"Marvel Comics" #1 (1939): la chispa de la maravilla
Hay un consenso general de que la Era Marvel de los cómics, y la historia de la editorial bajo esa denominación, comenzó en agosto de 1961 con la publicación de Fantastic Four #001. Sin embargo, sabemos que a cada historia le antecede una prehistoria, y para conocer la verdadera simiente de lo que hoy se conoce como la Casa de las Ideas, debemos retroceder hasta 1939, fecha en que vio la luz Marvel Comics #1, que repasamos a continuación.
El cómic estadounidense moderno, tal como lo conocemos hoy, empezó a tomar forma en 1929 y tomó impulso a mediados de la década de 1930. No obstante, se volvió verdaderamente popular en 1938, cuando la editorial Detective Comics publicó Action Comics #1, que en su interior presentaba una nueva creación de Jerry Siegel y Joe Shuster: Superman, el primer superhéroe.
Action Comics tuvo tanto éxito que a otros editores les surgió el deseo de producir cómics y superhéroes propios, para ver cómo sus amarillentas paginas se transformaban en verdes billetes. Uno de ellos fue Martin Goodman, editor de revistas de carácter pulp. En 1936 publicó Ka-Zar, la primera de sus revistas basadas en un personaje con continuidad, que presentó la historia de un hombre blanco convertido en señor de una selva africana, que seguía la tradición del Tarzán de Edgar Rice Burroughs. En tanto, en 1938 lanzó una revista con relatos de ciencia ficción, con un título que iba a ser muy útil en el futuro: Marvel Science Stories, que más tarde se convirtió en Marvel Tales.
Cuenta la leyenda que el director de ventas de una empresa llamada Funnies Inc., Frank Torpey, viejo contacto de Goodman en el campo de la distribución, lo convenció para que empezara a publicar cómics. Se presentó en su oficina llevando ejemplares de Superman y Amazing Man Comics, esta última de la hoy olvidada editorial Centaur, y le explicó que con las publicaciones basadas en viñetas las ganancias se multiplicarían, lo que le permitiría hacer frente al lento declive que venían registrando las ventas de las revistas pulp que publicaba.
De esta manera, el editor se propuso lanzar una publicación que cubriera todos el mayor abanico de lectores posibles, con diversos relatos de múltiples géneros, que estaban encabezados por un dúo de personajes principales que se convertirían en dos de las mayores estrellas de la editorial en la Edad de Oro, el período que inició en 1938 y ocupó la década de 1940: Sub-Mariner y Human Torch. Goodman llamó a su línea de historietas Timely Publications, y su primer número, con fecha de portada de octubre de 1939, tenía un nombre familiar: Marvel Comics #001. No fue del todo raro que el empresario se lanzara a la aventura con tanta facilidad, pues apenas un año después del éxito de Superman, los editores ya habían olfateado que ahí afuera existía un público dispuesto a pagar por aquel alijo de páginas de papel barato, que se contaba por centenares de miles.
La Antorcha Humana y el Hombre Submarino originales fueron ambos superhéroes, pero estaban lejos de ser imitaciones del Superman de Siegel y Shuster. Más bien, tomaban elemento de la ciencia ficción moderna, al menos para la época. La Antorcha, que literalmente estalla en llamas, personificaba el fuego, mientras que Sub-Mariner, príncipe de un reino sumergido, representaba el agua. Y todavía más importante, ninguno era una figura heroica en la lógica convencional. El mal llamado Human Torch no era realmente humano, sino un androide que inicialmente huyó enloquecido tras escapar de su creador en su primera historia. El ilustrador Frank R. Paul lo presentó como una amenaza verdaderamente aterradora en la portada de Marvel Comics #1, aunque en el interior su aspecto era diferente. El Hombre Submarino no sólo era semihumano, sino que además era enemigo activo de nuestra raza. Ambos personajes adelantaron el rumbo que Marvel tomaría en los años sesenta, creando superhéroes que serían extraños para la sociedad normal.
En ambos casos, los personajes fueron concebidos por artistas muy jóvenes, de apenas 21 años, en búsqueda de un salto a la fama. Carl Burgos creó al candente androide, un hombre sintético que ardía al contacto con el aire, mientras que Bill Everett trajo al mundo a un príncipe de las profundidades, cargado de furia contra la superficie. Namor, como se llamaba, inicialmente iba a ser la atracción de un cómic promocional en blanco y negro llamado Motion Picture Funnies Weekly, pero el proyecto no llegó a buen puerto, y apenas unos ejemplares llegaron a distribuirse en algunos cines, con la misma historia que luego vio la luz en la nueva magazine, y a la que se añadieron cuatro nuevas planchas.
Ambos artistas eran amigos y aunque no es fácil saber quién llegó primero, ambos concibieron personajes que se yuxtaponen, como el fuego y el agua. Esas características posibilitarían poco después que compartieran espectaculares aventuras en las que ambos chocaban, iniciándose así los cruces entre personajes que iban a ser uno de los fundamentos de la editorial en años posteriores.
Aunque el binomio eran las grandes estrellas del primer número, sólo la Antorcha se ganó el honor de estar en la portada a cargo de su creador Frank R. Paul, un habitual de las portadas de los pulp, que de hecho firmó algunas de las ilustraciones más icónicas del medio, incluido el Amazing Stories de 1927, que adaptaba La Guerra de los Mundos.
Entre los otros personajes presentados en Marvel Comics #001 estaba Masked Rider, un vaquero con ímpetu justiciero que sería el primer héroe del oeste de la firma, creado por el guionista y dibujante Al Anders. Mientras tanto, el Ka-Zar original, que se había presentado las revistas pulp de Goodman, hizo su debut en el medio comiquero. Este héroe de la selva cuyo nombre real era David Ram, inspiraría la creación de Kevin Plunder, el Ka-zar actual de Marvel Comics. En el interior, el contenido se completaba con El Ángel, un justiciero bigotudo que recordaba lejanamente a Superman, aunque carecía de sus habilidades sobrehumanas. También teníamos una aventura cerrada sobre unos aventureros en la selva —con guion y dibujo de Art Pinajian—, un relato corto en prosa sobre carreras de autos de Raymond Hill y Sam Gilman, y una plancha de chistes de Fred Schwab. Sin duda había para todos los gustos en aquellas 64 páginas de cómic.
Detrás de la coordinación y la contratación de los autores se encontraba Lloyd Jacquet, un antiguo empresario de Centaur quien ante el caldo de cultivo existente había creado una nueva empresa dedicada a producir historietas. Fue él precisamente quien convenció a Burgos y Everett para que dejaran también Centaur y se sumaran al nuevo proyecto. Para la cabecera, Goodman reutilizó el nombre de una de sus viejas publicaciones: Marvel Science Stories, luego retitulado como Marvel Tales o Marvel Stories, que se había presentado un año antes y se publicaría durante más de una década hasta 1949. Como en esta ocasión se trataba de una narrativa dibujada, el nombre terminó por ser Marvel Comics, aunque sólo en aquel primer número, dado que a partir del segundo paso a ser Marvel Mystery Comics, por razones que nadie tiene muy claras.
Curiosamente, todo indica que Goodman pensaba que El Ángel sería la estrella absoluta del título, si tomamos en consideración que era él quien aparecía en la portada de los números 2 y 3, sin siquiera hacer mención a los otros dos personajes importantes de la publicación. El Ángel era un luchador contra el crimen que que tras su debut, y durante toda la Edad de Oro, llegaría a aparecer en más de 100 historietas. Creación del guionista y dibujante Paul Gustavsson, fue inspirado por el aventurero El Santo, obra del escritor Leslie Charteris. El personaje, cuyo nombre real era Tom Holloway, vestía un traje de superhéroe, aunque no poseía capacidades superhumanas. Más tarde, recibió la Capa Mística de Mercurio, que le permitió volar. Más de 30 años después, Stan Lee y el dibujante Jack Kirby iban a reutilizar el nombre para bautizar al miembro alado de los X-Men originales.
Como dijimos, Namor fue creado por el guionista y dibujante Bill Everett en 1939, para la revista Motion Picture Funnies Weekly, que era una publicación que se obsequiaba los cines, pero la idea fracasó. Así que cuando se hizo Marvel Comics #001, recicló y añadió cuatro páginas al relato, que finalmente sería impreso en color. Sub-Mariner sería hijo de Lionel McKenzie, un explorador del continente antártico que conoció y se enamoró de la princesa Fen, hija de Thakorr, emperador de un vasto imperio submarino en la Antártida. Fen crío al hijo de McKenzie, que tenía el color de piel de su padre, podía respirar dentro y fuera del agua y poseía una fuerza sobrehumana, incluso pudiendo volar usando unas pequeñas alas en sus tobillos. Cuando buzos humanos aparecieron cerca de su reino, Thakorr asumió que eran exploradores de avanzada para una invasión y ordenó a Namor que atacara Nueva York. De esta manera, el mismo año que se inicia la Segunda Guerra Mundial, Bill Everett osó crear una serie que mostró a los lectores el punto de vista de un personaje con un código moral propio, que veía a los Estados Unidos como un enemigo.
Por último, el Human Torch original fue concebido por el guionista y dibujante Carl Burgos, y fue un personaje que posteriormente inspiraría a la Antorcha Humana de Los Cuatro Fantásticos. Cuando el profesor Phineas Horton presentó al androide creado por él, este estalló en llamas, aunque sorprendentemente resultó ileso. En un intento de controlarlo, Horton atrapó a la Antorcha, pero finalmente escapó, hastiado de que su creador u otros hombres solo quisieran aprovecharse de él para el crimen o ganar dinero. Más tarde, aprendió a dominar su poder flamígero y se convirtió en un superhéroe contra el mal.
La primera edición de Marvel Comics #001, de unas 80.000 unidades, se agotó en apenas una semana. Un mes después llegó la segunda edición, con una tirada de nada menos que 800.000 ejemplares, según datos procedentes de The Colectors Society. La portada y el contenido eran exactamente los mismos, salvo por el detalle de que la fecha indicada era la de noviembre. En el mercado coleccionista, recién hace algunas semanas un ejemplar de la primera impresión en perfecto estado se vendió en más de USD$1.000.000, mientras que una copia deteriorada alcanza un mínimo de USD$15.000. En cualquier caso, muy por encima de los USD$25 que recibió Frank Paul por dibujar la portada.
Marvel Mystery Comics finalmente duraría la no menor cantidad de 159 entregas, aunque a partir del #093 cambió nuevamente su nombre, esta vez a Marvel Tales, terminando su publicación en 1957. Durante su vida, vio nacer un sinnúmero de publicaciones similares dentro de la misma editorial e incluso un cambio de nombre de ésta, que pasó a denominarse Atlas Comics. También, su desaparición fue en los tiempos inmediatamente anteriores a la salida de Fantastic Four y todo lo que ocurrió después, pero tanto ésta como la historia de Atlas son motivos para otro artículo, que quizá hagamos más adelante.
Por ahora, les recomiendo a todos los fanáticos de Marvel que le den un vistazo a Marvel Comics #1, pues como dice el dicho, siempre conviene empezar por el principio. Y no solo los fans de la Casa de las Ideas podrán disfrutarla, sino que cualquiera que esté embelesado por el noveno arte y quiera conocer un hecho clave y más antecedentes acerca de la interesante historia del cómic se superhéroes que tanto amamos.