Watchmen contra Watchmen Parte I: la película
- Watchmen contra Watchmen - Parte II: Before Watchmen
- Watchmen contra Watchmen - Parte III: La serie de HBO
- Watchmen contra Watchmen - Parte IV: Doomsday Clock
Watchmen parece haber resucitado este año. O mejor dicho, al igual que como promulga la Primera Ley de la Termodinámica, el título nunca se destruye, solo se transforma. A pesar de las constantes advertencias de su creador y escritor, Hollywood nunca ha sabido rendirse respecto a tratar de hacer dinero con propiedades que no les pertenecen. Incluso el cómic, el medio donde nació la historia, ha sido tentado en sacar más royalties alrededor de una historia que es tan compacta como un bloque de cemento. En esta serie de artículos, nos pasearemos por el Watchmen ya lejos del alcance de Alan Moore y Dave Gibbons. El Watchmen de los editores avariciosos, ejecutivos inescrupulosos o showrunners egomaníacos.
El film para acabar con todos los films
Watchmen, el cómic, fue un exitazo bien recordado en 1986. Ese año fue de los pocos donde DC Comics pudo superar en ventas a Marvel, y la obra de Moore y Gibbons llenó a la editorial de elogios por su atrevida propuesta. No era para menos, pues como es bien sabido, la maxiserie rompió moldes a la vez que creó una nueva plantilla para crear historias. Puso su bandera de conquista en temáticas donde el cómic no se metía y dobló leyes que parecían escritas en piedra. Tener éxito en un medio es como llevar el olor a mierda donde vayas, molesta a los rivales y atrae a muchas moscas.
Según reportan, ya en agosto de 1986 los productores Lawrence Gordon y Joel Silver se encontraban trabajando en el filme que adaptaría la historia para la 20th Century Fox. Ambos productores se habían hecho un nombre con cintas de acción como Predator o Die Hard, por lo que llevaban cierta credibilidad dentro de Hollywood. La idea de Fox era que el guion estuviera escrito por el mismísimo Alan Moore. Pero como es característico de El Barbas de cualquier época, éste rechazó el trabajo, alegando que la historia estaba diseñada para un medio como el cómic, lo que la hacía inviable para otro medio tan manoseado por el mercado como el cine.
Ante la negativa de Moore, los productores le darían la tarea a Sam Hamm, guionista que flirteaba con las historietas gracias a su trabajo en las películas de Batman de Tim Burton. Nunca he leído el guion de Hamm, pero se habla de una historia más accesible que incluía un asesinato y una paradoja temporal. No sé si estos conceptos sean manejables en una época donde el héroe unidimensional tipo Rambo era la oferta del día. Fox se cansó de que el proyecto no saliera de la fase de pre-producción y le dio parte de los derechos a la difunta Largo International y así recuperar algo del dinero invertido. Cuando Largo se desmanteló, Lawrence Gordon acordó reembolsar a Fox a cambio de poder llevar el proyecto a otro estudio.
Gordon y Silver le presentaron el proyecto a Warner Bros. donde Terry Gilliam se sumó nada menos que como director de la cinta. Gilliam leyó el guion de Hamm y decidió trabajarlo más, llamando a su colaborador habitual Charles McKeown para que lo reescribiese. Gilliam y Silver tenían un montón de ideas respecto a los actores que debían participar en el proyecto. Se hablaba de Arnold Schwarzenegger como Doctor Manhattan o Johnny Depp como The Comedian. El problema para la producción era que los altos mandos no estaban tan seguros que una inversión alta fuera un buen negocio. Veinticinco millones de dólares para una historia que duraría entre dos a dos horas y media no parecía suficiente ante los ojos de Gilliam, que además declararía que Watchmen era infilmable en ese tiempo y que para captar las complejidades del original, lo mejor sería una miniserie.
El proyecto quedó en un limbo muy común en Hollywood, el limbo de los proyectos demasiado radicales como para que alguien invierta en ellos. Curiosamente, a Matrix le pasó lo mismo. Para el año 2001, Lawrence Gordon había pedido ayuda a Universal con la financiación. Además, se desecho el guion de Hamm por el de uno nuevo, redactado nada menos que por David Hayter, la voz de Solid Snake en los videojuegos de Konami. Según Hayter, Watchmen era demasiado complejo y oscuro para las audiencias del pasado, pero con el atentado a las Torres Gemelas todo había cambiado. El panorama mundial se asemejaba bastante al del cómic original.
Para el año 2003, Gordon seguía vinculado en el proyecto y se había sumado Lloyd Levin, quien anunciaba que Hayter había terminado el guion, al cual llamó “una estupenda adaptación”. Silver se alejaba del proyecto gracias a las buenas cosechas de Matrix y se encargaba de otro proyecto de Alan Moore: V for Vendetta.
Gordon y Levin trataron de llevar el proyecto a Revolution Studios, donde habían producido las cintas de Hellboy de Guillermo del Toro. Durante este periodo, Hayter produjo un corto de prueba para ayudar a vender el film y su concepto. Recientemente, este corto se ha filtrado, como podrán ver más abajo. No es perfecto, pero sirve para vender la idea.
Hayter abandonaría finalmente el proyecto por diferencias creativas, y para el 2004 era Paramount la que se decidiría por darle otro empuje a esta ya maldita empresa. Cabe destacar que Hayter dijo en su momento que Moore le había dado su bendición con el guion que había escrito, y el barbón simplemente dijo que era mentira. Así se negocia en Hollywood, supongo. Paramount tomaría el guion de Hayter y seria ahora Darren Aronofsky el director asignado con Gordon y Levin como productores.
Aronofsky dejaría su trabajo por trabajar en algo más personal, la película The Fountain, lo que me parece una de las decisiones más acertadas de su carrera. Paramount lo reemplazaría con Paul Greengrass, el director de las secuelas de la saga de Jason Bourne, estipulando el lanzamiento de la película para el verano de 2006. Se hablaba de Simon Pegg, Daniel Craig, Jude Law y Sigourney Weaver en papeles claves de la historia; se rumorea por ahí también que Paramount tenía ya publicidad lista para empezar el marketing, además de unos conceptos para Dr. Manhattan por parte del dibujante Tristan Schane.
Como estarán imaginando, la versión de Paramount tampoco llegó a buen puerto. Esta vez sería culpa de dos factores bien claros. El primero es la salida de Donald De Line, ejecutivo de Paramount, quien era de los principales defensores de que la película se hiciera. En segundo lugar, con la salida de De Line se pensó en abaratar costos, tratando de mover la filmación fuera del Reino Unido. Con estas trabas, Paramount puso el proyecto a la venta.
Al final sería nuevamente Warner la que terminaría de financiar la producción de Gordon y Levin. Al finales del 2005 se reanudaría el proyecto que tomaría como base el guion de Hayter, pero que sería reescrito a conveniencia. Si pensaron que los problemas habían terminado, pues ¿adivinen qué? Fox demandaría a Warner por el acuerdo que le había prometido Lawrence Gordon en 1986. Hollywood puede olvidar a criminales, violadores o pederastas, pero nunca olvida un acuerdo financiero.
Así es como llegamos, al fin, a la película de Zack Snyder.
Snyder había demostrado en Warner que suponía una carta relativamente eficiente para esto de las adaptaciones de cómics. Así lo hacía ver su comentada 300, basada en el cómic de Frank Miller. En febrero del 2007, Warner y Snyder disponían de un nuevo libreto a cargo de Alex Tse, quien había tomado los elementos de las versiones anteriores que funcionaban y había devuelto el contexto de la historia de vuelta a la década de los ochenta. Watchmen, la película, estaba lista para ser filmada.
Los tiempos están cambiando
La adaptación de Snyder respecto al cómic tiene un sinnúmero de elementos cuestionables y debatibles. Para mí, Watchmen la película tiene el mismo efecto en las audiencias que un laxante. ¿Los conocen? Son unas pastillas que uno las injiere y al rato está en el baño defecando. Un elemento rápido para limpiar el estómago y producir diarreas controladas, pero lejos de ser eficientes y buenas al largo plazo.
Esta película es básicamente eso. Para el espectador que nunca se había aproximado al cómic, podría suponer un film radical dada la naturaleza de su historia. Pero eso no es mérito de la película, sino que es mérito del cómic. Siendo justos, la película sigue bastante bien en los planos generales la historia que Moore y Gibbons habían creado en los ochenta.
A las puertas de un conflicto nuclear entre dos superpotencias, el asesinato de Edward Blake hará que Rorschach —un vigilante enmascarado proscrito— descubra un complot con naturalezas estremecedoras y que involucra a dos generaciones de vigilantes enmascarados y al único ser superpoderoso que existe en el mundo: la bomba nuclear ambulante, el Dr. Manhattan.
La película, por razones obvias, condensa el cómic y se centra solo en sus personajes principales. Replica escenas claves de la misma pero el cambio de tono es evidente, dejando un mal sabor al final de tres horas y treinta y cinco minutos. Voy a referirme directamente al llamado “Ultimate Cut” porque hablar de más versiones de esta película ya es demasiada tortura. Además, estoy seguro que sus mayores defensores están convocados bajo esa bandera, y por curioso que parezca, es la que se acerca más al cómic en su ambición.
Hablemos primero de las cosas buenas. La película presenta esta realidad alterna al espectador de forma muy eficiente. Mediante un montaje en los créditos, el espectador se puede enterar que esta historia está situada en un universo alternativo donde alguna personas creen que el disfrazarse y ponerse una máscara es algo completamente factible. Ayuda bastante que las imágenes presentadas en cierta medida parodian a otras más conocidas —La Última Cena— o evocan recuerdos de otra época con diferentes actores —The Comedian en el asesinato de JFK—, y además tiene el mérito de establecer el escenario político global donde Rusia está armada hasta los dientes por una razón que descubriremos conforme pasa el film.
Otra cosa positiva es la cinematografía de la película. Snyder usa una paleta con zonas muy oscuras para dar contraste, lo que evoca bastante las tintas negras de un cómic norteamericano. Muchos se ríen del director por su fotografía tan particular, pero a mí me parece un estilo válido, único y que en este caso puede ayudar a la inmersión del espectador en la historia. La selección musical de la cinta también es buena, pero su ejecución no tanto.
La música de Tyler Bates ayuda bastante a digerir segmentos algo pesados como el nacimiento de Manhattan, pero es completamente obstruida por las canciones licenciadas que Snyder coloca en escenas que no deberían tenerla. La opción de tener a Bob Dylan es válida porque en el cómic está presente dicha elección de forma sutil, pero hay escenas como la de Laurie y Dan haciendo el amor que rayan el mal gusto.
Como dije anteriormente, la película omite ciertas tramas más elaboradas del cómic y cambia la ejecución del final para apoyar dichas omisiones. A mí en lo personal no me molestan tanto dichos cambios. Era obvio que si no se incluye la trama de las mentes raptadas no tienes cómo justificar el monstruo tentacular del final. La solución de la película es eficiente en este aspecto. Se incluyen un par de escenas donde Manhattan y Veidt trabajan en una nueva fuente de energía y donde al final, este conocimiento descubierto es usado para culpar a Manhattan de la muerte de miles de personas alrededor del mundo. Es una jugada inteligente y admito que el que la destrucción sea a nivel mundial y no solo en New York puede ayudar para los planes de Veidt a largo plazo.
Mi mayor problema con la adaptación de Snyder reside en el retrato de sus personajes. En el cómic, estos personajes son seres llenos de defectos y virtudes que los muestran aterrizados y, en cierta medida, reales. Rorschach es un lunático de derecha que bordea en el racismo, pero tiene un carácter tenaz y está sumamente comprometido con sus creencias. Nite Owl II es una persona de buenas intenciones, pero su cobardía hace que estas intenciones se ahoguen en su interior, causándole ansiedad. Todos los personajes se mueven en un gris donde no existe el blanco y negro, muy a pesar de lo que crea Rorschach.
De hecho, Rorschach es una crítica al objetivismo del que hacía gala Steve Ditko al crear a personajes como The Question o Mister A, personajes que creen en sus valores por sobre el bien común. Snyder es un gran fan del objetivismo y de uno de sus mayores exponentes, Ayn Rand. Incluso, se ha rumoreado recientemente que el director podría volver a adaptar El Manantial, por lo que no me extraña que estas críticas al absolutismo moral que promueve Rand se le hayan escapado.
Así es como estos personajes dejan atrás sus defectos conforme la película de Snyder pasa. De hecho, mi mayor molestia es cómo son glorificados por la cámara del director. La violencia, a pesar de la cantidad de gore y tripas, no es real, está glorificada a un extremo donde los huesos se rompen como palos de helado y la sangre chorrea en cámara lenta. Escenas que duran una viñeta en el cómic –como la pelea en la cárcel— duran minutos y se extienden más de lo necesario. Lo que debería generar dudas, produce éxtasis y las preguntas que debería hacer el espectador se disuelven en fantasías de poder que están equivocadas.
Debo decir que este error de glorificación no es exclusivo de la película o del propio Snyder. Por décadas, Watchmen y sus elementos se han malinterpretado, en parte impulsados tanto por la mercadotecnia como por la falta de visión. Snyder simplemente cayó en el mismo error que cayó la industria del cómic durante toda la década de los noventa, así que algo de culpa llevamos los mismos comiqueros.
Respecto al director, creo que si bien su trabajo en esta película es cuestionable, siento que su ambición desmedida es en cierta forma un elemento en extinción en el Hollywood de hoy. Snyder, en su hambre por captar la magia del cómic, también generó su propio material complementario a la película. Así es como nacen los insertos del “Tales of the Black Freighter”, escenas en animación que ayudan a incluir "el cómic dentro del cómic" igual que en el original, y que Snyder peleó hasta el final para producir. O la creación de “Under the Hood”, un falso documental que toma como base la novela autobiográfica de Hollis Mason, el Nite Owl original.
Snyder incluso filmó el videoclip Desolation Row de la banda My Chemical Romance, un cover innecesario del tema de Bob Dylan que es citado en el cómic original. Creo que este último ejemplo es clave para resumir el trabajo de Zack Snyder con Watchmen: ambición y buenas intenciones, pero mala ejecución. De todas formas, el film fue un éxito relativo con críticas dispares, y que en ciertos círculos se perfila como un film de culto. El mundo es un lugar extraño y ya no me interesa saber cómo funciona.
De todas formas, los ejecutivos de Hollywood se llenaron de dinero igual —y lo siguen haciendo— a costas de un trabajo que nunca debió vendérseles. Alan Moore renegaría de esta adaptación y de cualquiera que se basara en su trabajo, y cedería los derechos a sus compañeros dibujantes, en este caso Dave Gibbons. Pero eso no detendría a la máquina, que seguirá prostituyendo su trabajo. En la próxima parte hablaremos del enemigo más poderoso de Alan Moore: DC Comics. Concretamente, hablaremos de Before Watchmen.