creador Jack Kirby es ley—, y por tanto, arranca el tomo con un pequeño resumen de la historia de aquellos seres, y el mundo que habitan. De ahí, la trama se desarrolla en la coloquialmente llamada Crossover Earth, una realidad en que los personajes de DC y Marvel conviven, aunque jamás se hayan cruzado los unos con los otros. Esto evita las explicaciones estrambóticas acerca de por qué los personajes se encuentran, y hace que los lectores nos enfoquemos en el argumento, no en sus adornos. Darkseid vs. Galactus
Demás está decir que todos acá somos fans de Byrne, no solo como artista, sino también como escritor. Por ejemplo, su interpretación de los Fantastic Four es una de las mejores series de todos los tiempos, resaltando en particular la forma en que tomó el trabajo de base de Stan Lee y Jack Kirby, lo pulió, modernizó y entregó a los lectores una versión más completa de esa visión original. No hay un mejor ejemplo de esto que en el arco "El juicio de Reed Richards", en el que Reed es juzgado por el imperio Shi'ar y otras razas alienígenas, debido a su rol en salvar la vida de Galactus, que había causado mucha devastación en todo el universo.
Este clásico absoluto hizo mucho para humanizar al Galactus divino y su papel dentro del gran esquema de equilibrio universal. Byrne explica que es el único sobreviviente de un universo que existió antes de este, y al sobrevivir al Big Crunch anterior y al Big Bang posterior, renació como un ser completamente diferente a sus raíces originales. A través de este renacimiento, Galactus sacrificó su humanidad para convertirse en un ser superior a la simple moralidad del bien contra el mal, en una fuerza de la naturaleza cuya hambre es necesaria para estabilizar el cosmos en su conjunto. Por lo tanto, sus acciones no deben ser denunciadas como de crueldad despiadada, sino que simplemente cumple un papel que el universo considera importante para su supervivencia.
Si tomamos en cuenta los antecedentes del Galactus humanizado en esa etapa de los de FF, y la mitología de los Nuevos Dioses que se introduce tanto en las primeras páginas de este número, como en el crossover anterior X-Men / Teen Titans y en las apariciones clásicas de Darkseid, se entiende mejor qué es lo que realmente implica un cómic como el que nos convoca hoy. Este es un libro que en su superficie solo parece un cruce estándar entre dos enemigos de nivel cósmico, pero a medida que leemos más, en realidad es una parábola bastante interesante sobre los costos de la supervivencia, y de lo que los seres están dispuestos a hacer para mantenerla.
Como cualquiera que haya leído a Galactus antes sabrá, hay un patrón de lo que sucede cuando el Devorador aparece en un planeta que le parezca apetitoso: 1) Silver Surfer llega primero, anunciando la llegada de su amo, e inevitablemente alguien querrá golpear su plateada cara, con diversos grados de éxito; 2) Galactus comienza a construir lentamente su parrilla cósmica máquina que convertirá el planeta en energía para ser consumida, e inevitablemente alguien querrá golpear su púrpura cara, con poco o ningún éxito; 3) ocasionalmente, Galactus se queda sin cena por algún tipo de Deus Ex Machina o bien, tiene éxito para almorzar en paz; 4) la fórmula se repite en el siguiente planeta.
Y como dije anteriormente, así es como también arranca esta historia. Galactus y el Surfista Cromado aparecen en el planeta Apokolips de Darkseid, listos para degustarlo a placer. Darkseid toma una escopeta proverbial y le dice que salga de su tierra. Luego, tratará de atacar al hambriento con criaturas de roca del tamaño de un planeta, así como con sus Omega Beams más formidables, pero fallará miserablemente.
Mientras, los enemigos de Darkseid en el planeta gemelo de Apokolips, New Genesis, se sientan y se ríen silenciosamente de la buena fortuna de que Galactus esté jugando al héroe, y esté a punto de librar al universo de esa cucaracha azulosa y grisácea. Todo parece marchar a pedir de boca, excepto que Orion, el hijo secreto de Darkseid, se enoja porque no hay honor en dejar que alguien más se morfe a su enemigo mortal y, obvio, inevitablemente querrá golpear la plateada cara de Surfer, con diversos grados de éxito. Muy poco éxito, a decir verdad.
En tanto, Darkseid aprovecha la pelea para hacer que Surfer recupere su memoria de cuando solía ser Norrin Radd, en un intento desesperado de que el heraldo se vuelque contra su amo, pero simplemente logra que Galactus se vuelva iracundo, aumentando su apetito aún más. ¿Logrará el Devorador de Mundos hacer honor a su apodo? O será Darkside Darkseid quien obtenga la victoria? Pues, deberás descubrir tú la respuesta, ¿o crees que somos como otros sitiuchos que te destripan toda la historia, y que no conocen la diferencia entre reseña y resumen? A tí te miro, Multiverso52.
En retrospectiva, más allá del morbo de ver cual es la compañía ganadora, y cual la derrotada, creo que en estas páginas hay varios elementos notables. Por una parte, nos da una idea de lo que Marvel podría haber sido si Kirby no la hubiera dejado a finales de los 60 y se uniera a DC. Digo esto porque todos los personajes que acá aparecen son creaciones del Rey. De hecho, se suponía que los New Gods fueron ideados como personajes para Marvel, como la continuación de una historia que Kirby había comenzado en las historias complementarias de Tales of Asgard incluidas en su etapa en Mighty Thor. Pero Stan Lee Marvel lo trató mal, tomó su orgullo para salir por la puerta ancha, y ahora todos esos personajes pertenecen a DC. Si eso no hubiera sucedido, una historia como esta habría transcurrido fácilmente a mediados de los años 70, mientras Kirby continuara creando sus maravillosas epopeyas espaciales en la Casa de las Ideas. Es doloroso para un marvelita por naturaleza como yo siquiera pensar esa posibilidad.
Lo más importante, es que este es otro paso en el proceso continuo del pensamiento de Byrne desde su run en los 4F, pues Galactus, aunque una fuerza de destrucción galáctica imparable, en el fondo sigue siendo un personaje más del panteón marveliano, y como resultado, siempre tendrá un potencial de crecimiento dramático. Las escenas en las que sufre por el hecho de saber que Silver Surfer eventualmente se volverá contra él algún día, y que no puede hacer nada para detenerlo, son verdaderas tragedias, como las de un padre que sabe que su hijo eventualmente lo traicionará y, sin embargo, debe seguir amándolo como solo un progenitor puede hacerlo.
Por el contrario, vemos un verdadero enojo de Galactus en sus tratos con Darkseid, casi como un adulto que se enfrenta a un niño que parece actuar por pura malicia y rencor, y la frustración de tener que lidiar con un comportamiento caótico e ilógico. Claro, la entidad púrpura destruye planetas, pero lo hace para vivir, no por placer u odio. Darkseid lo hace por lo contrario, así que es genial ver a Galactus ser el verdadero héroe de esta historia.
Otro de los aspectos interesantes de tener a estos verdaderos titanes como protagonistas, es que Byrne no debe preocuparse por adaptar la naturaleza de sus personalidades, o la potencia de sus poderes, como sí ocurre en otros crossovers intercompañías. Habitualmente, en estos existen muchos requerimientos que se deben cumplir para evitar que alguno de los participantes sobresalga por encima del otro y la historia conserve un balance entre los integrantes, pero al encontrarnos con una yuxtaposición de personajes del mismo creador, y que además poseen un poder más allá de la comprensión, esto no es realmente necesario. Además, tira por tierra la noción de que los personajes de DC son más poderosos que los de Marvel, pues aquí son estos últimos los que barren el suelo con sus oponentes.
Así que, para cerrar, podemos establecer que Darkseid vs. Galactus: The Hunger es mucho más que otra excusa tonta para intentar responder a las preguntas de “¿Quién ganaría?” entre los fanáticos de Marvel y DC. Aunque no es la norma común en otros crossovers de ambas compañías, en estas páginas en realidad hay una gran cantidad de sustancia que se puede obtener si dejamos los prejuicios de lado, y comenzamos a pelar las capas de la cebolla.
Este en particular es interesante porque finalmente reúne a muchos de los hijos de Kirby, que nunca debieran haber estado separados. Byrne, con su oficio ultra demostrado, les permite jugar bien juntos, en una historia que ofrece una buena dosis de drama y emoción cruda, de personajes cósmicos que cualquiera pensaría que estaban divorciados de tan mundanos sentimientos. El buen John entrega otra obra sólida, llena de arte impactante, planas fantásticas y, lo más importante, que continúa promoviendo ideas realmente geniales que fueron establecidas por El Rey hace muchas décadas, y por él mismo en tiempos más cercanos.