"Elisa y los mutantes" (2018): La convulsionada biosfera de la vida universitaria
Elisa y los Mutantes - Dejando de lado que la educación sea un bien de consumo en nuestro país, donde jóvenes que con suerte han alcanzado la mayoría de edad deben decidir su futuro, involucrando en la gran mayoría de las veces créditos para poder pagar la formación profesional, los cuales se transforman en deudas que los acompañarán durante décadas, recuerdo mi vida universitaria con cariño y nostalgia.
Pero que lo recuerde con cariño no significa que no haya tenido problemas, aventuras o algún nivel de stress no asociado a la vida académica. Que el gobierno estudiantil, que la charla, la asamblea, etc. no eran fáciles de llevar, y a eso recién súmale las pruebas, clases y compañeros. Elisa y los Mutantes viene a retratar ese lado, esa parte de la universidad que no te cuentan en las charlas de orientación y que nadie te advierte en las conversaciones del colegio en que el ex-alumno que lleva con suerte 2 semestres en la U te dice de las maravillas de la vida universitaria, nervioso frente de tu clase.
Publicación: 02/10/2019
Guion: Fernando de Peña
Arte: Rodrigo Vargas y Constanza Yovaniniz
Portada: Rodrigo Vargas y Gabriel Ibarra
Editorial: PiedraAngular y MAPACHESTUDIOS
Esta edición de Elisa y los Mutantes empieza el 2012 como proyecto para promover la universidad [REDACTED] donde Rodrigo Vargas trabajaba, lo que permitió promover la idea del proyecto a un webcomic universitario. Algunas escenas salieron como fanzine, y el resto es historia que se gestionó como se ve en esta edición de PiedraAngular y MAPACHESTUDIOS.
Con 80 páginas en blanco y negro, el cómic escrito por Fernando de Peña, dibujo de Rodrigo Vargas e ilustraciones de Constanza Yovaniniz, mezcla en una misma sala la vida universitaria, monstruos mutantes y personajes que no se idealizan, en escenarios comunes que cualquier persona que asistió a una universidad o CFT vivió, junto con varios kilos de humor, onzas de acción y una pizca de drama y romance.
Cuando digo kilos de humor, lo digo casi literalmente. El guion exuda humor, con cruces cómicos de personajes, una narrativa que mezcla el ingenio con dramatismo, que permite mover muy bien la historia y generar una lectura bastante agradable, lo que tiene una raya para la suma un contenido irónico con salidas y ocurrencias que le dan gracia a los personajes. A eso sumándole los dibujos que son sumamente expresivos y apoyan muy bien el contexto de cada capítulo junto a la chispa del guion y el temperamento de la historia.
Tuve la suerte de conocer a los autores para la Feria Internacional del Cómic, FIC Santiago 2018 y esta historia, edición, guion y dibujo es una excelente representación fidedigna del carisma innato que tienen Fernando, Rodrigo y Cony.
El trío baña a los personajes con autenticidad y personalidad con muchos elementos narrativos, incluyendo portadillas introductorias y apuntes de Elisa con cosas y garabatos que todos hicieron en algún momento en clases. Anotar la clave del Wi-Fi, dibujar una cara, rayar cuadrados y bueno también... tomar nota de la clase.
Con respecto a lo anterior, siento que en la lectura pude conocer a Elisa, sus vivencias universitarias son verosímiles, y pude sentir como la acompañaba al ritmo de las hojas, porque su pasar universitario se parecía al mío cuando estuve estudiando y el personaje se siente super real. Temas tan reales como el acoso, el lucro en la educación, las batallas campales contra los pacos, etc. Son todas experiencias que para bien o para mal, uno vive y que Elisa debe sobrevivir.
Tengo la idea de que me la voy a encontrar en alguna marcha por una Asamblea Constituyente o voy a ver en Facebook como comparte videos contra el abuso policial.
En ese sentido, el cómic tiene un potente discurso político y multi-referencial, que habla muy bien de como sus autores pueden percibir su entorno y transmitirlo en la lectura, generando personalidades que están literalmente en el imaginario colectivo.
Elisa y los mutantes habla de la empatía, y considerando la contingencia actual, es algo que todos deberíamos practicar. La compasión por el resto es la que nos tiene hoy luchando en las calles por un bien común para todos, por mejores pensiones para nuestros tatas y mejores sueldos para nuestros viejos.
Muestra cómo nos relacionamos con el resto y la convergencia social en la que se convierte la universidad, uniendo distintos estratos sociales y generando espacios donde el choque de culturas es ideal.
Está en nosotros aceptarnos mutuamente como parte de nuestras vidas en este mundo desigual. En ese sentido, nadie es normal, todos somos medios raros, y estamos estropeados. Pero eso mismo nos debe llevar a involucrarnos en la comunidad, cuestionándonos la forma en que vemos nuestra identidad como sociedad, para así velar por nuestro futuro.