"Giant Days" (2015): la reina del humor y el drama
Como seguramente muchas personas lo hicieron, mi inicio en los cómics estaba centrado más que nada en los superhéroes, la acción y el suspenso de si el protagonista de turno podría derrotar al villano. Giant Days debe haber sido la primera serie de ficción que no involucraba conflictos bélicos/supernaturales en su narrativa, pero que capturó mi atención completamente alejándome un poco más de los parámetros que le di en su inicio al cómic. Esta serie no solo me enseñó un mundo fuera de las capas, sino que cambió completamente mi percepción de lo qué puede tratar una historieta.
Giant Days es una serie continuada de comedia escrita por John Allison y dibujada por Max Sarin y Lissa Treiman. La serie trata sobre tres jóvenes universitarias que comparten una residencia durante su estudio. En un inicio, la serie era limitada a solo 6 números, pero debido a su éxito extendió su duración hasta el #54 y un cierre especial llamado Giant Days: Time goes by. En el 2016 fue nominada por dos premios Eisner y cuatro premios Harvey. El 2019 ganó dos premios Eisner por Mejor Serie Continuada y Mejor Publicación de Humor.
Un factor importante a tener en cuenta es que esta serie pertenece a un pequeño pero interesante universo compartido creado por el mismo John Allison, en el que se encuentran publicaciones digitales previas como Bobbins, Bad Machinery y Scary Go Round (desde donde proviene originalmente como personaje una de las protagonistas, Esther de Groot). Si luego de leer Giant Days sientes que quedaste con ganas de más, te invito a revisar el sitio del autor en donde juega con un tono un poco más sobrenatural pero manteniendo el espíritu escolar y juvenil que caracteriza sus series.
Pero Giant Days no forma parte (al menos no integramente) de este sitio porque su lugar de nacimiento fue otro. En 2013, BOOM! Studios levantó una iniciativa llamada BOOM! Box donde le dieron la oportunidad a artistas fuera de la industria del cómic actual. Ahí, Allison (quizás con ayuda de su amiga y también editora de BOOM! Shannon Watters) presentó la premisa de su historia que fue elegida para formar parte del pequeño sello transitorio. Ahí, el autor fue únicamente escritor por primera vez y contó con la ayuda de Lissa Treiman en el dibujo para la miniserie de 6 números. Lissa es también animadora de Disney, por lo que imprimió a los personajes de Allison con el sello de la compañía dándoles un estilo reconocible para el público general.
Gracias al éxito de la serie, BOOM! encontró una atractiva oportunidad de negocios y encargó más capítulos de las universitarias pero esta vez el dibujo estaría a cargo de Max Sarín en la serie regular (Treiman continuó haciendo las portadas hasta el #24) quién al principio intenta imitar el estilo de su predecesora pero que pronto encuentra un tono propio con el que lleva la publicación hasta el final.
Pero, ¿de qué trata Giant Days?
La publicación sigue a tres protagonistas universitarias que comparten una habitación. Esther de Groot, estudiante de Literatura Inglesa, una mujer alta, delgada, amante del black metal y gótica. Su principal cualidad es que es una reina del drama que atrae la tragedia a sí misma, fácil para enamorarse pero que jamás pondría un novio antes de sus amigas. Susan Ptolemy, estudiante de Medicina, es una mujer más pequeña y maciza que sus compañeras, fuma y se estresa sin parar y tiene una historia complicada con un hombre de su pasado que también asiste a la misma universidad. Por último, la más tierna del grupo es Daisy Wooton, estudiante de Arqueología, es una mujer birracial, positiva pero estrictamente ordenada que a veces tiene problemas con el desorden innato de sus compañeras. Sin embargo, nunca pierde la dulzura ni deja de intentar ver lo mejor en el resto.
Ya pueden olvidarse de viajes interdimensionales, llaves mágicas o alienígenas infiltrados. Esta universidad carece de la sobrenaturalidad que acostumbramos en la ficción pero está repleta de drama y comedia (por esta última mereció el Eisner de humor en el 2019). El primer arco nos lleva a conocer las primeras dificultades que los estudiantes gringos viven en sus universidades, como buscar un lugar para vivir, un trabajo para poder vivir, o los horarios que les permitan siquiera sobrevivir. Poco a poco, aprenderemos más de ellas no solo en el ambiente universitario, si no que lograremos visitar y conocer los contextos de vida que les llevaron a ser quienes son, así como también la transformación que cada una sufre en el proceso.
Mientras Esther lucha con afrontar una vida que le aleja de los privilegios a los que siempre estuvo acostumbrada, Susan lidiará con su pasado y las cuentas pendientes que tiene, mientras Daisy descubrirá su sexualidad, aceptándola en el camino (El capítulo de Daisy y su abuela es un golpe al estómago y una carcajada cada dos páginas). Además, este cómic no olvida a los personajes secundarios que va creando con cada número, muchas veces explorando también los conflictos que les dan dimensiones que muchas veces no esperamos. Graham McGraw y Ed Gemmell son quienes más desarrollo logran, incluso teniendo personajes secundarios (¿terciarios?) propios durante la aventura. La serie se toma el tiempo de desarrollarlos lo suficiente como para que podamos considerarlos, al menos en un sentido amplio de la palabra, también como protagonistas de la publicación. McGraw es, sin contar a Daisy y su arco de descubrimiento sexual, uno de los que obtiene un mayor crecimiento como personaje, nunca dejando de ser quién en esencia es (un estirado y aburrido inglés bueno para construir), pero abriendo sus murallas para tener un romance muy completo con Susan.
Giant Days terminó y, lo único que pude pensar al cerrar el último capítulo, es que estoy seguro de que volveré a leer esta serie cuando pasen los años y vuelva a sentir nostalgia de mis propios días universitarios. Las aventuras de Esther, Daisy y Susan pueden ser extravagantes, pero son una exageración del drama que solemos vivir en esa época y que, con el paso del tiempo, dejamos de verlo como tragedia y lo recordamos con el humor que, quizás, siempre estuvo ahí.