"Locke & Key" (2020): Más dulce, más light, más TV
Netflix estrenó hoy la serie Locke and Key, adaptación a la pantalla chica de la serie de cómics creada por Joe Hill y el compatriota Gabriel Rodriguez. Cuarto Mundo tuvo acceso a los capítulos con anterioridad, pero no tuvo acceso a todo el tiempo necesario para verlos. Es por eso que esta crítica está escrita pensando en las impresiones que los primeros cinco episodios transmiten, exactamente la mitad de la serie.
El trabajo de adaptar es siempre complejo, en principio porque los dos medios son tan distintos en su esencia. El cómic se toma tiempos que el constante movimiento de la imagen no es capaz de tener en cuenta. Pero también son las decisiones respecto de a "quién" queremos adaptar, lo que transforma la forma de contar la historia de manera más fuerte. Y sí en el cómic la fantasía corría junto con el terror, donde pasabas del asombro al miedo a través de hermosas y a las vez gráficas secuencias, el objetivo de la serie es llegar a un público mucho más amplio, uno que no se detenga y se prive de la cuidada mitología de la fuente original por culpa del choque visual. Los showrunners Meredith Averrill y Carlton Cuse son los encargados de darle un tono distinto, en donde decidieron privilegiar la fantasía, aminorar el terror, y levantar el aspecto más mágico y juvenil que estaba presente en la obra original, pero llevarlo a terrenos mucho más clásicamente TV. Entonces, si los jovenes hijos Locke van al colegio, la serie decide de que el colegio será mucho más típico, con deportistas violentos, la chica linda pero desagradable, y el grupo de freaks interesados en el cine B. Y resulta que sí, funciona. Pero esto no es azaroso.
¿De qué va Locke and Key? La historia es bien sencilla de describir. Una familia compuesta por una madre y sus tres hijos se mudan a la casa de su difunto y asesinado esposo para empezar una nueva vida. Sin embargo la casa alberga una serie de llaves mágicas, cada una con distintas e imaginativas capacidades. El misterio de las llaves va acompañado de una misteriosa tragedia en los años de juventud del padre, que los hijos intentarán dilucidar. Y son estos muchachos, Tyler, Kinsey y el pequeño Bode, los que se roban la serie con sus excelentes actuaciones. El piloto, acaso el capítulo más débil por el interés en presentar rápidamente muchos puntos de la trama, se sostiene principalmente por excelente casting del menor de la familia. Vemos que es juguetón, investigador y también inteligente. Los siguientes capítulos trabajan mejor las actitudes de Tyler, que debe mantener un extraño equilibrio de sensible y a la vez distante, así como Kinsey, interpretada por la joven actriz Emilia Jones, quien actua con genuino talento las distintas emociones complejas que implican la adolescencia, el duelo, y cómo en el camino puedes avanzar en la vida enterrando a tus miedos. El manejo de sus ojos, la contención de sus movimientos, y la facilidad con la que logra transformar su actitud según las exigencias del guión, son de lo mejor de la serie. Porque sí, como mencioné, tendremos los clásicos elementos de las series adolescentes, reflejadas en intereses románticos, lecciones de vida y temores propios de la edad. Esto podría matar la serie con facilidad, tomando en cuenta que ese factor era tratado menos típicamente en su material original, pero es la calidad de la actuación la que hace que terminen importándote los personajes y sus conflictos, desde los más banales hasta los más fantasiosos. No me malentiendan, no estamos hablando de una obra maestra en series de High School, solo funciona bien, y es un buen aperitivo para los elementos creativos que destacan a la serie. Sin embargo, no puedo negar que esto mismo que la hace funcionar como TV, es también la que la hace menos distinguible, llamativa o novedosa como propuesta.
La madre, interpretada por Darby Stanchfield, muestra algunas de las debilidad de la propuesta. Toma varios capítulos en mostrar cuál será su arco para la serie, y mientras tanto mantiene una especie de inocencia, sonrisa y actitud que no termina de cuajar en el universo planteado. Es como poner a la mamá de Atypical sin ninguna de las justificaciones que aquella familia demandó por años para mostrar esa personalidad. Sin tener el cómic fresco como referencia, es en la madre donde siento el eslabón más débil de los personajes principales. Por ejemplo, en el episodio piloto, ante una experiencia sobrenatural de la familia completa, la madre de pronto tiene una especie de bloqueo que le hace olvidar lo que sucedió. Sin embargo, el momento es extrañamente puesto en escena, con una cara curiosa que hace pensar que se equivocaron de persona, y son los hijos los que nos tienen que explicar lo que pasó rápidamente, antes de que la confusión continue para el espectador, rompiendo la clásica regla de "muestra, no cuentes". Momentos así, donde se explica rápidamente algo para poder usarlo en la trama, se suceden con algo de regularidad, y es un recurso usado para ahorrar tiempo, para que todo fluya más rápido. Y en eso también funciona, es fácil querer avanzar al siguiente capítulo. Pero también no permite dar un respiro a los personajes, momentos para reflexionar más lo que está sucediendo. Los niños acaban de vivir experiencias imposibles, pero al momento de ir a la escuela, se comportan como personas normales como si nada hubiera pasado. La rapidez le quita realismo y también un poco de mérito artístico a una historia que tiene los elementos para ello.
Y bueno, la fantasía. Esta brota constantemente en la serie, desde la primera secuencia. Y la decisión de hacer las cosas más rápido tomará de sorpresa a los seguidores del cómic original, porque los eventos toman una dirección distinta, los descubrimientos son mucho más veloces y las cosas ocurren en distinto orden, de formas distintas, por lo que es fácil sentirse viendo una versión alternativa que puede lograr sorprendente aunque manejes los puntos principales de la historia global. Y es esto donde reside el gran valor de la serie, elemento que logra diferenciarla levemente de su grupo de series similares. Porque claro, quizás The Chilling Adventures de Sabrina podría ser la serie más similar en tono a Locke and Key de lo que ofrece la misma plataforma de streaming (o quizás Stranger Things), pero la fantasía de Locke and Key funciona de forma más elegante, más sorpresiva, y misteriosa. Esto gracias a que estamos junto a los protagonistas descubriendo de qué van estas llaves, el pasado, y el miedo que puede generar. Por cierto, Laysla de Oliveira hace un gran trabajo en generar esa dosis similar de miedo y atracción en su personaje de Dodge, el antagonista principal de la serie. Pero también tiene momentos en donde su amenaza disminuye, donde el miedo que infunde es más típico, flamboyante más que efectivo, restando la amenaza que tan bien puede representar.
La serie es mucho más agradable de ver que el cómic, fluye con facilidad, y creo que puede ser del gusto de la mayoría del público. Sin embargo el trabajo fue demasiado bien hecho, se vuelve un producto con mucha menor identidad, una que facilmente podemos comparar con otras series equivalentes, y con una personalidad mucho menor. Es una serie de TV adolescente de fantasía, con todo lo bueno que eso incluye, pero también con todo lo malo. Como no tenía fresca el cómic original, lo hojeé brevemente después de ver varios capitulos, y son mundos apartes en tono y caracterización. Mi admiración por el cómic crece, y mi admiración por los productores de la serie también, la transformaron en un producto que tiene potencial de vender bien. Es una ingeniería delicada y compleja, pero entre tanta técnica se extraña un poco más del alma que el arte más visceral puede dar.