"Superman Vs. The Amazing Spider-Man" (1976): la batalla del siglo
La de Marvel y DC es sin duda la rivalidad más clásica del cómic superheroico norteamericano, no por nada la editorial de Burbank y la Casa de las Ideas son las dos editoriales más grandes y famosas del mercado del país del Tío Sam. La primera cuenta entre sus filas a Superman, el héroe por antonomasia, o a Batman, el Caballero Oscuro, que lideran un panteón de seres que más se asemejan a dioses viviendo entre mortales. En la segunda, militan personajes que tienen una carrera no menos respetable, pero que de la mano de un muy exitoso desembarco cinematográfico, en la última década se han ganado a pulso su lugar como íconos pop. En contraposición a su competencia, los héroes Marvel, entre los que encontramos a Spider-Man, Iron Man, Captain America y un largo etcétera, son mortales que caminan entre dioses.
Pero así como hay diferencias entre ambas, también hay similitudes. Primero, las dos compañías tienen fans, que con más o menos argumentos, defienden sus colores como si de equipos de fútbol se tratase. Segundo, ambas aman los crossovers masivos, aquellos eventos en que se reúnen multitud de personajes, creando series que a su vez generan infinidad de tie-ins. Y tercero, lo anterior es básicamente porque, en el fondo, son empresas igual que cualquier otra, y aman el dinero por sobre todas las cosas.
Entonces, si se trata de ganar dólares apelando a esos personajes que puedan exprimir a fondo el bolsillo de los fans, ¿por qué no ir más allá, y tratar de captar también al aficionado del equipo contrario? Eso es lo que debieron pensar los ejecutivos de ambas compañías, pues a pesar de la supuesta rivalidad, en varias oportunidades a lo largo de su historia han trabajado juntos para producir cómics protagonizados por héroes de las dos casas editoriales actuando en conjunto. Sin embargo, toda historia tiene un inicio, y en la que nos convoca sería Superman vs. The Amazing Spider-Man, el primero de una respetable tradición de crossovers entre editoriales.
Los cruces entre estas editoriales comenzaron su andadura en los años setenta, aunque su número fue muy escaso durante esa década, y la siguiente. Para ser testigos de la primera colaboración entre ambas editoras, debemos remontarnos hasta 1976, fecha en que se publicó Superman vs. The Amazing Spider-Man. Por entonces, muchos creadores habían transitado entre Marvel y DC, con una sensación similar a esos días en que Stan Lee comenzó a cazar artistas y escritores para ayudar a lanzar el Universo Marvel. Dentro de los muchos ejemplos, se puede destacar el de Jack Kirby, que luego de desarrollar casi por sí solo el aspecto de Marvel, se había mudado a DC asumiendo un papel de escritor, artista, editor, al igual que otros como Steve Ditko o Dick Ayers. También hay otras muestras, como la de Mike Esposito, que estuvo en ambas compañías a la vez, antes de firmar en exclusiva con la Casa de las Ideas.
Por otra parte, antes de esa fecha ya habían sucedido algunos crossovers no oficiales. En 1972, los escritores Steve Englehart (Marvel), Gerry Conway (Marvel) y Len Wein (DC) idearon un cruce solapado de tres números, que se desarrolló en las páginas de Justice League of America, Amazing Adventures y Thor. Este cruce siguió las desventuras de los mismos guionistas, personificados como ellos mismos, en el célebre Desfile de Halloween de Rutland. Luego, en 1975, las dos compañías colaboraron oficialmente para producir una adaptación de The Wizard of Oz, escrita por Roy Thomas y dibujada por John Buscema y Tony DeZungia, que por razones que vienen al caso, pasó muy desapercibido.
En paralelo, en los círculos de fanáticos de los cómics se debatía cada vez de manera más entusiasta que pasaría con el enfrentamiento hipotético entre personajes como Superman y Hulk, Batman y Spider-Man, o los Vengadores y la Liga de la Justicia, voces que se hicieron fuertes, y que para las altas esferas de las editoriales se volvieron irresistibles. Debido a esto, y con esa verdadera 'puerta giratoria del talento' en su momento álgido, era el momento adecuado para que las compañías se unieran y enfrentaran a sus personajes emblemáticos, por lo que ambas anunciaron que, en 1976, Superman conocería oficialmente al asombroso vecino Spider-Man.
Una vez que surgió la idea y las negociaciones llegaron a buen puerto, se estableció un equipo creativo conformado por autores de DC y Marvel casi en la misma proporción. El guionista fue Gerry Conway, hombre de sobrada experiencia pues hasta entonces era el único que había escrito tanto a Superman como Spider-Man, durante un período bastante prolongado. El dibujante sería el artista de Marvel Ross Andru, que por entonces también era el único que había ilustrado a ambos héroes, mientras que el entintado estaría a cargo del artista Dick Giordano (DC), el coloreado sería de Glynis Oliver (Marvel) y el rotulado de Gaspar Saladino (DC) . El resto de los roles también se dividirían entre las compañías, con supervisión de los editores Stan Lee y Carmine Infantino, quien además también boceteó la portada para que Ross la finalizara.
Sin embargo, con el tiempo han salido a la luz detalles que dan cuenta que el apartado artístico del libro estuvo rodeado por la polémica. Por ejemplo, Ross asegura que en un principio pidió que el entintador fuera su compañero Mike Esposito, quien ya lo había acompañado a él, a John Romita y a Curt Swan, entintando a ambos personajes. Dicha petición no se concretó, según él por influencia de los editores de Marvel Marv Wolfman y Len Wein, aunque estos aseguran que desde siempre el proyecto estuvo pensado para ser desarrollado por la misma cantidad de creadores de ambas editoras, y que el nombre de Esposito nunca fue siquiera mencionado.
Más aún, y aunque no están acreditados, en el arte también participaron los legendarios John Romita y Neal Adams. Romita intervino pues en ese entonces se desempeñaba consultor de Marvel, y Stan Lee insistió en que retocara algunos rostros de Peter Parker y Mary Jane. Por otra parte, Dick Giordano recuerda que aunque nadie se lo pidió, Adams redibujó las siluetas de Superman, pues "las páginas originales quedaban en mi escritorio cuando iba a casa, y Neal se encargó de las figuras sin decirme que lo iba a hacer. No me quejé, pero tampoco se lo mencioné a nadie, principalmente por respeto a Ross y su trabajo".
Por su parte, Adams asegura que "acordamos preguntarle a Andru que si podía ajustar los contornos de Superman, dada mi mayor experiencia con el personaje, y estuvo encantado. Hice un gran esfuerzo para mantener el aspecto y la calidad de Ross mientras añadía un poco de anatomía aquí y allá, y retocaba el símbolo en su pecho. Conocía el estilo de Ross Andru, así que lo mantuve lo mejor que pude".
Y no obstante lo anterior, muchos afirman que el verdadero héroe no reconocido en todo el proyecto es Terry Austin, quien hizo la mayor parte del trabajo de tinta, repasando los fondos y personajes secundarios. Austin siente que su participación ha sido minimizada por otros que recibieron todo el crédito. En el momento en que se produjo el crossover, estaba trabajando como asistente de Dick Giordano y, como tal, trabajó en muchos proyectos totalmente sin acreditar, y este fue uno de ellos. Y además, ha mencionado que Bob Wiacek también participó en la etapa de entintado.
Como sea, finalmente la obra vió la luz en la forma de un comic book de 96 páginas, publicado en un formato de tamaño tabloide de 25x35 cm., conocido como Treasury Edition. Su premisa intentaría responder a la pregunta: ¿es ésta la batalla del siglo, o el mejor equipo de superhéroes de todos los tiempos? Lo impensable ha sucedido, el diabólico Lex Luthor ha combinado su genio sin igual con el del demente Doctor Octopus, y Spidey y el Hombre de Acero están demasiado ocupados luchando entre ellos para detenerlos. ¿Podrán los íconos más grandes de la historia del cómic llegar a un acuerdo a tiempo para detener a estos malvados villanos?
Curiosamente, la trama no explica cómo se encuentran los dos — los autores reconocen que el cómo era lo de menos—, sino que la historia de Gerry Conway entra directamente en acción cuando la pareja se enfrenta al Doctor Octopus y Lex Luthor, mientras los villanos apuntan a destruir el mundo. Sus páginas incluyen algunas escenas memorables, llenas del encanto naive de la época, como aquellas en las que Superman y Spider-Man participan en una pelea después de un malentendido sobre cómo Lois Lane y Mary Jane Watson han desaparecido misteriosamente.
Y es importante nombrar la presencia de dichas féminas, pues en la obra no solo tendremos al dueto de héroes y villanos, sino también a un gran contingente de secundarios de cada uno de los universos. Los diversos momentos compartidos entre los personajes de las dos continuidades presentan un encanto considerable, y quizá nunca han vuelto a ser tan bien tratados en algún otro libro inter-compañías. Aunque el elenco de Spider-Man parece mucho más completo e interesante que el de Superman, incluso con Ned Leeds obteniendo más tiempo en pantalla que Jimmy Olsen, las reuniones entre los miembros de las diversas compañías son casi siempre convincentes y entretenidas.
En particular, la escena en la que Morgan Edge y J. Jonah Jameson se encuentran compartiendo sus whiskies ejecutivos de la tarde, con todo el poder, desdén e interés propio que les caracteriza, es un interludio de carácter mordaz y de un mal humor muy divertido. Casi tan divertida como aquella es el splash de ambos elencos llegando simultáneamente a la Conferencia Mundial de Noticias, con Lois declarando a Clark que a veces es "tan aburrido que no puedo soportarlo", mientras que Jonah se aleja de Peter y Mary Jane con su típico aire amenazante y arisco. No por nada, las fortalezas de los guiones de Conway siempre son más evidentes cuando la trama se centra en los momentos íntimos y delicados de la vida cotidiana, más que en las escenas de caos o acción.
Así, Superman vs.The Amazing Spider-Man fue un imposible, un error de categoría, un sueño absurdo de fanáticos. Aún hoy, 40 años después, puedes sentarte, mirar esa portada y sentir que este cómic simplemente podría nunca haber existido. Es una maqueta, un engaño lúdico de la cultura pop, una trampa que evoca la nostalgia diseñada para transmitir el sentido melancólico del último gran sueño infantil de la cultura del superhéroe.
Desde la perspectiva del mundo moderno, literal y figurativamente distante, este es un cómic típico de mediados de los años 70, impulsado por una narrativa inocente que a muchos les pudiese parecer absurda, con un abundante grado de alegría. En realidad, la historia gira alrededor de una trama poco convincente, con antagonistas que son claramente bufones, y cuyo peligro poco cocinado difícilmente perturbaría a un niño de más de seis años. Es un hijo de su tiempo, de uno en que el sentido de la maravilla era el protagonista de la mayoría de las obras de ficción. En una era de redes, indignación, e información instantánea donde nada sorprende, es fácil olvidar que así eran las cosas no tantos años atrás.
Pero, sobre todo, es el lápiz de Ross Andru lo que realmente hace que esta historia épica cobre vida. El artista ya se había granjeado de una creciente reputación como uno de los mejores dibujantes después de su buen hacer en Wonder Woman y Suicide Squad, y ciertamente pudo superar el desafío de un título de alto perfil como este. Y no solo por estas páginas, tal es el legado de los lápices de Andru que definió lo que tenemos en la memoria colectiva del aspecto arquetípico de Spider-Man en la era moderna. De hecho, las figuras son vigorosas y por su carácter, su importancia es absolutamente central. Las páginas alrededor de los protagonistas a menudo están ricamente detalladas, lo que causa un interesante contraste cotidiano frente a la grandeza de los personajes.
Además de la novedad que era ver personajes de ambas editoriales en las mismas páginas, este título fue el primero en utilizar un estilo visual ´widescreen', que tan bien utilizaron cómics más modernos como The Authority. Porque la llamada Batalla del Siglo fue diseñada para aprovechar al máximo las oportunidades que ofrecen esas enormes e impactantes planas del formato Treasury. Como consecuencia, el equipo de artistas liderados por Ross Andru y Dick Giordano no solo produjo página tras página de narraciones claras, dinámicas y atractivas, sino que también presenta una gran cantidad de variedad entre viñetas simples, páginas completas y splash pages que muestran a sus superhéroes en acción, todo enmarcado en unos fondos muy detallados y fascinantes.
New York, en particular, nunca ha sido tan convincente y realista como lo es aquí, con un notorio grado de detalle y profundidad. Andru es conocido por utilizar referencias del mundo real para sus ilustraciones —en una época en que la ausencia de Google Maps lo hacía un trabajo más complejo de lo que parece—, lo que le permitió crear fondos tan convincentes y absorbentes, que para los lectores se siente casi como si pudieran entrar. De hecho, el sentido mágico de una interminable tarde de verano que evoca su plausible Gran Manzana, sigue siendo en muchos sentidos su mayor logro individual. Porque, aunque ya dijimos que los trazos fueron mejorados por Giordano y los otros autores que ya nombramos, esta victoria sigue siendo innegablemente para el buen Ross.
Para terminar, no se puede dejar de puntualizar que si bien Superman vs. The Amazing Spider-Man no es una obra maestra, sí es un gran cómic, que entrega muchas de las cosas que caracterizaban a los productos de esa época. Fue el primer gran sueño concretado de los fans, el de ver a dos de los mayores iconos de DC y Marvel juntos en una gran aventura, que se conjuró con un guion competente y un arte muy destacable.
Con el tiempo, y como veremos en próximos artículos, los caminos de ambas editoriales volverían a cruzarse con mayor o menor éxito. Pero, como dicen, la primera vez nunca se olvida.